Corría el año 1974 cuando el mundo del cine de terror estadounidense se vio considerablemente convulsionado por el estreno de una pequeña producción (a penas 140.000 dólares de presupuesto) del género que algunos entendidos del medio tildaron de sádica, enfermiza o cruel. Hablamos como no podía ser menos de La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre). Los precursores de dicho éxito, que se convirtió en una de las películas independientes más rentables del celuloide americano y recibió el beneplácito de gran parte de la crítica, fueron dos amigos nacidos en Texas llamados Tobe Hooper y Kim Henkel. El largometraje se adhería, y mejoraba, ese tipo de horror movies al que había ido dando forma unos años antes en el país de las barras y estrellas el cineasta Wes Craven con films como La Última Casa a la Izquierda o Las Colinas Tienen Ojos, una visión del género epidérmica, cercana, desgarradora y por ello más creible y realista, ya que es mucho más inquietante pensar que nuestro vecino de la casa de al lado pueda ser un asesino descerebrado que intentar dilucidar si en nuestro hogar habitan fantasmas, demonios o seres extraterrenales que para entonces ya estaban considerablemente sobreexplotados dentro de la ficción filmada.
La Matanza de Texas se rodó en condiciones infrahumanas en un verano caluroso, con un equipo escueto, medios no más holgados y actores que pasaron un calvario (sobre todo la recientemente fallecida Marilyn Burns) durante su producción. La dirección y producción recayó en Tobe Hooper y el guión lo co escribió a cuatro manos con Kim Henkel, este último tomando también las labores de productor asociado. Pero los aciertos de The Texas Chainsaw Massacre nacieron precisamente de sus defectos, como el rodar la película en formato 16mm para luego inflarlo a 35mm que le confería un tono de documental sucio, árido, cortante y malsano. El film de Hooper y Henkel no era un típico slasher en el que sus víctimas iban cayendo una a una a manos del icónico Cara de Cuero y sus familiares, era el retrato de una América profunda, nacida y arraigada durante la depresión de los años 30 y que por culpa de su aislamiento vive anclada en otra época como detenida en el tiempo, son seres salvajes entregados al sadismo y la antropofagia que representan el lado más visceral y primario del ciudadano americano. Tobe Hooper sabe sacar partido a este concepto con una puesta en escena que arranca los fotogramas como si fueran trozos de piel desgarrada eclosionando todo en un clímax final en el que la realización técnica, la dirección de actores, el uso del diseño de producción y los efectos de sonido consiguen uno de los pasajes más angustiosos y exasperantes de la historia del cine convirtiendo la cámara en un ser viviente testigo de aquellos crímenes inspirados lejanamente en la historia del asesino en serie Ed Gein, apodado el carnicero de Plainfield.
A mediados de los años 80 La Matanza de Texas ya era un clásico del género, pero Tobe Hopper comenzaba su decadencia como director que por desgracia le ha acompañado hasta nuestros días. Después de que Steven Spielberg le encomendara la dirección de la exitosa Potergeist (con sempiterna polemica sobre la autoría de su trabajo), Hopper encadenó varios fracasos de taquilla como Fuerza Vital e Invasores de Marte que le obligaron a mirar hacia atrás. Asociándose con la célebre Cannon Films de Menahen Golam y Yoram Globus decidió realizar una tardía secuela de su primer gran éxito, pero con ciertos cambios con respecto a aquel. Todo con la intención de reverdecer unos laureles que le permitieran recuperar el favor del público que estaba perdindo gradualmente. La Matanza de Texas 2 era una continuación que trataba de anclarse en cierto humor o parodia que nada tenía que ver con la cinta primigenia. El resultado es un desastre vergonzante que volvió a ser un fracaso (Hooper lo achacó a lo que los productores hicieron con su obra en la sala de montaje) y que parecía tener como única misión degradar, insultar y defecar en todo aquello que había hecho a La Matanza de Texas una obra maestra. Desde una puesta en escena desmesurada, un diseño de producción totalmente desperdiciado, un Cara de Cuero convertido en un pervertido y un Dennis Hooper desatado como nunca todo dio al traste con esta innecesaria secuela que, aunque a día de hoy tiene una considerable horda de fans, parece mentira que saliera de la mano del autor que rodó 12 años antes el film original.
