ZN Marvel: Bullseye, en la diana. Parte 2 de 2.

Segunda parte del artículo dedicado a Bullseye que comenzó ayer.

Humillado porque Daredevil salvó su vida al apartarle del camino de un metro, Bullseye sólo vivía para aplacar su sed de venganza. Al salir de la cárcel es cuando descubrió que en su antiguo puesto se encontraba Elektra, interés romántico de su enemigo de rojo. Tras una cruel batalla entre el héroe y el villano, el combate se trasladó a este último contra Elektra. En uno de los momentos más emotivos de los cómics Marvel, Bullseye tomo uno de los sais de la guerrera griega y atravesó su abdomen hasta matarla. El villano quedaba ascendido automáticamente y de por vida a la primera fila de las amenazas a tener en cuenta.

Aunque el creador de Bullseye en el Daredevil 132 (1976) fue el guionista Marv Wolfman, cerebro responsable de las Crisis Infinitas de DC, su verdadero impulsor fue Frank Miller. El autor de Sin City revitalizó la serie de Daredevil en su aclamada etapa de la década de los 80. Lo hizo aplicando una capa noir a las historias, distanciándolas prudentemente del tono superheroico en favor de la serie negra pura y dura. La corrupción, los conflictos de intereses, las guerras de bandas y la violencia de la mafia eran el día a día del nuevo régimen establecido. Los aciertos de Miller incluían la redefinición de Daredevil y sus metas, la creación de Elektra y la reubicación de Bullseye como antagonista destacado. Suya es la historia descrita antes en la que muere Elektra y el villano alcanza el punto álgido de su carrera.

Tendrían que pasar muchos años hasta que otro autor hiciese brillar con tanta luz la serie de Daredevil y su repertorio de personajes. El responsable en esta ocasión provenía del medio cinematográfico y se llamaba Kevin Smith. La experiencia del director de Clerks y Mallrats entre las viñetas era limitada, pero su pasión por el noveno arte y la legión de fans a sus espaldas inclinó la balanza a su favor. Los paralelismos entre la etapa de Smith y la de Miller se hacen plenamente evidentes al final de la primera historia del cineasta al frente de la serie. Para salvar la vida de su amado Daredevil, Karen Page se interpuso en la trayectoria del propio bastón del héroe lanzado por Bullseye. Los lectores contemplaban atónitos como moría de nuevo la novia de Daredevil por arma amiga en manos del mismo asesino.

Si el odio de Matt Murdock hacia Benjamín Poindexter ya era de una magnitud indescriptible tras la caída en desgracia de Elektra, lo ocurrido con Karen fue la proverbial gota que colmó el vaso . Un católico practicante y de buen corazón como Murdock nunca cruzaría la línea del asesinato, y a pesar de no haber llegado a hacerlo, ha sido Bullseye quien por méritos propios casi consigue que la traspasara en pos de la venganza. La confrontación entre el dúo de personajes continúa hasta nuestros días. Brian Bendis se reservó el uso de este villano para un par de arcos argumentales de su larga estancia en Daredevil. Durante ellos profundizó aún más en la relación entre ambos, y las fauces de la muerte se cernieron sobre Milla Donovan, la más reciente compañera sentimental de Murdock. Afortunadamente esta vez Poindexter no logró consumar su macabro objetivo, pero eso no quiere decir ni mucho menos que no vaya a seguir intentando arruinar la vida de su eterno enemigo.

Al igual que Daredevil y Elektra, Bullseye también ha gozado de una versión Ultimate, es decir, de una reinvención actualizada y adaptada a la estética y preferencias del siglo XXI. Mike Carey y el español Salvador Larroca dieron lugar en la miniserie Ultimate Elektra su particular visión de estos personajes y de su lucha, sin variar un ápice la personalidad degenerada del asesino de infalible puntería. En su naturaleza está el ser un repugnante homicida más allá de toda cura o redención, pero al menos gracias a los números escritos por Kevin Smith sabemos que tiene buen gusto literario. No en vano su libro favorito parece ser El Guardián Entre el Centeno, una excelente novela cuya lacra es ser la predilecta de numerosos asesinos en serie.

No podemos olvidar la traslación al cine de Bullseye en la película dedicada a Daredevil en el año 2003. Allí le interpretaba el hoy mundialmente admirado Colin Farrell, actor que hasta entonces había intervenido en películas de culto como Tigerland y que después ha participado en grandes producciones como Alejandro Magno o El Nuevo Mundo. Farrell le transmitió a su personaje un humor negro y un macarrismo tan acertado que su papel es el más recordado de la película. Lucía un look que evitaba el traje negro clásico y cambiaba la diana pintada en el uniforme por una cicatriz semejante en la frente. Ese aspecto es el que actualmente suele utilizar en los cómics.

Volviendo a lo que nos ocupa, los autores elegidos para desarrollar el origen del personaje fueron el novato Daniel Way y el veterano Steve Dillon. Way es uno de los guionistas por los que más fuerte ha apostado la Marvel actual. Junto a otros jóvenes escritores como Joss Whedon o Greg Pak forma parte de los denominados por la editorial como Ten Terrific. Los trabajos más destacados de Daniel están íntimamente ligados a Lobezno. Se ha ocupado de dirigir la serie regular del mutante durante el evento Dinastía de M y los meses posteriores que contenían las consecuencias del mismo. Esas consecuencias le llevaron a estrenar la serie mensual de Lobezno centrada en su pasado y dibujada por Steve Dillon, pero la colaboración entre estos dos autores no termina ahí. La química que ha surgido entre ellos les han animado a embarcarse juntos en otra miniserie de Bullseye, la que le enfrenta a Punisher, y en la también serie limitada de Halcón Nocturno, uno de los protagonistas de Supreme Power. Queda claro que forman una pareja profesional compenetrada y que se entiende a las mil maravillas, de ahí que sigan reuniéndose serie tras serie, en donde mantienen las dosis de violencia ácida y de sentido del humor gamberro en las que se han especializado.

La verdad es que a Dillon prácticamente no hay que presentarle porque su fama y prestigio no lo hace necesario. Solía ser el compañero habitual de Garth Ennis desde que coincidieron en Hellblazer, y ambos se toparon con el mayor éxito de sus respectivas carreras en la legendaria Predicador del sello Vértigo. Al estilo limpio, claro y realista de Dillon le sienta como un guante la violencia gratuita y los excesos de Predicador, y sin su trabajo sería imposible concebir el triunfo de la serie de la misma manera. Su paso a Marvel se produjo con el espectacular relanzamiento de Punisher, por supuesto junto a Ennis y con la habitual comicidad y salvajismo. El público adora la frescura y falta de sutileza de Frank Castle, porque ese tipo de personajes desquiciados y al límite son los mejores para retorcerlos y obtener situaciones con el sabor del tándem Ennis/Dillon.

Tras esta etapa el dibujante ha cambiado de pareja de baile, pero resulta curioso que su nuevo colaborador habitual sea un guionista que tiene muchos puntos en común con Ennis. Comparten una capacidad semejante para crear atmósferas de humor negro y para utilizar la violencia como vehículo de entretenimiento que además transporte la trama hasta su siguiente destino. Puede que el añorado equipo compuesto por Ennis y Dillon ya no siga en funcionamiento (por ahora), pero el de Way y Dillon tiene fuerza más que sobrada para darnos cómics muy entretenidos y llevaderos. La clave se encuentra en saber tomarse las cosas en serio hasta una cierta medida, porque está comprobado que la exploración del lado cómico es una dirección tan válida como otra cualquiera, y que cuenta con el respaldo de un creciente sector de los lectores.