Edición original: Wallman, Shueisha 2013.
Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2016.
Guión: Boichi.
Dibujo: Boichi.
Traducción: Marc Bernabé.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 232 páginas.
Precio: 8€.
Milky Way es una editorial que se asociado desde sus inicios por su apuesta por un manga de gran calidad, profundo y rompedor en su momento, poniendo las bases para el asentamiento de géneros como el slice of life en nuestro país. Pero si por algo apuesta la editorial asturiana es por la calidad, sea como sea y venga de donde venga. Y en esta reseña nos toca viajar un poco más al oeste de Japón para no hablar de manga, sino de manhwa, el cómic de Corea del Sur en el que hizo sus primeros pinitos Boichi, uno de los autores con mayor talento de la última década. Boichi nos presenta aquí Wallman, una obra repleta de acción, desenfreno y sugerencias que nos deja boquiabiertos con el espectacular despliegue artístico del mangaka coreano que ya demostró su categoría en Hotel y que da un giro algo más arriesgado con un cóctel de adrenalina y vértigo.
Boichi (1973, Seúl) es el pseudónimo artístico del artista surcoreano Mujik Park, uno de los máximos representantes del manhwa de los últimos años. Decidido desde su infancia a publicar cómics en su país, dedicó sus años de formación a perfeccionar su dibujo y no desaprovechó la primera oportunidad laboral relacionada con la historieta gráfica que se le presentó: publicar en una revista de shôjo manhwa en 1993. Pese a ser una publicación bastante alejada del target de sus obras más conocidas en la actualidad, Boichi comenzó a ganar popularidad gracias a la creación de varios manuales para aprender a dibujar manga. Con algo de fama ganada en su país natal, en el año 2004 Boichi consigue dar un paso más en su carrera y se traslada a Japón, publicando Ultimate Space Emperor Caesar en la Monthly Comic Gum. Un año más tarde, en 2005, decide explotar su enorme conocimiento y capacidad para plasmar la anatomía humana con Lover in Winter, una serie de 11 one-shots de estilo hentai en la revista Comic Aun.
2006 se convierte en el año de la gran consagración nipona de Boichi, que consigue dar rienda suelta a su libertad creativa, uno de los motivos por los que salió de Corea. En primer lugar publica dos historias cortas de ciencia ficción, Hotel y Present, one-shots que posteriormente recopilaría en Hotel (2008), junto con otro puñado de historias de corte dispar como Stephanos, Diadem, Migrañas o Todo fue por los atunes. Gracias a estas historias se alzaría con el Gran Guinigi, premio otorgado por la Lucca Comic & Games, una de los convenciones más importantes a nivel mundial. Volviendo a 2006, este es también el año en el que consigue su primera serie de categoría y gran reconocimiento en la revista Young King: Sun Ken Rock, una de sus obras de mayor éxito, que por desgracia aun no ha llegado a nuestro país, pero que cuenta con varios spin offs bajo el nombre de Sun Ken Rock Gaiden.
Por otro lado, Boichi no es reacio a colaborar con otros autores y ha trabajado en varias obras donde es otro mangaka el que firma el guión mientras él se encarga de la tinta. Es el caso de, por ejemplo, Brutality (2007, escrita por Takeda Yuusuke), Raqiya (2008, guionizada por Masao Yajima), Terra Formars Gaiden: Asimov (2015 con Yuu Sasuga y Kenichi Tachibana) o la reciente Dr. Stone con Riichiro Inagaki, que se encuentra en plena publicación. Del mismo modo, Boichi ha colaborado en el tributo a Ghost in The Shell que Kodansha ha publicado en Japón este año. Más allá de todo ello, es un mangaka muy implicado con las causas sociales. Más allá del reflejo que da de ellas en sus obras, con referencias al problema de las drogas y la mafia, la trata de blancas, el cambio climático, la sobreexplotación de la fauna acuática y un largo etcétera, Boichi destinó el dinero de los royalties generados por el segundo tomo de Sun Ken Rock a la organización humanitario Child of Viet Nam, como muestra de respeto y arrepentimiento por los actos de su país natal, Corea del Sur, en la guerra de Vietnam. Del mismo modo instó a varios artistas coreanos a contribuir con sus trabajos y donaciones a las víctimas del terremoto y posterior tsunami que arrasó Japón en 2011, cediendo asimismo royalties de sus obras a la Cruz Roja y donando dinero a diferentes ONG’s.
