ZN Cine – Crítica de Zipi y Zape y El Club de la Canica de Oskar Santos

 

Título original: Zipi y Zape y El Club de la Canica
Dirección: Oskar Santos
Guión: Jorge Lara, Francisco Roncal (Cómic: José Escobar Saliente)
Música: Fernando Velázquez
Fotografía: Josu Inchaustegui
Reparto: Raúl Rivas,Daniel Cerezo, Javier Gutiérrez, Álex Angulo, Javier Cifrián, Claudia Vega, Marcos Ruiz, Christian Mulas
Duración: 92 minutos
Productora: Zeta Cinema / Mod Producciones / Antena 3 Films / Kowalski Films
País: España

 

En nuestro país, entre la década de los años cuarenta y ochenta del pasado siglo, la Editorial Bruguera comenzó a forjar su leyenda, acabando por convertirse durante el paso del tiempo en un nostálgico y agradable recuerdo para muchos veteranos lectores y aficinados al cómic, en una manera de entender y vivir la historieta y en una influencia decisiva para posteriores autores y artistas patrios. No podría ser de otra manera, en las publicaciones y revistas de la Editorial Bruguera, como Pulgarcito, DDT o Magos de la Risa, coexistían todo un verdadero hervidero de personajes e historias casi siempre con la aventura y el humor por bandera. Esta filosofía acabaría calando hondo en el corazón de los aficionados y lectores de varias generaciones, creciendo de la mano de auténticos mitos de la viñeta española como Mortadelo y Filemón, Superlópez o El Capitán Trueno, junto a cientos y miles de «creaciones menores» como El Loco Carioco o El Tío Magdaleno de Carlos Conti, Carpanta de José Escobar, Don Pío de José Peñarroya, El botones Sacarino de Francisco Ibáñez, El repórter Tribulete de Guillermo Cifré o El inspector Dan de Eugenio Giner. Pero, entre estos, y otros muchos, habría que destacar a un par de personajes que también marcarían la idiosincrasia la historieta española con sus continuas desventuras y travesuras que se presentarían en los primeros años de apogeo de la Editorial Bruguera, concretamente en 1948, en las páginas de la revista Pulgarcito. Hablamos, por supuesto, de los irreverentes gemelos Zipi y Zape del ya mencionado José Escobar, animador, historietista y comediógrafo catalán responsable y creador de personajes como Doña Tula, Blasa, portera de su casa, Don Óptimo y Don Pésimo o Petra, criada para todo. Estos abonados al suspenso, capaces de llevar a la locura a sus padres, Don Pantuflo y Doña Jaimita, y cuyas «buenas obras» siempre acababan en los mayores desastres, se pasearían con éxito por revistas como Súper Pulgarcito, Mortadelo o, ya en los años setenta, en su propias publicaciones, Zipi y Zape y Súper Zipi y Zape e incluso tendrían el destacado honor de ser el primer tebeo íntegramente a color de la Editorial Bruguera .

Hasta no hace tantos años, no había niño en nuestro país que no hubiese leído alguna aventura de Zipi y Zape o, al menos, los conociese de vista u oídas, rivalizando así en popularidad y risas con los inmortales, y auténticos reyes de la viñeta española, Mortadelo y Filemón de Francisco Ibáñez. Por su parte, el maestro José Escobar seguiría trabajando de forma ininterrumpida en las historias de sus personajes hasta su misma muerte, acontecida en 1994, exceptuando los años ochenta cuando el autor se vería obligado a abandonar a sus hijos debido a la debacle de la Editorial Bruguera y hasta que su heredera Ediciones B consiguió hacerse con el fondo editorial de la misma. En este intervalo de tiempo, José Escobar firmaría una copia casi clónica de su propia creación, Terre y Moto, publicados brevemente en la revista Guai! y, ya tristemente huérfanos Zipi y Zape, en el año 2000, los herederos del guionista y dibujante darían la posibilidad a Juan Carlos Ramis y Joaquín Cera para continuar con las aventuras de las traviesos gemelos en historias actualizadas a los nuevos tiempos como El laboratorio secreto, Robinsones Zapatilla o ¡Houston, tenemos dos problemas!. Pero, estas últimas incursiones, carentes del espíritu imprimido por José Escobar a sus gemelos, no contaron con el apoyo de los lectores veteranos ni tampoco llamaron la atención de la nueva generación, por lo tanto, su repercusión y su acogida no cumplieron con las expectativas generadas.

