Historias entrelazadas de brujería y poder femenino.
«A diferencia de ellos, no vinimos a conquistar, solo a sobrevivir en armonía con el lugar.»
Con Naftalina (Salamandra Graphic) la argentina Sole Otero (Buenos Aires, 1985) dio un salto enorme en su carrera confirmando todo lo bueno que habíamos visto en obras previas como La pelusa de los días (La Cúpula), Poncho fue (La Cúpula) o Intensa (Astiberri). Un trabajo por el que sigue obtenido reconocimiento como el reciente Premio del público en el último festival de Angoulême, ciudad en la que ha realizado Walicho, una voluminosa novela gráfica que acaba de publicar Salamandra Graphic con una edición muy similar a la de su anterior trabajo y que supone otro salto de calidad en su trayectoria. Un título que viene de una expresión que en mapudungún (idioma de los mapuches, un pueblo amerindio que habito en los actuales territorios de Argentina y Chile) que hace referencia a una entidad maligna, un demonio o algo similar. Sin embargo, aunque en España no usamos la palabra, en la Argentina actual se utiliza de manera habitual para referirse a embrujo, maldición o enamoramiento. Dos significados diferentes, pero que están muy presentes en la obra y nos cuentan mucho de lo que vamos a leer.
Walicho es una obra compuesta por nueve historias diferentes que transcurren en distintas épocas en la que los personajes y las tramas se ven entrelazando y superponiendo alrededor de tres hermanas brujas que a finales del s. XVIII viajan a Argentina desde Europa. Ellas son el hilo conductor de la trama, aunque nunca son las protagonistas directas las historias, pero siempre orbitan sobre ellas. Esas historias van saltando adelante y atrás en el tiempo y tienen autonomía propia, pero van formando un puzzle que se ven en su totalidad cuando unes todas las piezas conformando una historia con regusto a terror, con elementos de misterio, toques de humor y costumbrismo que habla sobre la brujería, el animismo, la sororidad, los secretos y los miedos que todos tenemos.
A lo largo de las historias vemos a las tres brujas como una especia de contrapunto, casi de resistencia, al avance del capitalismo más feroz que han ido arrinconando a las mujeres y a la forma de entender la relación entre la humanidad y la naturaleza en la que el animismo ha sido sustituido por la religión católica con su jerarquía eminentemente masculina. Son personajes llenos de claroscuros y ambigüedad que tienen su propia agenda y comenten actos terribles que dan miedo, así que no las podemos calificar ni como heroínas, pero tampoco como villanas, puesto que vemos como los poderosos ejercen violencia sobre ellas cuando se ven amenazados. Lo que si son es un perfecto ejemplo de sororidad, puesto que pierden el poder que tienen cuando se separan y no van todas a una, aunque en ocasiones vemos como esa unidad tampoco es suficiente.
Ellas no son los únicos personajes interesantes que vemos a lo largo de la obra que le sirven a Sole Otero para ir reflejando la realidad pasada y presente de su paíis. Entre los diferentes personajes que conocemos en las historias destacan sobremanera los dos gañanes que protagonizan la segunda historia que son perfectos ejemplo de la masculinidad más tóxica y rancia actual; Belén, una joven con agorafobia, Darío o Graciela. Son los protagonistas de unas historias en las que la autora argentina es premeditadamente criptica sin sobreexplicar nada de lo que sucede en cada una de ellas en las que va jugando con unos misterios y miedos que sobrevuelan toda la obra al igual que pasa con la presencia de las brujas.
Aunque la representación de las tres brujas responde sobre todo a la idea occidental también hay espacio para reflejar las creencias de los pueblos indígenas de la zona, con una interesante reflexión sobre como las tres brujas se convierten también en opresoras, y las creencias importadas por la inmigración africana afrodescendiente que se asentó en Argentina. Un perfecto reflejo del crisol cultural que convive en el país.
Cada una de las historias está narrada y estructurada de una manera diferente convirtiendo a Walicho en el trabajo más ambicioso de Sole Otero hasta la fecha. Un gusto por experimentar en lo narrativo que ya estaba presente en sus trabajos previos, pero que en esta ocasión nos deja algunos momentos visualmente brillantes como el capítulo de Belén en el que encuadre es fijo en todas las viñetas para poder reflejar su agorafobia y donde todos los textos que aparecen son a través de dispositivos digitales. Algo completamente diferente de los que vemos en la historias de Graciela que es un diario infantil o varias escenas en las que en los movimientos de algunos personajes están desglosados en una única página o viñeta al más puro estilo De Luca o Frank King. Pero no son los únicos recursos gráficos que vemos en toda la obra ya que las composiciones de páginas se adaptan a las necesidades de la historia. Al igual que lo hace el color que, jugando con una paleta limitada y más oscura que la empleada en Naftalina, refleja a la perfección los cambios temporales de la historia y esa atmósfera de misterio y terror que debe transmitir la historia en algunos momentos puntuales, pese a tener una gama cromática diferente para cada historia.
Esa estructura cambiante en el dibujo de cada una de las historias también la encontramos en los diálogos que están escritos tratando de reflejar la forma en la que se hablaba en cada una de las épocas y lugares en los sucede. Lo mismo que pasa con el diario de Graciela que está escrito de la manera que lo haría una niña de su edad o los whatsapps y correos electrónicos que tienen un lenguaje diferente. Así que en lugar de encontrarnos una obra en un castellano de España lo hacemos con uno más similar al que se habla en Argentina, algo que se puede hacer un poco extraño al principio con algunas expresiones que cuesta coger, pero no suponen ningún problema para entender la obra y que se disfruta enormemente al mostrar la variedad del idioma y como va cambiando con el paso del tiempo.
Walicho es una obra poliédrica y fascinante que nos habla de temas tan interesantes como la brujería, la sororidad y el poder femenino con un sentido del humor y una sensación de misterio que brillan tanto como el apartado gráfico y el literario que realiza Sole Otero. Sin duda, una de las obras más interesantes de lo que va de año.
Lo mejor
• La forma de reflejar la realidad de cada momento para las mujeres.
• La caracterización de los diversos personajes.
• Los diferentes experimentos gráficos que vemos a lo largo de la historia.
Lo peor
• Que alguna persona cometa el error de no embarcarse en la lectura porque los textos no están en un castellano neutro.
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
9
Embrujo
Sole Otero firma una historia en la que la experimentación gráfica y narrativa se dan la mano con unas historias fascinantes y variadas para ofrecernos uno de los mejores cómics del año.