Watchmen: La soledad del vigilante

Cuarta entrega de la tanda de artículos en la que diferentes redactores de Zona Negativa cuentan su experiencia personal en la primera lectura de Watchmen

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Tras los magníficos textos de Juan Iglesia, Gustavo Higuero y Sergio Aguirre sobre “Watchmen”, le toca el turno a un servidor para contar su experiencia personal y opinión sobre la gran obra maestra del género de los superhéroes. Antes que nada, me voy a permitir unas líneas para explicar un poco de qué va toda esta iniciativa de los artículos sobre “Watchmen” que estamos publicando durante este mes, y lo que queda en el siguiente.

Tras saber que Juan Iglesia estaba elaborando un extenso y detallado artículo de Watchmen, al estilo de los que ya había hecho con La Liga de la Justicia, ante la falta de una reseña de esta gran obra en Zona Negativa, se propuso y discutió en el equipo DC de esta web elaborar un artículo cada uno de nosotros sobre Watchmen. Y puesto que Juan ya le iba a dar un enfoque analítico, decidimos que podría resultar un ejercicio interesante contar una experiencia más personal y subjetiva de la primera lectura de esta obra, siempre después de que se publicara el artículo de Juan. Muchos pensarán que todo esto tiene que ver con la reciente inclusión de los personajes de “Watchmen” en la continuidad de DC Comics en Rebirth. Nada más lejos de la realidad, puesto que era algo que se estaba gestando tiempo atrás, aunque es cierto que viene «al pelo», y por lo tanto teníamos que aprovechar el momento para empezar a publicarlos ya. Después, ampliamos la iniciativa para cualquier redactor de la web que quisiera sumarse y aportar su granito de arena a este bonito proyecto, así como a firmas invitadas que irán llegando. Y como os decía, esto no son más que relatos de las experiencias personales que cada uno de nosotros hemos tenido con “Watchmen”, especialmente en la primera lectura, y por lo tanto, tremendamente subjetivas y emocionales. Esto quiere decir que no se trata de un análisis objetivo o una reseña de la obra, ya que para ello contáis con el magnífico y currado artículo de Juan, que además dio el pistoletazo de salida de todo esto. Es por ello que, lo rico e interesante de esta iniciativa, es que debido a la variedad generacional en la redacción de Zona Negativa, cada redactor tiene una perspectiva y experiencia diferente con esta obra, y prácticamente todos los lectores os vais a poder sentir identificados con alguna de éstas. El objetivo de este proyecto veraniego sobre la obra de Moore es que todos podamos compartir y expresar, vosotros incluidos en los comentarios por supuesto, qué nos ha aportado esta gran obra en nuestra vida, y en nuestra forma de leer cómics, y en definitiva, cuánto ha supuesto para nosotros y qué huella nos ha dejado “Watchmen”. Es un ejercicio de reflexión personal muy emocional y enriquecedor, del que espero que todos, como ya hemos estado haciendo este mes, sigamos compartiendo experiencias sobre la obra maestra entre las obras maestras, y podamos aportar y aprender cosas de cada uno de nosotros.

Tras esta breve introducción, sin más dilación me dispongo a relatar en qué momento de mi vida leí “Watchmen”, qué supuso para mí y qué sensaciones me transmitió en su primera lectura. Porque todos hemos tenido una primera vez para todo, y mejor o peor, a pesar de que probablemente le saques más partido y disfrutes más en posteriores visitas a esa experiencia, nunca, jamás se olvida la primera vez.

En el invierno de 2008, yo estaba muy ocupado tratando de finalizar de forma adecuada el último curso de Bachillerato, intentando además decidir qué hacer a continuación, o más concretamente, qué carrera estudiar para encaminar mi futuro profesional y laboral hacia un camino qué probablemente iba a ser determinante. Y se empiezan a escuchar y a leer muchos comentarios en foros sobre una película que se iba a estrenar el año siguiente. Poco después en un cine, vi el tráiler de esta película, que por si aún no lo habéis deducido se trataba de “Watchmen”, y quedé alucinado con lo que vi. Y mucha culpa de ello la tenía el tema que acompañaba el tráiler: “Take a bow”, de Muse, uno de mis grupos de música favoritos por aquel entonces. Parecía una enigmática película, y al principio ni siquiera pensaba que fuera de superhéroes, hasta que la vi y evidentemente lo entendí, al menos la temática, porque había muchas cosas que se me escapaban. Me pareció una película muy diferente a todo lo que había visto en el género (“Spiderman”, “Los Cuatro Fantásticos”, etc), y quedé fascinado con personajes como Rorschach o el Doctor Manhattan. Después me informé, como suelo hacer tras venir del cine, y descubrí que estaba basada en un famoso cómic homónimo, de un tal Alan Moore, que además era el autor de otros tres cómics que habían tenido su adaptación cinematográfica recientemente: “La liga de los hombres extraordinarios”, “From Hell” y “V de Vendetta”, que me encantó cuando la vi en su momento. Pensé, “este tipo debe ser importante”, pero de momento, ahí se quedó la cosa, no me picó el gusanillo de leer los cómics mencionados que acababa de descubrir, “Watchmen” incluido, aunque lo apunté en la larga lista de cosas pendientes que hacer después de acabar aquel turbulento e importante año para mi futuro. Pasó un tiempo hasta que de verdad quise y pude leer “Watchmen”.

