ZN Reseñas: Volátil

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Volátil
Autor: Luis Durán
Edicions de Ponent
256 pag BN – 24 €

 
Descripción editorial

Durante su última clase universitaria el señor Patrick, profesor de literatura transmite a uno de sus alumnos, al joven Tobías, su pasión por la creación literaria.

Esta pasión florecerá en Tobías durante sus vacaciones estivales al redescubrir, en su pueblo natal, unas inscripciones rúnicas que siendo niño le fascinarón. Estas inscripciones, grabadas sobre una piedra durante el siglo VII en honor a un misterioso escandinavo de nombre Audum, parecen haber aguardado allí durante siglos esperando a que alguien cuente su historia. Y será Tobías a través de un frenético pulso creativo, quien lo haga.

A lo largo de ese verano, Tobías escribirá su primera novela «Volátil». En ella, irá desgranando la historia de Audum, y la escribirá con estructura casi arquitectónica, como si elevara una catedral de papel. Ya que, al igual que en las catedrales góticas, Tobías, nos guiará como a peregrinos a través de un extraño camino iniciático por la vida e historia de Audum, un joven esclavo vikingo que vivió en el siglo VII pero que regresa a través de la imaginería de Tobías y de unos cantos, que hace mucho, mucho tiempo, alguien grabó en unas piedras.

Reseña

Con el tiempo he llegado a conocer un poco a Luis Durán. No mucho, sólo un poco.

Con el tiempo he llegado también a pensar que, en cierta forma, el discurso de sus obras rebasa el alcance del discurso de su autor. Y eso es así no tan solo por esa timidez manifiesta a la que Durán alude en sus apariciones públicas, a la manera de ese profesor de literatura que en Volátil, a pesar de saberse de memoria un poema, prefiere “mantener entre (los alumnos y él) la distancia de (un) cuaderno”.

Las obras de Durán le trascienden, le superan y le sobrepasan, en gran medida, porque este autor ha sabido descubrir, en el lenguaje de la historieta, esa arcilla primigenia que en manos de un alfarero inspirado puede conjurar, durante breves instantes, la forma de lo informe. Con el tiempo he llegado a saber del interés de Durán por el esoterismo y la quiromancia como herramientas a través de las cuales poder leer la “realidad”, algo que se percibe en bastantes de sus obras y que en este Volátil se torna evidente. Y es así, aplicando la cómic los principios de la quiromancia, que Durán consigue esa capacidad de evocación casi musical tan característica de sus propuestas.

En la quiromancia cada carta alberga unos determinados simbolismos. Significaciones no tan solo especificadas por la carta en sí misma, sino por su momento de aparición y su ubicación con respecto a las demás cartas. De forma similar, Durán escoge para cada una de sus obras una variada gama de dibujos, íconos, palabras y sentencias que va combinando a lo largo de la trama cual notas en una partitura.

Todo ello, junto con la particular ambigüedad propia del espacio entre viñetas y la potencia expresiva de los trazos, hace que sus historias multipliquen su carga semántica de manera exponencial, dejando abiertas miles de puertas para que sea cada lector quien decida por cuáles se adentra.

Es por eso que difícilmente pueda defenderse la postura de aquellos quienes critican que Durán es autor de una sola obra que repite hasta el infinito. Es evidente que a lo largo de su trayectoria hay una serie de temas que se repiten y le definen, por otro lado algo bien propio de cualquier autor e, incluso, de cualquier persona. Pero su habilidad para capturar nuevas “imágenes” – en un sentido amplio del término – y combinarlas con acierto y coherencia logran que cada nueva historieta suya sea diferente y, a medida que ha ido madurando como autor, mejor que las anteriores.

Es por eso que en este Volátil vuelen a presentarse algunos de los grandes temas de Durán, junto con algunos de nuevos, con una capacidad de “penetración” en el lector cada vez mayor. Por eso que la evolución de su estilo literario y gráfico le permite jugar con nosotros hasta el punto de mostrarnos mucho mediante “simples” combinaciones de textos, tramas manuales y parrillas de viñetas.

Por eso que consigue que la manecilla de una puerta signifique tanto.

En el pasado Saló del Còmic de Barcelona Kiko Da Silva le hizo decir a Luis Durán que, si pudiera, escogería expresarse a través del cine en vez de con la historieta.

Creo que Durán lo dijo por decir, para no discutir con Kiko, quién sí defendía esta postura. Lo que Durán logra con la historieta no está al alcance del cine… y estoy seguro de que Durán lo sabe o, al menos, lo intuye… en el espacio de inspiración que alberga un parpadeo.

También se han entusiasmado con Volátil en Abandonad toda esperanza.

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Rafa T.
Rafa T.
1 agosto, 2007 19:01

Volátil ha sido sin duda mi mejor lectura de este año.
Luis Durán es un caballero fuera de lo común.

Un saludo.

Alberto Benavente
4 agosto, 2007 22:27

Ya te vale poner JUSTAMENTE ESA FOTO!!!

Ay dios…y nada…que despues de «redescrubrir» a Durán, y gustarme mucho «caballero de Espadas» me agencio este en cuanto tenta ocasión.

¡Un saludete a la afición!