Un invierno postapocalíptico muy caliente
«Las cosas podrían ir a peor, niña»
La acción se sitúa en un futuro distópico y postapocalíptico donde la Tierra está cubierta de nieve y hielo y donde las temperaturas son bajísimas, similares a la de los Polos actuales. En este contexto tan hostil los humanos supervivientes están dispersos en pequeñas tribus que se reparten los escasos recursos alimenticios existentes y aprovechan de manera chapucera los restos de la civilización anterior. Junto a estos asentamientos poblacionales encontramos algunos personajes solitarios como Scully que intentan sobrevivir de manera independiente, en su caso comerciando con bienes de primera necesidad, pero que siempre están amenazados por la codicia o la maldad de sus semejantes. En uno de estos encontronazos, Scully se topa con la joven adolescente Wynn, una huérfana inteligente, práctica y valiente que acaba embarcando al cínico comerciante en la búsqueda de su lejano hogar perdido.
El estilo seco y directo de Dixon obvia elementos superfluos como la explicación de la catástrofe y nos sumerge directamente en una trama febril que se resume en una carrera desesperada por sobrevivir, donde hay que matar para no morir. El uso de la voz en off del protagonista se demuestra eficaz para completar la acción sin repetir lo que vemos en las imágenes.
En la literatura y también en el cómic, el género postapocalíptico ya había dejado grandes obras. En concreto en el universo de las viñetas se habían publicado series tan interesantes como Simón del Río (1973-1989) de Claude Auclair; Jeremiah (1979-2020) de Hermann; Hombre de Antonio Segura y José Ortiz (1981-1994); Akira (1982 -1990) de Katsuhiro Ōtomo; Rompenieves (1982-2000) de Lob, Legrand, Bocquet y Jean-Marc Rochette o La superviviente (1985-1991) de Paul Gillon… y por supuesto, mucho antes, el clásico argentino imperecedero titulado El Eternauta (1957-1959) de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. En el cine la película australiana Mad Max (1979) dirigida por George Miller empezó una franquicia que se prolongará hasta la actualidad con tres largometrajes más y uno en ciernes.
Sin embargo, en el cómic anglosajón – salvo la eterna Judge Dredd (1977-2021) creada por Wagner, Mills y Ezquerra o Ronin (1983-1984) de Frank Miller – el género poscatastrófico no tuvo un gran recorrido hasta bien entrada la década de los noventa, siendo Winterworld una rara avis en este mercado que ha acabado adquiriendo cierta consideración de culto. Seguramente hay una explicación sociológica para todo esto, y es que el inicio de la explosión europea de este subgénero se sitúa tras la crisis energética del petróleo de 1973, un fenómeno económico que golpeó con más dureza al Viejo Continente, y a otras latitudes, que a la todavía poderosa e inexpugnable Norteamérica.
A diferencia de sus predecesoras, citadas anteriormente, en Winterworld casi no encontramos ecos de la civilización actual, el protagonista hace vagas referencias a libros antiguos que ha leído sin acabar de entender completamente su significado y algunas ruinas de centros comerciales o estadios deportivos son adaptadas a nuevos usos y a actividades muy peculiares. Poco más.
El trabajo gráfico que realiza Jorge Zaffino en esta obra es sobresaliente tanto en su vertiente artística como narrativa.
El artista argentino divide sus páginas con tres tiras de dos viñetas aunque es un esquema que varía a menudo. Sus personajes nos quedan grabados desde el primer vistazo; la descripción de sus rostros es rotunda, de ojos gélidos y sonrisa sardónica que a veces se torna en una mueca airada y hostil, con los dientes amenazando al lector. El entintado es mayúsculo, mezcla las masas de blanco y negro de manera sabia y utiliza todo tipo de rayados manuales, raspados, tramas mecánicas y texturas distintas para definir contornos, sombras y fondos. La narrativa parece sencilla pero resulta tremendamente clara y eficaz. Sus secuencias de acción son impactantes, las más reposadas son elegantes y evocadoras.
Cuando Zaffino hablaba de cómic citaba a grandes maestros como Alberto Breccia, Hugo Pratt, Milton Caniff o Sergio Toppi. Su arte le emparenta con gigantes como Enric Sió, Gustavo Trigo, Sergio Zaniboni o Attilio Micheluzzi.
Biografía y homenaje a Jorge Zaffino
Déjenme que me extienda algo más en la figura y en la biografía de este extraordinario artista a modo de modesto homenaje.
Jorge Zaffino (1959-2002) nació en Buenos Aires. Desde muy pequeño – y ayudado por la condición de profesor de arte de su padre – el joven Zaffino se interesa por el dibujo y la pintura e ingresa en la academia del artista Julio Jauregui.
Sus primeras influencias en el mundo de la historieta provienen de algunos autores de las revistas de la editorial norteamericana Warren como Frank Frazetta, Angelo Torres, Alex Toth o Gene Colan. Sin embargo, el joven aspirante a artista le apasionan los grandes maestros de la pintura barroca como Caravaggio, Rembrandt, Velázquez e ilustradores clásicos como Howard Pyle.