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Como habréis podido observar, yo era por aquel entonces un completo ignorante del cómic americano, hasta el punto que conocí la gran obra maestra del género, y seguramente del cómic en general, gracias a su adaptación cinematográfica. ¿Y por qué he puesto ese matiz geográfico? Porque el cómic ha sido parte de mi vida desde que me alcanza la memoria, solo que hasta ese momento había estado centrado en otras temáticas y géneros muy diferentes. Con 7 u 8 años, mi padre me compró el primer cómic que he leído: “Los inventos del profesor Bacterio”, que releí un millón de veces, cuando aún estaban las pesetas. A partir de ahí he comprado y leído cientos de cómics de Ibáñez, y muy especialmente de Mortadelo y Filemón, que han sido una parte muy importante de mi vida. En mi tierna adolescencia, me empecé a interesar por el anime, y de ahí pasé al manga, puesto que soy podríamos decir de la “generación manga” de este país, aunque otros nos llaman “millennials”, que tiene poco que ver, pero que sin duda alguna van unidas de la mano. Y eso se debe a que si me hice tan “otaku” fue gracias a internet, el actor principal de los “millennials”, a Youtube, y la posibilidad que ello brindaba de descubrir animes, y después mangas, que en España era imposible de seguir por otros medios más tradicionales. Y así como Internet me descubrió el mundo del manga y el anime, las películas me descubrieron el cómic americano, y muy especialmente el de superhéroes. Porque sí, pueden ser peores o mejores adaptaciones, pero si para algo sirven estas películas es para expandir y descubrirte nuevas vías culturales, y en este caso concreto, el cómic o la obra que ha inspirado la adaptación cinematográfica. Y es posible que sin esa película, no me hubiera interesado por el cómic de superhéroes y no estaría aquí hoy escribiendo este artículo. Así que, como os digo, por poco que nos gusten ciertas adaptaciones, nunca olvidemos la importante labor que realizan para hacer llegar el cómic a muchos posibles y futuros lectores que de otra forma nunca se hubieran interesado.

Volviendo a “Watchmen”, un par de años después de ver la película, ya casi en mi segundo año de universidad, acabé por casualidad leyendo en un foro algo sobre “Watchmen”, y ello unido a que poco después volví a ver la película en televisión, me volvió a picar el gusanillo de leer el cómic, y decidí que ya era hora de tachar de una vez a “Watchmen” de la lista de cosas pendientes por hacer. Así que, consciente de que además un amigo tenía el cómic, se lo pedí prestado, puesto que no me atrevía aún a gastarme dinero por si no llegaba a gustarme, y el mismo día que me lo dio empecé con ello. Recuerdo que era una edición en tapa dura de Planeta de Agostini, que por aquel entonces seguía teniendo los derechos de DC Comics, y para mi desgracia no era el formato Absolute, que descubrí tiempo después, y que permitía disfrutar del maravilloso arte de Dave Gibbons. Posteriormente, compré la edición en tapa blanda de ECC Ediciones, y recientemente la he vendido para adquirir la preciosa edición de lujo. Ediciones aparte, recuerdo perfectamente que me costó concentrarme en la lectura, a pesar de estar acostumbrado a leer abstractos textos de Bourdieu o Foucault, me estaba siendo francamente pesado el primer contacto. Y seguramente fue porque en un cómic no te esperas tal grado de complejidad, y te pilla por sorpresa, dejándote desencajado en los primeros minutos. Pero aquello duró poco, puesto que empecé a devorar el cómic y en dos tardes literalmente lo terminé, a pesar de ser yo un lector bastante lento. No podía describir la sensación que experimenté en aquellos dos días gloriosos. Sabía que estaba ante algo grandioso, algo abrumador que te supera, que necesita de un gran ejercicio de reflexión para ahondar en la enorme profundidad de la obra. Y por supuesto, muchas relecturas, en la que en cada una de ellas seguro que iba a descubrir algo nuevo, como así ha sido. Siento no ofrecer una gran historia de cuándo y cómo me leí este cómic, pero así fue, en dos días literalmente. Quizás me hubiera gustado leerlo grapa a grapa, número a número, como algunos de mis compañeros de la redacción, esperando un mes tras otro mordiéndote las uñas para leer el siguiente número, pero supongo que el contexto histórico y temporal es diferente, y a cada cual le toca vivirlo de una manera u otra. Y a pesar de todo, no cambiaría esa primera experiencia por ninguna otra, puesto que es la mía, y fue grandiosa.

