ZN: Presentación de Arrugas y María y yo en el Corte Inglés

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El pasado viernes, día 6 de junio, en la última planta del Corte Inglés del Nuevo Centro, en Valencia, tuvo lugar la presentación de dos libros, Arrugas, de Paco Roca y ganador de los premios a la mejor obra y mejor guión en el pasado Salón Internacional del Cómic de Barcelona 2008, y María y yo, la obra de Miguel Gallardo nominada a los mismos premios, todo ello bajo el epígrafe de “Novela gráfica y realidad social”.

El evento lo presentó Ramón Palomar, periodista y amigo de los presentes, que daría paso a una apasionada y amena exposición de Ismael Quintanilla, director de la unidad de investigación de Psicología económica y del consumidor, y que hizo buen uso de la palabra a través de su pasión por los cómics y su amistad perenne con los homenajeados, con quien llevaba todo el día compartiendo su compañía, algún que otro programa de radio y una buena comida.

Se permitió el lujo de mencionar a Protágoras en su discurso –algo que Paco Roca agradeció enormemente, pues, con mucha ironía y buen humor, creía que ya era hora de rescatar a este sofista griego– y elogiar los álbumes, cómics, tebeos, novelas gráficas o historietas, que tanto da como se llamen siendo siempre lo mismo, magníficas historias que nos embelesan, nos atraen y despiertan nuestro interés al tratar dos temas distintos y a la vez iguales.

Así, la obra de Paco Roca, Arrugas, trata sobre la vejez, ese futuro nuestro que nos espera pacientemente y que, como él comentó, para tantos resulta antiestético, molesto, quizás desagradable. El protagonista de la historia, Emilio, es un anciano cuya vida se deshace por culpa de la enfermedad del Alzheimer, un terrible mal que literalmente destruye la memoria, rescata episodios de nuestro pasado con tal viveza que al despertar del sueño del ayer nos aterroriza al descubrir que no tenemos 40 años y debemos afeitarnos para ir al trabajo, sino que tenemos 70 y hace diez que estamos jubilados.

La acción de la historia tiene lugar en una residencia de ancianos cualquiera, que Paco conoce bien al haber visitado algunas con frecuencia por varios meses para así documentarse. Partió de las experiencias y anécdotas reales de otro amigo suyo, McDiego, cuyo padre, hombre culto y amable con Paco, siempre le entretenía con todos los conocimientos de los que podía hacer gala y que, con la llegada de la enfermedad, fue perdiendo su identidad, su ser, su esencia. Con estos datos y con las historias que los ancianos le iban contando en sus visitas a varias residencias, Paco desarrolló la historia de Emilio, parte real, parte no, pero tejió una cariñosa historia que encierra un trasfondo terrible, tanto como resultan las miradas de los protagonistas cuando, en la residencia donde conviven, miran tímidamente las escaleras que conducen al piso superior, aquellas que llevan a las salas que hospedan aquellos que han empeorado en su situación. Mirar esas escaleras es como mirar su futuro, así como leer ese libro, Arrugas, es como vislumbrar nuestro posible mañana.

Pero no hay que creer que su obra se recrea en la desdicha, en el pesimismo, en la fatalidad. Lejos de ello, es una amable historia, triste en el fondo, pero que no guarda ni pretende esconder miedo o angustia. Todo lo contrario, nos cuenta algo que existe y está ahí, pero que más bien nos acompaña y busca la comprensión y el apoyo al lector, que sepa que se le entiende y le ofrece una sonrisa y una mano amiga pase lo que pase. No en vano la Asociación de Enfermos de Alzheimer compró una larga tirada para ofrecerlos a sus miembros, porque nos permite entender mejor a esas personas que necesitan nuestro apoyo más que nunca.

Por otra parte, el segundo libro presentado tiene por explícito título María y yo. Miguel Gallardo, quizás en 13 años, quizás en sólo una semana, escribió una obra a caballo entre el cómic y el relato que no es sino una obra de cariño y amor hacia su hija, María, autista. Así, las dos novelas gráficas, Arrugas y María y yo, usan este lenguaje secuencial para acercarnos a dos problemas acerca de la identidad y comunicación, la vejez en una y el autismo en la otra.

El cómic de Miguel es más biográfico que ficticio, pues es a través del dibujo como logra comunicarse con una hija que, más que vivir a cientos de kilómetros de su casa, comparte este mundo con otro que nadie más logra visitar. Esa es la terrible maldición del autismo, la de mantener un cuerpo junto a nosotros mientras su mente parece perderse por paisajes y ciudades de otro planeta. Es como un campo de fuerza, una barrera invisible que nos impide comunicarnos con ellos aunque uno sea su propio padre. Sus frases pueden significar algo o nada, nadie lo puede predecir, pero un padre, como es Miguel, debe estar siempre atento para buscar los pequeños atisbos que su hija autista realiza para captar sus emociones, sus sentimientos y sus coherencias. Cuando, cierto día pasado en un hotel, su hija le dijo: “Tú y yo”, tal vez pudo ser una de sus frases accidentales, pero no es lo que él creyó. Para Miguel aquella frase fue muy clara, cristalina, y la entendió como un reflejo de amor de una hija por su padre al que tampoco logra comprender muy bien pese tenerle siempre a su lado.

De ahí el gran valor por esta novela gráfica, pues nos permite no sólo comprender un poquito más lo que es el autismo, sino, más aún, compartir momentos íntimos y preciosos entre un padre y su hija tan distanciados como dictamina el autismo.

A través del cómic, ese medio de comunicación y ese arte que empieza a recibir el valor y aprecio como le corresponde, podemos ser testigos de los pesares, de los miedos, de los sueños, de las esperanzas de sus autores. Con el cómic, podemos viajar a otros mundos y disfrutar de las aventuras de dos superhéroes, pero también descubrir la vida de unos ancianos o presenciar el amor de un padre por su hija autista.

Protágoras hablaría del hombre como medida de todas las cosas, y estas dos novelas gráficas presentadas, Arrugas, de Paco Roca y María y yo, de Miguel Gallardo, podríamos emplearlas para medir la valía de sus autores como seres humanos. Como buen sofista, creía que no existía una verdad absoluta, universal, pero el cómic nos permite conocer esas verdades relativas y propias de dos dibujantes que nos acerca, con la pasión e interés que queramos, a sus esferas personales y sus inquietudes: vejez y autismo.

Enlaces relacionados en Zn:

Arrugas
María y yo
Protágoras
Enfermedad de Alzheimer
Autismo
Astiberri Ediciones

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