Dirección: Gabe Ibáñez
Guión: Gabe Ibáñez, Javier Sánchez Donate y Igor Legarreta
Música: Zacarías M. de la Riva
Fotografía: Alejandro Martínez
Reparto: Antonio Banderas, Birgitte Hjort Sørensen, Melanie Griffith, Dylan McDermott, Robert Forster, Tim McInnerny
Duración: 110 minutos
Productora: Vértice 360 / Quinta Communications / Green Moon
País: España
Las tres leyes de la robótica. Las famosas normas enunciadas en 1942 por el escritor Isaac Asimov y aplicadas en sus relatos cortos y novelas de ciencia ficción, desde Yo, Robot o El hombre bicentenario a la imprescindible saga Fundación, han tenido un impacto muy importante en el género pero también en la percepción social que tenemos sobre la realidad de la inteligencia artificial y la llamada robopsicología. De una manera u otra, este código moral destinado en la ficción a salvaguardar la autoridad y la vida del ser humano por encima de su creación, ha tenido una influencia clara y decisiva en la ciencia ficción del siglo XX. En el cine también han sido estas leyes de la robótica una constante inevitable que multitud de directores han perpetuado en sus producciones hasta la actualidad, como podemos comprobar incluso en modestas propuestas recientes como The Machine de Caradog W. James o la española Eva de Kike Maíllo.
Esta última se suma a la presente Autómata, coproducción franco-española dirigida por el madrileño Gabe Ibáñez, para demostrarnos que nuestro cine puede (y debe) acercarse e interesarse por otras temáticas y géneros. El filme protagonizado por Antonio Banderas ha logrado once nominaciones a los próximos Premios Goya incluyendo los de Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Interpretación Masculina Protagonista y Mejores Efectos Especiales. Pero, por otro lado, Autómata ha sido vapuleada por la crítica especializada tratándola en el mejor de los casos con tibieza y, en el peor, directamente tildándola de «versión cutre o low cost» del endiosado clásico Blade Runner de un Ridley Scott en horas bajas que sigue tanteando y jugando con la idea de rodar una secuela.
La sinopsis de Autómata se sitúa en 2044, en un futuro gris, oscuro y sin esperanza en el que la Tierra sufre un irreversible proceso de desertización a causa de las erupciones solares. La población mundial se ha visto reducida drásticamente y los supervivientes se apilan en las grandes ciudades amenazas por la constante contaminación y la lluvia ácida. Los llamado «pilgrims», robots de asistencia y ayuda personal con una «castrada» inteligencia artificial, no pudieron evitar el desastre y son repudiados por una parte de la sociedad aunque siguen siendo utilizados para todo tipo de tareas. En este contexto encontramos a Jacq Vaucan, un agente de seguros robóticos que se encarga a diario de evaluar en el terreno posibles demandas por desperfectos y mal funcionamiento de las unidades «pilgrim» de ROC, la compañía fabricante de los mismos. Pero en una de sus investigaciones rutinarias Jacq Vaucan se encuentran con algo aparentemente imposible: un robot ha conseguido quebrantar el llamado «segundo protocolo» que les impide modificarse a sí mismos. Esto implica un preocupante grado de conciencia que podría poner en peligro el «primer protocolo» que estipula la preservación de la vida humana por encima de todo.
La propuesta de Gabe Ibáñez hay que valorarla en su justa medida, Autómata no deja de ser una película de bajo presupuesto y si nos centramos concretamente en su apartado visual y su puesta en escena está claro que sus responsables le han sacado todo el provecho posible a cada céntimo de euro. La producción resulta muy medida en este aspecto apostando por un tipo de ciencia ficción cercana, en lo formal pero también en su punto de vista social, a la desarrollada por Neill Blomkamp en los últimos años en filmes como Distrito 9, Elysium o la inminente Chappie que parece tocará temas muy parecidos a los de Autómata. En ese sentido, Neill Blomkamp ha redescubierto una manera de aproximarse a la ciencia ficción que siempre ha estado ahí, una a la que se han sumado con sus puntuales propuestas jóvenes talentos como Rian Johnson, Duncan Jones o Josh Trank, un modelo que Gabe Ibáñez también intenta replicar mientras lidia por otro lado con la alargada sombra de esos replicantes que en su día vieron rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Este es el mayor problema de una película que como muchos críticos apuntan bebe demasiado de los clásicos, recorriendo caminos demasiado pisoteados y sin aportarnos a cambio grandes novedades, reflexiones o vueltas de tuerca.
