#ZN Cine – Crítica de Trumbo: La lista negra de Hollywood, de Jay Roach

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Dirección: Jay Roach
Guión:John McNamara (basado en el libro «Daltón Trumbo» de Bruce Cook)
Música: Theodore Shapiro
Fotografía: Jim Denault
Reparto: Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, Louis C. K., Michael Stuhlbarg, David James Elliott, Roger Bart, J.D. Evermore, Mark Harelik, Peter Mackenzie, Toby Nichols, Becca Nicole Preston, Elijah Miskowski
Duración: 124 minutos
Productora: Groundswell Productions / Inimitable Pictures / ShivHans Pictures
País: Estados Unidos

 

El último fin de semana del mes de abril ha traído a las salas cinematográficas españolas el estreno de Trumbo: la lista negra de Hollywood, el filme que relata la historia del guionista Dalton Trumbo y las consecuencias de su oposición a la caza de brujas orquestada en Norteamérica en los albores de la guerra fría.

Don Dalton fue uno de los llamados “diez de Hollywood” que se opusieron a declarar ante el Congreso estadounidense cuando la comisión correspondiente de dicha cámara les citó para que hicieran frente a las acusaciones de pertenencia al partido comunista. La URSS había dejado de ser el aliado circunstancial de la Segunda Guerra Mundial. La película se inicia cuando el proceso de detección de presuntos quintacolumnistas ha sumido al país en una paranoia alimentada por los sectores más conservadores. La industria del cine se convierte rápidamente en blanco de una persecución inquisitorial donde se aplica la premisa de que cualquier persona sospechosa de pertenencia a la órbita roja obra al servicio del oro de Moscú. Trumbo no ocultó sus simpatías ni su ideología, pero oponiéndose a lo que consideraba un atropello a los derechos fundamentales, pagó con la cárcel su oposición a las maneras congresuales y con el ostracismo profesional el sambenito que el ala ultraconservadora de la industria le endilgó.

Los compases iniciales de la película presentan el clima de «rojofobia» que se adueña de la sociedad estadounidense. El protagonista es presentado como un hombre que no tiene inconveniente en hacer valer sus convicciones, sin que hasta ese momento las mismas le hayan producido más inconvenientes que algún encontronazo y unas cuantas enemistades. El éxito profesional está a punto de convertirle en el guionista mejor pagado de la industria, cuando la evolución política estadounidense le coloca en el centro de la polémica. De la noche a la mañana, se convierte en un paria al que antiguos amigos vuelven la espalda y cuya familia se convierte en un colectivo de apestados.

La cinta focaliza en la persona de Dalton Trumbo el drama de todas aquellas personas que, por sus convicciones políticas, perdieron libertades, haciendas y amistades. Su historia es una más de las múltiples que se contaron cuando se llevó a cabo una purga en nombre de la persecución de las actividades antiamericanas, y aquí se cuenta con unas oportunas dosis de humor. Sin embargo, hay que valorar especialmente el valor divulgativo del filme, al encajar multitud de imágenes procedentes del archivo histórico. Así, uno de los primeros compases de la película presenta la visita que Humphrey Bogart y Lauren Bacall hicieron a Washington para expresar su apoyo a la industria del cine y a los diez de Hollywood. Una imagen nada casual, porque aquel comité en defensa de la primera enmienda incluía a Edward G. Robinson, ilustre intérprete de papeles en el cine negro que tiene un papel destacado en la trama. El séptimo arte es una poderosa arma propagandística y ninguno de sus integrantes es ajeno a la batalla ideológica. Trumbo y su colegas de izquierdas se enfrentan abierta y dialécticamente con ilustres representantes del ala conservadora como John Wayne (representado aquí como un señor que efectivamente, hacía de sí mismo en sus filmes) o la inmisericorde columnista Hedda Hopper. Al mismo tiempo, son objeto de una breve pero lapidaria descripción las relaciones entre las élites estadounidenses y los gerifaltes empresariales del celuloide. Pese a su destacada posición, personajes como Luis B. Mayer no dejan de ser emigrantes recién llegados al país y, más importante, de religión judía. El mito del comunismo como creación sionista (explotado notablemente por la ultraderecha con referencias a la URSS como der ewige Jude) y el antisemitismo que palpita bajo la piel del conservadurismo blanco, anglosajón y protestante sirven para que los principales estudios incumplan los contratos celebrados con la decena maldita y les dejen en un forzoso paro.

La segunda mitad del filme presentan a un Trumbo que lucha por seguir haciendo lo que mejor sabe hacer: escribir. Los trucos para mantener a su familia siendo un paria en la meca del cine constituyen una sucesión de escenas divertidas, donde queda muy patente el tono en el cual se han elaborado los diálogos de la cinta: una sucesión de frases para la posteridad que se colocan en la boca del propio don Dalton y de las personas con las que se relaciona: el director Otto Preminger, el actor Kirk Douglas, sus colegas de destierro, sus compañeros de cárcel… pequeñas historias de la historia del cine estadounidense.

