#ZNCine – Del Cine al Cómic (III): Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo, de Jimmy Palmiotti, Justin Gray y John Higgins

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El cineasta norteamericano Wes Craven ha sido tildado tanto de maestro como de timador, de artesano talentoso y oportunista, lo que pocos podrán negar es que tiene un puñado de películas que marcaron época dentro del género de terror. En 1972 fue uno de los pioneros del subgénero rape and revenge con su debut La última Casa a la Izquierda versión bastarda de El Mamantial de la Doncella de Ingmar Bergman que daba carpetazo al ideario del hippismo sesentero con sangre y muerte como Charles Manson y su acólitos hicieron en la sociedad norteamericana. En los años 80 también daría una vueta de tuerca al género con Pesadilla en Elm Street, la primera incursión cinematográfica de Freddy Krueger en los sueños de sus víctimas para ir eliminándolas una a una. Ya los 90 haría lo propio aliándose con el guionista Kevin Williamson para dar forma a la metareferencial, paródica y algo blanda saga Scream que trajo tras de sí una serie de plagios, variantes y derivados que casi matan al género antes de la llegada del nuevo milenio. Pero once años antes de aquella cinta protagonizada por Robert Englund, Wes Craven daría forma a una de las mejores piezas de su filmografía y una obra de culto dentro de ese cine de terror de los 70 que apelaba por la violencia urbana en detrimento de las temáticas sobrenaturales que para la época habían ido considerablemente sobreexplotadas y se encontraban de capa caida después de tocar techo con El Exorcista, de William Friedkin y La Profecía (The Omen), de Richard Donner.

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En 1977 Las Colinas Tienen Ojos se estrenaba en las carteleras de Estados Unidos. El largometraje de Wes craven producido por su colabordor Peter Locke seguía la senda abierta tres años antes por La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre) de Tobe Hooper y se mostraba de cara a unos espectadores, por aquel entonces poco acostumbrados a esos niveles de crudeza, como un profundo y ya infectado corte en la piel producido por un cuchillo oxidado, una cinta de terror realista, áspero, de tono casi documental en la que una familia típica americana se perdía en el desierto de Nuevo México y allí era asediada y atacada por un grupo de caníbales mutantes. La historia, basada en unos hechos reales acaecidos en Escocia en el siglo XV en los que se vio implicado el clan familiar de Sawney Bean cuando se descubrió que tras 25 años entregados al canibalismo y la endogamia habían asesinado y devorado a más de 1000 personas, pilló de sorpresa a los aficionados del género que recibieron con regocijo y temor una obra rodada desde las entreñas, de manera más instintiva que técnica, y con unos resultados brillantes gracias a su tratamiento de la violencia explícita, la tensión, la presencia de personajes perturbadores como el Plutón al que daba vida el actor Michael Berryman y una atmósfera de color amarillento que parecía fundirse con los parajes desérticos de Nuevo México. Su tratamiento inmisericorde de los actos violentos de los atropófagos, el buen hacer de los actores que daban vida a las víctimas (Dee Wallace Stone, una actriz clásica del género de terror, entre ellas) y un Wes Craven pletórico que suplía sus fallos técnicos y presupuestarios con inteligencia y una elogiosa intención por incomodar a la platea de una manera no gratuita hicieron de The Hills Have Eyes un clásico del género al que se adscribe y a día de hoy sigue siendo, para muchos, la mejor obra de su realizador.

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En 1984, el mismo año del descomunal éxito que supuso la inolvidable primera entrega de Pesadilla en Elm Street protagonizada por Freddy Krueger y sus letales ensoñaciones, Wes Craven decidió volver a aquellas colinas que tantas alegrías que le habían producido para casi una década después rodar la continuación de la primera entrega. Las Colinas Tienen Ojos II es una de esas obras cinematograficas que confirman aquel dicho que reza que segundas partes nunca fueron buenas y sobre todo en el género de terror. Asociado de nuevo con su colaborador Peter Locke y una vez más asumiendo los roles de director y guionista Wes Craven realizó uno de los peores trabajos de su carrera con esta terrible e inenarrable secuela que nadie demandaba y que no pudo ser abordada con menos profesionalidad y sensatez. Uno de los supervivientes de la primera película y su esposa deciden organizar una competición de motocross cuyos concursantes se verán atrapados una vez más por el clan de Plutón, Júpiter, Marte y demás antropófagos mutantes. Este estúpido punto de partida sirve para realizar una especie de remake endeble e inconsistente de la cinta original que deja de lado la crudeza formal de aquella para entregarse a escenas de acción ridiculas (Plutón haciendo motocross con una vestimenta que la hace parecer un secundario de Priscila: Reina del Desierto, destrozando de un tacada todo el salvajismo del personaje) o pasajes que incitan a la carcajada involuntaria como el flashback que experimente el perro de los protagonistas en el que recuerda lo que le hicieron los caníbales en la primera Las Colinas Tienen Ojos. En resumidas cuentas una obra que sería lo peor salido de la mano de Wes Craven si no existiera ese engendro intragable llamado Almas Condenadas (My Soul to Take) de, más o menos, reciente factura.

