Un mundo por descubrir
«Mi visita sin duda os resultará sorprendente, pero sabed que dispongo de los medios para sacaros del este lugar. Más exactamente, tengo una misión que proponeros.»
Gracias al éxito cosechado con Las 5 tierras (Yermo)
En los últimos años algunas historias de fantasía heroica, independientemente de cuál sea el medio para el que estén ideadas, tratan de alejarse de la enorme influencia que ejercen sobre el género El Señor de los anillos y los juegos de rol, pero otras, como por lo visto en esta primera entrega sucede con Wollodrïn, no tienen ningún problema en abrazar esas influencias y tratar de construir la mejor historia posible siguiendo el camino marcado, pero es cierto que estas obras acostumbran a adolecer de una falta de originalidad y novedad para los lectores más experimentados en el género. La serie de Chauvel y Lereculey tampoco busca jugar con los tópicos del género retorciéndolos como hacen autores como Joe Abercrombie o George R. R. Martin, pero sí que estamos ante una historia que, pese a tener bastantes tópicos del género, resulta más oscura y descarnada que la obra de Tolkien, además de estar mucho mejor escrita e ideada que las que podemos encontrar en sagas como Dragonlance o Reinos Olvidados de franquicias marcadas por la mediocridad.
En La mañana de las cenizas conocemos a los ocupantes de la celda XXVII de la prisión de Marmaëkard, que están a la espera de que se ejecute su inminente condena a muerte. Sin embargo, antes de que su condena se lleve a cabo, un extraño visitante les ofrece la libertad a cambio de cumplir una arriesgada misión, rescatar a la heredera que de una de las familias más poderosas del reino que está prisionera de un ejército de orcos en unas ignotas y lejanas tierras. Una misión casi suicida en la que tendrán que hacer frente a un sinfín de peligros y de la que no todos saldrán con vida.
Además de a las grandes obras del género fantástico ya mencionadas, esta primera aventura también recuerda argumentalmente a película muy conocidas como Doce del patíbulo o Centauros del desierto, aunque en un entorno evidentemente muy diferente. De la primera toma la idea de los condenados a muerte en una misión realmente muy complicada, aunque con el paso de las páginas descubrimos que alguno no son lo que parecen en un principio, y de la segunda, la búsqueda de una niña raptada por los que una parte de la población considera salvajes, aunque también veremos que no son lo que parecen. Esa visión de los orcos es una de los puntos fuertes de la obra, que esperemos que sea más explorada en las siguientes entregas, de la misma manera que también descubramos más del mundo donde se desarrolla la historia del que apenas hemos visto unas pocas pinceladas, en particular de su compleja situación política que promete convertirse en una de las partes más interesantes de la historia.
Lo poco que hemos conocido de ese mundo ha sido gracias a los flash-backs que exploran el pasado de los diferentes personajes de la obra que, en principio, responden a los arquetipos del género y las partidas de rol, con la excepción, por ahora, de los magos que no han hecho acto de presencia. Esos flash-backs, además de servir para conocer a los protagonistas, también sirven para dar un punto de pausa a la historia y evitar que se convierta en una sucesión interminable de escenas de acción y batallas mejorando el ritmo de lectura y permitiendo que los personajes ganen en complejidad cuando la trama nos descubra algunas de las sorpresas que esconde. Una notable mejora con respecto a Arturo en la que todo sucedida demasiado rápido haciendo que la historia dejara una sensación de excesiva precipitación. Parece que en esta ocasión el guion esta mejor planificado y pensado a largo plazo, aunque se trata de algo que tendremos que descubrir en las próximas entregas de la serie.
Gráficamente estamos ante una obra muy sólida, en la que destaca el diseño del mundo y los personajes principales que hace Lereculey, que, sin ser excesivamente originales, sí que resultan muy reconocibles y expresivos dando muestras de un trabajo bastante minucioso. Narrativamente estamos ante un trabajo que deja de lado la rigidez habitual en algunas obras de BD para ofrecernos algunas composiciones de página arriesgadas, aunque hay algunos planos con escorzos que resulta demasiado forzados y no acaban de funcionar del todo bien. Lo que si resulta muy acertado es la manera de reflejar los parajes por las que transcurre la historia en los que se puede intuir la grandiosidad del mundo que habitan los personajes y una naturaleza salvaje y peligrosa en las tierras de los orcos. Otro punto a destacar son las escenas de batallas que nos recuerda esa sensación de intensidad, grandeza y ferocidad que tan bien reflejo Peter Jackson en sus adaptaciones de la obra de Tolkien. Quizás el aspecto menos conseguido es el color, que con la excepción del uso que se le da para diferenciar los flash-backs, resulta demasiado oscuro y no es capaz de reflejar la imponente vida de la naturaleza.
La edición de Yermo es de la calidad a la que nos tiene acostumbrados y hay que señalar que ya han avanzado que el segundo díptico de la serie aparecerá a lo largo de este año.
Esta primera aventura de Wollodrïn resulta tremendamente entretenida y nos demuestra que se puede hacer cómics muy solventes sin salirse de las fronteras del género. Quizás le falte atrevimiento para innovar más, pero deja con ganas de saber más de los personajes y seguro que los fans del género lo disfrutaran enormemente.
Lo mejor
• Una historia bien construida y planificada que busca y consigue hacer una buena historia de género.
• Las escenas de batalla.
Lo peor
• Por el momento no aporta nada novedoso al género.
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 7.5
7.7
Canónica
Esta primera entrega de la serie resulta muy entretenida y nos muestra los ingredientes necesarios para construir una historia más sólida y ambiciosa.