Esta semana tenemos triplete de buenos estrenos. Ojalá todas las semanas fuesen así. Y seguro que lo serán, pues en breve tendremos al Spawn Universe en esta sección, placer culpable para fans de los excesos de los 90 como yo. ¡Qué emoción!
Made in Korea #1, de Jeremy Holt y George Schall. Por Jose María Vicente.
En anteriores entregas de esta sección he hecho notar mi decepción ante las series de ciencia-ficción que suelen publicarse en el mercado independiente americano. No son malas series, eso hay que dejarlo claro; pero sus autores son proclives a repetir los mismos elementos, los mismos arquetipos, sin aportar nada personal u original. Y estoy cansado de tanta distopía cuya ambientación, sociedades donde la desigualdad económica (y/o el racismo a la americana) campa a sus anchas, es un simple pretexto para otra historia más de antihéroes solitarios o un grupo de rebeldes idealistas, otro storyboard que vender a Hollywood y Netflix.
Made In Korea es una serie de ciencia ficción diferente, la clase de cómics que quiero que Image publique con más frecuencia. Trata sobre un futuro en el que la raza humana se ha vuelto incapaz de concebir descendencia, por lo que los científicos crearon robots que simulan ser niños, una forma de consolar a los humanos que desearían tener hijos. Nada de ello se nos explica directamente en escenas expositivas, como suelen hacer tantos comics. El guionista
Jesse, la protagonista de la serie, es una chica robótica que, como dice el título de la serie, fue fabricada en Corea antes de ser enviada a hacer más feliz la vida de una pareja en Texas. Lo que ella y sus padres adoptivos ignoran es que en su software se esconde un algoritmo que simula a la perfección la mente humana. ¿Cómo afectará esto a Jesse y la relación con su familia? Esa es una pregunta que el final de este número nos plantea y me he dejado con muchas ganas de continuar leyendo. Holt y su colaborador
Con un número uno tan bien escrito e ilustrado (magnífico el trabajo de Schall evocando ambientes cotidianos y familiares), mi recomendación solo puede ser esta: leed Made in Korea.
Oprhan and the Five Beasts #1-2, de James Stokoe. Por Edu Sesé.
Cómo molan unas buenas toñas. De todas las novedades que hemos podido ir viendo a lo largo del año, puedo decir que una de las que más me ha enganchado ha sido sin dudarlo Orphan and the Five Beasts, algo que era de esperar sabiendo quién estaba detrás. James Stokoe es uno de esos autores cuyas obras nos van cayendo con cuentagotas y se reciben con tremendas ganazas, porque menudo es el canadiense. El artista se ha centrado en trabajar como autor completo, realizando trabajos como Wonton Soup o Godzilla: The Half Century War. No hace demasiado que por aquí pudimos disfrutar de Alien: Órbita Muerta, su personal acercamiento al trillado universo de los xenomorfos que, si bien no inventaba la rueda, conseguía crear un relato clásico de suspense y terror con una brillante narrativa que lograba dejarnos un magnífico trabajo que explotaba los elementos más puros y representativos de la franquicia. Tras un one-shot llamado Sobek (ShortBox) que le granjeó una nominación al Eisner, Stokoe vuelve para traernos una historia de artes marciales y poderes sobrenaturales de esas que dan gustito solo con leerlas.
Editada por Dark Horse, Orphan and the Five Beasts cuenta la historia de Mo, la última aprendiz de una longeva orden de guerreros poseedores de un enorme poder. Tiempo atrás, cuando el valle estaba siendo atacado por un temible tirano, cinco lugareños acudieron al maestro de la orden para rogarle que les mostrara sus secretos para poder detener a su enemigo. El maestro decidió ayudarlos y enseñarles a cada uno de ellos una de las cinco técnicas secretas de su casa, con la condición de que, al derrotar al tirano, regresaran para finalizar su entrenamiento, pues el conocimiento de sus secretos sin la debida instrucción espiritual podría corromper sus almas. Por supuesto, ninguno volvió. Ahora, Mo deberá encontrarlos a todos para matarlos y restaurar el equilibrio de su casa.
Lo que nos trae James Stokoe es básicamente una macarrada de artes marciales sensacional. Con un sabor especial que mezcla el clasicismo de obras como Las 36 cámaras del templo shaolin y el frenesí de Mortal Kombat, Stokoe perfila en estos dos primeros números una obra divertidísima con una componente visual apabullante. El artista nos deslumbra, como siempre hace, con un dibujo maravilloso de trazo hiperdetallado que inunda cada página y la llena de vida con una paleta de colores cálidos que nos trasladan a ese escenario selvático. El dinamismo de sus combates es grandioso, y algún detalle totalmente descerebrado nos deja claro que estamos ante una obra de disfrute puro y duro ante la que un servidor solo puede pedir más. La serie tiene previsto finalizar con su cuarto número (¡por qué tan corta!). Confío en que alguna de nuestras editoriales se anime a traernos en un tomo ligerito esta delicia mamporrera.
The Silver Coin #1-2, de Michael Walsh. Por Edu Sesé.
Si se para uno a pensarlo, últimamente estamos teniendo bastantes apuestas por las antologías. El modelo de historias cortas con distintos autores parece que gusta, y en lo que va de año hemos podido ver cómo se expandían dos universos independientes como La Vieja Guardia y Black Hammer a partir de historias autoconclusivas en las que distintos nombres ilustres dejaban su impronta. Incluso sin beber de nada preexistente, estamos disfrutando también de Haha, la sucesión de relatos de payasos a medio caballo entre el terror y el drama con la que W. Maxwell Prince expandía las locas ideas que lleva tiempo dejándonos de Ice Cream Man. Y precisamente muy a semejanza de esta última vimos hace poco otro estreno de Image en el que el terror sirve como base para que distintos guionistas top nos dejen una serie de relatos que cuentan con el artista Michael Walsh como arquitecto principal y nexo narrativo, al ser el único artista de toda la colección.
The Silver Coin ha abierto por el momento con dos primeros capítulos guionizados por dos de los autores más activos dentro de Marvel, Chip Zdarsky y Kelly Thompson. Ambos nos sumergen en distintas premisas: Chip nos cuenta la historia de obsesión de un guitarrista que comienza a tocar la fama tras empezar a usar como púa una moneda que encuentra por la calle. Thompson, por su lado, nos lleva a un relato de bullying en el que una niña es acosada por sus nuevas compañeras de camping veraniego. Todo ello siempre alrededor de la presencia de una moneda de plata que da nombre a la antología y cuyo origen quizás nos expliquen más adelante, pues según parece nos encontramos en un mismo universo compartido.
¿Estamos ante una serie destacable? La respuesta probablemente sea que no, aunque desde luego su comienzo es más que disfrutable. Se notan las tablas de los autores que hay detrás de los guiones, y el arte de Walsh está en muy buena sintonía con el aura de terror de su universo. Sin embargo, tampoco nos ofrece nada especialmente novedoso ni una gran intriga por continuar, salvo que como yo seáis aficionados a las antologías. Es, en esencia, una serie hecha para aquellos que encuentran placer en las recopilaciones de historias cortas y disfruten de narraciones menos ambiciosas que las típicas series de una decena de tomos a las que acostumbramos. A las historias citadas aún quedan por sumarse los episodios guionizados por Jeff Lemire, Ed Brisson y el propio Walsh, y ya se ha anunciado que la serie continuará con nuevos guionistas que se sumarán a la lista.