A los 16 años entra en el estudio de los hermanos Villagrán donde aprenderá el oficio y en 1976 publica su primer episodio de la conocida serie Nippur de Lagash. Para la destacada editorial Columba dibuja series como Tierra de Elfos, Kayan y la más recordada Wolf, con guiones del enorme guionista Robin Wood.
A partir de este momento Zaffino trabaja como un profesional más de la editorial tomando numerosos encargos tanto de fantasía heroica, relatos bélicos, ciencia ficción o adaptaciones breves de películas del momento. El ritmo de producción es endiablado lo que le obliga a contar con ayudantes; Sergio Ibáñez o Marcelo Basile son algunos de los más conocidos. En 1983 empieza a dibujar una de sus grandes series que lleva el título de Troels, que crea junto a Robin Wood y que a partir del segundo ciclo escribirá Armando Fernández. Esta saga se publicó en la revista El Tony de octubre de 1950 hasta septiembre de 1991 y consta de sesenta y dos episodios de los que Zaffino llegó a dibujar cincuenta y cinco.
En esta época empieza a colaborar con revistas italianas como Lanciostory o Skorpio para las que dibuja varias series y relatos cortos con guiones de Ray Collins o Roger King. También se encarga del arte de otra serie relevante titulada Mackenzie (1987-89) que cuenta con guiones de Armando Fernández y que duró trece episodios.
Es en 1987 cuando Jorge Zaffino empieza a trabajar para el mercado del comic book norteamericano. El también dibujante Ricardo Villagrán había emprendido una gira por las principales editoriales yanquis para mostrar su trabajo y el de su estudio. El guionista Chuck Dixon quedó impresionado al ver unas cuantas páginas de Zaffino y decidió escribir un guion para él. Se tituló Winterworld y se publicó en tres partes en 1988 en la línea 4Winds de la editorial Eclipse Comics. Los dos autores realizaron una segunda parte titulada Wintersea que quedó inédita hasta 2009 y habían planeado una tercera historia que se titularía Winterwar pero que no pudo dibujar Zaffino y que Dixon se negó a realizar sin él.
A partir de Winterworld, Zaffino trabaja regularmente para la industria estadounidense, a menudo con Dixon pero no exclusivamente. Le encargaron de numerosas series para las grandes compañías y destacan las dos historias largas de la serie The Punisher tituladas Kingdom Gone con guion del propio Dixon y Assassin’s Guild con una historia escrita por Mary Jo Duffy; la historia Conan, the horned god publicada en The Savage Sword of Conan #162 de julio de 1989 con guion de Dixon; las portadas de los números 52, 53 y 67 de la serie The ‘Nam o el dibujo de los siete primeros números de la colección titulada Terror Inc. que contaba con los guiones de D.G. Chichester; todas estas para Marvel Comics, además, para el sello Epic Comics dibujó la historia Seven Block escrita también por Dixon. En DC participó en el primer volumen de la famosa colección antológica Batman: Black and White con un relato corto titulado The Devil’s Children con guion de su inseparable Chuck Dixon y realizó algunas portadas.
Paralelamente seguía colaborando para Italia y para Argentina donde publicó su último trabajo de envergadura, la serie Hoover, de ambientación futurista y trama policiaca que escribió Carlos Trillo y que se publicó en la revista Puertitas en su país de origen y en las del editor Josep Toutain en España.
Su interés estaba cada vez más volcado a la pintura, pero en 2002 sufrió un ataque al corazón fulminante que le causó la muerte con tan solo 43 años.
El arte de Jorge Zaffino destaca por mostrar un estilo fiero, seco, con grandes contrastes entre las masas de blanco y las de negro, además de presentar un entintado barroco y de salvaje virtuosismo. Su narrativa es elegante, eficaz y espectacular, siempre centrada en la trama principal y nunca en los detalles superfluos. Debido a la gran carga de trabajo que soportaba, algunos de sus encargos los resolvía de una forma más urgente, con un acabado algo más descuidado, más desaliñado, pero siempre dotado de una gran agilidad y precisión.
Zaffino forma, junto artistas de la talla de Gustavo Trigo, Ángel ‘Lito’ Fernández o Juan Zanotto, una segunda línea de dibujantes argentinos que, lejos de la fama de los Alberto Breccia, José Muñoz, Francisco Solano López, Horacio Altuna o Juan Giménez, han construido su carrera en el relativo anonimato de la producción industrial pero aportando a la historia de cómic mundial algunas obras de enorme trascendencia, interés y calidad. Su influencia se percibe en artistas de su país y también en dibujantes norteamericanos; Tomás Giorello, Steve Lieber o Alex Maleev, son algunos de ellos.
La prematura muerte de Jorge Zaffino nos ha privado de conocer una parte muy importante de su truncada carrera. Sirvan estas líneas como humilde agradecimiento a su maravillosa labor.
