Wonder Woman #36-40 y Annual #01

 

Edición original: Wonder Woman #36-41 USA y Annual #01 USA
Guión: Meredith Finch
Dibujo: David Finch, Goran Sudzuka
Entintado: Batt, Danny Miki, Sonia Oback
Color: Sonia Oback
Formato: Comic Book 24 páginas
Precio: 3,99 $

 

Siempre que se acaba una etapa o se renueva el equipo creativo, se produce, hablando en términos taurinos, un cambio de tercio que, por muy continuista que quiera ser, rompe de manera inexorable con todo lo anterior. Hay ocasiones en las que el nuevo equipo apuesta por construir su historia cimentándose en todo lo que el personaje ha vivido en su anterior etapa, otras, en cambio, se produce una rotura limpia con el pasado y este se borra de manera abrupta. Pero aún existe una tercera forma de abordar a un personaje tras una etapa que consiste en quedarse en el punto medio. Apoyarse en los conceptos planteados por el anterior equipo creativo para seguir desarrollándolos y que todo ello sirva para introducir nuevos puntos de vista que permitan cambiar el tono de la serie.

En el caso de Wonder Woman hemos disfrutado del excelente trabajo de Brian Azzarello que ha sido capaz de llevar a Diana a integrarse con las deidades del Olimpo y recuperar el tono mitológico del personaje. Treinta y cinco números es lo que ha durado la etapa del guionista al frente de la colección y le han bastado para que pasen a ser una de las etapas más importantes de la historia del personaje.

Pero como todo en la vida llegamos al final de esta gloriosa etapa y llega el tiempo del cambio.

Si Azzarello apartó a Diana del resto de sus obligaciones (seguíamos pudiendo verla actuar en la Liga de la Justicia y en la serie de Superman y Wonder Woman) mientras en su serie en solitario esas otras obligaciones no se mostraban de manera abierta y clara, dejando que la acción se centrara exclusivamente en los mitos y luchas internas de una renovado Olimpo del siglo XXI, el matrimonio Finch opta por lo contrario al relatar las nuevas historias de Diana con una total integración con sus otras obligaciones superhéroicas.

Y es que el cambio es enorme.

En este primer arco argumental nos encontramos con Diana siendo acosada por sus tres vidas. Diosa de la Guerra, Reina de las Amazonas y miembro de la Liga de la Justicia. Tres conflictos, uno interno, otro familiar y otro superhéroico, hacen que Diana empiece a cambiar su forma de ser. Su nueva condición de diosa de la Guerra la va transformando. No existe un dios de la Guerra que no haya sufrido las consecuencias del cargo. Lidiar con ello empezará a causarle problemas como líder de las Amazonas que se ven desprovistas y abandonadas por su Reina, lo que llevará a forjar una nueva reina, una nueva amazona, que demuestre a Diana que ya no es digna de guiarlas. Y por si fuera poco están sus compañeros de la Liga de la Justicia que observan como su compañera, hasta ahora el miembro con más compasión, abierto al diálogo y menos proclive a la violencia comienza a comportarse de manera brusca e inquietantemente agresiva con los enemigos.

Falta de liderazgo y falta de compromiso, dos acusaciones con las que deberá lidiar y que se convertirán en su peor enemigo a batir. Ya no se trata de vencer a un extraño con sueños de dominación mundial o venganza personal, ahora se trata de vencerse a sí misma, tanto emocionalmente como físicamente.

El matrimonio Finch parte por llevar al personaje por el camino del medio. Azzarello dejó a Diana convertida en la nueva diosa de la Guerra y planteando una nueva situación a todas su hermanas de Themiscira. Merece la pena desarrollar en profundidad estos dos conceptos ya que son puntos sobre los que el personaje puede evolucionar tanto personalmente como profesionalmente, si podemos hablar de profesión ser reina de todo un pueblo de guerreras.

