El año 2015 fue el de la consolidación del buen estado en el que se encuentra actualmente la creación de René Goscinny y Albert Uderzo. El 22 octubre Les Editions Albert René en Francia y Salvat en España publicaron El Papiro del César, el trigesimo sexto álbum y más redondo desde que el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad tomaron las riendas de la colección. Pero en mayo del mismo año también llegaba, con bastante retraso, a nuestro país la adaptación cinematográfica de La Residencia de los Dioses, una de las obras maestras más grandes relacionadas con Astérix. Dirigida por Louis Clichy y Alexandre Astier y escrita por este último acompañado de Jean-Rémi François y Philip LaZebnik se trataba de la primera película de los personajes diseñada íntegramente en animación 3D. El resultado supuso una traslación magnífica de la decimoséptima aventura editorial de los míticos personajes del célebre bande dessinee francés. Poco más de tres años después del éxito de dicha producción llega a la cartelera internacional Astérix: El Secreto de la Poción Mágica, nueva cinta en animación de 3D inspirada en la creación de Goscinny y Uderzo, segunda colaboración entre Louis Clichy y Alexandre Astier para llevar a la gran pantalla las correrías de los irreductibles galos y la primera de esta etapa no inspirada en una historia en viñetas de estos, aunque tome situaciones y personajes de alguna de ellas.
Los conocedores de las adaptaciones cinematográficas animadas de Astérix saben que el hecho de realizar una película sin estar basada en ninguna aventura en papel del personaje no es óbice para que el resultado sea excelso y de ello tenemos algún que otro ejemplo. No tenemos más que dirigir nuestra mirada a esa insuperable obra maestra llamada Las Doce Pruebas de Astérix para confirmar la viabilidad de realizar largometrajes originales con los galos como protagonistas, aunque en dicha ocasión se contó con la inestimable colaboración de René Goscinny y Albert Uderzo, los padres de la criatura, en la escritura y dirección del ambicioso proyecto. Evidentemente con Astérix: El Secreto de la Poción Mágica no podemos hablar de una genialidad como aquella facturada en el año 1976, pero sí de la confirmación de esta teoría sobre la posibilidad de crear productos audiovisuales interesantes dentro de este peculiar microcosmos sin tomar como inspiración directa sus correrías paginadas.
La trama de Astérix: El Secreto de la Poción Mágica es 100% identificable con la historia secuencial o audiovisual de los personajes de Goscinny y Uderzo narrando la decisión de Panorámix de buscar su sucesor después de haber sufrido una aparatosa caída desde un árbol mientras buscaba muérdago. A partir de entonces el druida acompañado de Astérix, Obélix, Ideafix y todos los hombres de la aldea de Armórica (las mujeres se ocupan de vigilar el asentamiento, con descacharrantes consecuencias) tratarán de dar con el paradero del mejor candidato para sustituirle y de esta manera proporcionarle la receta secreta para crear la famosa poción mágica que les confiere poderes sobrehumanos. Pero el proceso no será tan fácil como pareciera debido a la intervención de Maléfix, druida desterrado y antiguo compañero de Panorámix, que tratará de apoderarse de los ingredientes del famoso brebaje. Con este argumento que, como previamente hemos apuntado, podría pasar fácilmente por el de cualquier álbum protagonizado por Astérix esta décima película animada inspirada en tan famosos personajes se convierte en un producto visual y narrativo muy destacable.
Durante sus dos primeros actos Astérix: El Secreto de la Poción Mágica respeta de manera escrupulosa el espíritu tanto de los personajes de Goscinny y Uderzo como del entorno en el que se mueven. Al igual que sucediera con La Residencia de los Dioses el equipo formado por Alexandre Astier, Louis Clichy y sus colaboradores adapta de manera brillante el diseño de los galos a la animación 3D, con un escrupuloso nivel de detalle. Pero en esta ocasión el handicap de no tener un cómic en el que reflejar las imágenes en movimiento no impide a los ideólogos del largometraje capturar la esencia de sus criaturas. Llegando por medio del guión incluso a plantearse temas como la posibilidad real de la «jubilación» de Panorámix como druida de Armórica, su escasa ambición a la hora de no haber querido diseñar una poción mágica más potente y evolucionada o la idea de proporcionársela a un grupo más amplio de galos para así vencer a los ejércitos de Julio César, así como la posibilidad de una tregua temporal y colaboración puntual entre galos y romanos para enfrentarse a un enemigo común más peligroso, como el carismático y memorable Maléfix.
