Dirección: Paul W. S. Anderson
Guión: Janet Scott Batchler, Lee Batchler, Michael Robert Johson
Música: Clinton Shorter
Fotografía: Scott Anderson
Reparto: Kit Harington, Carrie-Anne Moss, Emily Browning, Adewale Akinnouye-Agbaje, Jessica Lucas, Jared Harris, Joe Pingü¡ye, Kiefer Sutherland
Duración: ciento cinco minutos
Productora: Constantin Film / Impact Pictures
País: Alemania / Canadá
Valoración:
El péplum fue, durante los cincuenta y sesenta del siglo pasado, uno de los géneros más populares del séptimo arte. Ya fuera en la forma de superproducciones hollywoodienses o en la de prolíficas sagas de serie B elaboradas en la vieja Italia, las pelis de romanos o cine de sandalia (como lo denominan los angloparlantes) aseguraban entretenimiento, siempre y cuando la distinguida audiencia fuera comprensiva y más bien displicente con las innumerables patadas a la Historia antigua que se solían perpetrar a lo largo y ancho del metraje. Después de todo, dentro de la idea de “una de romanos” podían entrar todas las civilizaciones que iban desde el Egipto de los faraones hasta la caíd(it)a de Roma en 476 D. C. La única distinción que merecería hacerse era la relativa a la presencia predominante de elementos religiosos vinculados al Judaísmo o al Cristianismo, ya que esos filmes integraban –y conforman- un género más o menos propio como es el del cine bíblico. Ahí también hay sandalias y romanos (o egipcios, que ahí están las dos versiones más recordadas de Los Diez Mandamientos.) En todo caso, siempre hay clásicos como Ben Hur (en sus dos versiones) Quo vadis? o Los últimos días de Pompeya (centrándome aquí en su versión audiovisual) que podrían clasificarse en cualquiera de los dos apartados: ¿una de romanos con cristianos echados a los leones? ¿una de cristianos perseguidos por malvados pretorianos? Tanto da. El caso es que, primero en las salas de cine y luego en las pantallas televisivas (preferiblemente durante las festividades de la semana santa católica) varias generaciones de espectadores han disfrutado con la emoción, la aventura, el suspense y las trepidantes actividades circenses (a la romana) de títulos que forman parte de la historia del celuloide: ¿Quién no recuerda Espartaco, trufada de momentos tan memorables como el de las ostras y los caracoles o el de “¡yo soy Espartaco!”? ¿Quién no destacaría en Ben Hur la carrera de cuadrigas, los sentimientos de amor-odio de Messala por Judá (de los que Charlton Heston, según cuenta la leyenda, fue oportunamente “desinformado”)? ¿No se podría decir que el gran cara-palo Victor Mature debe gran parte de su fama a La túnica sagrada o a Sansón y Dalila? Si damos el salto a los péplums del viejo continente, resulta inevitable mencionar la interminable cantidad de películas protagonizadas por Hércules, Ursus, Sansón o Maciste (este último dando saltos a la reconquista ibérica, la España del Zorro o la revolución rusa de 1905.) Ya fuera basadas en la mitología clásica o inventadas para la ocasión, siempre había aventuras para que un héroe más o menos mítico se colocara su túnica, se envolviera en su toga, calzara sus cholas y se lanzara a luchar contra césares corruptos, sacerdotes libidinosos o monstruos animados por las técnicas del maestro Harryhausen.
Si abandonáremos momentáneamente la idea de que éste era un cine de entretenimiento y nos centráremos en las cuestiones relativas a la fidelidad histórica, es cosa segura que el género no resistiría más allá de un primer embate. Caracterizaciones imposibles, repartos sorprendentes (como aquél que convirtió a Angela “Mrs. Fletcher” Landsbury en la esposa filistea de Sansón en la ya mentada Sansón y Dalila) y una Roma más próxima a la visión shakespeariana que a la desenfadada imagen de “italianos a la antigua” de Indro Montanelli. Cuando el género entró en decadencia en el cine encontró refugio en la televisión, brindando series tan memorables como Yo, Claudio (basada en las novelas de Robert Graves), Los últimos días de Pompeya o, más recientemente, la laureada Roma y las celtibéricas Hispania: la leyenda e Imperium. A pesar de sus dilatadas y sobresalientes trayectorias, Derek Jacobi siempre será el “pobre Cla-Cla-Claudio” y Sir Laurence Olivier el arquetipo de patricio romano.