La edición de mi primera lectura y la primera que compré
La edición de mi primera lectura y la primera que compré

Es hora de hablar de mis capítulos, personajes o momentos favoritos. Aunque, como he dicho antes, esto no es un artículo analítico de la obra, si no algo completamente subjetivo y emocional. Y siento si voy a establecer comparaciones con la película, pero puesto que estoy relatando “mi primera vez”, en la que en mi fuero interno estaba constantemente pensando en cómo era esto y aquello en el cómic y cómo era en la película, es preciso que aquí lo comente también, para cumplir con precisión con el objetivo de este artículo. A otros muchos seguramente os ocurriría al revés, y cuando fuisteis a ver la película, establecíais comparaciones constantes con escenas del cómic. Es lógico, solo que mi proceso ha sido el inverso al de un clásico fan del cómic.

Si tuviera que quedarme con dos capítulos, serían sin duda alguna el IV y el VI, correspondientes a explicar el pasado del Dr. Manhattan y el de Rorschach, respectivamente. El primero de ellos es absolutamente fascinante, si bien al principio me resultó pesado de leer, lo cierto es que me estaba encantando, fue una extraña y contradictoria experiencia. Y pese a que conocía el pasado del Dr. Manhattan gracias a la película, no dejó de transmitirme la empática sensación de soledad compartida con el personaje, tras ver cómo el ser un inmortal Dios entre hombres, habiendo sido un día tan mortal como ellos, añora esos tiempos, en los que tenía la compañía de sus iguales. Porque el ser tan poderoso lo único que te ofrece es una abrumadora soledad, y un inevitable sensación de anomia en la sociedad. Todos los que te rodean son insectos a tu lado, y tú sin embargo, puesto que un día fuiste como ellos, te sientes en la obligación moral de ayudarles, cuidarles y no sobrepasarte jamás, haciendo un ejercicio de autocontención sobrehumano, nunca mejor dicho claro. Observarles, vigilarles, y ellos te lo devuelven con odio y desprecio en muchas ocasiones. Es normal que el Dr. Manhattan quisiera exiliarse a Marte, y después a otra galaxia (o a otra realidad muy cercana y querida por lo que hemos visto en Rebirth), y envidiara los tiempos en los que era un imperfecto mortal como ellos, puesto que había millones igual que él, no estaba solo.

