ZN: Mis Diez Cómics Favoritos (Parte 8)

Y para empezar, un cómic editado en nuestro país en 1995. Todo muy lógico dado mis planteamientos arriba expuestos. Por la salvedad que para todo aquel que me conozca en profundidad, sabrá de mi pasión por la saga Mortal Kombat. Y claro, una joya así, editada en EEUU por Malibú era algo que no podía faltar en mi colección de obras preferidas. Si bien reconozco que no la leí en su momento de salir aquí, cuando ya fui adulto y y tuve un sueldo, fue una de las primeras cosas que busqué y compré por internet. Con los guiones de Charles Marshall y los dibujos de Patrick Rolo, se recreaban las historias del primer torneo de Mortal Kombat, videojuego creado por Ed Boon y John Tobias. Todos los personajes del MK1 – salvo el secreto Reptile – y varios inventados para intentar profundizar en personajes pero, sobretodo, par hacer carne de cañon. La edición de Norma también se incluía el número que completaba la mini-serie Mortal Kombat: Edición del torneo, donde salían los personajes no-ocultos que debutaron en MK2. Aunque bien es cierto que ya Kung Lao había salido en los números anteriores. Quizás no se ajustaba a la continuidad establecida – aunque servidor jamás le gustó que Liu Kang, por si sólo, se pateara el trasero de Goro y Shang Tsung – por aquel entonces, pero eso no le restaba puntos en absoluto. Incluso en cómics posteriores se vio el desarrollo de personajes secundarios como Baraka, que los convertían en personajes más tridimensionales de lo que han sido por lo general representados en los videojuegos. Y como me salte alguien con lo que «son juegos de lucha, la historia no importa» se ganará mi infinito desprecio.

¿Por qué sólo Sinestro Corps War y no toda la etapa entera de Geoff Johns a cargo de Green Lantern? Porque siendo sincero, ha habido momentos increíbles que disfruté como un enano, pero en otros no tanto. Y aunque no sólo se reduce a esta obra, ya que desde Rebirth, hemos tenido Blackest Night o el primer año del nUDC. Pero esta obra es especial para mi por varios motivos. No sólo para mi refleja lo mejor de Johns en los 8 años de la serie, sino que también es posiblemente la que mejor gana con las re-lecturas, tanto como la obra en solitario como releyendo toda la etapa. Dicen que Johns se le da muy bien escribir los villanos, y por lo que le he leído al escritor me parece que Sinestro es uno de los mejores reflejos de ello. Pero no sólo de Sinestro vive el evento. Parallax dentro de Kyle Rayner, el todo-poderoso Anti Monitor o uno de mis villanos preferidos, Superboy Prime, quien había pasado de ser un héroe atemporal en un homicida emo en su Infinite Crisis. Eso sin olvidar a miembros clásicos como Arkillo o Lyssa Drak. Por el lado de los Green Lanterns, aparte de Hal Jordan, personaje fetiche del autor amante de la Silver Age, tenemos sobretodo a Sodam Yat como el nuevo Ion – en una clara declaración de intenciones hacia Alan Moore que él iba a llevar a cabo sus historias que habían quedado en el tintero décadas atrás. Finalmente, otra de las genialidades de la obra, es que Sinestro gana pese a perder la guerra. Eso no es algo fácil de conseguir, y era otra muestra de las muchas capas de profundidad que tiene el personaje.

Y por Batman, me refiero a Batman, Batman and Robin y Batman Incorporated. Toda la etapa de Grant Morrison con el murciélago encapuchado. Y es que para mi, el calvo escocés recupera algo muy esencial del personaje de Batman: a Bruce Wayne. Y es que aunque un servidor disfrutó mucho de Batman: The Dark Knight Returns y Batman: Year One de Frank Miller, describió una forma bastante única de entender a Batman que perduró en gran medida desde entonces. Para mucha gente, el personaje es Batman y la máscara Bruce Wayne, así como Clark Kent es el personaje y Superman es la máscara. Lo respeto y lo comprendo. Pero esa gente no es yo, y mi pensamiento es diametralmente opuesto. Para mi siempre serán Bruce Wayne y Kal-El, sin ellos el superhéroe no se entiende realmente. Por ello, el darle tanta importancia a la figura de Bruce Wayne, primero con Simon Hurt y luego con Talia Al Ghul, fue muy importante para mi. Eso sin olvidar a ese pequeño cabroncete que fue Damian Wayne. Si tuviera que quedarme con una obra en concreto de la etapa de Morrison, sería su Batman and Robin, con Dick como Batman y Damian como Robin. Aunque no terminó de convencerme el trato que le dio a Jason Todd, ese Joker fue sublime, y el Dr.Pyg ha sido una de las mejores incorporaciones de villanos que en mucho tiempo. Obviamente, dentro del pack Batman+Morrison, estaría Final Crisis, que entendí aunque fuera con la ayuda del Superman Beyond. Eso si, aún tengo pendiente de leer otras obras suyas, como su Arkham Asylum.