En consecuencia y visto todo lo anterior, resulta lógico que un cine comercial canino de ideas haya echado mano de unos géneros antaño tan fiables como el bíblico (con varios miles de años de publicidad a sus espaldas, como cuentan que decía Cecil B. DeMille) o el péplum. Si a ello le sumamos una cierta tendencia al “culo veo, culo quiero” por parte de las empresas del sector, no es extraño que en lo que va de temporada tengamos dos filmes dedicados a Hércules, uno al diluvio universal versión mitología judeocristiana y otro a uno de los grandes desastres naturales de la antigüedad: el fin de la ciudad romana de Pompeya.
La primera advertencia que debe hacerse es que el director de esta cinta no es otro que Paul W. S. Anderson, célebre por sus colaboraciones con Mila Jovovich en la versión cinematográfica de la saga de videojuegos Resident Evil y por colar hace unos años una desternillante versión “pre-steampunk” de Los tres mosqueteros. La presencia de don Paul garantiza por lo común películas entre olvidables y malas que, con todo, resultan durante su visionado entretenidas. Guiones llenos de agujeros, personajes con poco o ningún desarrollo, coñas visuales que no vienen a cuento, diálogos de besugos y acción a raudales. Don Paul ha dado al público horas incontables de diversión y carcajadas más o menos involuntarias, pero en esta ocasión hay que reconocer que se ha superado a sí mismo. Pompeya supera a todas las anteriores tanto en virtudes como en defectos.
La historia de esta película de espada, sandalia, croma y cartón comienza en la provincia de Britania, en el año 62 D. C. Las legiones romanas ponen fin a una sublevación que amenaza las rutas comerciales del norte y que ha sido dirigida por una tribu de jinetes celtas. De la masacre de la misma sólo sobrevive un niño que graba en su mente los rostros del general Corvo (Kiefer Sutherland) y de su lugarteniente Próculo (Sasha Roiz). Después de vagar sin rumbo durante algunos días, el pequeño superviviente es capturado por lo que parece ser una partida de traficantes de esclavos, que (fuera de pantalla) venderán al infante a una escuela de gladiadores. Un pequeño salto en el tiempo y tenemos al crío convertido en un musculoso jovenzuelo que despacha a adversarios en la mojada arena britana bajo el apodo de “el Celta”. Así pues, en apenas unos minutos comprobamos que los tres guionistas han fusilado el origen del protagonista de Conan del Bárbaro y la conversión de general a gladiador de Máximo Décimo Meridio “el Hispano” en Gladiator.
El éxito de “el Celta” como luchador en Londinium convence al lanista Graco (Joe Pingue) de las posibilidades económicas de llevarle a Italia, por lo que decide llevarle consigo a las festividades de la vinalia, que tendrán lugar en Pompeya. En el camino que lleva a los gladiadores a su destino, el Celta se cruza en el camino de Cassia, joven patricia hija de una rica familia pompeyana, que vuelve a su hogar después de un año en Roma. Un accidente de calzada y un equino con la pata rota permitirán que la muchacha se enamore del britano que demuestra tener sensibilidad hacia los caballos, por aquello de provenir de una tribu de jinetes. Películas fusiladas en este apartado: Gladiator (otra vez) y El hombre que susurraba a los bambayos.
Una vez en Pompeya, el destino volverá a cruzar al Celta con Cassia, pero también con el general Corvo (ahora senador romano) y con su fiel segundo Próculo. El militar (que ha envejecido bastante bien) desea entrar en negocios con los padres de la joven, Severo (Jared Harris, el profesor Moriarty de Juego de sombras) y Aurelia (Carrie-Anne Moss, sobradamente conocida gracias a Le llamaban Trinidad.) Un nuevo episodio equino y un duelo hombre rico-hombre pobre por los favores y amores de Cassia marcarán el inicio del drama personal que envolverá al los integrantes del reparto principal, dentro de la gran catástrofe que se avecina a través de los gruñidos del Vesubio. Películas fusiladas en este apartado: Titanic.