Algo parecido, y a la vez diferente ocurre con Rorschah, personaje tan fascinante como el Doctor, y seguramente más carismático. Walter Kovacs es un “outsider” porque el mundo le ha hecho así, y porque a él, a partir de cierto punto, le gusta además serlo, como se demuestra en el magnífico y cruento capítulo VI, en el que se descubre su pasado en los profundos pensamientos internos de Kovacs, con su anodina y fría mirada frente al psiquiatra. Creo que Rorschach piensa que debe ser un marginado social para hacer mejor la sociedad, debe pensar diferente para ser un mejor vigilante y cuidar de ella, de todos sus ciudadanos, purgando el asqueroso y sucio mal que él encuentra en prácticamente cada esquina de la ciudad. Y ésta es la soledad del vigilante, la de Rorschach y la del Dr. Manhattan, la de observadores y autoproclamados guardianes de la sociedad. Tan parecidos en circunstancias y tan diferentes en carácter. El Doctor odia ser un vigilante, mientras que para Rorschach se ha convertido en su “leit motiv”, en su forma de vida, y es su manera de sobrevivir en una sociedad que le rechaza y a la que odia. Rorschach piensa que su forma de ser superior a aquellos que le desprecian y le odian, es vigilarles y limpiar la suciedad que ellos dejan. El Doctor sin embargo está cansado de ser superior, de vigilar, de la soledad, puesto que él era un tipo normal al que todo le vino de rebote, sin querer, porque a un gordo se le ocurrió pisar el reloj de su novia. Y éstas diferencias entre ambos se puede ver en el final, cuando ambos, empujados por la obligación moral del vigilante, intentan a su forma y su modo de ver el mundo, mejorar la sociedad. ¿Una mentira para engañarlos y unirlos en una falsa utopía? ¿O una verdad para seguir mostrándoles lo asquerosos que son y lo que necesitan mejorar? Lo delicioso del asunto es, que aún con la inefable e insultante superioridad de Manhattan, no sabemos si al final fue Rorschach quien ganó la confrontación final, con la póstuma publicación de su diario personal, lo cual en mi opinión e imaginación, es bastante probable. ¿Y por qué considero que son los mejores personajes de esta obra? Porque son los más parecidos al lector. Porque nosotros también estamos en una gran soledad. Estamos solos cuando leemos, observamos, vigilamos el universo de “Watchmen”, empatizamos con los personajes y queremos de que acaben de la mejor forma posible. No podemos hacer nada por ellos, al contrario que el Doctor y Rorschach por la sociedad en la que viven, pero sí compartimos con ellos aquella soledad, y a veces también la impotencia de ver que no se puede hacer nada para cambiar el inevitable destino de lo que acontece.

La verdadera confrontación final, entre dos formas de entender el mundo
La verdadera confrontación final, entre dos formas de entender el mundo

Sí, esos dos son mis personajes favoritos, pero no me quiero olvidar del resto, porque son verdaderamente humanos e imposible de no conectar con ellos en algún momento de la historia. Búho Nocturno, el Peter Parker de la obra, el hombre normal, afable y generoso que a todo el mundo le cae bien y que todos quisiéramos tener como amigo. Espectro de Seda, la chica que se enamora en soledad del hombre poderoso, y acaba encontrando la felicidad con el hombre corriente, como ella, que le ayuda a purgar sus demonios personales. Ozymandias, el único ser al que respeta Manhattan y al que considera como un igual o incluso un superior puesto que le derrota, y por ello el villano más poderoso de la historia del cómic, planes estrafalarios y octopoides aparte (sí, me gustó más la versión en ese aspecto concreto de la película). Y el Comediante, el tipo que mejor entendía la sociedad en la que vivía, y que se convirtió conscientemente en una parodia de ésta como forma de mostrar la asquerosa suciedad moral del mundo. Todos ellos son personajes fascinantes, realistas y complejos, y sin ninguna duda, irrepetibles. Y es que, una de las grandes y cuantiosas virtudes de esta obra, y seguramente mi preferida, es la construcción de los personajes.

Y esta es la historia de mi primera vez en “Watchmen”, de lo que sentí, de lo que empaticé y disfruté con la aventura de esos oscuros vigilantes de Alan Moore y Dave Gibbons en la primera lectura, y las posteriores relecturas que fui realizando a lo largo de los años, la última muy recientemente para preparar de forma adecuada este artículo. Y no me avergüenza haber descubierto “Watchmen” más tarde que otros, o después de haber visto la adaptación cinematográfica, que por cierto me encanta, puesto que lo que ha significado para mí es tan importante, que como he dicho antes, no lo cambiaría por ningún otro contexto. “Watchmen”, junto con algunas breves y sueltas historias de “Hellblazer” y “Hellboy”, aunque no tan importantes y trascendentes para mí como la obra de Moore, fueron el flechazo de Cupido que hizo que me enamorara del cómic de superhéroes, y del cómic americano en general, así como el pistoletazo de salida en una carrera en la que continué a velocidades supersónicas por los mundos de Vertigo y de DC Comics en los últimos años. Es por ello que, y con esto cierro este bloque, nunca podré agradecer nunca lo suficiente a “Watchmen” lo que ha significado para mí, y lo que sigue siendo, tras revisitar ese fantástico universo una vez tras otra, hoy en día además con Rebirth, y también leyendo las recomendables “Before Watchmen”, que amplían el universo con historias tan interesantes como las de los Minutemen.

