Un buen mes, sí señor. Más novedades como estas quiero leer a menudo.
Jennifer Blood #1, de Fred Van Lente y Vincenzo Federici. Por José María Vicente.
Como muchas otras series de Garth Ennis, el volumen original Jennifer Blood no me gustó nada. Soy incapaz de disfrutar del humor escatológico y verde del escritor. En cambio, con los guiones de
No me han decepcionado Van Lente y
Eso sí, echo en falta un poco más de ambición. Escritor y dibujante se dan por contentos con un cómic de acción notable, con una heroína justiciera molona y mafiosos malhablados, que entretiene de principio a fin; pero tan pronto terminamos la lectura, nos olvidamos de él. Otras series de Van Lente, como la gran Archer & Armstrong, tuvieron comienzos sencillos como antesala a historias emotivas y emocionantes como pocas. Si este es un caso similar no lo sabremos hasta pasados varios números más.
No puedo predecir la evolución de la serie, pero sí puedo recomendarla porque como entretenimiento cumple su cometido de forma ejemplar. Evolucione como evolucione, una agradable sesión de lectura está garantizada.
A Righteous Thirst for Vengeance #1, de Rick Remender y André Lima Araújo. Por José María Vicente.
Menuda obsesión tienen los americanos con las grapas. Todo cómic en el mercado especializado es publicado primero en grapas y luego recopilado en tomos, una estrategia editorial sin sentido en el siglo XXI. Anteriormente esta práctica estaba justificada: no todas las series recibían tomos y las grapas eran relativamente baratas. Además, las historias de las series estaban estructuradas de tal modo que cada episodio fuera sustancial y justificase la existencia de la grapa. Hoy no hay muchos motivos económicos o creativos para justificar que todo se publique en grapa. La inflación ha hecho estragos en América, convirtiendo a las grapas en un lujo. Excepto Spawn, toda grapa cuesta 4 dólares. Las influencias de otros mercados y medios también han desvalorizado este antaño venerable formato; la mayoría de escritores estructuran sus historias como si fueran episodios de televisión, o a veces como un manga, sin tener en cuenta las limitaciones de la grapa. En consecuencia, los lectores americanos son reacios a probar o continuar nuevas series si no . Me temo que ese podría ser el aciago destino de
Cómo no, una historia tan contemplativa requiere de un buen dibujante. Remender lo sabe y por eso deja que Araújo lleve la voz cantante. Los diálogos se reducen al mínimo para no obstaculizar al dibujo. ¡Y qué dibujo! Araújo nunca ha brillado tanto como aquí, una serie hecha a medida para su estilo influenciado por el manga de los 90. Los ambientes urbanos que dibuja transmiten una impresión de suciedad propia de una ciudad, de aislamiento y temor, sensaciones acentuadas por el colorista
Como podréis intuir, una serie de estas características no tiene un ritmo que pueda definirse como rápido. Os pedirá mucha paciencia si la vais a seguir mes a mes, sobre todo si cada número mantiene la calidad de este. Tendréis ganas de saber cómo continua la historia, pero cada nueva entrega apenas dará un pequeño pasito adelante. Seguramente se leerá mejor en un tomo, que es el formato por el que Remender y Araújo debieron decantarse aunque solo fuera por no perder lectores impacientes. Espero que el formato no hiera la viabilidad comercial de esta serie porque quiero leer mucho más de ella.
Os recomiendo A Righteous Thirs for Vengeance si sois fans de los autores o disfrutais de cómics de acción donde la tensión se acumula lentalmente. Y leedla en tomo a ser posible.
Not All Robots #1, de Mark Russell y Mike Deodato Jr. Por Edu Sesé
En general soy fan de cualquier tipo de historia, pero si hay uno que me fascina especialmente es el del uso de la fantasía, el terror o la ciencia-ficción (géneros “menores” para aquellos que malentienden el arte de contar historias) como herramienta para explorar cuestiones muy reales. Y eso es algo que a Mark Russell se le da extraordinariamente bien: el guionista estadounidense me parece una de las plumas más interesantes y poderosas de la escena USA actual, y no solo por aquella revolución que fue Los Picapiedra, sino también por esa obra maestra que es El León Melquiades o la deliciosa sátira de Second Coming. Su nombre suele ser sinónimo de calidad, y parece que con su llegada a AWA Studios el nivel se plantea espectacularmente alto de nuevo.
Not All Robots nos presenta una distopía en la que el avance de la robótica y la inteligencia artificial ha propiciado que los robots poco a poco hayan ido asumiendo un rol de cada vez mayor autoridad en la sociedad frente al ser humano. Las ciudades supervivientes a la destrucción del planeta, protegidas por gigantescas cúpulas y complejos sistemas de soporte vital, albergan una extraña población que se basa en familias humanas dedicadas únicamente a vivir y un robot asociado a cada una de ellas, encargado de trabajar para dar sustento a su familia de humanos. Una situación que genera tiranteces entre ambos, con robots cansados de esforzarse por sus compañeros biológicos y humanos temerosos de que los robots puedan dejarse llevar por su situación de superioridad para hacerles daño.
Como los más avispados habrán podido intuir, lo que Russell plantea es una gran metáfora que busca ilustrar un original retrato de la sociedad machista y el maltrato, en la que el hombre tiene una posición de poder incontestable frente a la mujer, pero a la vez se siente frustrado y ninguneado por su vida y lo paga con esa compañera que depende de él. De este modo, Russell trata de enfrentarnos a ese escenario pero alterando las posibles simpatías del lector masculino al convertir al agresor en máquina y a la víctima en el ser humano. Narrado a través de una de estas familias, temerosa de su frustrado y huraño robot e intercalado con interesantísimos y puntiagudos debates televisivos entre robots y humanos, Russell logra con su primer número una maravillosa parábola que nos sumerge por completo.
En el dibujo nos encontramos a Mike Deodato Jr., cada vez más establecido como artista de confianza de AWA Studios, realizando un trabajo realmente inspirado. Personalmente, el estilo fotorrealista del brasileño nunca ha sido especialmente de mi gusto, pero en esta ocasión consigue un acabado solvente y una narrativa que se adapta perfectamente al ritmo pausado que imprime el guion. Lee Loughridge por su parte se encarga de aplicar una paleta de colores poco apagados que, si bien no hacen que la presencia de las páginas destaque, sirven al oscuro mundo planteado en su historia. En definitiva, es posible que Mark Russell nos vuelva a dejar con la boca abierta con su nuevo proyecto. La serie contará únicamente con cinco números, por lo que no tardaremos mucho en descubrir si su ejecución mantiene este excelente nivel.