Mi amor por este grupo ya viene desde su formación en Villains United. Allí Gail Simone reinventaba por completo a un perdedor como era Thomas Blake, para convertir en Catman en uno de los humanos más temibles del Universo DC. Junto a él, creaba a la lesbiana Scandal Savage, la única hija legítima del imperecedero Vandal Savage, que acabaría liada con la ex-Female Fury Knockout – hasta que fue víctima de la matanza que hicieron Jim Starlin y Grant Morrison para la Final Crisis del escocés. Y también creaba una nueva versión de Rag Doll, el hijo del original, quien tanto por él como su relación con su Parademon como con Black Alice, le convirtieron en seguramente el mejor miembro del grupo. A ellos se les unió desde el principio Deadshot, quien hacía una dupla genial con Catman por sus contrastes. Y varios miembros pasaron temporalmente, aunque la alineación final en la serie regular, la completaron con dos personajes más. Uno fue Jeanette, también creado por Simone para la ocasión, quien sin desmerecer, quizás no terminó de sacarle todo el potencial. Pero a quien casi le hizo otro «Catman» fue con Bane. Evolucionó el personaje de tal forma, que muchos aún a día de hoy lamentamos la regresión a casi el punto de inicio que ha sufrido el villano/anti-héroe. Y su relación con Scandal Savage también fue de lo mejorcito de toda la serie regular. Y hablando de Bane, ¿que puede ser mejor que él montando un T-Rex de Skartaris?.

Pese a lo dicho al prólogo, si hubo algunos cómics que se quedaron marcados en mi infancia. Y uno de ellos, es sin duda la obra de Hergé. Y es de las primeras obras, obviamente vía mis hermanos mayores, que tuve completa y que más releí en su momento. Reconozco que hace años que están en su estantería correspondiente sin que los haya tocado. Motivos son varios, uno de ellos es que en mi infancia/adolescencia era la zona común mía y de mis hermanos para nuestro entretenimiento colectivo, y que ahora ha quedado como una herencia de nuestro pasado, esperando que mis sobrinos se hagan un poco más mayores para traspasarles horas y horas de sano divertimiento. Y entre todas Las Aventuras de Tintin, ¿porque he elegido esta en concreto? Fue el primer título que me vino a la cabeza. Pero me vino por un motivo muy concreto, y es que esta aventura marca un antes y un después en las mismas. En El cangrejo de las pinzas de oro, debutaba el Capitán Haddock. Todos los secundarios de Tintin son magníficos, pero este siempre ha sido mi preferido. Y entre Haddock y Vegeta, crecí con un gran vocabulario de insultos en catalán. Que crecí con muchos valores positivos, y me considero una persona educada y respetuosa. Pero si hay que maldecir en catalán, al menos lo haré con estilo.

Antes de empezar a hablar de esta obra, me gustaría confesarme: aún no he leído el Starman de James Robinson. Vale, una vez recuperado de que muchos me habéis apadreado, continuemos. Al personaje de Richard Swift lo conocí gracias a los tie-ins de Blackest Night. En ellos, James Robinson escribía un último número de Starman, demostrando que al menos con estos personajes no había perdido la magia. Lo volvió a utilizar en algunas ocasiones en su etapa en la Justice League of America, lo suficiente para captar mi atención en cualquier aparición que hiciera el personaje. Y cuando anunciaron la maxiserie, la seguí encantado. Un gran viaje por el mundo y por el tiempo de la mano de este atemporal anti-héroe, donde no era el único que me robó el corazón. En la maxi-serie recuperó a otro personaje que había creado en su etapa de Superman. Y es que La Sangre, esa vampiresa nacida en Euskadi pero crecida y protectora de Catalunya, se convertía en nuestra versión de Jessica Hampby (True Blood). Además de la buena narrativa, el aspecto visual es clave en esta obra. Desde Cully Hamner a Frazer Irving, pasando por el artista patrio Javier Pulido, todos aportaron buena parte que hagan que disfrute cada vez más en sus relecturas.

Cuando uno empieza a mi edad a leer cómics en serio y de forma asidua, lo más común es tirar de los clásicos que todo el mundo recomienda. Y aunque me quedan muchos aún por leer, varios ya han caído en mi posesión. Y entre ellos, V de Vendetta ha sido de los que más he disfrutado por varios motivos. Quizás quien me conozca de verdad le parecerá extraño, entre otras cosas porque no comulgo la idolatría hacia Alan Moore. También reconozco que sólo he leído de momento sus obras más «comerciales». Otro motivo que a buenas a primeras sonará extraño, es que vi primero la película. Y me gustó mucho, pese a Natalie Portman – esto último no le hagáis caso, cosas mías. Y en vez de fastidiarme luego la lectura del cómic, este lo disfruté aún más. No se si hubiera sido a la inversa, hubiera sucedido lo mismo. Y es que la obra no sólo sale airoso de los posibles problemas que pudiera acarrear la adaptación cinematográfica, sino que eleva la obra a un par de niveles por encima. No se si seré capaz de volver a ver la película y disfrutarla tanto como la primera vez, pero si tengo claro que disfrutaré a cada re-lectura del cómic. Eso, en parte, también jugará a su favor el haber conocido y entrevistado a su dibujante, el también británico David Lloyd. Y es que nuestras experiencias personales, también influyen como disfrutamos de una obra en cada momento de nuestra vida.