Curiosamente tuvieron que desvincularse tanto Kim Henkel como Tobe Hooper de la franquicia para que la creación de nuevas secuelas de La Matanza de Texas mejorara, pero considerablemente poco. El director Jeff Burr y el guionista David J Schow fueron los encargados de ponerse al frente de Leatherface: The Texas Chainsaw Massacre III una nueva entrega de los crímenes de Cara de Cuero y sus parientes que obviaba (sabiamente) todo lo acontecido en la segunda parte para volver al tono oscuro y mórbido de la primera entrega. El problema es que los dos responsables del film no arriesgan en ningún aspecto y quieren ser tan escrupolósamente fieles a la cinta de 1974 que no aportan nada original o lacerante a la historia más allá de dar un rol de considerable perversidad moral a la niña pequeña de la familia. Hay buenas intenciones en el film como recuperar ese núcleo familiar depravado desde las mismas ráices que le dieron forma o volver a dar un rol de monstruo inhumano a Cara de Cuero pero la mojigatería de las escenas de violencia (todo apunta que por culpa de la censura a la que los productores sometieron al montaje de la película) y cagadas como el papel de un por entonces primerizo Viggo Mortensen dieron al traste, una vez más, con la idea de rodar una secuela que dignificara el recuerdo de la primera película de Tobe Hooper. Pero el problema más grave era que lo peor estaba por llegar.
En el año 1994 algo terrible se disparó en la mente de Kim Henkel cuando decidió lavar la cara a la franquicia con una especie de reinicio de la misma que él se ocuparía de escribir y dirigir sin la cooperación de su socio Tobe Hooper. La Matanza de Texas IV: La Nueva Generación, que estaba protagonizada por unos por aquel entonces tan jóvenes como desconocidos Renée Zelweger y Matthew McConaughey, supuso el punto más bajo, no sólo de la franquicia, sino también de las peores secuelas del género de terror confirmándose como uno de los films más nefastos de la década de los 90. Esta cuarta entrega es un despropósito que ya no hay por donde cogerlo con momentos nefastos, elecciones que nadie en su sano juicio hubiera dejado tomar como convertir a Cara de Cuero en un asustadizo travesti que sólo sabe huir de sus víctimas o llenar la historia de personajes que más que miedo producen vergüenza ajena. Como es lógico esta última entrega de la saga original dilapidó el poco prestigio que le quedaba por aquel entonces a La Matanza de Texas obigándola a dormir el sueño de los justos durante casi 10 años, hasta que a principios de la década pasada Hollywood empezó a ver el filón que había con los remakes de clásicos del cine de terror (Amanecer de los Muertos, Las Colinas Tienen Ojos, La Última Casa a la Izquierda) y la obra maestra de Tobe Hooper no iba a quedarse sin su revisión contemporánea.
Fue el famoso y polémico director Michael Bay con su productora Platinum Dunes, asociado a su vez con los mismos Tobe Hopper y Kim Henkel, el impulsor del remake de La Matanza de Texas, escrito por el norteamericano Scott Kosar (guionista experto en remakes del cine de terror como muestra su labor en The Crazies o The Amityville Horror) y dirigido por el realizador alemán Marcus Nispel. El largometraje resultante fue un magnífico reinicio para la saga que, quedándose a años luz de la película original, superaba holgadamente a cualquiera de las secuelas anteriormente comentadas. Una sucísima y sanguinolenta dirección artística, una puesta en escena que remitía por su crudeza a la The Texas Chainsaw Massacre de 1974 (de hecho los productores recuperaron para este reboot a Daniel Pearl, director de fotografía de aquella) y un reparto con secundarios de poderosa personalidad, como R. Lee Ermey interpretando al cabeza de familia de los Hewitt o jóvenes víctimas de muy buen ver como Jessica Biel, Eric Balfour o Erica Leershen sirvieron para dar consistencia a este meritorio producto que por sus hallazgos, homenajes a la saga que extendía y visceralidad conceptual o formal aventuraba a un cineasta muy prometedor que finalmente demostró ser un mercenario del montón moviéndose entre remakes varios como Conan: El Bárbaro, Viernes 13 o Pathfinder: El Guía del Desfiladero.
