Edición nacional/ España: Fulgencio Pimentel.
Guión: Seiichi Hayashi.
Dibujo: Seiichi Hayashi.
Color: Seiichi Hayashi.
Formato: Rústica, 192 págs. a color.
Precio: 20,90 €.
Técnicamente, Vivíamos entre las flores, no es un manga como tal, si no que, pertenece a la antología de relatos compilados y editados por Fulgencio Pimentel, llamada Terry. Entre sus páginas, se han reunido autores de nueve países diferentes, algunos, con historias inéditas creadas para la ocasión. Uno de los pilares de esta antología es, Vivíamos entre las flores de Seiichi Hayashi, que con sus 40 páginas ha sido capaz de llamar la atención del lector y la crítica.
Esta historia, llena de soledad, dependencia y frustración, tiene una base autobiográfica, siendo la recreación de un suceso real: cuando Hayashi se mudó en 1969, junto a su madre, a un apartamento a las afueras de Tokio. Este, es el punto de partida desde el cual se nos describe la relación del álter ego del autor con las mujeres, donde se nos muestran relaciones de interés superficial y desapego, siendo la raíz de dicha actitud, su relación con la madre, a la cual odia de tal forma que la anima a que se suicide. El autor nos habla de A-ko, una de las amantes de la que habla así en el relato: “Me agobia con cosas que no puedo darle, pero que cree que tengo”. También habla de B-ko, a quien tras la pregunta de porqué se acuesta con ella, él responde: “Para llegar a conocerte”, pero a la vez piensa: “Me habló con dulzura. No era una mujer con la que seguir acostándose”. Siempre hablando de forma distante, alejada, con frases cortas y simples. Luego, está la figura de su madre, quien sufre depresión y eso se siente como un lastre en toda la historia. Con ella, el personaje responde con irritabilidad y de forma más agresiva y distante que con el resto de las mujeres, hasta llega a nombrarla como “esa persona”. Y aunque no lo parezca, es una historia bastante emocional, aunque de una manera contenida y nada sutil. De hecho, el final, consta de dos partes, una primera tensa y dramática, y una segunda contemplativa, mostrando las magníficas habilidades de Hayashi para las subtramas y la narrativa.
Y de eso vamos a seguir hablando, de la narrativa del autor, que irremediablemente, converge con el dibujo. Hayashi, usa en este relato un ritmo lento, pesado, que llena con frases cortas, en el que apenas usa la narración escrita para describir. Los saltos cronológicos son constantes, como si de todo el tiempo de los días, solo escogiera los momentos más tediosos, intensos y conflictivos, mostrando la vida como una apatía constante, al estilo de Yoshihiro Tatsumi, y sus personajes desorientados existencialmente. El dibujo es de lo más curioso y está lleno de continuas variaciones aunque compartan las formas planas del trazo. Las pieles cambian de color, unas veces amarillenta ante el sexo, otras veces color carne en su forma más humana (sentimentalmente hablando), otras en blanco en los momentos reflexivos…También podemos encontrar siluetas en negro, expresiones deformadas, y la intuición, como pasaba en Elegía roja, que las posiciones de los cuerpos marcan el sentimiento. Otro detalle curioso, es el color predominante en las viñetas que comparten un momento específico de la trama, me explico. En las escenas finales, donde se le propone a la madre que se suicide, en cada viñeta predomina el color rojo, que socialmente, ha sido asignado a la pasión.
Es hora de hablar tanto de Terry como del autor. Sobre su autor, Seiichi Hayashi (Manchuria, 1945), decir que se curtió en el campo de la animación, para más tarde empezar a dibujar manga en la mítica revista Garo. Alcanzaría su fama gracias a Elegía roja, historia que publicó entre 1970 y 1971. A día de hoy, la faceta más conocida de Hayashi es la de ilustrador, siendo un magnífico retratista de mujeres vestidas a la última moda o en kimono, lo que le ha valido el apelativo de ser el “Yumeji Takehisa moderno”. Terry, como dijimos antes, es una antología de relatos. Entre sus páginas, encontramos autores como Los Bravú, Olivier Schrauwen, Michael DeForge, Simon Hanselmann o Sammy Harkham.
Aunque personalmente me pareció más completo e interesante Elegía roja, este relato no deja de ser una sorpresa y un autentico ejercicio visual e interpretativo al que merece la pena acercarse. Sin duda, podría ser un punto de partida para conocer a este mangaka sin igual. Interesante, bella, humana, así describiría esta obra que Fulgencio Pimentel ha tenido el valor de editar. Viviendo entre flores, así se sentirá el lector entre tanto color. Ahora solo tiene que dejarse llevar por el aroma de las mismas.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.5
Extraordinario relato de una extraordinaria antología del cómic.