Tras un breve parón, volvemos con más novedades. Fantasmas, demonios y rockeros. Menuda semana.
The Me You Love In The Dark #1, de Skottie Young y Jorge Corona. Por Edu Sesé.
Middlewest fue sin lugar a dudas una maravillosa sorpresa. La serie de Image Comics publicada en nuestro país por Norma Editorial supuso muchas cosas. En primer lugar, un paso al frente de Skottie Young como guionista, demostrando que más allá de la condenadamente divertida y gamberra I Hate Fairyland podía escribir historias de un estilo muy distinto. Por otro lado, significó un importante espaldarazo para Jorge Corona, un artista con una carrera larga en sus espaldas pero que se asomaba a la primera plana gracias a su increíble trabajo y al maravilloso tándem que formaría con el colorista Jean-François Beaulieu. La emocionante historia de Abel me conquistó por completo, así que ante la noticia de que todo el equipo creativo repetiría con un nuevo proyecto, servidor solo podía aplaudir con las orejas y estar el primero de la fila para su estreno.
The Me You Love in The Dark es el título de este nuevo trabajo, una miniserie que contará con cinco números y que nos arroja una premisa sencilla. Ro es una artista en horas bajas que busca desesperadamente algún modo de recuperar su inspiración, hasta el punto de alquilar una supuesta casa embrujada con el fin de encontrar a su musa. Allí, sin embargo, descubre con estupefacción que, efectivamente, hay una presencia espectral que habita en la morada, un fantasma que, sorprendentemente, es en cierto modo amable y empieza a ganarse el afecto de Ro.
Bajo este planteamiento arranca el nuevo trabajo de Young y Corona, una miniserie cuyo primer episodio tiene la curiosa característica de ser extremadamente parco en contenido y, a pesar de ello, interesarme. Para entendernos, es un número en el que prácticamente podemos decir que no pasa nada, el avance de la trama es minúsculo, y sin embargo promete. Young pone sobre la mesa el tablero de su historia, y consigue perfilar perfectamente qué es lo que nos vamos a encontrar en ella: amor. Hay que hacer un aviso a navegantes, porque The Me You Love in The Dark no parece que vaya a tener nada que ver con Middlewest, una obra que, contando con una parte emocional e introspectiva muy importante, se sostenía sobre grandes dosis de aventura y fantasía. En esta nueva obra, sin embargo, tiene toda la pinta de que lo que nos va a dejar la serie (salvo sorpresa inesperada) va a ser un desarrollo de personajes centrado por completo en el intimismo y en la exploración de los sentimientos de aquellos que están varados en un momento complicado de sus vidas. En mi caso, eso es un grandísimo aliciente para seguir adelante.
Tampoco es un primer número en el que veamos a un Jorge Corona desatado como en su trabajo anterior, en el que la inventiva y las imágenes grandiosas brillaban con enorme fulgor. El artista venezolano se amolda al tono de la historia y nos deja unas viñetas mucho más comedidas en cuanto a espectacularidad, algo lógico teniendo en cuenta que todo transcurre entre las paredes de una casa lúgubre. Pero su calidad no disminuye de ningún modo. Corona maneja a la perfección la narrativa de la obra, jugando de un modo maravilloso con los distintos encuadres desde los que va siguiendo a Ro dentro de la mansión, jugando con sus sombras y manteniéndonos siempre con la sensación de que en cualquier momento algo asomará entre la penumbra de sus pasillos. Algo similar pasa con el color de Beaulieu, que evidentemente no tiene la posibilidad de deslumbrar con las vibrantes tonalidades del Medio Oeste, pero que una vez más demuestra que es uno de los coloristas con más personalidad del panorama.
En definitiva, The Me You Love in The Dark comienza con un número que sabe a poquísimo por las expectativas que genera este cambio tan potente de género para sus creadores. Quizás sus siguientes números me quiten la razón, pero estoy seguro de que la serie completa va a merecer la pena.
Lucky Devil #1, de Cullen Bunn y Fran Galán. Por Igor Álvarez Muñiz.