El remake de The Texas Chainsaw Massacre (titulado en España La Matanza de Texas 2004, ya que a nuestras pantallas llegó al año siguiente de su estreno en Estados Unidos) fue, en líneas generales, un éxito de crítica y público, de modo que nuestro amigo Michael Bay no quería dejar pasar la oportunidad de seguir explotando la gallina de los huevos de oro un poco más. Tres años después su productora Platinum Dunes, asociada con New Line Cinema, tomó una historia de David J Schow (recordemos, guionista de Leatherface: The Texas Chainsaw Massacre III) contrató al guionista Sheldon Turner (X-Men: Primera Generación, Up in the Air) para reescribirla y al cineasta mercenario Jonathan Liebesman, que tan pronto rueda Ira de Titanes como Ninja Turtles, para gestar una precuela del remake. La Matanza de Texas: El Origen tenía lugar antes de lo acontecido en el film de Marcus Nispel y no sólo nos relataba el nacimiento de Thomas Hewitt (Cara de Cuero) también narraba cómo fue la primera vez que la familia de matarifes caníbales asesinaron a personas inocentes. Aunque bastante vapuleada por la prensa especializada esta protosecuela era una continuación en tono y estética de su predecesora aunque acentuando la violencia (aquí la hemoglobina corre a raudales) y enfatizando en carácter enfermizo de los personajes dando como resultado un producto estimable y que al igual que la versión de 2003 es más digna heredera de cinta de Tobe Hooper que cualquiera de las secuelas de aquella.
Si a principios de la década pasado Michael Bay aprovechó el tirón de los remakes de películas de terror para gestar el de La Matanza de Texas en los inicios de la que nos ocupa lo que estaba de moda era el revival de un mejorado (pero todavía bastante vacuo) 3D que volvió a ponerse de moda gracias al sonadísimo estreno de Avatar, de James Cameron y el productor Bob Kuhno y nuestro amigo Kim Henkel (casi enemigo a estas alturas ya) los que decidieron explotar el filón junto a Lionsgate. La idea fue ignorar todos los films (tanto las secuelas de la saga original como el remake y su precuela) excepto el primigenio de Tobe Hooper, de la que esta Texas Chainsaw 3D es continuación directa. El guión lo escribieron por Adam Marcus, Debra Sullivan, Kristen Elms y Stephen Susco y de ponerse detrás de las cámaras se ocupó el poco conocido John Lussenhop. El resultado es un film bien resuelto que aunque no está a la altura de las dos anteriores entregas, una vez más, deja en evidencia las tres secuelas rodadas durante la segunda mitad de los 80 y la primera de los 90. El aroma a cinta ochentero rodada para enfatizar el 3D (imposible no pensar en Viernes 13 Parte 3, de Steve Miner) la casquería que regala algunos momentos destacables y la presencia de la atractiva Tania Raymonde y la despampanante Alexandra Daddario hacen el resto para que esta última entrega caiga en gracia y con ello haga que merezca la pena su visionado.
