Tan solo proponía instaurar una sociedad sin imposiciones, sin jefes ni jerarquía, en la que la única religión fuera la igualdad…
La historia se desarrolla en el año 1927 cuando Durruti y sus compañeros Francisco Ascaso y Gregorio Jover son liberados en Paris, tras haber sido condenados por tenencia ilegal de armas. Por la ciudad de las luces también se encontraba en esas fechas el ucraniano Majnó, exiliado de la Unión Soviética. Así que Bruno Loth imagina la conversación que ambos hubieran podido mantener mientras cenaban. Ambos se relatan sus vidas y conversan sobre el movimiento anarquista en esos años, en los que creyeron que podrían construir una sociedad más justa y un mundo mejor.
Bruno Loth nos trae un cómic en el que vuelve al investigar sobre los orígenes y consecuencias de los conflictos que a principios del s. XX arrasaron Europa. En este caso se centra en el anarquismo a través de dos de las figuras más relevantes en esos años. Majnó lideró la revolución libertaria en 1917 en Ucrania hasta los comunistas le obligaron a exiliarse para establecer un sistema comunista jerarquizado que traicionaba al espíritu de la revolución. Durruti, por su parte, es una figura llena de claroscuros, pero dista mucho de ser el demonio en el que la propaganda franquista lo ha convertido para millones de españoles, ya que, en el fondo solo luchaba por unos ideales que buscaban mejorar las condiciones de la clase trabajadora.
Sus vidas son la perfecta radiografía del mundo en su época y de la lucha obrera, puesto que refleja la realidad socio-política que vivían todos los que pertenecían a las clases más bajas. Majnó nos permite conocer el día a día en la vida de los campesinos durante los últimos estertores del imperio ruso. Por su parte, Durruti hace lo propio con los trabajadores de las fábricas de las ciudades de España. Vemos como sus reivindicaciones son reprimidas por las fuerzas del orden, y otros métodos menos ortodoxos como sucedía en una Barcelona llena sicarios contratados por los empresarios para asesinar a sindicalistas, y los poderosos que no quieren que cambie el statu quo para seguir manteniendo intactos su poder y privilegios.
La narración de sus vidas se entremezcla con un debate sobre las ideas que defendían, lo que resulta la parte más interesante y didáctica de la obra. Bruno Loth consigue resumir sus principales ideas, sin esquivar las más polémicas, vistas con nuestra mentalidad moderna, como el uso de la violencia para conseguir sus fines, aunque eso fuera una contradicción con sus ideales. Sin embargo, no conviene olvidar que era una época mucho más violenta que la actual y con unas clases privilegiadas con una base de poder mucho más asentada. Se aprovechaban de las tremendas penurias de los menos afortunados para mantenerles en un estado de ignorancia perpetuo, sin apenas acceso a la educación, que les impedía defender un modelo más justo.
Aunque es una obra que toma partido, procura ser lo más justa posible y no esconde las contradicciones de ambos personajes y de la ideología que defienden. Veremos si en la segunda parte sigue la línea marcada en este tomo, ya que tocará algunos temas más cuestionables de la biografía de ambos personajes.
Como ya dijimos en la reseña de Dolores el estilo de Bruno Loth entronca con la tradición de la línea clara que en los años ochenta modernizaron autores como Tardi. En esta obra usa una composición de página más tradicional con una estructura de página de tres tiras que no suele pasar de las ocho viñetas en total. Lo que convierte la historia en algo más monótona, al igual que sucede en los álbumes franceses de factura más tradicional. De ellos también hereda el gusto por ofrecen un trabajo muy documentado de la época que busca reflejar las formas de vestirse y los objetos que manejaban. Se trata de un trabajo en color, aunque cuando los dos protagonistas narran los sucesos de su pasado Coretin Loth usa tomos sepias para distinguirlos de los que se desarrollan en el presente de la historia.
La edición de Ponent Mon cuenta con la calidad que acostumbramos a encontrarnos en su catálogo, cuenta con prólogo de Carlos Taibo sobre el anarquismo. Un catálogo que este año se ha visto enriquecido por un puñado de cómics magníficos que le dotan de una variedad que antes no tenían.
¡Viva la anarquía! es un cómic que trata de enseñar los fundamentos del anarquismo usando las vidas de dos ilustres figuras de ese movimiento. Una de ellas es el español Durruti, una figura vilipendiado por el franquismo que, sin embargo, no tuvo reparos en glorificar a auténticos psicópatas, que en esta obra es tratada con mucha más equidad.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 8
7.7
Libertad
Loth firma una obra interesantísima sobre el anarquismo y dos de sus figuras más destacadas. Ideal para aprender sobre Durruti una figura denostada en nuestro país por el franquismo.