Ésta es la semana de los cómics basados en licencias. Os prometo que en la siguiente entrega hablaremos menos de Vampirella y tendremos alguna que otra serie de autor.
Fire And Ice #1-2
Guion: Bill Willingham
Dibujo: Leonardo Manco
Color: Leonardo Manco
Rotulación: Taylor Esposito
Formato: Grapa, 24 páginas
Precio: $3,99
Dynamite ya ha encontrado otra licencia nostálgica de la que sacar tajada: Fire And Ice, la película de animación de Ralph Bakshi. Eso sí, hay que reconocer que la editorial se ha tomado en serio este cómic precuela de la película, ya que ha contratado a dos autores de primera: Bill Willingham, el creador de Fábulas, y Leonardo Manco, uno de los mejores dibujantes de los 90 que desgraciadamente no se prodiga mucho desde entonces.
En los dos números de Fire And Ice publicados hasta la fecha, los autores hacen tan buen trabajo adaptando la historia y el espíritu de la película que sólo puedo recomendarla a un grupo de lectores muy limitado. La película rendía demasiado homenaje a los cómics de fantasía de los 70, hasta el punto de que el guion de Gerry Conway y Roy Thomas parecía poco más que una excusa para tener por primera en vez en el cine todos los tropos y clichés de esos cómics. Esto supone un problema para esta serie, ya que, siendo una precuela, la historia de Willingham y Manco sólo puede dar cierto trasfondo interesante a sus personajes, todos más planos que una autopista recién asfaltada, pero no tiene mucho margen para jugar con el mundo de la serie. Los personajes tienen que terminar la historia siendo aún los estereotipos de la película. Por lo tanto, toda diversión del cómic depende de lo mucho que nos guste la película o sus referentes.
Si sois de ese grupo de lectores, creo que os gustará esta serie. De no ser por el (notable) coloreado moderno de Manco, uno podría hasta pensar que ésta serie se editó originalmente en la revista Heavy Metal para promocionar la película. El dibujante logra el mismo realismo grotesco y brutalidad que el de los dibujantes europeos y americanos que pasaron por las páginas de esa revista, un estilo totalmente opuesto al de la película aunque consistente con los diseños originales de Frank Frazetta.
Por su parte, Willingham es consciente de que el guion no puede ni debe ser el reclamo de esta serie, por lo que se centra en darle a Manco toda clase de escenarios y situaciones con los que poder lucirse, acompañándolas de competentes diálogos y un sutil humor que en un par de fugaces frases revela lo consciente que es de la naturaleza absurda de una franquicia sobre guerreras sexis en bikini. Un humor mucho más efectivo que el de otras series que no paran de señalar que no hay que tomarse en serio su contenido.
Hasta la fecha se han publicado dos números de la serie además de un especial con el que amenizar la larga espera al tercer número, que debería haberse publicado hace meses.
Valoración: Para fans de la película original y los bikinis de cota de malla.
Sacred Six
Guion: Cristopher Priest
Dibujo: Julius Ohta, Jae Lee, Stephane Roux, Gabriel Ibarra, Fritz Casas, Giuseppe Cafro, Guilherme Balbi y Marcos Ramos
Color: Mohan, Francesca Cittarelli, Stephane Roux y June Chang
Rotulación: Willie Schubert
Formato: Tomos Rústica
Precio: $19,99
Era de esperar que Dynamite intentaría sacar tajada del relanzamiento de Vampirella a manos de Cristopher Priest y Ergün Gündüz. El primer arco argumental de esa serie presentaba un nuevo universo demasiado grande para una sola serie y dejaba intencionalmente varios cabos sueltos. Con Sacred Six Priest y una pequeña legión de dibujantes se atreven a expandir muchas de las ideas de su reboot, retomar los arcos argumentales de varios de los secundarios de ese primer arco y encima añadir nuevos personajes al universo de Vampirella, uno de ellos, Chastity, importado de la difunta editorial Chaos! Comics. Muchos objetivos bajo cuyo peso la serie termina hundiéndose.
No es la primera vez que Priest intenta acometer un serie con muchísimos personajes y tramas; de hechos, es su especialidad como atestiguan la citada Vampirella, Deathstroke o Pantera Negra. En muchas de esas series Priest salió airoso del desafió en buena parte porque cada pieza de sus puzzles narrativos encaja perfectamente, complementando al resto a nivel argumental y temático, y se muestra en el momento correcto, recompensando los esfuerzos del lector atento. En Sacred Six las piezas del puzzle no terminan de encajar y desde luego no se muestran en el momento correcto. Paradójicamente, en su afán por hacer la serie lo más entretenida posible el guion dedica mucho espacio a momentos espectaculares pero triviales y alarga innecesariamente el desarrollo de subtramas que puedan dar buenos cliffhangers. El resultado es una historia que avanza demasiado lenta, pero al mismo tiempo demasiado rápido debido al reducido espacio que tienen otros personajes y tramas.
