No me gustaría dejar pasar la oportunidad de recuperar una obra a la que posiblemente no hayamos prestado suficiente atención pero que merece la pena repasar. Me refiero a Warship Jolly Roger, la space opera realizada por el guionista Sylvain Runberg (Reconquistas) y por nuestro compatriota Miki Montlló (Orbital), cuyo cuarto y último álbum fue publicado por Norma Editorial el pasado mes de mayo.
La serie, mezcla de aventuras espaciales y relato de piratas, nos sitúa en un futuro en el que los humanos han colonizado la galaxia y han fundado la Confederación Intergaláctica, una dictaruda militar disfrazada de falsa democracia que intenta imponer su dominio sobre todos los planetas habitados. El protagonista es el antiguo general Jon T. Munro, encarcelado a perpetuidad por culpa de una conspiración en su contra. Aprovechando, un motín, Munro consigue escapar de la prisión en compañía de un extraño grupo de prisioneros. Juntos conseguirán robar la más poderosa nave de la flota y se lanzarán al espacio en busca de venganza contra los que les llevaron a prisión. Durante sus viajes conoceremos más detalles sobre el pasado de Munro y de sus compañeros entre los que encontramos al misterioso adolescente Trece, resultado de experimentos prohibido, o la belicosa Alisa, hija de la líder de los rebeldes Autonómistas enemigos de la Confederación.
En los tres álbumes anteriores, Runberg y Montlló, han ido desarrollando la trama de la venganza de Munro y han ido explorando el pasado y las motivaciones de sus protagonistas. Mezclando el relato de aventuras espaciales al más puro estilo space opera con referencias a antiguos mitos y civilizaciones del Mediterráneo han construido un entretenido relato que llega a su conclusión en este cuarto álbum, centrado en la ejecución del plan de venganza de Munro contra el presidente de la Confederación al que responsabiliza de la muerte de su hijo.
Este último capítulo de la saga está dominado por cierto tono elegíaco que contrasta con el de los álbumes anteriores. También hay menos relato de aventuras y el guion está mucho más centrado en atar cabos sueltos de los anteriores álbumes y dar un cierre a toda la trama. Esto hace que el relato sea más lineal, con pocos sobresaltos, y su ritmo más lento. Esto se acentúa con todo el tiempo dedicado a la figura del presidente de la Confederación y la situación política que le rodea. El resultado final, sin duda da un cierre bastante redondo a la historia, puerta abierta a un segundo ciclo incluida, pero que resulta menos espectacular de lo esperado y, hasta cierto punto, anticlimático.
En el apartado gráfico, Montlló sigue desarrollando su personal estilo de dibujo. Son evidentes las influencias de la animación y el diseño gráfico en su trazo, pero también resalta la madurez de su trabajo, sobre todo en los personajes principales, que han ganado fuerza y expresividad. Su narrativa, dinámica y con encuadres arriesgados, consigue una lectura fluida y agradable. La única pega que le pondría es que el guion de este último álbum no le permite lucirse más en secuencias de acción, lo que es una pena ya que las mostradas en los otros álbumes resultaban espectaculares.
Warship Jolly Roger ha sido y es un buen ejemplo de cómic de entretenimiento bien hecho y atractivo ideal para cualquier aficionado al género de aventuras en general y a la ciencia ficción más desprejuiciada en particular.
Valoración
Guión - 6.5
Dibujo - 6.5
Interés - 6.5
6.5
Correcto
Entrega final de la serie en la que quedan cerradas casi todas las tramas abiertas desde el primer álbum pero que resulta un poco anticlimático comparado con los álbumes anteriores