A lo largo de una hora de metraje todos los apartados funcionan al 100%. Los protagonistas y secundarios son identificables, carismáticos, divertidos. Sus interacciones nos retrotraen a momentos clásicos compartidos por ellos a lo largo de los años en las distintas aventuras diseñadas por Goscinny, Uderzo y en el último lustro por Ferry y Conrad. Es recibida con agrado la experimentación con la animación en los flashbacks o las transiciones espaciotemporales, las secuencias más dinámicas que se alejan un poco de la elegancia y contención habitual del trazo de Uderzo pero inyectan ritmo, fuerza y un look visual notable al conjunto de la obra. Esos primeros sesenta minutos son tan buenos que en algunas situaciones nos hacen tantear la posibilidad de encontrarnos ante una secuela que pueda llegar a superar a su predecesora. Por desgracia la recta final no está a la altura del resto del largometraje debido a algunos pecados capaces de empañar en cierta manera la labor realizada hasta ese momento, aunque sin dañar de manera notoria al proyecto.
Durante la media hora final en la que tiene lugar el clímax de Astérix: El Secreto de la Poción Mágica Louis Clichy, Alexandre Astier y su equipo de animadores pisan el acelerador adentrándose en una bacanal digital tan innecesaria como desubicada dentro de una película hasta ese momento propensa a dosificar los pasajes más alocados. Ese homenaje a los kaiju-eiga con los dos «monstruos» enfrentrándose en descomunal combate no sólo entronca con la narrativa más clásica de los cómics de Astérix, sino que nos trae a la mente las barrabasadas cometidas por el insalubre Albert Uderzo de ¡El Cielo se nos Cae Encima!, el peor álbum de la etapa del ilustrador francés como autor total de la colección y el punto más bajo de la misma en cuanto a calidad. Por suerte esta cuestionable decisión tomada como si los autores de la cinta quisieran competir, innecesarimente y sin haberlo exigido nadie, con los blockbusters animados estadounidenses, no ensombrece los muchos aciertos y hallazgos de una producción tan bien ejecutada como entrañable.
Astérix: El Secreto de la Poción Mágica es una muy digna décima película animada inspirada en la Galia ideada por René Goscinny y Albert Uderzo. Personajes, entorno, diseño, guión, realización y fidelidad al lore indivisible al material tomado como inspiración hacen de ella una pieza bordeante en la brillantez y sólo unos peldaños por debajo de la ya citada La Residencia de los Dioses. De la misma manera que deja claro la posibilidad de crear un relato destacable por medio de un guión propio convertir la libertad en libertinaje, como sucede en el ya mencionado clímax final, puede llegar a dar el traste con una propuesta elocuente y entrañable como la ideada por Alexandre Astier y Louis Clichy. Por suerte en esta ocasión la sangre no llega al río y podemos confirmar la última aventura en animación 3D de Astérix, Obelix y compañía como un entretenimiento de calidad tomando el rol de entrante o avanzadilla de ese nuevo álbum que se publicará el 24 de octubre del presente 2019. ¡Por Belenos que les mantendremos informados al respecto!
Dirección - 8
Guión - 7.5
Apartado visual - 8
Banda sonora - 7.5
7.8
Excelente nueva cinta animada en 3D de Astérix y los irreductibles galos. Astérix: El Secreto de la Poción Mágica es un producto memorable en varios aspectos y respetuoso con la esencia de la creación de René Goscinny y Albert Uderzo que sólo se ve levemente empañado por un clímax demasiado aparatoso.