ZN Cine – Crítica de El Juego de Ender de Gavin Hood

 

Dirección: Gavin Hood
Guión: Gavin Hood, Orson Scott Card, David Benioff, D.B. Weiss (Novela: Orson Scott Card)
Música: Steve Jablonsky
Fotografía: Donald McAlpine
Reparto: Asa Butterfield, Harrison Ford, Abigail Breslin, Ben Kingsley, Hailee Steinfeld, Viola Davis
Duración: 114 minutos
Productora: Summit Entertainment / Chartoff Productions / Kurtzman Orci Paper Products / Odd Lot Entertainment
País: Estados Unidos
Calificación:

 

En 1985, hace casi treinta años, alguien llamado Orson Scott Card escribió un libro llamado El Juego de Ender que se convertiría automáticamente en uno de los pilares de la ciencia ficción literaria actual, dando lugar a una saga de más de una decena de libros ya legendaria. ¿Pero quién es este señor y por qué es tan importante? Bien, muchos usuarios de Zona Negativa quizás lo recuerden de guionizar Ultimate Iron Man, para muchos otros será importante por ser artífice de las líneas de dialogo de algunas de las más míticas aventuras de LucasArts allá por los 90 (The Dig, Monkey Island), mientras que para una gran mayoría será el reconocido y archi-premiado escritor de una ciencia ficción madura y moral… Y si eres estadounidense, seguramente le conocerás por ser la polémica hecha hombre y ocupar la cuarta plana de todos los tabloides yankis con sus díscolas disertaciones públicas sobre la falsedad del darwinismo, la grandeza de la religión mormona o lo ridículo del cambio climático. Una figura muy peculiar a quién la ciencia ficción tiene como uno de sus grandes indudables por, aparte de otros muchos motivos, crear a uno de los personajes más míticos de la literatura ídem, Ender el Xenocida, que vive en la calle Grandes de la Ciencia Ficción nº 23, entre R. Daneel Olivaw y Paul Atreides, justo en frente de la mansión de Winston Smith.

El juego de Ender es una novela que se sitúa en un cercano 2070 en el que la Tierra fue, hace muchos años, atacada por una raza alienígena de aspecto insectoide llamada… sí, Insectores. A duras penas conseguimos repelerlos, y a partir de entonces, en un DEFCON 2 constante, la única baza de los terrícolas es entrenar desde su más tierna edad a los niños más destacados para convertirlos en comandantes estelares de leyenda capaces de repeler cualquier hostilidad exótica. Andrew Ender Wiggin es el protagonista de este mundo de complejidad política y científica, aspirante a liberar la humanidad del miedo que la oprime. En estas circunstancias, se nos ofrece un relato adulto en el que, como en al vida real, las decisiones morales son relativistas, el enmarañado político es tan lógico como descorazonado y la convivencia y la psique de unos niños -despojados de su infancia en pos de la supervivencia de la raza- en la academia militar está perfectamente reflejada, con su particular mundo interior lleno de crueldad, lealtad y horrores.

Han sido muchos años los que se han necesitado para que El Juego de Ender viera la luz en la gran pantalla, y es por ello que el resultado ha sido una película de ciencia ficción altamente recomendable a la que su propia promoción no le ha hecho ninguna justicia, vendiéndola como una suerte de epopeya espacial de lásers y cruceros de batalla cuando esto no es sino una ínfima parte del film, cuyo grueso radica en el día a día de unos niños soldado. Dejando de la lado lo deshonesto de los trailers, el trabajo de Gavin Hood (X-Men Orígenes: Lobezno) es aplaudible en cuanto a fidelidad estética de la obra original. Poco se puede reprochar al director que ha sabido plasmar una escuela militar orbital tal cual el libro y que en la gran pantalla luce genial, futurista pero cercana, gris y fría. El gran acierto del director y guionista ha sido olvidar el manido discurso de arenga moralista que se da en casi todas las producciones de este corte para profundizar en el sentimiento, en lo sutil, alejándose de la chulería de palabra y el diálogo vacío para construir verdaderos seres humanos complejos con los que resulta casi imposible no empatizar.

Quizás le hace un poco de daño al resultado final lo precipitado del planteamiento, muy atropellado en sus primeros compases y que puede ocasionar sensación de vértigo al espectador no familiarizado con el universo de Scott Card, pero esto se corrige enseguida cuando la trama se sienta bien en el modus vivendi de los machacados infantes soldado. Quizás con una explicación más pausada como en el libro de la situación terrestre, o la incorporación de alguna de las subtramas que han quedado en el tintero, el viaje habría sido mucho más fluido, pero hilo fino al hablar de esto pues El Juego de Ender se disfruta de principio a fin sin problema alguno. En cuanto a las actuaciones, cumplen de sobra. Harrison Ford como utilitarista militar pero incompetente figura paterna está en su papel, témpano de hielo cuyos ojos dicen más que sus palabra. Los colegas de academia de Ender, sobre todo Hailee Steinfeld (Valor de Ley), destacan más en sus papeles, tanto por una actuación más que correcta tanto por el cómputo de minutos totales en pantalla.

Por último, es inevitable quedarse insatisfecho con el papel de Ben Kingsley, el cual cumple sobre manera con su cometido pero al que todos hubiésemos querido ver más tiempo. Por último, la estrella, Asa Butterfield (La invención de Hugo), que pasa y repasa al resto del reparto en su brillante actuación como persona cuya mente y corazón luchan cada segundo, todo un lío emocional del que ni puede ni quiere salir. El actor se defiende magistralmente interpretando al confuso niño destinado, obligado, a salvar al humanidad, con todo el demente peso que tal afirmación supone. Es cierto que le ha faltado la mirada altiva y soberbia del Ender original, el saberse mejor que todos pero intentar ocultarlo a todos medios, aunque seguramente sea un problema de decisión en cuanto a adaptación, por no querer hacerlo un niño un tanto repelente, cosa muy presente en el libro.

En el aspecto más técnico-estético, la película es espectacular, haciendo hincapié en la sala de batalla, a la cual se le dedica poco tiempo en la película y en el libro todo lo contrario, pero a la meta se llega de igual modo: forjar la personalidad estratégica de Ender, mostrarnos su intelecto brutalmente por encima del de sus compañeros y someterlo a las presiones más duras. Un espacio a-gravitatorio enorme, oscuro, hostil y frenético que Gavin Hood recrea a la perfección con mimo dada la importancia que merece. En lo que respecta a las batallas reales, caóticas es la palabra, en el buen sentido, pues no cabe otro adjetivo cuando uno se enfrenta a flotas enjambre de millones de insectores. ¿Y qué pasa con el giro de guión tan brutal e inesperado del libro? Que en la película -debido a ciertos tramos confusos y veloces en montaje- se desvanece, y el espectador, listo él, se imagina lo obvio o directamente ni se ha planteado la realidad en la que debería encontrarse. Para el que lo sufra, el único fallo en mayúsculas de una cinta de ciencia ficción muy entretenida, diferente a lo que la gran pantalla suele ofrecer en el género. Introspectiva y humana, El Juego de Ender hace honor a la novela que le da nombre, convirtiéndose en una adaptación muy fiel que seguro que se ve enriquecida en las entregas que están por venir. Una película de decisiones, y la importancia de éstas.