La segunda parte de la película es, pura y llanamente, una copia muy descarada de las escenas más recordadas de Gladiator y Titanic. Desde el combate en el circo hasta la relación entre el Celta (que a estas alturas sabemos que se llama Milo, como la Venus y el Caballero de Escorpio) y el veterano gladiador Ático (Adewale Akinnouye-Agbaje) hasta las escenas de “sálvense los que puedan” y “pongamos pies en polvorones” de toda cinta catastrofista que se precie. Todo ello bien alimentado con unos efectos especiales por ordenador que cantan tanto como los coros circenses y que hacen patente la supeditación de la historia a una pretendida espectacularidad de la proyección en tres dimensiones.
El hecho de que estemos ante un plato combinado compuesto por los fiscos restantes de comidas precedentes podría quedar en una curiosa anécdota (a sumar a todas las que se derivan de la sequía de ideas en el séptimo arte) si no fuera por el hecho de que no es, ni mucho menos, el peor de sus defectos. Para empezar, parece que la mayor parte del presupuesto decidió invertirse en los efectos especiales, pues Anderson habla y no para del grado de fidelidad de su recreación de Pompeya de la erupción vesubiana. En consecuencia, se ve que no quedó demasiado dinero para dedicarlo a un reparto más nutrido o a ampliar el metraje e intentar dar algo de desarrollo a unos personajes unidimensionales. Es tradición que en el género catastrofista encontremos un conjunto muy nutrido de estrellas presentes, pasadas y futuribles y que, dentro del desastre general (el incendio de un gran edificio, el hundimiento de un trasatlántico, los problemas en un vuelo comercial…) se desarrollen pequeñas historias entre los distintos personajes. Aquí tenemos apenas a un puñado de gladiadores (Milo, Ático y un par de garrulos más que van cayendo por exigencias del guión), dos profesionales del espectáculo de los combates (el lanista Graco y su segundo son calcos mal dibujados de sus homólogos de Espartaco), dos patricios pompeyanos que se debaten entre el amor a su hija y los negocios a la romana, una jovencita con redaños y dos villanos que parecen Pierre Nodoyuna y Patán.
Si pasamos al tema de las interpretaciones, encontramos uno de los puntos más débiles de la película. Kit Harington luce una tableta de chocolate en alta definición cada vez que tiene ocasión, pero demuestra igualmente sus limitaciones como actor. Es una especie de John Nieve con sandalias que va repartiendo espadazos, hablando con los caballos y poniendo siempre la misma cara en todos los planos. Emily Browning cumple con su función de joven con las ideas claras e interés romántico del Celta, pero pare usted de contar. Kiefer Sutherland parece pasárselo muy bien vestido de romano, y tiene para sí un par de golpes de efecto bastante buenos. Jared Harris y Carrie-Anne Moss están casi como parte del atrezo. Interpretaciones olvidables de personajes igualmente olvidables.
En mi opinión, el aspecto más penoso que presenta Pompeya radica en el nivel y gravedad de las patadas que los guionistas han arreado a la Historia. Uno de los aspectos más cutres de la cinta viene dado por los intentos de presentar a Roma como un imperio corrupto que sojuzga la libertad de los pompeyanos y somete por medio del exterminio a la tribu de Milo. El cine es una de las armas de propaganda más poderosas de cuantas existen en la actualidad, y en estos tiempos que corren parece que esta película intenta lanzar un mensaje de cántico a la libertad de los pueblos pequeños frente a la voracidad de los grandes imperios… europeos. Una mirada a cualquier medio de comunicación y podrá comprobarse que existen tensiones en prácticamente todos los Estados del viejo continente en ese sentido. Sin embargo, la forma en la que han intentado transmitirla demuestra que los responsables de este filme no han leído de un libro de texto sobre la civilización romana. Cuando el Vesubio se llevó por delante a Pompeya, su ciudadanía era plenamente romana (derecho ganado durante el siglo anterior por parte de las urbes itálicas aliadas a Roma después de una guerra entre aquéllas y ésta). ¿Qué sentimiento de identidad pompeyana se espera inspirar a la audiencia cuando se presenta a una población indistinguible de la romana en una ciudad que es recordada como una villa de vacaciones de la alta sociedad? Las escasas referencias al gobierno imperial se concentran en el nuevo césar, Tito, al que se pretende presentar como un corrupto en comparación con su padre y antecesor, Vespasiano. Una breve hojeada a cualquier libro de Historia permitirá conocer lo que hizo este gobernante durante su breve reinado. Dentro de su legado está su preocupación por las víctimas de la erupción del Vesubio y por la recuperación de las ciudades afectadas (tanto Pompeya como Herculano) y hay quien atribuye a esta decisión el primer caso documentado del uso de fuerzas militares con fines humanitarios. También resulta curiosa la pretensión de la película de identificar a Tito con la corrupta y autoritaria Roma, cuando tanto él como su padre y su hermano menor (todos ellos césares de la dinastía Flavia) conformaban una familia no romana sino itálica. Con ellos el puesto de cabeza de aquel gigantesco imperio quedaba abierto a personas nacidas fuera de las murallas de Roma. Sinceramente, no sé si existía intención de transmitir algún tipo de mensaje con esta cinta o, por el contrario, querían copiar sin que se notara mucho el de imperio autoritario frente a república democrática de Gladiator, pero es difícil hacerlo peor. Después de ver unos intentos tan penosos de transmitir un mensaje trascendente, sólo podía pensar en los Monty Phyton, en La vida de Brian y en cierta escena relativa a los valores de la civilización romana.