Lo último que sabemos de esta interminable saga de películas es que se está preparando otro film titulado Leatherface que narrará la adolescencia del personaje principal de la saga. Los responsables de llevarla a imágenes son el guionista Seth M. Sherwood y el dúo de cineastas franceses Alexandre Bustillo y Julian Maury, autores de esa memorable brutalidad gala titulada À l’intérieur, pero también de la olvidable y decepcionante Livide, de modo que no sabemos exactamente qué esperar de esta enésima cinta relacionada con una franquicia iniciada por una única e indiscutible obra maestra que ha influido en toda una generación de cineastas como Alexandre Aja (Alta Tensión), Rob Zombie (La Casa de los 1000 Cadáveres), Eli Roth (Cabin Fever), Xavier Gens (Frontera(s)) o Fabrice Du Welz (Calvarie). Un retrato de una América perdida en el sur más profundo de la nación en el que una familia atrofiada por un instinto cavernario y endogámico más viejo que el país mismo espera agazapada a la acecho de su nuevo grupo de víctimas, aquellas venidas de una gran ciudad con ideas sobre hippismo, paz y amor que son todo lo que esta horda de rednecks odian con toda su alma, ya que el progreso les es tan ajeno como toda la vasta tierra que hay más allá de esa tierra en el que nacieron, se asentaron y con toda seguridad les matará de la manera más brutal posible, como dicta su sádico y antropófago estilo de vida.
Las crímenes en cómics de Cara de Cuero y sus familiares comenzaron en 1991 cuando la editorial Northstar Comics se hizo con los derechos del guión original que David J Schow había escrito para Leatherface: The Texas Chainsaw Massacre III y del que los productores parecer ser que habían, como hemos comentado unos párrafos más arriba, cercenado bastante violencia explícita del corte final para cines. El guión fue adaptado por Mort Castle y dibujado por Kirk Jarvinen en el primer número y Guy Burwell en el resto. Las ventas fueron bastante decentes (30.000 copias) y Northstar Comics intentó sacar adelante nuevos trabajos con La Matanza de Texas con autores como Tim Vigil (Faust: Love of the Damned) o Vince Locke (Una Historia Violenta) implicados en su desarrollo, pero nunca salieron adelante. Sería la editorial Topp Comics la siguiente en hacerse con los derechos de la franquicia en 1995, cuando ya se había estrenado la nefasta La Matanza de Texas IV: La Nueva Generación. Allí la producción sería más bien escueta aprovechando únicamente a Cara de Cuero para que compartiera con el Jason Voorhes de Viernes 13 un crossover de sólo tres números titulado de manera harto original Jason vs. Leatherface con guión de Nancy A. Collins, dibujos de Jeff Buttler y que no se encuentra dentro del canon original de las historias en viñetas de ninguno de los dos roles protagonistas.
Avatar Press sería la siguiente editorial en hacerse con los derechos de explotación de La Matanza de Texas. Dos años después del éxito del remake a manos de Marcus Nispel la casa de Black Summer o Crónicas de Wormwood comenzó a publicar historias protagonizadas por Leatherface pero tomando siempre como núcleo central y creativo esta revisión cinematográfica de 2003. The Texas Chainsaw Massacre Special fue un one-shot escrito por Brian Pulido y dibujado por Jacen Burrows que sirvió de primera toma de contacto con el microcosmos ideado por Tobe Hooper y Kim Henkel añadiendo todos los excesos de violencia y gore que son marca de la casa en Avatar Press. A este número unitario le siguió la miniserie de tres entregas The Texas Chainsaw Massacre: The Grind una vez más con guión de Brian Pulido pero en esta ocasión con Daniel DHR a los lápices narrando la historia de un grupo de chicas que, para su desgracia, cruzan sus caminos con la familia de matarifes antropófagos. Anthony Johnston con el libreto y Daniel DHR repitiendo en el apartado artístico, aunque esta vez alternando su trabajo con Mauricio Dias, fueron los responsables de dar forma a The Texas Chainsaw Massacre: Fearbook, el útimo one-shot que publicó Avatar Press sobre la saga cinematográfica trasladada a las viñetas y que como era tradición estaba protagonizada por incautos que daban a parar a la casa familiar de los Hewitt. Pero la historia relacionada con el arte secuencial de Cara de Cuero no terminaba ahí, ya que sólo dos años después Jim Lee se cruzó con el asesino de la motosierra.