El padre de la criatura
El padre de la criatura

Aprovecho tras contar mi experiencia para dar un consejo para nuevos lectores: no hace falta que “Watchmen” sea vuestro primer comic, tomaos el tiempo que queráis, no es quizás una obra para leerla a una corta edad. Puedes empezar a introducirte en la literatura con Dostoievsky, y a pesar de ser uno de los mejores escritores de todos los tiempos, no es lo más recomendable para iniciarte en la lectura. Es decir, no se la compres a tu sobrino de diez años. Si tienes miedo de lo que te vas a encontrar, puedes acercarte a la película si no la has visto, porque aún con todo, el cómic vas a poder disfrutarlo perfectamente después, lo digo de primera mano. Y si bien es cierto que existen muchas diferencias entre cómic y película, lo cierto es que ésta es una buena aproximación, o mejor dicho, un buen rito de iniciación para la obra de Moore. Y a los que ya la habéis visto y aún no os habéis acercado al cómic, ¿A qué estáis esperando? Entiendo que no todo el mundo puede permitirse ciertos lujos, o que sencillamente no le apetece gastarse determinado dinero en un cómic. Para ello, aprovecho para reivindicar un maravilloso espacio que no suele comentarse mucho entre el mundo del cómic, y son las bibliotecas, fuente antiquísima del principio de los tiempos de enormes conocimientos, transmitidos de generación en generación hasta hoy en día gracias a ellas y a la labor de los bibliotecarios o “vigilantes del conocimiento”, como me gusta llamarles a mí. Os puedo asegurar que en cualquier biblioteca que tenga cómics en su catálogo, y gracias a Dios cada día son más, van a tener “Watchmen” disponible para su lectura. Evidentemente, a los amantes del cómic nos gusta tener la obra en nuestra biblioteca personal en casa, pero como se suele decir “a falta de pan, buenas son tortas”. Así que en cualquier momento, si estáis interesados, tenéis los medios suficientes y disponibles a mano de todos para leeros esta gran obra, de la que voy a ir despidiéndome por hoy en el siguiente y último párrafo.

Tenía miedo de no dar la talla con este artículo, de tener poco que escribir, de cómo decía Sergio Aguirre no saber qué podría a aportar a tan magna obra de la que tanto se había escrito y reflexionado por expertos y estudiosos mucho más cualificados que yo. Sin embargo, la experiencia ha sido fantástica y para nada tortuosa, por lo que para finalizar este artículo quiero citar a mi compañero Gustavo Higuero, que una vez dijo que cuando se trata de hablar de Watchmen, “las palabras salen solas”. Y es que es totalmente cierto, puesto que por mucho que te haya resultado una lectura complicada, que no hayas querido profundizar en ella, leer textos complementarios para entenderla mejor, o releerla veinte mil veces, todos tenemos no algo, si no mucho que decir sobre “Watchmen”. A todos o casi todos, nos ha resultado una obra impresionante que nos ha cambiado nuestra forma de entender el cómic, y todos tenemos como os decía al principio, una primera vez que nos resultará para siempre inolvidable. Es por ello que me ha resultado de un placer indescriptible escribir este artículo y compartir con vosotros mi experiencia con esta maravillosa obra que un día al señor Moore se le ocurrió escribir. Y ahora os toca a vosotros, ¿Cómo fue vuestra primera experiencia con Watchmen?

¡Dadle caña a vuestras historias y experiencias, comunistas!
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Lupo
Lupo
Lector
14 julio, 2016 4:41

Tal vez tu reseña no ha sido la mas larga, pero debe de ser la mas sincera.
Creo que tienes razón en algo, a pesar de ser un gran admirador de la obra original, la película supo adaptar el plan de Veidt: adios al super elaborado plan (Imposible de comprender sin los anexos del final de cada capitulo) y su onda alien rara para remplazarlo por «echarle la culpa al Doctor» (Cosa que también justifica, por si nadie en la película lo entendió, el exilio de este).
Creo, aun en la actualidad, que es la mejor adaptacion de una pelicula a comic. Los angulos de camara, la version Ultimate que incluye hasta las aventuras del Navio Negro. Todo esta hecho para no perder su esencia, pero tampoco modificar mucho.
Lo mas que se puede apreciar que hizo falta es lo de los terrones de azucar de Dan, lo del detective que conocia la identidad de Dan, y a su vez lo de la antigua amante del mentado Dan. Son detalles menores que en el comic hacian una gran diferencia, en la pelicula para un espectador promedio solo termina siendo algo quisquilloso.
Interesante reflexion has hecho.