La serie de Jace es Batman.
«A veces la mejor forma de hacer algo por ti mismo es hacer algo por los demás»
Jace Fox se ha mudado a New York en busca de un nuevo comienzo para su vida como Batman. El personaje no encuentra lugar editorialmente en Gotham, el murciélago y la batfamilia más oficial custodian la ciudad de las gárgolas y no parece haber planes de integrar a Jace en ella, ni por parte de DC ni por parte de su guionista. Un John Ridley que ha tenido que lidiar con injerencias editoriales en las que se le ha visto incómodo, incluso saliendo en algún caso mejor parado que otros compañeros de crossover. En este segundo arco argumental de Yo soy Batman se progresa en la exposición del entorno, al tiempo que se incide en aquello que el guionista quiere contar, con Jace ganando poco a poco un carisma que no terminaba de ser tal, en una trama detectivesca bien presentada y cohesionada pero algo apresurada en su conclusión.
El alcalde Villanueva, el comisario Becket (representa el perfil más rancio de la sociedad) o los detectives Chubb y Whitaker (heredados de Gotham) forman junto a Batman una unidad especial contra el crimen, generando dudas y preguntas en los neoyorquinos, con el cuarto poder dando voz al pueblo. No es un gran problema para Jace, sí lo es que la policía pretenda asignarle casos, sea el Batman que sea sabemos que le gusta ser independiente. Finalmente, este no lo es tanto, acepta el caso a pesar de sus reticencias por tratarse de un miembro de la alta sociedad, prefiere darle prioridad a las clases obreras, temas sociales siempre presentes en el cómic.
No solo los detectives han viajado con él, a los que se les dedica una atención que resulta muy apropiada, también su familia (a excepción de su padre y hermano). Su madre, Tanya, negocia con el alcalde una mejora en el sistema médico y un programa de reinserción para mujeres presas. Temas sociales siempre presentes. Tam progresa en su recuperación, con Tiff ayudándola en todo lo que puede, aunque es la hermana mayor quien realmente ayuda a la pequeña. La que fuera prometida de Tim Drake Wayne en Red Robin es un personaje fuerte que enfrenta sus problemas.
Este Batman es menos experto y cuenta con menos recursos. Se deja notar en las contiendas físicas, en su método detectivesco y en su equipo. Lejos de grandes sagas o de enfrentarse a poderes imposibles se adhiere a tramas urbanas con matices sociales, en cierto modo (según versión) es un Batman más parecido al original que el original.
Un villano propio es presentado. Poco conseguido en su aspecto, interesante en cierta forma. Los enemigos son fundamentales en el progreso del héroe de cara a ganarse un hueco en el corazón del aficionado. Un buen adversario, fomenta una buena historia y repercute positivamente en el impacto provocado en el lector. A pesar de contar con elementos que podrían posicionarlo como una némesis de altura, no termina de conseguirlo con claridad.
El Alfred de Jace, o más bien el Oráculo, es ruso. Comprar una casa segura en NY se convierte en prioridad, pero que el comprador sea de origen ruso despierta suspicacias en la inmobiliaria. La atención a este tipo de detalles por parte de Ridley, así como dejar ver mínimamente la reacción de la gente a distintos sucesos, envuelve el tebeo de cierta coherencia. Esa ambición por presentar una trama capaz de detenerse en situaciones cotidianas y representativas del mundo en el que vivimos y su exposición resulta muy adecuada y un plus para la lectura del tebeo. Por ello, también por un paseo por el surrealismo a través del MoMA o, sobre todo por resaltar las injusticias sociales, se advierte cierta intención en Ridley por educar o concienciar a la audiencia.
Christian Duce es un artista uruguayo que ha trabajado en DC desde 2013 ocupándose de números sueltos o colaboraciones en series como Catwoman, Maldad Eterna o Batman y Robin: Eternos entre muchas otras. Más recientemente ha estado implicado en la serie del velocista escarlata junto a Joshua Williamson. Con Yo soy Batman se encarga de todos los capítulos desarrollados hasta ahora en la nueva ciudad, con una breve aportación de Stephen Segovia en la grapa #9. Duce realiza un trabajo exhaustivo, muy capaz de entregar buenas escenas de acción, con atención al detalle, definiendo fondos con esmero pero con sencillez, nunca las páginas parecen recargadas y jamás están desatendidas. Expone una narrativa eficiente encuadrada en una composición de páginas habitual guiando la lectura de forma ágil. Rex Locus se encarga del color, con una paleta más solida que en números pretéritos que no desmerece en tonos más luminosos como podía ocurrir anteriormente. El baile de dibujantes de las entregas anteriores deslucía la colección, con Duce trabajador, e inspirado por momentos, el arte de la serie mejora.
Ridley sigue construyendo su Batman y el entorno que lo rodea con coherencia, prestando atención a los secundarios y aunando bien las distintas tramas. Después de un comienzo reiterativo y desigual, entrega un trabajo que recompensa a aquellos que supieron ver los aciertos del cómic entre tan alargada presentación y cruces limitantes e impuestos. Los personajes nacidos en Estado Futuro no han terminado de gozar de buenas historias, pero a pesar de ello, consiguen ser interesantes por ellos mismos. Yara Flor es el mejor ejemplo. En el caso de Jace, sus tramas empiezan a acompañar. ¿Quieres leer al próximo Batman? El tomo titulado Segundo Hijo y la grapa mensual del número seis en adelante es el camino más rápido, saltarse el resto no incomoda, apenas deja cabos sueltos e incluso mejora el disfrute. Un buen cómic de Batman que entrega un murciélago urbano y social con la inestimable aportación de interesantes secundarios.
Lo mejor
• Al habitual interés por los secundarios se suma el despertado por Jace y las tramas de Ridley.
Lo peor
• La conclusión del arco se siente algo apresurada.
Guion - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.5
Batman
Jace Fox y su entorno crecen en la ciudad que no duerme mediante tramas detectivescas y sociales.
