Descripción editorial |
Rick Veitch, el dibujante que junto a Alan Moore elevó Swamp Thing a la categoría de clásico del noveno arte, cierra la trilogía del Maximortal y su particular revisión del género de superhéroes.
Se buscan chicos y chicas jóvenes dispuestos a vender sus ideales a cambio de un traje ridículo, horas y horas de humillaciones públicas y privadas, y sesiones de firmas.
Reseña |
Niñatos, junto con El Uno y Maximortal, cierra la trilogía de los superhéroes según Rick Veitch, colaborador del gran Alan Moore en los tiempos de la Cosa del Pantano. Y lo hace de manera redonda, en un ejercicio de estilo que es a la vez desasosegante y entretenido.
En cada una de las obras que conforman esta trilogía ha quedado patente la voluntad de Veitch de elaborar un discurso en varios niveles. Referencias filosóficas reconocibles animan la entraña argumental de cada relato, donde planteamientos pertenecientes a la ficción superheroica más crepuscular tienen sus correspondientes extrapolaciones en diversos aspectos del panorama político, editorial y mercantil del mundo real. Este juego de malabares, de indudable complejidad, ha conseguido ser salvado por Veitch con destacable corrección en todos los casos, aunque es en Niñatos donde ha logrado hacerse de manera más redonda y equilibrada.
El misticismo New Age de El Uno y el nihilismo nietzchiano de El Maximortal, a pesar de su adecuación a lo que se estaba contando, se cobraban en cierta forma su peaje al pausar el ritmo de cada historia y multiplicar sus claves de interpretación hasta casi rozar el absurdo. Queda claro que estos tres trabajos de Veitch están pensados para ser leídos y releídos, destilando un tanto de su ecléctica esencia en cada lectura, pero es Niñatos la que ofrece una primera aproximación más satisfactoria y compacta.
Su análisis de la evolución de los sidekick, los compañeros juveniles de los héroes, a lo largo de los años, encaja a la perfección con la ficción argumental del cómic. Las connotaciones homosexuales que algunos creen inherentes en el Duo Dinámico formado por Batman y Robin/Petirrojo encuentran su paralelo en la relación que mantiene Visón Nocturno con cada uno de sus Piolines. La degradación de la figura del sidekick que arrancara cuando Neal Adams y Dennis O’Neil convirtieron a Roy Harper/Speedy en heroinómano, en aquel particular ejercicio de sofisticación del cómic de superhéroes que estos dos autores llevaron a cabo en Green Lantern/Green Arrow durante los setenta, es fácilmente identificable en las maneras de King Rad y su pupilo Salvaje. El oportunismo empresarial que se esconde tras de ciertas titánicas asociaciones y, sobre todo, en el sacrificio del Robin Jason Todd refrendado en su día por el público, impregna cada rincón de este tebeo. Y la dimensión seminal de Superman, pervertida a lo largo de las décadas, es reivindicada por Veitch de extraña forma a través de su True-Man Maximortal.
Todo esto hace que la obra se lea en un suspiro, un tanto alargado, quizás un último suspiro (del género), oscilando entre lo patético y lo satírico, entre la risa y el asco, entre la denuncia y la diversión, entre el desasosiego y el entretenimiento, en el cómic mejor dibujado de la trilogía. Pero sobre todo, chicos, que os quede claro: no os dejéis tentar por los antifaces.
Qué pedazo de comic más bestia, y lo bien que me lo he pasado leyéndolo. De toda la trilogía es el que más me ha gustado. Yo creo que si los superhéroes exstieran en nuestro mundo real actual, sin duda serían algo así…
Coincido contigo en qué es el que más me ha gustado de la trilogía.
a mi me ha parecido un poco inferior a los anteriores, tal vez por la pérdida del factor sorpresa…
Para mi, el mejor «El Maximortal»
A mí me parece que tiene menos enjudia filosófica, pero quizás por eso lo encuentro más disfrutable desde su mismo inicio. Los otros dos, en especial el Maximortal, son un tanto más áridos.