En resumidas cuentas, tenemos una hora y media larga de acción ejecutada por unas interpretaciones flojas, sostenida por un guión pródigo en diálogos sin sentido y rematada por gigas y gigas de imágenes y efectos por ordenador. Como diría el sabio, “se puede ver”, pero comparada con cualquiera de los clásicos del género sólo vale como aperitivo.
a ver,tampoco saquemos las cosas de tiesto.
lo primero,muy buena reseña(aunque luego venga alguno a ponerle pegas en base a no se que historias).
no estoy de acuerdo en que el cine de paul anderson este entre olvidable y malo.si es cierto que la mayoria de su cine no pasara precisamente a los anales de la historia del cine,tampoco es uwe ball,no exageremos.
y no me hartare de defender a muerte DEATH RACE que me parece una revision setentera de primerisimo nivel.adrenalitica,con un gran casting,y muy bien rodada.
esta de POMPEYA no la he visto.pero las criticas no son especialmente sangrantes,de hecho,estan muy polarizadas.habra que verla,y salir de dudas.
Como dice Frank, Anderson no es Uwe Boll (a Dios gracias), y Death Race es una película de acción cafre con carreras carcelaria y «muy buenas curvas». Me gustó bastante, todo sea dicho. Y las primeras de Resident Evil tienen algún momento molón, aunque es cine de colegueo y palomitas sin mayor trascendencia.
Ésta de Pompeya no me llama absolutamente nada.
«Carrie-Anne Moss, sobradamente conocida gracias a Le llamaban Trinidad.»
Jojojo, muy bueno!
Me sumo a la reivindicación de Anderson, que además de tener a la Jovovich por parienta esta entre los artesanos de «películas malas» más solventes de la actualidad. Que sí, tiene mucha morralla en su haber, pero también divertimentos tan rescatables como Horizonte Final o la primera de Resident Evil. La de Death Race no la he catado -y algún día le echare redaños para ver su delirio a costa de Los Tres Mosqueteros aunque sea solo por el reparto que junta-, pero si que le tengo cierto cariño a algunas de sus tropelías como Alien Vs Predator o la locura casposa aquella que fue Mortal Kombat allá por la auge del VHS y los videoclubs
En el último momento la distribuidora española se ha dado cuenta y no la ha traducido como «PompeII, el volcán contaataca»
A juzgar por las escenas sueltas que he podido ver esta semana, diría que es el peor estreno de este finde… pero es que se ha estrenado «Brick Mansion (La Fortaleza)» y ésa a mala no le gana nadie (que hasta Besson sale mal parado).
EDITO: Perdón, que Besson sólo sale en el cartel, que acabo de comprobar que fue el primer crédito del guión pero ni dirigió ni leches, probablemente porque vio The Raid y Dredd.
el peso de besson como productor «tapa» a menudo el verdadero cartel de la pelicula.
la proxima ,realmente suya,es la de LUCY,con scarlett.pero,lo que no sabia,es que iba a adaptar el comic de VALERIAN. no se en que punto estara la cosa,pero molaria si lo llevase adelante.
con que fuese parecida a la de EL QUINTO ELEMENTO.
pregunta de trivial:¿que une a paul anderson con luc besson?.
pregunta de trivial:¿que une a paul anderson con luc besson?.
