Japón es un país (una sociedad, una cultura) que suele atraernos principalmente por lo exótico. Quizás de ello provenga nuestro interés por sus animes y mangas, al punto tal de generar el deseo de visitar y conocer de primera mano de dónde surgen todos esos productos culturales, de conocer su idioma, su historia y tanto maś. Quien escribe estas líneas jamás ha pasado del interés, sin haber pisado su tierra ni comprender nada de su idioma, y poco de su cultura. Tal vez por eso
Antes de comentar por qué, entremos en tema detallando algunas cuestiones. Wayward es una serie que Image Comics publicó entre 2014 y 2018 (recientemente concluyó su andadura en el #30), escrita por Jim Zub (Zubkavich, su apellido completo) quien al momento del estreno de esa serie era principalmente conocido por la serie de fantasía heroica Skullkickers, y dibujada por Steven Cummings, con trayectoria en TokyoPop, promocionándose como el lanzamiento de la “nueva Buffy” ambientada en Japón. En su momento, y ahora también, sonaba como una rara y pretenciosa combinación, y su estreno no fue de lo mejor. Tiempo después, con la serie ya concluida y con una edición española circulando y con tres tomos ya publicados, le brindamos en esta sección una nueva oportunidad y estamos agradecidos de haberlo hecho.
En efecto, tras el primer número que aquí oficia de primer capítulo, comprobamos lo mismo que hace más de cuatro años, pero al tener la lectura continuada la experiencia probó ser otra. Lo que ocurre con Wayward, es que el desarrollo de la trama es paulatino, va tomándose su tiempo para dar pasos hacia adelante en la narración sin apresurarse. En cierta forma es una historia coming of age que se topa y cae de bruces ante seres fantásticos y mitológicos, y no deja de lado ni una cosa ni la otra. Comenzamos conociendo a
De esta manera, poco a poco el cómic va complejizándose, y cuando nos queremos dar cuenta aquel lento comienzo ya nos tiene atrapados queriendo saber más de esta historia, de este mundo. Una de las grandes virtudes del guión está precisamente en que todo lo que se nos muestra tiene un sentido, todos los personajes y lo que ellos hacen tienen repercusiones en el curso de la narrativa, aunque en un comienzo no sea esa la sensación y parezcan caprichosas las elecciones del guión.
Otra virtud, que refiriendo al primer párrafo de este texto no es algo que pueda saber pero consultando fuentes se puede comprobar, es la interpretación de Japón que se hace en este cómic. Y esto en particular es lo que hará de este cómic uno disfrutable tanto para el que no conoce más que por referencias culturales, como para el que sí conoce de primera mano y en cierta profundidad aquella tierra y su cultura. Este punto es trabajo tanto de guión como de dibujo, consiguiendo evitar los meros lugares comunes y retratar un Japón más fiel a la realidad, y también siendo leales a las tradiciones mitológicas y culturales de aquellas tierras, al punto tal que el propio libro incluye fichas de los seres de la mitología que circulan en estas páginas.
Haciendo referencia al dibujo, la tarea de Cummings apela a la estética del manga pero tampoco recae en los modos típicos, sino que se nota la influencia y la búsqueda pero no hay intención de hacer una mímica de la estética propia de la historieta japonesa, lo cual es destacable también por tener el dibujante una trayectoria que se relaciona mucho con eso, contando créditos por ejemplo en sellos como TokyoPop, como ya se dijo más arriba. En cuanto a lo gráfico, además de los lápices de Cummings hay un equipo de coloristas, que varía en el curso de los primeros cinco capítulos que por momentos se hace notorio pero en general sostienen la línea, en especial en lo que tiene que ver con cuestiones visuales que hacen a la historia (como ser, aquello que Rori visualiza especialmente).
Un último punto destacable, volviendo a cuestiones del guión, radica en hacer de ese coming of age una historia que avanza rápidamente, llevándola en el curso de este primer volumen a niveles de superar cuestiones paternales (mejor dicho, de la madre) y que Rori vaya construyendo su propia familia con los nuevos amigos que fue haciendo en este corto plazo, un tanto por afinidad (sobrenatural) y otro tanto por necesidad. Y en este camino, ficcional y narrativo, genera la intriga suficiente para buscar leer más de estos personajes y su mundo.
Respecto a la edición, contamos aquí con un tomo similar al original de Image Comics, a cargo de un sello editorial relativamente nuevo para el mercado español (Dimensionales), que además de lo novedoso destaca por estar armando un catálogo interesante en particular para el apartado indie de esta web, que además de varios otros títulos afines a estos intereses cuenta ya la mitad de la serie que aquí nos ocupa publicada (3 tomos de 6) y por tanto nos mantendrá ocupados y atentos por un buen tiempo.
Una colección que no me canso de recomendar. Como fan de Japón y de la criptozoología, es una gozada leer esta serie, de corte juvenil pero con personajes entrañables. Y encima Marvel tiene la suerte de tener a Zub y a Cummings actualmente en Champions, ofreciendo una etapa de mucha calidad (la de Zub al menos, aún no he llegado a ver nada de Cummings cuyo primer número salió la semana pasada).
Comentar también que la edición de Ediciones Dimensionales es magnífica. Mucha suerte a la editorial.
Suscribo cada palabra. Recomendadísimo. Y, encima, serán «solo» 6 tomitos.