Guión: Dan Abnett y Andy Lanning
Dibujo: Wesley Craig
Edición Original: DC Comics/Wildstorm
Edición España: Planeta Deagostini
Contiene: The Texas Chainsaw Massacre 1 a 6
Formato: Rústica
Precio: 12,95€
Wildstorm es el sello que el dibujante norteamericano de origen coreano Jim Lee creó para la editorial Image que él ayudó a fundar junto a algunos ilustradores como Todd McFarlane, Erik Larsen, Marc Silvestri o Rob Liefeld entre otros cuando estos dejaron una Marvel Comics por la que no se sentían valorados cuando eran los responsables de las brutales ventas de colecciones como The Amazing Spider-man, Uncanny X-Men o X-Force. En 2007 cuando el sello del autor de Superman: Por el Mañana o Batman: Silencio ya pertenecía a DC Cómics, Wildstorm se hizo con los derechos de los cómics inspirados en La Matanza de Texas que Avatar Press acababa de perder un año antes. En 2007 Wildstorm puso en circulación una miniserie de seis números escrita por los dos niños mimados del universo cósmico de Marvel Cómics, los británicos Dan Abnett y Andy Lanning que comenzaron a colaborar juntos en la añorada Marvel UK con la colección Death’s Head II, ilustrada por Liam Sharp, y que en los últimos años reinventaron a personajes como Thanos de Titán, Nova o unos renovados Guardianes de la Galaxia que son los que James Gunn tomó como inspiración para llevar a imágenes la exitosa adaptación cinematográfica de Marvel Studios. Para el dibujo el elegido fue Wesley Craig, dibujante conocido por colecciones como Touch o Deadly Class. La historia tiene lugar inmediatamente después de lo acontecido en el remake de 2003 a manos de Scott Kosar y Marcus Nispel y el resultado es uno de los mejores trabajos en viñetas inspirados en una saga cinematográfica con unos resultados que en varias ocasiones incluso superan a todas las secuelas, precuelas y derivados de la cinta de Tobe Hooper estrenada en 1974, esta sí, intocable incluso para esta breve colección de cómics que nos ocupa.
La historia de Dan Abnett y Andy Lanning se bifurca en dos subtramas que en la recta final de la serie convergerá en una sola. Por un lado un grupo formado por los agentes del FBI, Hooper, Henkel, Baines y Bond se dirigen al célebre pueblo de Fuller para investigar los distintos casos de asesinato relacionados con la familia Hewitt, siendo uno de los federales, Baines, el tío del personaje de Pepper (la chica interpretada por Erica Leershen que cae muerte a manos de Cara de Cuero y su motosierra en el remake de 2003) y buscando por ello venganza contra los asesinos de su sobrina. Por otro lado seguimos la pista de Kim Burns, Marcus y Karla, un equipo de tres periodistas televisivos que buscan información de primera mano de todo lo relacionado con los ya mencionados crímenes sucedidos unos meses antes en la localidad y que han dado la vuelta al estado por su salvajismo. Finalmente representantes de la ley y reporteros de informativos se encontrarán con lo que buscan cuando Thomas Hewitt y el resto de los componentes de su disfuncional familia se crucen en su camino convirtiendo la odisea de todos ellos en una nueva masacre llena de muerte, caos, litros de sangre y vísceras.
Al arranque de la historia, ya en el primer número de la colección, ideas como llamar a los personajes con nombres o apellidos (Hooper, Henkel, Marcus, Burns) de personalidades vinculadas con la saga cinematográfica de La Matanza de Texas o la transcripción exacta del monólogo de introducción del film de 1974 con la voz del actor John Larroquette a manos del personje de la reportera Kim hacen esperar lo peor al lector. Todo apunta a ser una descarada dosis en vena de fandom y referencialidad localista para satisfacer únicamente a los seguidores de la franquicia ideada por el director de Salem’s Lot en 1974. Por suerte el espejismo tarda poco en desaparecer y la confirmación de que estamos ante un trabajo de calidad no tarda en coger forma para suerte de los compradores del producto. Llama la atención que un dúo de guionistas como Dan Abnett y Andy Lanning curtidos en temáticas que poco tienen que ver con el slasher o bodycount fílmico de corte clásico no sólo sepan controlar los resortes narrativos para sacarlo adelante con una profesionalidad intachable en un medio distinto al cinematográfico sino también que sean conocedores profundos de la franquicia audiovisual que sirve como núcleo central de la historia y que ellos saben explotar hasta cotas pocas veces alcanzadas en las distintas entregas de la franquicia.