Pero también hay que aportar algo más a la serie y optan por introducir más la faceta superhéroica. Ya hemos comentado que con Azzarello esta otra vida de Diana había quedado en un segundo o tercer plano, pero los Finch la van a tratar de manera recurrente aportando el contrapunto que pueden aportar personajes como Aquaman, que también es un monarca, Batman, que es el líder encubierto de la Liga o Superman en su faceta de pareja sentimental de Diana.

La serie ha cambiado, para bien o para mal, eso es indudable, tanto por su aspecto gráfico, ya que el estilo de David Finch es diametralmente opuesto al de Cliff Chiang, con un claro enfoque hacia lo superhéroico y un marcada irregularidad por parte de David Finch a la hora de plasmar los rostros de los personajes. Tan pronto podemos disfrutar de un primer plano de Diana donde su mirada se come al lector, como de otros en el que casi cuesta reconocerla. Y lo mismo con otros personajes que aparecen retratados con rostros de angulosos rasgos, ojos demasiado finos, labios inexpresivos y una rigidez corporal demasiado patente.

Con un estilo tan espectacular como errático, David Finch rompe con el estilo de los anteriores 35 números que provoca, en el lector que sigue la serie, un período de adaptación, de asimilación al nuevo estilo que puede llegar a hacerle recapacitar si seguir leyéndola. Tanto es así que se agradece el suave trazo, tranquilo y detallado, de Goran Sudzuka en el Anual, donde se encarga de dibujar el final de la trama relacionada con la Liga de la Justicia.

Por el contrario, aunque el dibujo tenga sus fallos y no pueda convencer a algunos lectores, la trama que nos presenta Meredith Finch es, sin ser tan elaborada, ni bien urdida como la de Azzarello, interesante y está plagada de buenos diálogos. Si bien es cierto que algunos de dichos diálogos pueden llegar a resultar, en algunas ocasiones, algo reiterativos, porque no por mucho hablar y explicar se define más la acción y la trama. Y es precisamente, dentro de esa trama con algunas escenas superfluas que solo sirven para lucimiento del dibujante, en la que tenemos que ver hasta donde son capaces de llevar la creación de Donna Troy como oponente definitiva de Diana por ver quien es digna de liderar a las amazonas.

Y dejamos para el final el comentado cambio de uniforme del personaje. Un cambio que se molestan tanto en explicar que uno termina pensando si es que se quieren convencer los propios autores de la necesidad de hacerlo. Se trata de un rediseño del que ya hizo Cliff Chiang y que había conseguido seguir siendo fiel al original pero aportando un grado de frescura y modernidad como pocos de los presentados con los Nuevos 52. Finch apuesta por una exageración en cuanto a hombreras y brazaletes, mientras que Diana pasa a llevar cubierto todo su cuerpo, lo que hace que el conjunto acabe siendo recargado y de poco gusto.

Este cambio tiene más sentido explicarlo como la necesidad de David Finch de tocar a uno de los clásicos de la editorial con su peculiar estilo de diseño de uniformes, e intentar dejar huella en la historia del personaje… pero es que hablar de los uniformes y de sus cambios puede dar para mucho texto y tanto es así que le dedicaremos un post solo a hablar de esto..

Un primer arco decente, continuista en algunas de las tramas, ampliando horizontes del personaje, pero sin terminar de convencer de la manera que Azzarello pudo hacerlo. El listón está muy alto y los Finch tienen que hacerlo mejor si quieren poder al menos igualarlo, pero como primer intento y toma de contacto del personaje podemos decir que es un más que loable trabajo que no provocará la espantada masiva de lectores.

Más acción superhéroica, un viaje a los infiernos emocionales internos de Diana y una guerra civil entre las amazonas son motivos suficientes para no querer perdérselo… eso sí, ahora queda determinar si seguirán dejándose intimidar por la sombra de Azzarello o se atreverán a saltar sin red a la elaboración de nuevos conceptos diferentes a los ya marcados por Azzarello. Solo el tiempo nos lo podrá decir. De momento disfrutamos de este nuevo enfoque de un personaje que pierde en frescura y originalidad con los Finch y gana acción superhéroica.