Pero sería injusto valorar esta producción simplemente porque no haya sido capaz de renovar los cánones de la ciencia ficción, no es algo que precisamente pase todos los días ni está alcance de cualquier director, más en un medio como el cine que funciona a base de modas y revoluciones tecnológicas más que propiamente en renovaciones argumentales y narrativas. Lo que deberíamos pedir a una película de este tipo, o en realidad a cualquier otra, no es otra cosa que habilidad y talento para contarnos una buena historia. En términos generales, esto sí lo consigue Autómata, aunque de una manera excesivamente sobria y con cierta carencia en unos planteamientos en los que no cabe el sobresalto, una historia fácil de digerir principalmente por su correcta, clara y limpia dirección. En ella la relación robot/humano no pasa del cliché del género aunque resulta interesante en aspectos concretos como el de la subordinación de la inteligencia artificial a la mente humana tratada por Gabe Ibáñez con tímida ironía y logrando además que podamos empatizar hasta cierto punto con sus «pilgrims». Hay una clara voluntad por darle al guión un desasosegante tono de thriller psicológico, elemento que su director ya utilizó en su ópera prima Hierro, pero no logra llevarlo en esta ocasión a buen puerto, no es lo suficiente incisivo y punzante para abarcar con garantías el retrato humano que pone en imágenes.
No puede hacer nada para solucionar esto un Antonio Banderas que intenta mimetizar al Rick Deckard de Harrison Ford, por mucho empeño y espíritu que pone en su papel parece algo perdido en la gran parte del filme. El referente resulta demasiado grande y Antonio Banderas no sale bien librado en la comparación. En general, la parte humana del reparto de Autómata no parece muy cómoda en sus papeles, algunos no justifican su presencia, como Birgitte Hjort Sørensen que pese a la pretendida importancia de su personaje no aporta nada a la trama más que un apunte simbólico o el cameo de Melanie Griffith, sumado a un irreconocible y algo sobreactuado Dylan McDermott y una pequeña galería de veteranos como Robert Forster, Tim McInnerny o Dadid Ryall cuyos roles carecen de la solidez y matices suficientes para que puedan sacarles provecho. Este problema se traslada a la trama que acaba siendo excesivamente plana, sin mayores alicientes, el filme exuda corrección y honestidad por sus robóticas poros pero dado el tema principal del mismo muchos espectadores no encontraran lo suficientemente estimulante y acertado su tono. Es una historia contada con oficio, cuya iniciativa hay que valorar muy positivamente, si renunciamos a intentar compararla en trascendencia con los grandes clásicos de la ciencia ficción Autómata puede aportarnos otros alicientes que hasta ahora nuestro cine no cuidaba.
Review Overview
Dirección - 7
Guión - 6
Reparto - 6
Apartado visual - 7
Banda sonora - 6
6.4
Domo Arigato Mr. Roboto
La propuesta de Gabe Ibáñez no juega en la misma liga que los grandes clásicos de ciencia ficción pues resulta demasiado deudora de estos pero nos narra una historia sencilla y honesta con un apartado visual muy bien aprovechado. Si la valoramos en su contexto y por sus intenciones podremos hallar en ella una historia simplemente correcta.
Me gustó, aunque la travesía por el desierto se me hizo larga, como si hubiesen estirado la secuencia no sé muy bien por qué. Y gran BSO.
Yo creo que la estiraron porque no tenían o sabían nada más que contar, o porque no podían hacer nada más, ya que como dijo Banderas tenían poco presupuesto. A mí la sensación que me dio es que no sabían qué más contar, sólo usaron un buen planteamiento inicial que aunque bueno está repetido hasta la saciedad, no sólo en el propio cine sino en novelas, comics, videojuegos… la misma historia de siempre de robots que pueden tener sentimientos o volverse inteligentes, que al estar tan trillada piensas que esta vez nos sorprenderán con una vuelta de tuerca más o un final novedoso y resulta que se queda en más de lo mismo.
¿Por qué en el cartel ponen a Banderas con una parte de robot y al robot llorando (por cierto, el lagrimal está en el otro lado del ojo)? Creo que más que nada crea confusión entre los que no la hayan visto más que dar a entender lo que yo creo que quieren dar a entender.
Sí, hay un claro problema de presupuesto, el tema no creo que se resuelva mal pero sí de manera bastante plana. Y el poster puede ser algo tramposo sí aunque quiero creer que la intención era hacer algo simbólico.
A mi Autómata me resultó entretenida, para pasar la tarde. Eso si , las comparaciones con Blade Runner son odiosas, imaginaos su segunda parte la de palos que va a recibir XD
Ahora en serio, El guión es bueno, la BSO es buena , las actuaciones reguleras … estoy de acuerdo con el articulo 🙂