Si hablamos de Alan Moore, hablamos de uno de los guionistas más influyentes del noveno arte. Sus trabajos copan las listas de mejores obras y su nombre se asocia, inevitablemente, a calidad, experiencia narrativa, metalenguaje, perdurabilidad, atemporalidad y excelencia. Y en este punto la crítica y los aficionados son unánimes al respecto. Sin embargo, no todos los trabajos de Moore pueden entrar en esta categoría, por ser trabajos más alimenticios, con menos implicación personal, que se muestran mucho más frágiles al paso del tiempo y donde Moore no derrocha imaginación y se guarda su ingeniería narrativa para proyectos más personales. Y esto es exactamente lo que le ocurre a este tomo que nos recopila lo que sin duda es el peor Alan Moore que podemos leer.
En esta recopilación hay obras de diferente calado, en los que Moore afronta, en casi todas, la tarea de escribirlas con cierta desidia. Por su mano pasan Majestic, Voodoo, los WildC.A.T.S y Deathblow, con poco o ninguna fortuna para casi todos ellos.
Hablemos primero de lo positivo.
Moore realizó un trabajo soberbio con los WildC.A.T.S en una etapa en la que el grupo se encontraba totalmente perdido de rumbo. Moore supo recomponerlos, cambiar la serie de arriba abajo, dotándola de personalidad, profundidad argumental y carisma dentro del sello de Wildstrom y la propia industria. En dicha etapa, Moore, pudo trabajar con Majestros, el trasunto de Superman del Universo Wildstrom, un inmortal de enorme poder al que supo tratar con la misma maestría que al otro trasunto de Superman, del sello Awesome de Liefeld, Supreme. Pero no iba a ser la única vez que el guionista fuera a tratar al personaje y lo hizo en el Wildstrom Spotlight #01 dedicado a su persona. Moore enfoca esta historia como un final definitivo, un punto a partir del cual nada más va a poder continuar y nos lleva a ese alejado final del universo en el que la entropía colapsa sobre si misma haciendo que todo desaparezca. ¿Y quién puede asistir a este fin de todas las cosas? Pues aquellos inmortales que tras eones ven como sus vidas llegan a su fin.
Moore abusa de prosa para meternos de lleno es este ocaso universal y llevarnos a un viaje por el espacio donde poder asistir como espectadores privilegiados al fin de los tiempos. La historia es puro Moore, tanto en la narrativa como en el mensaje, por lo que se nota que Moore estaba a gusto escribiendo esta historia en la que podría decirse se acaba de forma definitiva con el género superheroico…
Siguiendo con lo positivo, tenemos a Travis Charest en el número que cierra el tomo, con su estilo tan peculiar y su narrativa de ilustración, en la que Moore nos cuenta una historia que sirve de cierre a su etapa con los WildC.A.T.S. Hay que remarcar que estamos hablando del trabajo de Travis Charest como lo más positivo, siendo la historia de Moore un mero trámite narrativo.
Y eso es todo lo destacable de este recopilatorio.
A partir de aquí entramos en una espiral aburrida en la que Moore se mete a escribir una historia de Voodoo en Nueva Orleans, con tintes de magia negra, mafiosos, vudú y santería en la que nada parece tener verdadera relevancia. La historia es simplona, lineal y carente de interés alguno. Personajes mal construidos, un mal uso de los estereotipos y un nulo sentido del ritmo hacen que la trama vaya arañando cada vez más la paciencia del lector que no ve el propósito de la historia que Moore quiere contar.
Moore no está cómodo con este encargo y se limita a cumplir con el expediente vomitando cuatro conceptos con los que llenar los números de esta miniserie y aportar, eso sí que hay que concedérselo, algo de relevancia al personaje de Voodoo. Por lo demás, una historia para olvidar. Moore no está por ningún lado y si su nombre no apareciera entre los créditos nadie podría decir que es obra suya. Su sello, estilo y calidad no se encuentran en ninguna de las páginas de la miniserie aquí encartada y deja claro que este trabajo de Moore puede ser sin duda uno de los trabajos menos inspirados de su carrera.
Y por último le toca el turno a Deathblow, el mercenario Michael Cray, ex miembro del Equipo 7, en una miniserie de tres números, en las que no aparece en ningún momento y titulada Deathblow Byblows. Esta historia, mucho más trabajada por parte de Moore, que juega con el concepto del soldado creado en un laboratorio, resulta atractiva y relevante en tanto que se siente cierto grado de motivación a la hora de escribirla. Cierto grado que no logra desterrar la sensación de que Moore está jugando un poco con los lectores a ver si son capaces de entender que es lo que nos quiere contar. El escritor prescinde del setenta por ciento del diálogo para dejar que el protagonismo lo asuma el dibujo de Jim Baikie, cuyo trazo grueso de extrema rigidez, no es que sea el más adecuado para una trama en la que un dibujante con más talento hubiera podido transmitir más al lector. Y es una lástima que esto ocurra, porque entre las grietas de esta historia se puede vislumbrar que hay un fondo interesante que se acaba por perder entre las manos al no terminar de concretarse en ningún momento.
En definitiva, este recopilatorio sirve como muestra de lo que un Moore desmotivado puede llegar a escribir. Muchos pueden esgrimir que aún a este nivel de rendimiento, Moore, supera con creces a muchos otros autores de la industria, sin embargo no es el caso en lo que se refiere a las historias recopiladas en este tomo. No hay marca Moore, no hay interés, no hay ambición, ni estilo que nos indique que podemos meternos de lleno en alguno de los mundos que Moore es capaz de construir cuando de verdad quiere crear algo relevante. Estamos ante trabajos que directamente no pueden ser definidos ni como correctos, donde el aburrimiento global es la marca general del recopilatorio.
No todo lo que sale de la mente de Moore puede ser oro y para ejemplo este tomo que sin duda no merece estar al lado de ninguno de sus otros trabajos. Una decepción de singulares proporciones.
Moore a medio gas.
Guion - 5
Dibujo - 6
Interés - 5
5.3
Prescindible.
Un tomo que recopila los trabajos de Moore para Wildstorm donde el guinista da su visión de este particular universo. Su trabajo no destaca en general, pudiéndose verse atisbos de su genialidad de manera esporádica a lo largo dle tomo.
A mi la historia de Wildcats en su momento me pareció magnifica y Charest siempre fue mi debilidad, pena que no fuera capaz de terminar un cómic.
La historia de Majestic es una genialidad por los conceptos e ideas que presenta.
Una historia increíble que engloba el fin de un universo superheroico y que desarrolla y culmina en 24 páginas, solo el barbas es capaz de hacer eso. Una genialidad.
En su momento leí la historia de Magestic, y me pareció magnífica. Perfectamente contada en sólo 24 páginas. Me recordó por la temática al cuento «La última pregunta» de Asimov, llevada al plano superheroico, donde ser o no superhéroe, en el caso de Magestros y compañía, es irrelevante.