Algunas de estas inquietudes sociales son reflejadas, aunque de un modo algo superficial, en Wallman, la obra que aquí reseñamos. Wallman nos cuenta la historia de Jirô Sorashima, un antiguo asesino a sueldo que llegado a su cuarentena ha decidido colgar las armas. Por ello ha vuelto a Japón, donde vive con su amigo mangaka, Takashi Kubota. Ambos dan una imagen bastante lamentable de los hombres en edad madura: fuera de forma ambos y con Jirô en paro y Kubota sacando a duras penas un manga de poco éxito. La necesidad le obliga a alquilar una de las habitaciones del piso que comparten y la fortuna hace que su nueva inquilina de un giro total a sus vidas. Nami, una jovencísima coreana increíblemente voluptuosa y simpática, que milagrosamente congenia de manera genial con ambos y devuelve la alegría a la casa. Pero la presencia de una jovencita sexy en la vida de los protagonistas tiene que traer consigo algo malo para equilibrar el karma, y es que Nami esconde un gran secreto: en realidad es una Wallman, una asesina a sueldo experta en el uso de cables y el combate vertical, tal como era Jirô en su día. Después de que uno de los trabajos salga mal y Jirô se vea obligado a intervenir, la realidad golpea al protagonista, que se ve obligado a ponerse en forma de nuevo y enfundarse en su viejo traje de combate para formar con Nami y Kubota un trío de asesinos que no falle ningún encargo, con el objetivo de proteger a la chica en su camino de venganza que desea por la muerte de su padre.
A partir de ese momento, y durante los 3 tomos que abarca la serie, seremos testigos de las venturas y desventuras de este peculiar comando armado, que comienza a ser solicitado por la yakuza para solucionar vendettas personales. Como hemos dicho, Boichi utiliza ese marco para introducir algunos temas controvertidos en referencia al ambiente mafioso y sobre todo a la corrupción y al tráfico de drogas, pero todo de una manera muy superficial y desenfrenada. Ya a finales del segundo tomo, el tono de la historia da un giro con la aparición de la figura del Master Koo, título de un legendario asesino que le es otorgado al mejor Wallman, y la aparición de Highlander, el antiguo mentor de Jirô que le propondrá una lucha mortal contra varios Wallman en el que pondrá en juego su vida y el título de Master Koo para proteger a sus compañeros.
Más allá de estos elementos, Wallman ofrece sobre todo un cóctel de acción, adrenalina y erotismo al más puro estilo de las películas de acción de los años 80. Artes marciales, armas, combates verticales con los equipos Wallman, explosiones, asesinos a sueldo, mafia… Una narración desenfrenada y sin ningún tipo de corte, que si bien no despliega una trama profunda y ausente de clichés, si que genera una dinámica imparable que te engancha a la lectura gracias a la espectacularidad de las escenas de del arte de Boichi. Todo ello regado con momento de humor muy japonés y otros momentos bastante subidos de tono, casi eróticos, que podrían echar para atrás a algunos lectores debido a que Boichi no se impone ningún tipo de censura a la hora de reflejarlos, algo que ocurre igual con la violencia presente en los tres volúmenes sin ninguna cortapisa. El realismo está presente no solo en el dibujo, sino también en las referencias a diversas organizaciones militares o criminales, así como eventos reales, pero como decimos, solo sirven para dar contexto. Por tanto, no esperéis leer este manga esperando una obra reflexiva y realista dejándoos llevar por el hiperrealismo del dibujo de Boichi, sino más bien abrochándoos el cinturón para disfrutar de un sinfín de acción palomitera, armas, tiros, mucha sensualidad y, sobre todo, un arte de infarto.