Ambos han tenido multipase http://27.media.tumblr.com/tumblr_kv1b7faQXP1qzfxk8o1_400.jpg
Anderson no es Uwe Boll. El primero hace películas divertidas pero más bien malas. El segundo hace películas muy malas y para colmo de males, aburridas como ellas solas.
uwe ball es el rob liefeld del mundo del cine,luis.
no.espera.puedo ser mas cruel,aun.
¡uwe ball es el jar jar binks del cine actua¡l.
lo que si le concedo a este hombre,es que al igual que ed wood.el tipo tiene una moral de hierro,y-fiel a su pasado como boxeador- da igual las ostias que le den,se levanta una y otra vez,y sigue a lo suyo.
y oye,tanto entusiasmo,mola.a mi,por lo menos.
frankbanner71: pregunta de trivial:¿que une a paul anderson con luc besson?.
Daniel Gavilán: Ambos han tenido multipase
Ambos se han pasado multiples veces por la piedra a Milla.
¡Pero con bodas de por medio porque son unos caballeros!
Sorprendentemente, es habitual la comparativa de Liefeld y Uwe Boll https://i.chzbgr.com/maxW500/3077870848/hF7050CB3/
Respecto a la Pompeya…es más sosa que un yogur de agua, pero me sirvió para confirmar que quiero a Adewale en la peli de Pantera Negra, ya sea de T’Chaka o de Zuri.
pues,cuidadin con uwe ball.que tiene muy mal perder,y a las primeras de cambio te reta a un combate.
por ahi,por youtube,circula algun video suyo en que se da de ostias con algun blogger que le ha tocado las narices mas de la cuenta.
Mismamente, el responsable de Cinecutre, donde son fans de Boll, aprovechó la convocatoria del Herr Direktor a darse de tollinas con cualquier crítico que despreciara su OBRA.
Tras las ostias, hubo entrevista, buenrollo y tal.
¡menudo pajaro,el amigo,jajajaja¡¡.
si es que te tiene que caer bien.
Ya que se ha mencionado una de las palabras sagradas, me veo en la obligación de poner esto por aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=RIsvMaHa0cU
Niño, te veo con cierto desapego hacia el cine bíblico-cristiano. Pues al ritmo que van las taquillas norteamericanas te vas a tener que tomar dos tazas…
Don Alféizar, después de haber crecido con los grandes clásicos del cine de chola y martirio, es muy difícil que nada de lo que se estrene en la materia le llegue a la suela de la sandalia. Ben Hur, Quo vadis? (donde debutó el gran Bud Spencer), Espartaco, Cleopatra… se va a comparar.
Ahí la has clavao. Donde esté un buen Ben – Hur de Heston y cia…
Por cierto, que hasta remake de ésta quieren sacar…..
Ben-Hur (la de Charlton Heston) era un remake de una película muda. Ambas de B. DeMille, creo recordar.
Por cierto, que en esta versión de «Pompeya» no había ninguna escena de cristianos y leones, que antes eran preceptivas.
Si, como los 10 mandamientos, también remake de una muda en B/N
Esta Pompeya está bien como entretenimiento. Tampoco es para pedir más.
Por cierto, ahora creo que esto que voy a decir se llama
Hay cosas que están fuera de lugar, vale (¿Te escaparías con un esclavo de noche para dejarte pillar al rato?)
Pero es realista en el desarrollo de la explosión del volcán: No puedes escapar. Si es por mar, hay un Tsunami si es por tierra, la ola de calor te va a abrasar sí o sí.
(Aunque yo esperaba algún recoveco para que se escaparan a última hora. Qué le vamos a hacer, me gustan los Happy end)
Bueno, lo de realista sirve si olvidamos esa escena en la que un galeote romano navega por las calles de Pompeya.
En fin, entretenida
Y me temo que veremos a John Nieve en alguna más de estas. (La chica es completamente olvidable para mi).
¿No acepta el Spolier en lenguaje html con los ? Creo que el párrafo anterior no ha salido como esperaba. Agradecería si pudierais solucionarlo.
Para empezar…¿he visto a Ocioso con el avatar del papa de roma? (Igual estáis divagando en otro hilo sobre ello, pero yo acabo de entrar esta tarde).
Sobre la película; la acabo de ver y, la verdad, me lo he pasado teta.