A esta serie le hacía falta una segunda revisión con la que Priest pudiera haber reordenado su estructura… y la editorial pudiera haber contratado un dibujante fijo.
En doce números se rotan cinco dibujantes con estilos de dibujo muy diferentes entre sí. No hace falta decir que esto supone un grave problema para la serie, ya no sólo por la falta de consistencia visual, sino también porque a cada dibujante parece faltarle el contexto de los números anteriores y todos tienen diferentes formas de interpretar los guiones de Priest. Por ejemplo, hay un personaje muy importante en la historia que cambia radicalmente de aspecto a mitad de la serie sin que se dé explicación alguna y uno se pregunta si alguno de los dibujantes no entendió las instrucciones del guion. Decir que la narrativa de la serie es confusa es, pues, quedarse corto.
Mejor paradas salen las historias de complemento. En los seis primeros números se narra el origen de Pantha, una breve historia tan concisa que ni las extrañas composiciones de páginas de Jae Lee pueden arruinarla. La segunda mitad de esta historia la dibuja Guilhermo Balbi con un estilo más convencional que el de Lee, pero a cambio narrativamente excelente.
La otra historia de complemento está dedicada a Nyx, la villana de Vampirella, y es la única de toda la serie que tiene al mismo dibujante de principio a fin. Encima, al mejor dibujante de la serie: Stephane Roux, que se hace cargo del único guion inspirado de Priest. En las pocas páginas de esta historia hay más diversión e imaginación que en las casi doscientas de la historia principal.
Valoración: Sólo para fans de Vampirella.
Vampirella: Red Mass
Guion: Cristopher Priest
Dibujo: Ergün Günduz, Giovanni Timpano, Chris Graves, Madibek Musabekov y Marcelo Borstelmann
Color: Mohan, Flavio Dispenza, Ergün Gündüz y Francesca Cittarelli
Rotulación: Willie Schubert
Formato: Tomos Rústica
Precio: $19,99
Y seguimos con Vampirella. En el cuarto y último tomo de su quinto volumen, el más longevo de todos los volúmenes publicados por Dynamite, Cristopher Priest y Ergün Gündüz concluyen el primer capítulo de la etapa más exitosa del personaje. Así, es primer capítulo. La historia de la vampiresa no termina aquí, sino que continua en varias miniseries, siendo la primera de ellas Vampirella/Dracula.
En este tomo podemos ver qué unirá a Vampirella y uno de los condes más famosos de la literatura universal: una boda. ¿Pero por qué se casarían estos dos personajes? La respuesta de Priest y Günduz a esta pregunta incluye dimensiones paralelas, astronautas hechiceros, un virus vampírico y profecías antiguas, un cúmulo de factores absurdos que, como el resto de ideas tontas de la serie, los autores usan para contar una inteligente historia con mucha acción y humor negro. Una historia que desafortunadamente en esta ocasión cojea en su componente más emocional. Priest intenta darle un vinculo personal a la unión entre Vampirella y Drácula, haciendo que ambos personajes se conocieran cuando el segundo era aún un niño; pero eso sólo hace que Vampirella parezca una pederasta, una situación que espero que sea sólo un desafortunado accidente por intentar justificar futuras tramas.
Gündüz se despide temporalmente de Vampirella con unas páginas que muestran el peso de la fechas de entrega. Más cansado y más torpe que al empezar la serie (ojo a las expresiones faciales), sigue siendo, no obstante, el dibujante más ambicioso que ha tenido Vampirella en mucho tiempo y un colaborador que entiende y comparte la visión de Priest. Para dejarle descansar un poco el guion incluye flashbacks que dibuja Chris Graves, dibujante con un estilo abocetado deudor de los 90 que empaña la lectura consiguiendo lo más imposible: hacer aburrida a la milicia de ninjas monjas creada por Mark Millar, Grant Morrison y Louis Small Jr.
Este volumen incluye también los números 7 y 8 de la serie, un interludio del arco argumental Seduction of the Innocent dibujado por Giovanni Timpano. Aquí me veo obligado a criticar a los editores de Dyanmite porque este interludio contiene dos páginas por Gündüz que explican mejor parte de los eventos narrados en ese arco. Si no era posible incluir el interludio en el primer o segundo tomo de la serie, por lo menos podrían haber incluido esas dos páginas, que no afectan en nada a la historia dibujada por Timpano, una breve aventura n la que se profundiza en la amistad de Vampirella con el difunto brujo Benny, personaje clave en Seduction of the Innocent.
