Watchmen: la lectura de una noche (o dos) de verano

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Corría el año 2000 cuando, por fin, pude leer Watchmen y cubrir lo que en mi pensamiento era una importante laguna lectora. El verano de aquel año –último o primero del siglo / milenio según a quién se le pregunte- me hallaba en un período de cambios en los que se cerraban etapas con resultado diverso y se abrían otras con perspectiva desconocida. En esa incertidumbre que acompaña a los tiempos de transición, decidí ampliar perspectivas y leer obras de procedencia y estilo diverso del que había sido mi gusto predominante durante los años precedentes. En aquellos momentos se cumplían –mes arriba, mes abajo- los primeros diez años de lectura continuada de tebeos y hasta ese momento, la parte del león de mi colección se la llevaban las colecciones de Marvel. Los motivos de esta preponderancia eran de naturaleza circunstancial: los comics de Forum llegaban gozaban de una mayor distribución y aquellos tomos de cinco números de la empresa responsable llegaban más lejos. Vivir en una isla periférica como La Palma y padecer las consecuencias de la doble insularidad implicaba una gran dificultad para poder seguir una colección mensualmente. El cambio de residencia a Tenerife con motivo de los estudios universitarios, supuso un cambio positivo en ese sentido (y la primera visita a una librería especializada) pero «el mal» ya estaba hecho. No obstante, en aquellos añorados correos de los lectores y artículos explicativos encontraba constantes referencias y recomendaciones a los tebeos de la distinguida competencia. Allí aparecía con relativa frecuencia un nombre que se relacionaba con el concepto de obra maestra: Watchmen. Junto a él aparecía el de un escritor al que se colocaba en la cúspide de la profesión de guionista de tebeos de superhéroes: Alan Moore.

Cuando empiezas a leer tebeos de cualquier género, pronto acabas encontrando referencias y menciones a las obras más importantes de tal o cual período. En mi caso, rápidamente aparecieron en mi lista de lecturas a conseguir trabajos como El regreso del señor de la noche, V de Vendetta, Ronin, La guerra kree-skrull, Crisis en Tierras infinitas o Watchmen (por citar solo unas pocas). Sin embargo, el apartado de las reediciones no estaba, ni mucho menos, tan desarrollado en los noventa como en la actualidad, por lo que la consecución de este objetivo era una empresa que pasaba por la visita a librerías de viejo, rastrillos capitalinos o bibliotecas de amistades. Así pues, cuando en 2000 Norma Editorial se hizo con los derechos para DC y empezó a sacar ediciones en tapa dura de algunos de aquellos títulos, pude ir matando el gusanito de ver, por fin, qué se escondía detrás de cada veneración. En el caso de la obra de Moore y Dave Gibbons, eso se produjo en agosto de aquel año de redonda numeración.

Cuando afronté la lectura de Watchmen, ya tenía a mis espaldas buena parte de la producción marveliana de los ochenta y casi toda la de los noventa. También había podido acceder a otros territorios como el deceero, el imaginero o el manga. Lejanas quedaban las lecturas iniciáticas de las aventuras de Astérix, Tintín, Mortadelo, Makinavaja o los ilustres personajes de la revista Cimoc. El caso es que en materia de pijamas ya estaba perdiendo aquella capacidad de fascinación y sorpresa de la que se disfruta al principio de toda empresa. Aquella relectura constante del tebeo nuevo que llevaba en el inicio de los tiempos ya no se producía. Watchmen fue una de las últimas excepciones porque, durante dos noches, me llevó a lo que era la historia definitiva del género súper-heroico.

Como jurista de formación, considero que la frase «Quis custodiet ipsos custodes?» encierra gran parte de los problemas y suspicacias inherentes al ejercicio del poder. En el caso de los empijamados, estos se habían movido hasta ahora en una franja que va desde la perfección arquetípica de DC a la cercana falibilidad de Marvel. Sin embargo, y quitando aventuras en las que «todo cambia pero todo queda como estaba» nunca se había llegado a plantear con carácter permanente la hipótesis de que gente súper-poderosa asumiera el control o fuera determinante en el devenir histórico, político y social. Roy Thomas se sacó de la manga a la lanza del destino para justificar que personajes como Superman o grupos como la Sociedad de la Justicia de América no se abatieran con todo su esplendor sobre las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora podemos encontrar historias como la del Escuadrón Supremo de Mark Gruenwald o la Autoridad de Warren Ellis, pero de alguna forma, esta y otras tantas son tributarias de Watchmen. Moore y Gibbons llevan el género hasta sus últimas consecuencias en una historia en la que hay seres con poderes y coloridos uniformes, pero ni héroes ni villanos.

Cada reencuentro, cada relectura de Watchmen me permite descubrir nuevos detalles, otras perspectivas y por qué no, alguna que otra inconsistencia –ya reseñadas en alguno de los artículos precedentes sobre la materia-. Sin embargo, siempre he tenido claro el hecho de que la maxiserie cuenta un relato cerrado con prólogo, nudo, desarrollo, desenlace y epílogo. Por tal motivo, las obras relacionadas con esta creciente franquicia me resultan superfluas y prescindibles. Son al original lo que las secuelas de Los Inmortales o Matrix son a la cinta original: un intento de explotar una idea exitosa devaluando la obra original con adendas de menor calidad e inútiles. Como en esos casos del celuloide, podemos afortunadamente disfrutar de la parte buena, olvidando el resto.

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Last_Avenger
Last_Avenger
Lector
4 julio, 2016 16:59

Solo un apunte. El Escuadrón Supremo de Gruenwald se publicó desde septiembre de 1985 hasta agosto de 1986. Watchmen es posterior, se publicó desde septiembre de 1986 hasta octubre de 1987. Así que el Escuadrón Supremo no es «deudor de Watchmen», si no de sí mismo. Te recomiendo este artículo aunque tiene ya unos añitos: https://brainstomping.wordpress.com/2014/08/08/el-escuadron-supremo-de-mark-gruenwald/

idem
idem
Lector
4 julio, 2016 18:22

Estupendo artículo. Totalmente de acuerdo e identificado con su situación Sr. Capote. Yo también fui de aquellos que leimos Watchmen por primera vez en el año 2000 gracias a Norma.
Yo tambien soy lector veterano y me fue imposible localizar la serie original de Zinco y hubo que esperar al tomo de Norma.
PD: qué recuerdos de aquellos retapados de forum! Tengo varias colecciones de entonces hechas en base a retapados. Había que esperar tiempo pero salía muy barato y entonces no había tanto spoiler jeje.