A mí Anderson me parece un artesano muy solvente. Todavía estoy por ver una película suya que no sea entretenida. Su cénit puede que sea HORIZONTE FINAL, pero DEATH RICE también tiene su aquel…y todas las de RESIDENT EVIL me han encantado, la verdad. Estoy deseando ver la final…
Hablando sobre POMPEYA en sí, la verdad es que no he ido al cine a ver diálogos profundos, tramas complejas ni dobles lecturas sociales. He ido a ver una peli de romanos con todos sus tópicos y el buen hacer de los f/x actuales, y eso es lo que me he encontrado, con creces. Y por ello me han gustado mucho las escenas de lucha y las escenas de destrucción masiva. Que sí, que los actores son sosos como ellos sólos (menos Jack Bauer), que históricamente no será nada fiel y que a veces la acción transcurre de día y a los dos minutos de noche y luego vuelve a ser de día, pero vamos, es un carrusel de escenas chulas donde todo se arrasa y yastá. Joder, cómo si todos los diálogos de las soaps operas de los cómics los hubiera escrito Chespir.7
En lo que no estoy para nada de acuerdo con la crítica de esta nada santa casa es con la idea de que la película lance algún tipo de mensaje en favor de los pueblos separatistas o similar. Vamos, bastante tiene Anderson con follarse cada noche a Jovovich como para saber siquiera que en Europa hay un par o tres de aldeas que lanzan conceptos abstractos como independencia, autodeterminación, federalismo o vivan los toros.
Yo creo que el mensaje aquí es bastante más simple; Anderson quiere decir que los Romanos/ Jack Bauer son malos y el resto son buenos, así que extrapola ese esquema a las ciudades y punto.
«Death race» y «Horizonte final» no estaban nada más. Las de «Resident Evil» son de acción desmadrada. Y una cosa es lo que piense el director y otra lo que hayan metido los paganos. Si el mensaje era así de simple y así lo extrapoló, me parece todavía más cutre.
Ben Hur, Quo vadis?, Espartaco, Cleopatra, Los Diez Mandamientos…
Uffff Palabras mayores, Sres.
De esta «Pompeya», la verdad es que no me interesa nada.
Eso si, una reseña muy chula y divertida Mr.Capote. Felicidades!
Y aunque ya lo dije en otro post, lo repito aquí:
Cada vez que veo el nuevo avatar de Don Oci me da un vuelco el corazón!!!
Con la iglesia hemos topado, cony!
Y para desperdirme, en ves de mis habituales saludos rockeros, permítanme esto
(que me lo han puesta a huevo 😉 ):
– «…Y mientras en pantalla prendía fuego a Roma Nerón
contra la última valla del cine y en calcetines aprendimos tú y yo.
…Hoy que todos andan con videos porno americanos
para ver contigo me alquilo una de romanos…»
http://www.youtube.com/watch?v=8OsFV9jRpYs
PELICULÓN!!!!
Gran historia muy entretenida. Y sobretodo unos efectos especiales brutales!!!!
Ah! Los labios de la prota también son de lo mejor de la peli! Igual de tremenda que en Sucker Punch.
Le falta Milla Jovovich para ser un peliculón de culto….pero en el sentido inverso a culto, obviamente XD…de las que se hablan durante años, como Batman y Robin o Resident Evil 2.
La película resulta entretenida, no cuesta de digerir, no te aburres, pero sí me parece bastante sonrojante el guión recorta/copia/pega con escenas, situaciones, diálogos y personajes casi calcados a Gladiator, el Espartaco de Stanley Kubrick y su homólogo televisivo más reciente de Starz o incluso Conan.
Ya el momento de la recreación histórica en la arena con los gladiadores logrando darle la vuelta a la tortilla… incluso Jack Bauer hace el mismo comentario que en su día Joaquin Phoenix en Gladiator «No recordaba la historia de esa manera».
Y así hay unas cuántas, la persona que no sea muy del género la disfrutaría mucho, pero el que tenga presente los referentes le costará no ver ese recorta/copia/pega. Tampoco me gusta la simpleza con la que recrea los «bandos» en conflicto como decía Luis, unos son muy malos, los romanos, y los gladiadores parecen todas personas de gran corazón y con un sentido del honor inquebrantable. Entre eso y algunas escenas tontas de turno, porque ponerse a hacer ciertas cosas cuando un volcán explota y te cae fuego del cielo no tiene mucho sentido, te acaban sacando un poco de la película, aunque ya digo que para pasar el rato entretenida.