En otros medios, los hermanos Zipi y Zape han tenido una discreta presencia, tanto en la pantalla grande como la televisión aunque curiosamente, aunque pueda sorprender aún a algunos, las primeras adaptaciones de estos personajes serían realizadas por el propio José Escobar al que podemos reconocer como un precursor del cine de animación español pues en su larga carrera y en los principios de la misma trabajó como dibujante animador en estudios como Dibujos Animados Chamartín y Estela Films. De esta manera, José Escobar, fascinado por los primeros trabajos de Walt Disney y por las mismas posibilidades del medio, colaboró, como animador, guionista e incluso director, en cortometrajes y series como Civilón o Érase una vez… -una versión del clásico cuento de La Cenicienta que no podría utilizar dicho título porque, precisamente, Walt Disney, se había adelantado a Estela Films para registrarlo- consiguiendo con esta producción una meritoria mención especial en el Festival de Cine Infantil de Venecia. En el currículum de José Escobar también figura la creación de un proyector infantil, el cine skob, un juguete muy popular entre los años cincuenta y setenta, con el que se podía reproducir pequeñas películas del oeste o ciencia ficción o historias protagonizadas por Zipi y Zape, Carpanta Eustaquio Morcillón y otros muchos.

Pero no sería hasta principios de los años ochenta, en 1981, cuando se produciría la primera adaptación a imagen real de los traviesos Zipi y Zape, en una producción titulada Las aventuras de Zipi y Zape escrita y dirigida por el chileno Enrique Guevara, un director de escasa filmografía y ligada ella principalmente al cine de destape de la época como Cariño mío, ¿qué me has hecho? (1979) o En busca del polvo perdido (1982). En el reparto de Las aventuras de Zipi y Zape, los jóvenes Francisco Javier Valtuille y Luis María Valtuille interpretarían a los famosos gemelos, mientras Joan Monleón y Marta Angelat encarnarían a Don Pantuflo y Doña Jaimita y Alfred Luchetti haría lo propio con el maestro Don Minervo. La adaptación sería totalmente fidedigna con la estética y las maneras de la obra de José Escobar, aunque con sus correspondientes licencias de espíritu, planteando una película que parece un antecedente al estilo reflejado por el madrileño Javier Fesser veintidós años después en La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003) al llevar la creación de Francisco Ibáñez a la gran pantalla. Precisamente, en el mismo año del estreno de esta última, Zipi y Zape volverían a ser animados, en este caso en una serie licenciada por BRB Internacional de una única temporada que se extendería hasta los cincuenta y dos capítulos y que concluiría con una película editada directamente en DVD: Las monstruosas aventuras de Zipi y Zape.

Esta nueva incursión en el mundo de la animación resultaría una actualización de los personajes a los nuevos tiempos, ya muy alejados de los vistos en las historias iniciales de José Escobar, con un tono muy en la línea de las producciones de BRB Internacional clásicas como D’Artacan y los tres mosqueperros (1982), David el Gnomo (1985) o La vuelta al mundo de Willy Fog (1983). En apariencia, saltando ahora al presente, el regreso de Zipi y Zape a la gran pantalla en Zipi y Zape y El Club de la Canica del director Oskar Santos -sesenta y cinco años después de la primera publicación de los personajes y casi veinte del fallecimiento de su creador- bebe más de esta serie de animación que propiamente de las historietas de José Escobar a las que únicamente utiliza como inspiración residual y excusa para ofrecernos una producción de corte hollywoodense a medio camino entre la fantasía infantil del nuevo siglo encarnada por la saga Harry Potter y la nostálgica referencia a clásicos como Los Goonies (1985) de Richard Donner. En el reparto, Raúl Rivas y Daniel Cerezo heredan los roles de Zipi Zape, mientras les secundan Javier Gutiérrez, Álex Angulo, Javier Cifrián, Christian Mulas, Claudia Vega o Marcos Ruiz. La historia se ambienta en el internado del Colegio Esperanza dónde Zipi y Zape fundan con un grupo de amigos el Club de la Canica para vivir mil aventuras y descubrir el misterioso secreto que se oculta en el lugar.

