Formato: Nintendo Switch
Edición original: Nintendo – febrero 2018
Edición España: Nintendo – febrero 2018
Diseño: Platinum Games
Uno de los géneros que más me ha llamado la atención, logrando captar mi interés y haciendo que haya consumido unos cuantos títulos del mismo, es el conocido como «metroidvania». Este término, que combina los nombres de las series clásicas Castlevania y Metroid, se ha convertido en sinónimo de un tipo de juego que combina la exploración de un mapeado tirando a extenso, con el combate contra toda suerte de adversarios. La habilidad en el movimiento para el desplazamiento y la lucha, a través de un escenario que se podía recorrer de forma relativamente libre, representada a título de ejemplo en las citadas franquicias de Konami y Nintendo, me ha proporcionado muchas horas de diversión. Sus títulos tienen ese añejo y entrañable sabor a clásico de los ochenta, cuando el software de entretenimiento empezaba a despegar y los juegos de plataformas constituían un género hegemónico. Cuando, hace veinte años, desembarqué en el mundo de las consolas, descubrí otras propuestas -como el rol japonés- pero mantuve los gustos de los tiempos en los que jugaba con ordenadores de ocho bits.
Con la llegada de consolas más potentes, existieron diversos intentos para adaptar este género de exploración y combate a las mismas. Konami lo intentó en varias ocasiones con Castlevania sin que, en mi opinión, se alcanzara el nivel de éxito precedente. Sería CAPCOM, a través de Devil May Cry la compañía que consiguiera un título -luego serie de títulos- en los que se consiguió exitosamente recrear las premisas de este tipo de juegos. Sin embargo, el equilibrio entre investigación del mapeado y combate se fue, progresivamente, inclinando a favor de este último (de forma parecida a lo que se ha visto en otras franquicias nacidas de las consolas) pero no hasta el punto de que la inspiración original quedara totalmente diluida. En las conversaciones de entonces, no era raro escuchar la opinión de que la primera aventura de Dante era el mejor Castlevania que se podía jugar en tres dimensiones. No era extraño porque, después de todo, su director, el diseñador Hideki Kamiya, se había confesado seguidor de la saga Belmont. Este autor, que había trabajado para CAPCOM, participando en algunos de los títulos de referencia de los noventa y los dos mil, participaría posteriormente en la creación de un nuevo estudio, Platinum Games, en el que presentaría una nueva franquicia:
La primera parte de la serie apareció hace casi diez años en X-Box 360 y Playstation 3. En ella, Kamiya vuelca su experiencia en Devil May Cry para presentar un título en el que el combate se vuelve hegemónico y cuya protagonista -la bruja Bayonetta- combina el uso de armas de fuego con la habilidad en el combate cuerpo a cuerpo, la magia y la capacidad para ejecutar ataques especiales. Bajo el estandarte de SEGA, el título se convirtió en una de las sensaciones de la temporada 2009-2010 por lo que, unos años después, vino la inevitable secuela. La hechicera de las gafas y los chupa-chups cargaba nuevamente sus pistolas, para una nueva aventura cuya historia permitiría conocer algo más sobre el personaje y sus orígenes.
La primera novedad que trajo consigo el anuncio de Bayonetta 2 fue la exclusiva de su lanzamiento en Nintendo. La condición multi-plataforma de su predecesor fue cambiada por la salida para la Wii-U en 2014 y, este año, para la Switch. El título ha tenido pues, una segunda oportunidad, trayendo consigo la posibilidad de poder jugar a su predecesor en formato digital.
El título vuelve a contar con la producción de Atsushi Inaba, que también había trabajado con Kamiya en Devil May Cry y ha estado presente en la fundación de Platinum Games; sin embargo, el diseñador de la primera parte se ha mantenido en funciones de guion, cediendo los bártulos de dirección a Yusuke Hashimoto, cuyo nombre aparece relacionado con franquicias tan conocidas como Resident Evil o Dino Crisis.
La historia comienza un poco después de los hechos acontecidos en la entrega anterior. Una sesión de compras acaba convertida en una batalla campal, en la que Bayonetta siente que algo no va bien. Una de sus invocaciones se desmanda y acaba atacando mortalmente a su colega Jeanne. Ante la posibilidad de que el alma de esta se pierda definitivamente, Cereza (el nombre real de la protagonista) se embarcará en un viaje al infierno, con el fin de salvar a su amiga. En el camino, se encontrará con un niño amnésico dotado de ciertos poderes, con un enmascarado que quiere matar a este -y cuyo pasado está unido al presente de Bayonetta- y con algunos viejos conocidos de la primera parte.
El juego presenta un impresionante diseño de escenarios y personajes, en el que la protagonista se mueve con fluidez. Los cambios de plano y los movimientos de cámara están bien ejecutados, lo que resulta fundamental en una consola que sirve tanto instrumento portátil como de sobremesa. La ambientación -inspirada en la obra de Dante y en la mitología nórdica- crea una atmósfera que envuelve a quien juega rápidamente y se coordina a la perfección con los diseños de la protagonista y de sus adversarios. Ángeles y demonios conforman un extenso catálogo de enemigos a los que apalear, con formas originales, sorprendentes y muy recargadas.
El desarrollo de la aventura permite, además, el acceso a nuevas armas, técnicas de combate, atuendos y contenidos adicionales, los cuales permitirán conocer un poco más del mundo que estamos recorriendo y sus simpáticos integrantes.
La presente reseña se escribe después de haber terminado el juego en modo fácil e invertido unas doce horas en su resolución. Mi impresión es la de un título que da lo que promete: acción a raudales y la oportunidad de volver a él innumerables veces. Es una propuesta recomendable para aquellas personas que, gustando del género, no dispongan de excesivo tiempo para embarcarse en propuestas que supongan un número mayor de horas en su aprendizaje y desarrollo.
Yo me hice con el primer Bayonetta de PlayStation 3 por 15 euretes y quedé muy satisfecho, es un juego que disfruté bastante (y aún tengo en la cabeza la versión ánime del «fly me to the moon» de Sinatra).