Y es que lo que destaca por encima de todo en Wallman es la tremenda habilidad de Boichi a los lápices, demostrando que es uno de esos autores que tienen un toque único, un auténtico don para esto. Podemos decir sin temor a ruborizarnos que estamos ante uno de los trabajos más redondos de un mangaka, sobre todo teniendo en cuenta el estilo hiperrealista que utiliza. El conocimiento anatómico de Boichi y la manera de plasmarlo es perfecta, no solo en proporciones, sino también en volumen, movimiento, expresiones, efectos de acciones externas contra el cuerpo… Pocas veces vais a asistir a unos personajes tan realistas y detallados como los de Boichi, algo que juega a favor también de esos momentos eróticos que comentamos, que ganan enteros, tanto en Nami como en los pocos que tiene Jirô. Por otro lado, esta perfección artística se refleja también en las escenas de acción, dinámicas, realistas, con muchísimo ritmo y plasticidad y muy limpias y entendibles, además de especialmente efectistas y preciosistas. El manejo de las perspectivas y de los planos, así como de la composición de viñetas, es de matrícula de honor, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad que tiene muchas veces a la hora de reflejar determinados ángulos o movimientos en los combates verticales. Realmente Boichi transmite la sensación de velocidad, vértigo y tensión que supone estar colgado a varios cientos de metros de altura con un equipo Wallman. Además el autor utiliza varios tipos de perspectiva a la hora de realizar los distintos planos, asemejándose a cámaras, con grandes angulares, travellings, ojos de pez… lo que aporta más espectacularidad cinematográfica al conjunto.
La casi enfermiza obsesión por el detalle lleva a Boichi a clavar prácticamente cualquier textura o material que representa, así como demuestra un gran trabajo de documentación a la hora de representar diversos tipos de armas y municiones reales. Algo similar ocurre en los fondos, presentes tanto en interiores como en exteriores con una increíble precisión y detalle. Del mismo modo es un estilo que ayuda mucho a reflejar la dureza y crudeza de un combate y sus heridas y consecuencias, con una gran recreación de la física en los impactos. Este realismo no es obstáculo aun así para los momentos de exageración de Boichi a la hora de representar escenas cómicas, que realmente suponen una gran herramienta tanto a nivel visual como narrativo. Es difícil poner algún pero al arte de Wallman y Boichi, pero por mencionar algo podemos decir que los personajes son en ocasiones muy parecidos entre sí (por ejemplo, entre Jirô, Highlander y Beauty Jericho) y, quizá sobre todo, la enorme sexualización a nivel visual y de contexto en el que Boichi introduce a Nami. Es una obra adulta en ese sentido, ya que el realismo es en ocasiones muy excesivo y el mangaka no deja nada a la imaginación. Por tanto antes de leer y si se es muy sensible con la sexualización gráfica puede que no sea una obra muy recomendable, si bien los fans de este tipo de estilo pueden encontrar en Wallman una obra perfecta a nivel gráfico y con un tratamiento más maduro de esa sexualidad.
Wallman es una obra maestra a nivel artístico, pocas obras pueden ponerse a su altura gráfica ya que Boichi es un auténtico maestro del trazo. Y además es una obra que domina a la perfección los temas que pretende reflejar para convertirse en un manga de acción trepidante, sensualidad desbordante y con un ritmo imparable. No es una obra sesuda ni profunda, pero es tremendamente entretenida, posee algunas de las escenas más espectaculares que se pueden ver a día de hoy y posee un argumento suficiente como para enganchar, e incluso dejar la puerta abierta a una secuela, o una vinculación con otras obras del universo de historias de Boichi.
Edición original: Wallman, Shueisha 2013. Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2016. Guión: Boichi. Dibujo: Boichi. Traducción: Marc Bernabé. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 232 páginas. Precio: 8€. Milky Way es una editorial que se asociado desde sus inicios por su apuesta por un manga de gran…
Wallman
Wallman
2017-07-20
Rubén Merino
Guión - 7
Dibujo - 10
Interés - 8
83
8.3
Tremendo trabajo de Boichi que firma uno de los mejores mangas de acción que se pueden leer. Espectacular a nivel gráfico y con un realismo y precisión increíbles, es una delicia visual para el lector. Puede echar para atrás la excesiva sexualización de algunos personajes y situaciones, pero en su conjunto es una obra genial.
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