Zipi y Zape steampunk, por Enrique Ríos

Muchos de vosotros os sorprenderéis al ver una puntuación tan alta para una película de este tipo, pero es que Zipi y Zape y El Club de la Canica posiblemente sea la sorpresa cinematográfica de este inicio de curso. Se merece cuatro estrellas y media e incluso estuve tentado de darle cinco… Pero no lo hice por tres motivos que explicaré al final del artículo. De todas maneras, antes de empezar a desarrollar la crítica, os tengo que avisar que las estrellas tienen truco. Zipi y Zape y El Club de la Canica es una película dirigida a un público juvenil. La he puntuado y valorado según lo que es, porque no creo que sea adecuado pedir a este producto lo mismo que a otro que sabemos de bien seguro que va a arrasar en los premios Goya o en los Oscar. Si la tuviese que valorar por lo que yo sentí al verla, le quitaría… media estrella. Me faltó esa conexión con los personajes que sí habría tenido de ser un quinceañero. Y aun así sigue siendo un film redondo, como descubriréis ahora.

– Sobre la fidelidad con el cómic. Todos los que nos hemos leído en alguna ocasión las aventuras de Zipi y Zape sabemos que sus historias son más o menos cortas, entretenidas, que buscan el chiste fácil. Sin embargo, también tenemos que reconocer que sus personajes están anclados en una España que no es la de ahora. El traje de los niños es anacrónico, sus gamberradas tienen elementos característicos de otros tiempos, el modelo de familia tradicional sería aceptado en la actualidad, pero algunas de las actitudes tanto del padre como de la madre serían censuradas si fuesen reproducidas en la gran pantalla. Por todo ello, creo que los tebeos de Zipi y Zape no son adaptables – si se intenta ser fiel – al cine. A la que se plantearon la adaptación en Zipi y Zape y El Club de la Canica estoy seguro que tuvieron en cuenta todas estas cosas, y optaron por soluciones cuestionables pero inteligentes. Los padres se dejaron de lado al internar a los niños en una escuela de verano, los trajes se justificaron gracias a la incorporación del internado, y el gamberrismo, en vez de abandonarse, se convirtió en el eje conductor de la película. Las bromas de Zipi y Zape son lo único que no se puede suprimir de los personajes. Hacer que un film gire en torno a ellas (o, al menos, que sea un elemento clave de éste y, encima, estén justificadas), borra cualquier atisbo irrespetuoso que nos pudiéramos encontrar. Da igual que las cosas sean diferentes, la esencia está ahí. Zipi y Zape están ahí. Su actitud, también. No podemos pedir más.