Por su parte, el guionista Chuck Dixon (1954) es un veterano todoterreno en el mundo del comic book norteamericano. Su carrera se inició alrededor de 1984 y una de sus primeras series publicadas fue Evangeline que realizó junto a su exesposa Linda Hunt, con la colaboración de Ricardo Villagrán.
Empieza a colaborar con Marvel Comics de la mano del editor Larry Hama que le ofrece la oportunidad de escribir algunasas historias de complemento en la revista en blanco y negro The Savage Sword of Conan. En 1988 escribe para el magnífico dibujante argentino Jorge Zaffino el guion de una serie llamada Winterworld que publicará en tres partes la editorial Eclipse Comics, bastantes años más tarde verá a la luz la continuación titulada Wintersea, dibujada por el mismo Zaffino y más tarde entre 2014 y 2015 la editorial IDW publicará una serie regular que llegará hasta los ocho números, una colección dibujada por Jackson Guice o Tomás Giorello. En 1989 realiza para la editorial Eclipse la adaptación de la novela El Hobbit de J.R.R. Tolkien, junto al dibujante David Wenzel.
La década de los noventa supone su irrupción en la primera línea del cómic más comercial principalmente con dos serie The Punisher de Marvel Comics y Batman de DC. Para la primera editorial escribe el relato The Punisher, Kingdom Gone que dibuja Zaffino que le abre las puertas de la serie regular y para la segunda se encarga del personaje de Robin, junto a Tom Lyle, y realiza además las historias The Joker’s Wild (1991) y Cry of the Huntress (1992) que le llevarán a encargarse de la serie regular de Robin y también de los guiones de la publicación Detective Comics entre 1992 y 1999, encargándose de Batman y creando antagonistas tan relevantes como Bane. Otras cabeceras de esta editorial donde ha participado son: Nightwing, Birds of Prey y Batgirl.
El cambio de siglo le llevó hasta la editorial CrossGen donde substituyó a Mark Waid. Escribe la serie G.I. Joe para IDW Publishing y además entra en una deriva ideológica más radical que le llevará a colaborar con el activista ultraliberal Vox Day (Theodore Robert Beale) en sus proyectos supremacistas y misóginos para la editorial Arkhaven Comics.
La edición en castellano de Winterworld por parte de Aleta es bastante discutible y poco cuidadosa. El álbum tiene tapa dura, el tamaño es algo reducido, el papel es simplemente correcto y la reproducción irregular; en algunas páginas los negros están quemados o desvaídos. El tomo cuenta con un breve prólogo de Chuck Dixon escrito en 1988 para la publicación original de Eclipse Comics e incluye también algunas ilustraciones complementarias de Jorge Zaffino y de su hijo Gerardo. El precio del conjunto es algo elevado.
Winterworld de Chuck Dixon y Jorge Zaffino es una serie excelente que nos muestra los puntos fuertes de sus creadores. La historia – bien narrada, bien resuelta y con momentos brillantes – se complementa con uno de los mejores trabajos de un enorme artista argentino que dominaba el arte del blanco y negro de manera superlativa.
Con Winterworld, el cómic norteamericano encontró una obra de culto que acabaría por tener una influencia mucho mayor de lo que sus premisas iniciales prometían. Winterworld será recordada y esto es mucho más de lo que se puede esperar de la mayoría de los productos actuales, por mucho que las campañas de promoción prometan lo contrario.
Salut!
Lo mejor
• El impresionante trabajo gráfico de Zaffino.
• Que esta edición cuenta con las dos historias completas de la etapa original.
• La perfecta simbiosis entre Dixon y Zaffino.
Lo peor
• Una reproducción con algunas páginas con los negros demasiado quemados.
• El tamaño reducido.
Guion - 7.5
Dibujo - 9
Interés - 8
8.2
Gélida
Una obra dura, seca y febril que atrapa por su ritmo endiablado y por un arte agreste y majestuoso
Gracias por tu reseña, Tristan. Tu conocimiento y constante reivindicación de la historieta y los artistas de mi país se ha ganado todo mi respeto y agradecimiento. Ademàs, basándome en tus reseñas, creo que tenemos gustos similares en cuanto a lecturas. Realmente, es muy placentero leer cada una de tus publicaciones. Un abrazo grande
Lastima de edicion para tan buen comic. Tanto guionista y dibujante estan magnificos y espero que la susodicha edicion no tire para atras a posibles compradores, ya que me gustaria ver la continuacion dibujada por Guice y Giorello publicada aqui. Tambien es una pena que Dixon se haya vuelto tan fachoso en estos ultimos años, ya que pienso que les da mil vueltas a la mayoria de escritores de Marvel y DC de la actualidad… al menos sus comics son divertidos. Pero su extremismo le ha perjudicado como a la Carano que le den curro en las editoriales mas grandes.
A Chuck Dixon, como a tantos otros, le echaron de DC hace ya más de una década por viejo (y por problemas con Didio) no por ser más o menos de de derechas.
Algo por desgracia habitual en la industria que maltrate así a sus trabajadores de cierta edad, pero no fue victima de ninguna caza de brujas política.