Dirección: George Clooney
Guión: George Clooney, Grant Heslov (libros: Robert M. Edsel, Bret Witter)
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Ohedon Papamichael
Reparto: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, Cate Blanchett, John Goodman, Jean Dujardin, Hugh Bonnevilee, Bob Balaban, Dimitri Leonidas
Duración: ciento dieciocho minutos
Productora: Columbia Pictures / 20th Century Fox
País: Estados Unidos / Alemania
Valoración:
En esta mañana de resaca cinematográfica y con una semana de retraso respecto de mi plan original, me toca hablar de uno de los títulos que han inaugurado el año desde el punto de vista fílmico. La última incursión en la dirección fílmica de George Clooney constituye un homenaje a la labor (desconocida) de quienes intentaron salvar el patrimonio cultural europeo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, así como al género de las películas bélicas. Después de aportaciones tan interesantes como Buenas noches y buena suerte o Los idus de marzo, la nueva cinta de don George, en la que no solamente dirige sino que también co-escribe y actúa, prometía mucho en sus avances, no sólo por la temática abordada sino por el magnífico elenco protagónico reunido. Ver en una misma cinta a intérpretes de la talla de Matt Damon, Bill Murray, John Goodman y Cate Blanchett ya permitía intuir que íbamos a disfrutar de un producto de gran calidad. El hecho de que Clooney se haya caracterizado por imprimir un cuidado esmero en sus distintas producciones también permitía albergar fundadas esperanzas en el resultado final. Veamos qué es lo que ha quedado al final.
La película cuenta la historia de un equipo de siete expertos en diversas áreas relacionadas con el patrimonio histórico-artístico (Restauración, Escultura, Arquitectura, Historia…) que ingresan en las fuerzas armadas de tres de los países aliados (Francia, Reino Unido y Estados Unidos) a iniciativa de Frank Stokes (George Clooney). Stokes convence al presidente Roosevelt de la necesidad de intentar salvar el legado cultural europeo de los desastres de la guerra. La amenaza es doble: por un lado está la destrucción provocada por los combates; por otro la política de saqueo llevada a cabo por parte del III Reich, cuyos jerarcas pretenden imponer un modelo cultural y centralizar la riqueza artística de los territorios conquistados en territorio alemán. La respuesta que recibe Stokes es relativamente positiva: hay luz verde para su proyecto pero pocos recursos y cierta oposición por parte de unos mandos militares que consideran que una obra de arte no vale lo que la vida de un soldado. Paralelamente, el inicio de la trama muestra también el despojo sistemático que personajes como Hermann Göring realizan en la Francia ocupada. Claire Simone (Cate Blanchett), una historiadora de arte, se ve forzada a colaborar con la administración ocupante, mientras secretamente colabora con la resistencia y lleva un catálogo de las obras que los nazis han ido despachando hacia su país de origen. En un momento determinado, ambas tramas confluirán para mostrar otro aspecto de la misión diseñada por Stokes: la devolución a sus legítimos propietarios del patrimonio saqueado.
La película recuerda en su desarrollo a muchos títulos del género bélico: la formación del equipo, el entrenamiento (particularmente cómico para unos hombres que no tienen ni la edad ni la forma física para combatir), la planificación y el desarrollo de la misión, el contacto con la población civil, los apresurados cambios operados por el desarrollo de la guerra… Verla y evocar clásicos como Los cañones de Navarone resulta inevitable. Esas similitudes se vuelven más fuertes gracias a la banda sonora, pues escuchar el trabajo de Alexandre Desplat y pensar en las composiciones de Elmer Bernstein para La gran evasión es todo uno. Es por ello por lo que tengo que repetir la sensación de homenaje a un género que constituyó parte de las superproducciones cinematográficas de antaño. La adaptación fílmica –más o menos floreada- de un pasaje de la segunda gran guerra aportó en los sesenta y setenta un buen puñado de títulos que, más tarde, cineastas como Spielberg o Clooney se han encargado de homenajear. Después llegaría la guerra de Vietnam y con ella otras películas “de guerra” que nada tenían que ver con las anteriores, pero eso queda para otra historia. Volviendo a The Monuments Men, ésta aporta como relativa novedad un “factor civil”, concretado en las relaciones entre el restaurador James Granger (Matt Damon) y la citada Simone. La historiadora gala observa al militar estadounidense con una desconfianza inicial. Después de todo, no estaba muy claro si Francia sería tratada como potencia vencedora, territorio reconquistado o país vencido, y siempre cabía la posibilidad de que la recuperación de los bienes rateados solamente fuera un cambio de manos. Una duelo interpretativo que Clooney repetirá entre los miembros de su equipo al juntar a Richard Campbell (Bill Murray) con Preston Savitz (Bob Balaban), a Walter Garfield (John Goodman) con Jean Claude Clermont (Jean Dujardin) y, en menor medida a su personaje de Stokes con el soldado germano-americano Sam Epstein (Dimitri Leonidas) y el británico Donald Jeffries (Hugh Bonneville). El punto fuerte de la cinta lo constituye, en mi opinión, la distribución por parejas que hace don George y que brinda a la audiencia los momentos más memorables, a veces cómicos, a veces dramáticos, a veces emotivos. Si repasamos una vez más los nombres que componen el elenco protagónico, no es extraño que éstos den empaque a una historia que, desgraciadamente, no termina de cuajar. Un puñado de escenas para recordar (aunque algunas tengan como protagonistas indiscutibles a Bill Murray y John Goodman) no hacen una película memorable.
