ZN Indie Inédito: Duck and Cover, de Scott Snyder y Rafael Albuquerque

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Edición original: Duck and Cover #1-4 (comiXology Originals, 2024)
Guion: Scott Snyder
Dibujo: Rafael Albuquerque
Entintado: Rafael Albuquerque
Color: Marcelo Maiolo
Formato: Digital. 23 a 36 páginas. 3,99$

Cómo sobrevivir al holocausto nuclear mediante las narrativas populares

Scott Snyder lanzó hace ya casi cinco años un sello de producción propia bajo el cual se reúne con artistas con quienes ya ha trabajado anteriormente y realizan nuevas obras de autor con la libertad creativa que deseen. Best Jacket Press es su nombre y de allí ya hemos leído Clear junto a Francis Manapul (de la que hablé aquí), Nocterra con Tony Daniel (reseñada por el colega Edu Sesé aquí y aquí) y La Noche del Gul junto a Francesco Francavilla (pronto la reseñará el mismo Edu), por ejemplo.

Una obra ya terminada pero que de momento permanece inédita en castellano es la que nos reúne ahora, titulada Duck and Cover y realizada por Snyder con Rafael Albuquerque. La dupla que supo destacar con American Vampire en el sello Vertigo se reencuentran para elaborar un cómic que ellos mismos definen como influenciado por el manga pero que está compuesto de muchos elementos más que ese.

Duck and Cover nos ubica temporalmente en los Estados Unidos en el inicio de la Guerra Fría, durante los primeros años de la posguerra, el escenario es un pequeño poblado norteamericano, y los protagonistas son un grupo de amigos desde la niñez hasta su primera juventud. El título del cómic hace referencia a un corto audiovisual educativo en el cual se explicaba que en caso de bombardeo nuclear los estudiantes debían refugiarse debajo de los escritorios de la escuela y ello les brindaría protección y seguridad. El corto existe realmente (puede verse en YouTube, incluso) y fue una producción realizada por Defensa Civil de los Estados Unidos en el año 1952, ante la amenaza nuclear soviética y la guerra de Corea que estaba enfrentando en ese momento.

En su guión, Snyder le da un significado mucho más extremo que el mensaje preventivo de la administración de Defensa Civil, con un contenido de ciencia ficción que lo vincula a una trama post apocalíptica. Esta gira en torno a un grupo de personajes que se ven obligados a trabajar en conjunto para salvarse luego de que suceda el tan amenazado bombardeo nuclear y sean de los pocos supervivientes libres (por cumplir lo que mandaba el corto), ya que los que no han sido alcanzados por la explosión fueron esclavizados por la potencia dominante que en un principio creen que es la Unión Soviética. La historia se complica un poco más cuando descubren que el ataque es en verdad una invasión extraterrestre, y no hay sitio a donde escapar; a mi parecer, una peculiar combinación de El Eternauta y Stranger Things (y como este, se pueden pensar muchos ejemplos más de historias similares).

Los personajes en los que se centra la historia si bien tienen cierto desarrollo de su trasfondo son estereotípicos: con un afrodescendiente, otro de ascendencia asiática, un rubio jugador de fútbol americano, etc. En el diseño de Albuquerque tampoco se trata de personajes especialmente destacables, e incluso uno de ellos es notoriamente similar a su Huck creado junto a Mark Millar. A pesar de ser un punto bajo del cómic, esto tiene sentido con la estructura de la historia en cuatro capítulos que refieren y homenajean a géneros clásicos de la ficción popular: drama, terror, ciencia ficción y western. Las cuatro partes de la miniserie son abordadas con elementos propios de estos géneros, tanto en lo que refiere a estructura narrativa como en elementos que la componen y con la estética que tiene cada una de ellas.

La excusa o el medio para realizarlo de esta manera es la afición de todos los personajes por el cine, aunque cada uno de ellos se relacione con ese medio de diferente manera según la historia personal que Snyder se ocupa de ir revelando de manera paulatina. Este es el corazón de Duck and Cover, siendo una carta de amor al cine y una historia sobre cómo este nos afecta y genera diferentes emociones, desde la inspiración hasta el rechazo. Pero no solamente el séptimo arte es clave para este aspecto de la miniserie, sino que también ocupan ese lugar otros medios narrativos populares de la década de 1950 como las revistas (de cómics y de literatura) y la radio.

Con ello, el guionista se embarca en cierta forma en un ejercicio literario personal que parece salir de una consigna autoimpuesta que es efectiva para su propósito pero también para hacer de esta historia algo elemental una más entretenida y atractiva para los lectores. En un trabajo de formas hace más interesante al contenido. Esto se completa, por supuesto, por la tarea visual de Rafael Albuquerque (en el dibujo en general) y de Marcelo Maiolo (en el trabajo de coloreado) sosteniendo una línea estética de principio a fin pero aportando matices particulares en cada capítulo de género diferente.

Otro juego más de forma y contenido de parte de Scott Snyder radica en la dosificación de la información que caracteriza a los personajes que transitan la narración, y de igual manera a revelaciones sobre el mundo en el que se van desenvolviendo. Un buen ejemplo de esto sin develar detalles, es la voz en off de un narrador de quien se reserva la identidad pero parece haber atestiguado todo lo que se cuenta aunque no lo veamos en ningún momento, por más que lo busquemos en los segundos planos de la escena. Este recurso hace también al divertimento y la tensión de la lectura.

En lo que respecta a la edición, la serie fue publicada en primera instancia a través de comiXology Originals mediante el acuerdo que opera entre este espacio y el sello de Snyder, y bajo un mismo acuerdo está siendo editada en papel por Dark Horse Comics en estos meses. Dada la diferente cantidad de páginas de cada entrega en la edición digital, para el formato papel se optó por publicarlo en tres números en lugar de cuatro. En el próximo año tendrá su edición en tomo recopilatorio en los Estados Unidos, lo cual hace probable que también entonces tengamos la edición castellana.

Lo mejor

• Scott Snyder haciendo gala de varios recursos narrativos de manera simultánea.

Lo peor

• El exceso de estereotipos y lugares comunes.