ZN recomienda Tom Strong

 

Tom Strong 1
Guión: Alan Moore
Dibujo: Chris Sprouse et al.
Norma – 208 pág color – 15€

Tom Strong 2
Guión: Alan Moore
Dibujo: Chris Sprouse et al.
Norma – 192 pág color – 15€

 

Este primer volumen responde a todas las preguntas sobre el origen del nuevo-viejo héroe y nos presenta nuevas aventuras y amenazas para Millennium City.

Alan Moore (Promethea, Watchmen) y Chris Sprouse (Supreme, Ocean) continúan su particular homenaje al género pulp con las aventuras de Tom Strong y su familia.

En este segundo volumen encontraremos dimensiones paralelas con conejos cientihéroes, sistemas solares duplicados, luchas por el control de la historia en la torre del fin del tiempo, viajes a la semidimensión de los muertos y las aventuras de Tesla Strong.

Cuando la Línea ABC apareció por primera vez en España de la mano de Planeta DeAgostini sólo hubo una serie con la que continué más allá de su primer número… y no fue la de Tom Strong. Supongo que por aquel entonces, aparte de la necesidad siempre presente de contener mi gasto mensual en tebeos, estaba acostumbrado a un Alan Moore más “intelectual”, menos lúdico que el que presentaban series como Top Ten o La Liga de los Caballeros Extraordinarios. Por eso prescindí de ellos.

Pero en Tom Strong, además, había otra cosa que me descolocaba. A pesar de que las raíces pulp de su protagonista resultaban claras, con referencias explícitas a personajes pioneros como Doc Savage, The Phantom y Superman, se me hacía extraña la voluntad de presentarnos a Tom Strong como si de un personaje legendario se tratase, cuando era evidente que para nosotros, los lectores, no lo era en absoluto.

Fijémonos en qué el guionista británico elige retratar al protagonista de la serie ya en su madurez, con canas en las sienes y una hija de lo más crecida. Pero no es tan solo eso. No es tan solo que se escoja a un personaje de edad avanzada cuando lo habitual para estos menesteres sea echar mano de niños, adolescentes o personajes que rondan la treintena. Lo chocante era el planteamiento de la historia. En su primer número asistíamos a diversos episodios de la larga vida de Tom Strong, alguien enormemente famoso para sus coetáneos. Alan Moore lo escribía, para nosotros, como si lo hubiéramos conocido toda la vida, como si fuera un icono de aquellos que alumbran el imaginario colectivo de tal forma que uno no sabe muy bien ni cuando los descubrió por vez primera. Alan Moore escribía a Tom Strong como si nos fuera tan familiar como Superman… pero no lo era. Entonces no lo era. Hoy, claro, cuando Norma Editorial nos vuelve a ofrecer sus primeras historias de forma recopilada, la cosa es distinta. Hoy, cuando hemos visto acumularse los cuadernillos de Tom Strong en quioscos y librerías, la promesa implícita en ese primer número de la serie se nos antoja más concreta, más fiable, más cierta… porque sabemos que la leyenda de Tom Strong, con el tiempo, se ha ido forjando de manera progresiva. Y así, más confiados, nos dejamos llevar. Conocedores también de que Alan Moore tiempo ha que dejó de prodigarse como autor sin que le hayan salido dignos sucesores… y un Alan Moore siempre es un Alan Moore aunque sea “en ABC”.

Por eso nos zambullimos en este “Universo Strong”, más allá de su primer episodio, y nos reencontramos con la maravilla y la aventura de un tipo de cómic que hoy en día ya no se hace, si es que alguna vez llegaron a hacerse cómics de este tipo… porque Alan Moore sólo hay uno, siempre guarda ases en la manga y tiene más brazos que un venusiano. Así, el planteamiento escogido por Moore para Tom Strong convierte la serie en un cajón de sastre donde todo es posible. La gran longevidad del protagonista permite explorar las más diversas épocas y, de esta manera, transitar por distintos géneros y formas de hacer historieta junto con autores invitados que dan descanso al dibujante regular. Además, en cada aventura, donde el entretenimiento aparenta ser para Moore un objetivo casi inexcusable, se hallan también presentes otros valores: un enfoque de cariñosa ironía y una voluntad pedagógica que abarca parcelas tan dispares como la filosofía, la física y la moral, manifestada normalmente sin disimulada pretenciosidad, antes bien, desde la convicción de que no hay nada más apasionante que hurgar en la entraña del cosmos y descubrir, allí, que todo es posible.