El punto fuerte de la película está en las interpretaciones y en la caracterización de los personajes protagonistas. Empecemos con Bryan Cranston, que se hizo acreedor de la nominación al óscar al mejor actor (y que no pudo alzarse con él porque en esta ocasión la industria decidió pagar la deuda que tenía, pendiente y morosa, con Leonardo DiCaprio). Don Bryan nos presenta a un Trumbo mordaz, irónico y obsesionado que soporta con un variable estoicismo las pruebas a las que les somete su convicción. Junto a él tenemos un ramillete de profesionales ante los que hay descubrirse: Diane Lane (la fuerte y abnegada Cleo, esposa del escritor); Michael Stulhbarg (el carismático Edward G. Robinson, que representa aquí al colectivo de quienes empezaron apoyando a los diez y acabaron dándoles la espalda o peor); Helen Mirren (magistral en su representación de la cruel y despiadada Hedda Hopper); David James Elliott (que se las tuvo que ver con el papel y la papeleta de ser John Wayne); Louis C. K. (actuando como el guionista Arlen Hird, colega y conciencia crítica de Trumbo); y por último, pero no por ello menos importante, el gran –literal y metafóricamente- John Goodman (como Frank King, el productor de películas basura que dio cancha a los apestados). La caracterización gana puntos cuando entran en escena Otto Preminger (interpretado por Christian Berkel) y Kirk Douglas (representado por Dean O’Gorman). Aunque todos salen bastante más guapos de lo que eran, hay que destacar la credibilidad que transmiten.

Desde el punto de vista técnico hay que destacar la adecuada fusión entre filmaciones históricas y fragmentos de otros filmes en el metraje de la película, que redunda nuevamente en la función documental que adereza la cinta. Las comparecencias ante el comité encargado de valorar las actuaciones antiamericanas permiten ver en acción a destacados protagonistas de la historia reciente como Richard Nixon o Ronald Reagan. La caza de brujas arruinó muchas carreras pero impulsó otras, que se alzaron con la más alta magistratura, lo cual impone la necesaria reflexión sobre los intereses menos evidentes que se movían bajo la persecución de todo aquello que oliera a comunismo.

En conclusión, hay que destacar el hecho de que se trata de una cinta bien realizada y con un reparto sobresaliente que cuenta una historia bien conocida pero que conviene no olvidar, por aquello de que pueda repetirse en otros contextos y lugares.

  Dirección: Jay Roach Guión:John McNamara (basado en el libro «Daltón Trumbo» de Bruce Cook) Música: Theodore Shapiro Fotografía: Jim Denault Reparto: Bryan Cranston, Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, Louis C. K., Michael Stuhlbarg, David James Elliott, Roger Bart, J.D. Evermore, Mark Harelik, Peter Mackenzie, Toby Nichols, Becca Nicole…
Dirección - 7
Guión - 8
Reparto - 9
Banda sonora - 6.5
Aspecto visual - 9.2

7.9

Vosotros puntuáis: 9.8 ( 1 votos)
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AlbierZot
AlbierZot
Lector
2 mayo, 2016 11:07

Una película que crece a ritmo exponencial, repleta de momentos y diálogos impagables como la visita de Otto Preminger:

Aviso de Spoiler

Otto: Es para una adaptación de «Éxodo», la novela. ¿La ha leído? Un Best Seller, una mierda casi perfecta.
Trumbo: Pero entre sus páginas, se esconde una buena historia…
– No tengo ni idea. Pero tengo a Paul Newman.

thorback
thorback
Lector
2 mayo, 2016 11:15

Interesante película y critica que invita a ir al cine, sin revelar nada que no sea historia.

Jose Maria Vicente
Autor
2 mayo, 2016 12:59

Le daré una oportunidad entonces, aunque me gustaría saber cómo tratan el lado «oscuro» de Trumbo, a quien le molaba Joseph Stalin. (Y los hay que dicen que apoyó a los nazis en su momento porque eran «amigos de Rusia). Pero en cualquier caso, lo de la lista negra es indefendible y ahí me parece muy bien que Trumbo se opusiera a esa persecución.

Jose Maria Vicente
En respuesta a  Luis Javier Capote Pérez
2 mayo, 2016 23:05

Le echare un vistazo a ese libro 😉

hammanu
hammanu
Lector
2 mayo, 2016 13:25

Mucha gente que apoyaba el comunismo en esa época y por falta de información de primera mano podían apoyar a Stalin, pero si hubieran estado en la URRS de la época se hubieran echado temblando para atrás. Una cosa es la ideología y después la «puesta en practica» de los gobiernos. Gente como Orwell, Dos Passos y mas al conocer bien el panorama criticaron las dictaduras comunistas.
Me ha encantado la critica y visionare el film, que tiene una buena pinta.

Jose Maria Vicente
En respuesta a  hammanu
2 mayo, 2016 14:31

Totalmente de acuerdo. No quiero que pongan a Trumbo como un monstruo sin sentimiento (porque no lo era), pero tampoco que pasen por alto que, bueno, era como era.