– Sobre la historia. Sin duda alguna, este es uno de los puntos fuertes del film. Se parte de la base de unos personajes tópicos y estereotipados, lo cual es adecuado dado el público al que va dirigida la película. No sería conveniente que diesen muchas dimensiones a los personajes cuando la historia en sí es bastante complicada. Zipi y Zape y El Club de la Canica narra las aventuras de sus protagonistas y dos amigos, con quienes forman un club para luchar contra la tiranía del director del internado. La cuestión es que muy pronto se descubre que en la escuela no es oro todo lo que reluce. Al contrario, pasan cosas muy raras… y todo ello desemboca en un misterio que los chicos del Club de la canica tendrán que desvelar pos sí mismos mientras huyen de sus enemigos. Nos encontramos ante una historia casi detectivesca de la vieja escuela, en la que se van descubriendo las cosas paso a paso, pero a la vez se mezcla con aventuras de todo tipo que no hacen más que agrandar una historia que, ya de por sí, tiene más argumento que las que vemos los adultos. Y lo mejor de todo es que el uso del ritmo narrativo es perfecto. En Zipi y Zape y El Club de la Canica suceden cosas, y a cada momento. No hay lugar para el aburrimiento. A la que crees que se ha solucionado algo, zas, aparece alguien con un nuevo misterio y te sorprende. No es hasta el final de la película que encontramos la resolución definitiva, así que olvidáis de esos cinco minutos de respiro. No existen. Si además tenéis la suerte de ser de la edad de los protagonistas y os sentís identificados con ellos, acabaréis maravillados con el film.

– Sobre los decorados y el aspecto técnico. La ubicación de Zipi y Zape y El Club de la Canica es simplemente genial. El colegio y los decorados son perfectos, y generan un ambiente que es ideal para la historia que están narrando. El único punto negativo de la elección de decorados es que son muy lúgubres, y eso significa que los más pequeños pueden llegar a pasar miedo con el visionado del film. Por lo tanto, no considero que sea un producto para todos los públicos. Por otro lado, los aspectos técnicos, tanto de fotografía como de efectos especiales, son casi perfectos. Si alguien me dijese que Zipi y Zape y El Club de la Canica es una producción de Hollywood podría habérmelo llegado a creer (de no tener ningún conocimiento sobre los personajes, etc.). Lo curioso es que gran parte de los efectos especiales se centran en elementos de la cultura Steampunk, de manera que vemos automatismos por doquier. Tal como está configurado el film, los añadidos steampunk son un plus que engrandecen la historia y, además, se tratan sabiamente (ya que aparecen según el ritmo de la historia, es decir, a medida que se acerca el final, los efectos son cada vez más espectaculares… sirven para llegar al clímax. Nota: lo que pasa con la estatua del final me dio miedo hasta a mí). Por lo tanto, nos encontramos con decorados y efectos que van a la par de la historia. Sirven a las necesidades de esta y, aunque estén ahí para sorprender al espectador, no son esclavos del efectivismo.

– La parte negativa. Ya introduje que hay tres cosas puntuales que no me gustaron. La primera es uno de los pocos fallos del guion (un personaje desaparece de una manera extraña y no se explica bien qué fue de él hasta su reaparición). Otra es una escena de maltrato animal (y encima a un perro), que también sirve a las necesidades de la historia, pero seguro que podrían haber encontrado una solución más respetuosa con los canes. Y la tercera… Zipi y Zape y El Club de la Canica tiene referencias a otras películas y dado que es una mezcla del género de pandilleros y del de bromistas, encontramos guiños a films inofensivos como The Goonies y a otros no tanto… Sin ir más lejos, una de las escenas de bromas está sacada de Loca academia de policía y lo que se ve es discutible. La película que nos ocupa utiliza gracias más o menos blancas pero los adultos las leemos según las referencias que tenemos, y si bien los niños no habrán visto ni la saga de los Albóndigas, ni Porky’s ni American Pie ni tantas obras de universitarios cuestionables, nosotros sí. Y no es bueno comparar Zipi y Zape con esos títulos.

Conclusiones: Zipi y Zape y El Club de la Canica es una película redonda, bien redactada, bien ejecutada. Tiene sus puntos negativos, como todo, pero son pocos y están muy bien localizados. Si sois adultos, seguramente no la disfrutaréis tanto como deberíais, pero si sois niños, diréis lo mismo que mi sobrina cuando le pregunté «¿te ha gustado?». Su respuesta fue. «sí, mucho». Esas dos palabras son más representativas que todo lo que he escrito antes.

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