¿Como? ¿Algo de Marvel en una lista mía? Pues si, aunque parezca mentira. La verdad es que los Fantastic Four nunca me habían llamado la atención, ni siquiera que las películas tuvieran a Jessica Alba como Susan Storm. Pero con Three, y las buenas críticas, lograron captar mi atención para darle una oportunidad. Previamente, me leí la etapa de Mark Millar, puesto que establecía varias de las bases con las que luego Jonathan Hickman trabajaría. Y aunque me gustó el trabajo de Millar en algunos puntos, otros no tanto – especialmente su último arco -, nada comparado a como disfruté de la etapa de Hickman. Siguiendo la evolución de Valeria marcada por Millar, elevó no sólo a ella, sino a su hermano Franklin a ponerse al nivel de cualquiera de los 4 Fantásticos. Pero no fueron los únicos hermanos que destacaron en la etapa, tanto Susan como Johnny también brillaron con luz propia – el capítulo que Johnny comparte piso con su amigo Peter Parker es taaaan genial. Y a Hickman no sólo se le daban bien los hermanos, lo que realmente se le daba bien son las familias. La relación de Reed con su padre, así como el resto de Reed Richards también dieron grandes momentos a la serie. Así como la Fundación Futuro, la cual terminó teniendo su serie paralela sin restarse calidad la una a la otra. Aunque para mi, la mejor relación, fue la de Valeria con su tío Victor Von Doom.

Primero fue el primer anime. Luego, el manga entero. Finalmente, el segundo anime más fiel al manga. Con este pequeño resumen, reflejo lo mucho que me encantó Fullmetal Alchemist, la obra de Hiromu Arakawa. La historia de Edward y Alphonse Elric, dos hermanos abandonados por su padre y con su madre fallecida. Aún niños, aprendieron alquimia y realizaron el único tabú en la alquimia para intentar resucitar su madre, lo cual salió nefasto – por algo esta prohibido – y le costó un brazo y pierna a Edward y el cuerpo entero a Alphonse, quien su hermano logró atar su alma en una enorme armadura. Con esta premisa, los dos hermanos intentan aumentar sus conocimientos en la alquimia para crear la piedra filosofal, la cual debería hacerles regresar sus partes perdidas. Con toda esta premisa, se combinan de forma magistral tanto las aventuras y el humor más ligero, con momentos cargados de drama. Hay cierto momento que, cualquiera que haya leído/visto suficientes capítulos sabrá a lo que me refiero, que me hizo encoger el corazón. Y no sólo una vez, las 3 veces me pasó lo mismo. Y es que hay cierto momento que jamás estaré preparado para sobrellevarlo. Aparte de los protagonistas, hay un gran elenco de secundarios – cada vez que salía Alex Louis Armstrong era oro puro -, y unos villanos de altura. Una obra redonda para un shonen algo más adulto de lo que suele abarcar este género del manga.

Si, One Piece es una serie que a día de hoy aún se publica. Y que dure lo que tiene que durar, porque Eiichiro Oda vuelve a estar «on fire«. Servidor empezó primero viendo el anime, y cuando decidí dar el salto al manga después del arco de Skypeia. Y suscribo las palabras que me dijo un amigo mío: ojalá pudiera volver a leer todo lo que has leído tu como si fuera la primera vez. Ciertamente el principio el principio no era la obra épica que es en estos momentos. Pero cuando fue consciente de lo que era, se convirtió en la nueva Dragon Ball. Disfruté mucho de Dragon Ball Z, pero no era lo mismo. Incluso nunca compartí la crítica a Dragon Ball GT, cuando fue un intento de recuperar el espíritu de la obra original. Volviendo a la obra, tiene un elenco de protagonistas cada cual más épico. Es cierto que Oda le ha costado mucho darle el reconocimiento a los protagonistas femeninos como Nami y Robin, pero son pequeños defectos que poco a poco intenta pulir y que no ensombrece lo suficiente todas sus genialidades. Un world-building brutal, unas batallas espectaculares, un humor descacharrante y en definitiva, todo lo bueno y mejor que uno puede pedirle a un shonen. Y esto, con los números que lleva y que aún le faltan por salir, es todo un prodigio.