También se incluye el número 15, un relato dibujado por Madibek Musabekov y coloreado por Francesca Cittarelli, un equipo artístico que me gustaría volver a ver en un cómic de Vampirella. Su trabajo encaja con total naturalidad con la estética moderna de este volumen y se muestran igual de aptos que Gündüz y su colorista ocasional Mohan para convertir en viñetas las ideas de Priest. Como descanso a las historias largas de este volumen, en este relato se nos cuentan una pequeña historia sobre racismo y violencia policial con un arriesgado giro de guion.
Valoración: Una de las series más interesantes del panorama indie concluye con un tomo en el que, decisiones editoriales aparte, la serie empieza a mostrar signos de agotamiento, motivo que justifica la transición a un modelo de miniseries que permita a los autores mayor descanso entre arcos argumentales.
Creepshow: Joe Hill’s Wolverton Station
Guion: Jason Ciamarella con Joe Hill
Dibujo: Michael Walsh
Color: Michael Walsh
Rotulación: Pat Brosseau
Formato: Grapa, 32 páginas
Precio: $4,99
Sólo Neil Gaiman tiene más adaptaciones al cómic que Joe Hill, pero es sólo cuestión de tiempo que el co-creador de Locke & Key alcance al escritor de Sandman. En marzo la antología Creepshow le dedicó un número entero a la adaptación de Wolverton Station, un relato que Hill escribió para la antología Subterranean: Tales Of Dark Fantasy hace ya casi dos décadas. Los editores de Skybound son conscientes del tirón que tiene el nombre de Hill en la portada de un cómic, aunque no menos cierto es que resulta apropiado acoger una historia escrita por el actor de la película en la que se basa la serie.
De esta adaptación se han hecho cargo Jason Ciamarella, que ya ha tenido ocasión de adaptar otras historias de Hill, y Michael Walsh, el dibujante de la notable The Silver Coin. Como en otras adaptaciones escritas por Ciamarella, no estamos ante una recreación fidedigna del original, sino ante una nueva versión que intenta ofrecer algo diferente que justifique el cambio de formato. En esta ocasión Hill se ha involucrado personalmente en la elaboración del guion, supervisando y aprobando los cambios de Ciamarella.
El relato original atrapa al lector por la excelente narración en tercera persona de Hill y la caracterización de su protagonista, no por su argumento o trasfondo, una simple sátira de la generación hippie en América que se volvió capitalista, siendo el más famoso ejemplo Steve Jobs. Conscientes de que los millonarios de esta década no son hippies, sino frikis (véase Elon Musk y Mark Zuckerberg), Ciaramella y Hill cambian ligeramente el trasfondo de la historia. El protagonista es ahora un millonario amante del cine B y en busca de objetos de coleccionista.
Se cambian también ciertas secuencias de la novel para hacerlas más apropiadas para un cómic. Además, para darle un poco más de interés a esta adaptación, tenemos a un nuevo personaje y un giro de guion final diferente respecto al original.
Sin embargo, ninguno de estos cambios es, a mi juicio, suficiente para justificar la adaptación. Como decía, la narración de Hill es de lejos lo mejor del relato original; cada comentario sarcástico o breve observación de su narrador omnisciente consigue poner los pelos de punta y aun así reírse de la mala suerte del protagonista. Al pasar a cómic, la historia, obviamente, pierde a ese narrador omnisciente y con él gran parte de su efectividad, pues Ciaramella no encuentra ningún método con el que replicar ese fantástico manejo de la tensión y el humor negro. La presentación de los hombres lobo en la historia, un momento genialmente tenso en el relato original, es aquí confusa y de todo menos sobrecogedora. Otros momentos sí que mantienen la tensión del original, pero también ponen de manifiesto que la nueva versión del protagonista es menos interesante que la original, un personaje con una chulería y un pasado ridículo que hacen graciosa la violencia de la novela. Además, al cambiar el pasado y motivaciones del protagonista, el final de la historia no resulta tan impresionante como en el original.
Del trabajo de Walsh no me puedo quejar. El dibujante canadiense narra esta historia con soltura, volviendo a mostrar un ejemplar uso de luces y sombras en su dibujo, haciéndonos sentir parte de la Inglaterra gris y lúgubre en la que tiene lugar la historia. Sus diseños de los hombres lobos ingleses son geniales, a partes iguales cómicos y amenazantes, justo como uno se los imagina leyendo el relato original.
En conclusión, estamos ante una interesante adaptación que intenta justificar su publicación actualizando del material original, pero no acierta con sus cambios. Espero, no obstante, que esto no disuada a la editoriales indie de seguir apostando por adaptaciones como esta.
Valoración: Para fans de Joe Hill con curiosidad por sus adaptaciones al cómic.