Posiblemente el origen británico de los dos guionistas es el que les permite no sólo abordar de una manera más distante, al menos en el plano ético y moral, lo que están contando sino también exponer en viñetas la historia con un afán crítico y nada complaciente que por otro lado nunca ha ocultado la serie de películas iniciada en los años 70 pero que aquí se ve enriquecido y expandido. Los autores por boca del personaje de Henkel reflexionan sobre cómo esta familia nacida en la época de la depresión se ha visto aislada por la carestía económica, la endogamia y un estado de aislamiento de un mundo moderno del que reniegan y al que, literalmente, prefieren devorar. Toda una metáfora de una tierra como Estados Unidos que trata de dar una imagen de orden e integridad como país cuando en su interior, al igual que en naciones de cualquier continente, anidan personas que son capaces de llevar los actos más inenarrables por motivos como el racismo, el extremismo religioso o el miedo a lo desconocido venido del exterior. Pero los guionistas de Guardianes de la Galaxia van más allá e implican a todo el pueblo de Fuller en los furtivos actos criminales de la familia protagonista dando a los miembros de dicha comunidad el rol de cómplices y consentidores de todos los asesinatos a sangre fría que los Hewitt llevan años llevan a cabo. Una sociedad que con el único fin de guardar las apariencias y no interponerse en el camino de estos matarifes descerebrados hacen la vista gorda dejando que campen a sus anchas a la hora de capturar forasteros despistados que tienen la desgracia de caer en sus garras.
Aunque Dan Abnett y Andy Lanning saben captar el tono de la saga, perfilar personajes con por los que sentimos un mínimo interés cuando caen a merced de los Hewitt y ofrecernos puntuales datos íntimos de varios de los miembros de la ya mencionada familia que consiguen desarrollar un poco más sus personalidades que sólo fueron apuntadas en las películas de 2003 y 2006 es la ayuda del dibujante Wesley Craig la que da el último impulso a la letra de los británicos para trasladar esta La Matanza de Texas del siglo XXI a las viñetas. Aunque en principio el autor de Touch no parece tener el estilo oscuro y macabro para llevar las riendas de un trabajo como The Texas Chainsaw Massacre en pocas páginas se hace con la estructura de viñetas imprimiendo una visceralidad cortante y un dinamismo en los momentos de violencia física que se va recrudeciendo página a página. Los momentos clave en los que la convergencia entre la narración de guión e ilustración es total, los pasajes en los que argumento y apartado artístico se unen en un sólido todo son, por un lado, el del asesinato de Karla expuesto desde el punto de vista de la víctima en seis páginas construidas sobre diez viñetas y una splash page final que son un prodigio de secuenciación y por otro el de la ¿violación?, también abordada desde la objetividad del personaje de Henkel y que remite por su construcción y y trazo a la onírica y demoníaca escena de sexo de La Semilla del Diablo (Rosemary’s Baby) de Roman Polanski. Dos momentos clave que sintetizan y condensan todos los logros de un cómic muy a tener en cuenta.