Repetimos equipo. Desde hace unos meses podemos disfrutar en España de Knights Temporal (cuya reseña podéis leer aquí) una obra de Aftershock en la que el conocido guionista Cullen Bunn (Harrow County, Manor Black…) se juntaba con un artista en alza, el dibujante Fran Galán (Cuentos del Bosque de los Suicidas, Goya, Lo sublime terrible) para realizar una historia de caballeros y viajes por el tiempo que resultaba una obra digna de elogios precisamente por el trabajo del español, con un estilo interesante y un gran manejo de la narrativa. Pues resulta que les debió ir bien ya que repiten, solo que esta vez se mueven a Dark Horse con una miniserie llamada Lucky Devil cuyo primer número acaba de salir a la venta.
Stanley es un hombre triste que vive una vida triste, está en una constante rutina de trabajo y casa de la que no consigue salir, lleva tres años con su novia, la cual le pone los cuernos cuando él se va, y Stanley no se atreve a hacer nada, siempre autojustifícando su inacción. La narración en primera persona y el enfoque visual de las acciones de Stanley en su día a día están muy bien tratadas, metiendo al lector en la personalidad depresiva del protagonista, haciendo que lo entendamos pero también que no nos guste demasiado, que nos provoque un poco de rechazo. Esto es perfecto para ponernos en situación sobre lo que viene a continuación. La llegada de Zed. La llegada del Infierno.
El comienzo es bastante típico, el pobre hombre que se desata, aunque sea por una posesión esta parece un poco consentida por esa incapacidad a tomar decisiones, como si sacase su “yo” malo aun siendo el demonio el que controla su cuerpo. Gana por ciertos puntillos de humor, a veces para ridiculizar al personaje y otras con un tono más negro. Pero (y es un gran “pero”) en el momento en que Stanley acude a un exorcista la cosa cambia. Son solo las últimas páginas pero hay un cambio sustancial en la obra que apunta a lugares mucho más interesantes cuando el protagonista se ve sin el control del demonio pero los poderes destructivos que este tenía.
Fran Galán sigue haciéndose cargo de toda la parte gráfica, color incluido, y ofrece un trabajo muy fino, mejor incluso que en la antes mencionada Knights Temporal, convirtiéndose en lo mejor de un cómic que nos devuelve a un Cullen Bunn en su salsa, que sabe lo que hace y nos engancha. Además tenemos a El Torres como rotulista, que es un aliciente. Promete diversión y la da, ahora promete algo más y ya han demostrado ser capaces de darlo. Este cómic tiene todas las papeletas para acabar llegando a España así que ya veremos en qué acaba, mi interés ya lo tiene.
Kiss: Phantom Obsession #1, de Ian Edginton y Celor
El espíritu del rock & roll jamás morirá. Ni tampoco lo hará la viabilidad comercial de un cómic de Kiss. Paul Stanley, Gene Simmons y sus dos secuaces de turno han vivido de todo en el mundo de las viñetas. Desafiaron al Doctor Muerte y a Satanás, se dejaron publicar por Todd McFarlane, han pasado por todas las grandes editoriales indie hasta caer en manos de Dynamite Entertainment, su actual hogar. Ser parte de Dynamite les ha permitido conocer a Vampirella y luchar contra el apocalipsis zombie. Pero en esta miniserie tienen que luchar contra algo peor que millones de zombies… Un millonario de Sillicon Valley.
Sin embargo, el verdadero enemigo del grupo de música no es otro que es la desidia de los responsables de esta
Incluso más pereza tiene el dibujante, Celor. Su estilo de dibujo se asemeja a los primeros bocetos que uno haría antes de dibujar el cómic. Extremadamente parco en detalles, insulso y mediocre, logra una hazaña que pensaba que era imposible: ¡los miembros de Kiss son los personajes más inexpresivos de todo el cómic! Hay personajes de fondo que muestran mayor expresividad y dinamismo que estos cuatro rockeros ataviados con trajes llamativos, instrumentos grandes y maquillaje icónico, que además llevan décadas practicando los mejores gestos y movimientos con los que electrizar los estadios más grandes del planeta. Nada de la estética de Kiss perdura en el dibujo, y no puede decirse que Celor estuviese tratando de ofrecer una visión diferente del grupo de música. Lo único bueno que puedo decir de su trabajo es que se deja leer aunque sea tan emocionante como escuchar el album Psycho Circus, es decir, nada emocionante.
En definitiva, es toda una decepción esta serie de Kiss. Estamos ante un número uno tan convencional como mediocre, un insulto al grupo de música que regaló a nuestro mundo épicas canciones como Detroit Rock City, Rock And Roll All Nite o Lick It Up.