El filme, que resume en apenas dos horas las vicisitudes de ocho personajes, se queda un poco corto a la hora de profundizar en las múltiples implicaciones de los hechos narrados en las mismas. Así, el gesto simbólico de Granger que permite granjearle la confianza de una reticente Simone resulta ridículo si se ha tenido ocasión de ver cintas como La llave de Sarah. Por otra parte, el contacto del equipo de Stokes con la guerra parece tangencial, dejando aparte momentos muy concretos en los que se plantea otro elemento recurrente del género como es la pérdida de alguno de los miembros del equipo. Con todo, resulta una película entretenida, bien ejecutada que llama la atención sobre esas otras pérdidas irreparables que forman parte de los daños colaterales de una guerra. La destrucción de las obras de arte europeas durante la Segunda Guerra Mundial recuerda inevitablemente a otras más recientes, como el saqueo operado sobre el Museo Nacional iraquí durante la Segunda Guerra del Golfo o la destrucción de los budas afganos de Bamiyán a manos de los fanáticos talibán. En la cinta Clooney muestra cómo los alemanes combinaron ambas formas de barbarie, y da una respuesta a la pregunta que el presidente Truman hace a su personaje: ¿mereció la pena arriesgar –y sacrificar- vidas humanas para salvar esos tesoros? Para Frank Stokes sí (y diría que para don George también, a la vista de su implicación en el filme). Hoy podemos disfrutar del legado que los auténticos “hombres-monumento” lograron rescatar. El Museo Nacional de Irak reabre sus puertas y un equipo germano-japonés se ha embarcado en la tarea de intentar recuperar los budas de Bamiyán. Sea cual sea la respuesta que cada cual tenga a la cuestión, siempre será mejor que la lapidaria “son cosas que pasan” con la que el otrora Secretario de Defensa norteamericano Donald Rumsfeld se refirió al saqueo del patrimonio iraquí en 2003.
Otra de las pegas que tengo que ponerle a la película es el hecho de que se tome tantas licencias artísticas para contar una historia que, según el propio Clooney, ha sido adaptada con un alto grado de verosimilitud. Para empezar, el equipo cuyas aventuras se relatan no estaba compuesto por siete magníficos sino por al menos trescientos hombres. Para seguir, no se trataba de una iniciativa orquestada desde Estados Unidos por un historiador preocupado por la destrucción del rico patrimonio italiano. Existían ya iniciativas similares por parte de los británicos, surgidas cuando la guerra se extendió al norte de África. Para continuar, el tratamiento recibido por el personaje de Blanchett justo después de la liberación resulta excesivamente benévolo. Cancioncillas como “La pelona” (de la que el compositor Lauren Postigo sacó por adaptación “La ramona”) atestiguan ciertas costumbres que se practicaban a guisa de humillación entre las mujeres del bando perdedor. Para terminar, cabe preguntarse si la puntual aparición de las tropas soviéticas (aliadas en aquellos tiempos) obedece a un intento de meter el dedo en el ojo a los rusos, en estos días en los que están a la greña con los yanquis a cuenta de Ucrania. Tal parece que, para los protagonistas, la existencia de un equipo paralelo al suyo es más bien una amenaza equiparable a la de los saqueadores nazis que una misión equivalente a la suya. ¿Eran las compensaciones de guerra que practicaron los soviéticos una forma de pillaje? Si tenemos en cuenta cómo funcionan este tipo de prácticas y que todas las potencias vencedoras las utilizaron, mucho me temo que la mención y el ligero tratamiento de esta carrera de rescates artísticos dan un resultado un tanto frívolo.