Tras esta The Texas Chainsaw Massacre el sello Wildstorm siguió editando material como The Texas Chainsaw Massacre: Cut!, un número especial con guión de Will Pfeifer y dibujo de Stefano Raffaele situado 30 años después del primer film, otro titulado The Texas Chainsaw Massacre: About a Boy,en el que volvían Dan Abnett y Andy Lanning para que el ilustrador Joel Gomez trasladara su argumento al papel y que narraba la adolescencia de Cara de Cuero antes de lo acontecido en la película La Matanza de Texas: El Origen, The Texas Chainsaw Massacre: Hoyt, By Himself, un one-shot a manos de, una vez más, Abnett y Lanning y recuperando los lápices de Wesley Craig protagonizado por el personaje de Charlie Hewitt/Sheriff Hoyt al que dio vida R.Lee Ermey en las versiones cinematográficas de 2003 y 2006 y por último The Texas Chainsaw Massacre: Raising Cain, una miniserie de la que se encargaron Bruce Jones y Chris Gugliotti que relataba la relación entre dos miembros de la familia Hewitt llamados Cain y Abel, hermanos gemelos separados al nacer quedándose el primero a vivir con sus parientes biológicos y criándose el segundo con una familia normal y corriente. Todo un material potencialmente interesante que por desgracia en España no ha visto la luz, pero que confirma que si medios como el cine o el cómic siguen mostrando interés por aquellos personajes que, inspirándose en hechos reales, crearon hace más de cuarenta años Tobe Hooper y Kim Henkel todavía les quedan muchos mórbidos crímenes por perpetrar e incontables vidas que sesgar a base de motosierra, gancho, escopeta o cuchillo de trinchar carne animal
Pues mira que detesto la película, pero me has picado la curiosidad. A lo mejor recapacito y la vuelvo a ver, a ver si por fín encuentro ese algo que todo el mundo excepto yo le ve.
Y el tebeo tiene buena pinta (y la ventaja de no oír los gritos de la tía histérica durante hora y media).
un gran trabajo,juan luís/armin ¡¡.
joerl.es que los 70 dieron toda una larga serie de titulos malrolleros fantasticos.
la original es la leche.un must have,en toda regla del cine de genero.
tambien me flipa mucho otra de la misma decada:la última casa a la izquierda,del wes craven.
La cuarta parte es una de las mayores basuras que servidor se ha echado a la cara jamas. A McConaughey y Zellweger deberían quitarles el Oscar de forma retroactiva por participar en semejante bodrio infecto. 🙂
El problema de la saga es que, por mucho que se empeñen, la historia no da mas de si. Como mucho se puede hacer mas bestia o mas delirante, pero siempre sera lo mismo. La mejor prueba esta en esa ultima entrega protagonizada por Daddario, que incluye un giro argumental sobre Leatherface ridículo se mire por donde se mire.
En mi opinión, la original es una de las mejores películas de terror de la historia. Las secuelas, todas malas e innecesarias.
Tronak: Será un honor si mi artículo te hace revisar una obra que merece mucho la pena, pero que comprendo que no tiene porqué gustar a todo tipo de público.
Frankbanner: La de los 70 fue mi década favorita en cuanto al cine de terror y sí, La Última casa a l la Izquierda fue una obra seminal dentro del género y dando pie a la nueva ola del subgénero rape & revenge que ofreció alguna que otra sorpresa como I Spit On Your Grave, de Meir Zarchi
New Rodro: Es innegable, todas las entregas giran sobre la misma temática que idearon Hooper y Henkel y la cosa no da más de sí, aunque en ocasiones siguen ofreciendo secuelas o derivados interesantes como digo en el artículo y sí, el giro de Texas Chainsaw 3D es un poco rocambolesco, pero a su manera tiene un subtexto interesante.
Mito; Secundo completamente lo primero que comentas, lo segundo con matices.
¡Un saludo y nos vemos en la próxima entrega de la sección!
pues,mira,la de I SPIT IN YOUR GRAVE,no la he visto,pero lo mismo esta noche cae…. 🙂
https://www.youtube.com/watch?v=52gQIGtNSkc
Pero ese es el remake Frank (muy digno, al igual que su secuela I Spit On Your Grave 2) la original en España se tituló (estúpidamente) La Violencia del Sexo. Muy recomendables las tres 😉
ah,o.k.¡¡.
tomo buena nota. 😉