En definitiva, The Monuments Men es una película entretenida y bien realizada que tiene más valor por rescatar un pasaje poco conocido por el gran público de la Segunda Guerra Mundial que por la calidad de la adaptación del mismo.
esta pelicula tenia todos los mimbres para convertirse en un gran clasico.en vez de eso,tenemos una pelicula TREMENDAMENTE aburrida hasta el hartazgo.casi dos horas soporiferas.
una pelicula donde no se cuenta nada.donde no pasa nada,y cuando pasa,raya la linea del absurdo(los personajes de jean dujardien y john goodman,rodeados de nazis apuntandoles a dos pasos.bueno,pues a goodman le da tiempo a subir a su coche,arrancar,e ir en ayuda de su amigo frances.pura estupidez).
lo del nazi y su john wayne,»fusilado» de SALVAR AL SOLDADO RYAN.lo de el viejo diciendo ¡heil hitler¡ para cazar a un nazi,»fusilado» de MALDITOS BASTARDOS.lo de matt damon,pisando una mina,»rien de rien»…
solo con deciros que la primera hora de la pelicula se va en reclutar al grupo,y sin una escena que quede en el recuerdo,creo que lo digo todo.un desproposito.
en fin,para que seguir.estoy seguro que teneis cientos de horas en las que emplear vuestro tiempo,antes que en esta chorrada filmada por clooney.alla cada uno.
si de mi dependiese,un firme candidato para los razzie de este año que empieza.lamentable.
y,encima,george cloney compara la pelicula con clasicos como LA GRAN EVASION,o LOS VIOLENTOS DE KELLY.tocate loooos…..
¡ah¡y se me olvidaba.la pelicula traslada la idea de que se debe poner al mismo nivel la perdida de una vida humana con la perdida de una obra de arte.
de traca.
No la he visto, ni probablemente la vea, ya que todo el mundo la pone de flojita como máximo; supongo que por la temática la referencia es una de las mejores películas bélicas de la historia http://www.filmaffinity.com/es/film255129.html una de las obras maestras del gran John Frankenheimer.
Una película que decidí no ver nada más visualizar el tráiler.
Tras leer esta crítica y varios comentarios, me refirmo aún más en no verla.
Hay que recordar que los mayores expoliadores de arte del mundo fueron el Imperio Británico y el Imperio Napoleónico. Una película sobre eso y los intentos de los países expoliados para que les devuelvan el patrimonio robado sí que estaría interesante.
Esta película es la mejor definición que se puede hacer del talento desperdiciado.
Fría, vacía, aburrida e inconexa, deja un regusto raro, el de la típica cinta que se vende por los nombres y poco mas, para mi la mejor (y única) escena, la que mas me apasionó fue la de Bill MUrray llorando ale escuchar la cinta de audio de las nietas.
Monument´s seven.
Magnífica reseña Luis Javier.
Pues la tónica habitual a la hora de hablar de la última película de Clooney como director: desperdiciada, aburrida y también patriotada. Yo de todas formas hubiera ido esta semana a verla si no se hubiera topado La Gran Belleza de Paolo Sorrentino conmigo que degustaré por fin este miércoles.
pues no pensaba ir a verla pero, viendo lo mucho que le ha gustao a frankbanner, me lo estoy replanteando
hombre,the drummer,pues ya que estamos,permiteme que te recomiende una obra maestra absoluta,bastante desconocida por estos lares,y que creo que gustara a la chavalada que se mueve por aqui.
el comic se llama ULTIMATUM,y yadayadayadayada(modo seinfeld on)….
Ultimatum, el comic recomendado por nueve de cada diez dentistas.
jorge,a veces das miedo,tio,je,je…
jorgenexo ha comentado: tengo que elegir entre la desaparición absoluta de la discografía de los Beatles y la vida de, yo que sé, González-Pons, creo que no me lo tendría que pensar mucho.
Ese tío no vale ni el Ob-La-Di, Ob-La-Da. ¡Ni el Revolution 9!
A mí no me ha parecido tan mala.
No sabía que quedasen cosas por contar de la II Guerra Mundial más allá de que murieron 12 millones de chinos.
a ver si el colega de george se porta en su nueva pelicula a estrenar en noviembre,y ofrece de verdad un peliculon que haga olvidar esta.
http://www.nochedecine.com/2013/12/17/nuevas-imagienes-del-rodaje-de-fury-con-brad-pitt-y-shia-labeouf/
grandes encuadres,estupenda fotografia,escenas rodadas con brio,y el futuro baron von strucker.
¿se puede pedir mas?.
http://www.usatoday.com/videos/news/2014/02/21/5712039/