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Ya en la década de los 2000 dejando de lado su, bastante mermada, faceta como director y dando la impresión de querer curar el mal que hizo al género su reconversión blandengue del slasher con la saga Scream, Wes Craven decidió retomar sus labores en la producción para ofrecer su primera oportunidad en Hollywood a directores europeos jóvenes realizando remakes de sus obras más emblemáticas y polémicas como cineasta. En 2009 el griego Dennis Iliadis (Hardcore) dio su propio punto de vista de La Última Casa de La Izquierda, pariendo una revisión llena de agría bilis contra América y todos los estratos de su sociedad a los que se retrataba como bestias ávidas de violencia y venganza. Pero fue tres años antes cuando el director de Un Vampiro Suelto en Brooklin (junto a su productora habitual desde Shocker Marianne Maddalena y el indispensable Peter Locke) ofreció el primer de estos proyectos, un remake de Las Colinas Tienen Ojos, al dúo de cineastas franceses Alexandre Aja y Grégory Levasseur que venían de saborear las mieles del éxito con aquel giallo esquizofrénico llamado Alta Tensión. El de este nueva Las Colinas Tienen Ojos es uno de esos pocos casos en los que la nueva versión supera a la original. Los autores de Piraña 3D o Horns unieron su estilo sangriento y sin reservas a la visión ya de por sí cruenta de Wes Craven pero añadiendo un elogioso aliciente político cuando decidieron desarrollar una idea que sólo se apuntaba levemente en la cinta original, unas pruebas nucleares en el desierto de Nuevo México que fueron las culpables de las deformidades físicas de los mutantes que se cobraban cruel venganza con aquella familia de clase media/alta americana que representaba todo lo que ellos odiaban, lanzando así Aja y Levasseur dardos envenenados al imperialismo estadounidense con la intervención bélica en Iraq todavía reciente en la memoria de todo el planeta. El resultado fue una de las mejores películas de terror de la década pasada, la obra más conseguida de Alexandre Aja y sus colaboradores así como la que les abrió las puertas de Hollywood.

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Aunque no fue recibido a nivel global como se merecía el remake de Las Colinas Tienen Ojos supuso un éxito para Wes craven, Marianne Maddalena y Peter Locke, por ello poco tardó el trío en plantearse la idea de reclutar a otro director novel del viejo continente para realizar una secuela que por suerte se desvincularía totalmente de la infame segunda parte de la cinta original que el mismo director de La Cosa del Pantano rodó e 1984 y de la que hemos hablado previamente. El elegido para realizar esta nueva Las Colinas Tienen Ojos II (estúpidamente retítulada en España como El Retorno de los Malditos) fue el joven realizador alemán Martin Weisz que había llamado la atención con la bienintencionada pero bastante dispersa Rohtenburg: Grimm Love Story, el film protagonizado por Thomas Kretschmann, Keri Russell y Thomas Huber inspirado en el celebre caso real del Caníbal de Rotemburgo, aquel hombre que quedó vía internet para cenar con otro individuo que se dejó devorar de manera voluntaria por este. En esta ocasión del guión original se ocuparía el mismo Wes Craven ayudado por su hijo Jonathan Craven. Las Colinas Tienen Ojos II baja mucho el nível en comparación con su predecesora y aunque el autor de la muy recuperable La Serpiente y el Arcoiris tomó buena nota del subtexto político del trabajo de Alexandre Aja y Grégory Levasseur decidiendo recuperarlo al poner en esta ocasión como protagonista a un equipo de la Guardia Nacional del Ejército de Estados Unidos que se encuentra en prácticas en Nuevo México haciendo un tosco pero meritorio paralelismo con la guerra de Iraq, no consigue que el producto salga de lo irregular. Cierto es que la violencia aún más explícita que en la cinta de 2006 (ese sanguinolento parto en el prólogo pone pronto las cartas sobre la mesa) y el oficio de Martin Weisz con la realización solapan un guión ramplón y unos personajes esteriotipados hasta lo insultante, pero el resultado no sale de la mediocridad quedándose en una cinta considerablemente cafre para disfrutar una tarde/noche de fin de semana.

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Las Colinas Tienen Ojos II también funcionó considerablemente bien en taquilla, aunque la crítica y la prensa especializada la machacó sin miramientos. Debido a este éxito se despertó el interés de los espectadores por la nueva ola a modo de revival que recuperó los postulados del cine de terror de los 70 durante la década pasada y en la que estaban implicados nuevos cineastas de todo el globo como los aquí mencionados Alexandre Aja, Grégory Levasseur o Martin Weisz y otros tales como Rob Zombie (La Casa de los 1000 Cadáveres, Los Renegados del Diablo), Neil Marshall (Dog Soldiers, The Descent), Eli Roth (Cabin Fever, Hostel 1 y 2), Pascal Laugier (Martyrs) o Alexandre Bustillo o Julien Mary (À l’intérieur) Wes Craven se asoció con la división editorial de la produtora Fox Atomics y con ello decidió sacar adelante el primer cómic inspirado en el universo de Las Colinas Tienen Ojos, pero cediendo el proyecto a autores ajenos y centrándose el relato en lo expuesto en los films de 2006 y 2007 y sólo haciendo referencia a las versiones de 1977 y 1984 en en momentos puntuales del entramado. El cómic resultante fue Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo, escrito a cuatro manos por los guionistas Jimmy Palmiotti y Justin Gray, que han colaborado juntos en incontables ocasiones en colecciones como Power Girl, Jonah Hex o The Ressistance y dibujado por Jonathan Higgins, veterano colorista y entintador cuyo trabajó destacó en Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, su precuela Before Watchmen, Juez Dredd o Hellblazer. A este único one shot se reduce la vida editorial de The Hills Have Eyes, pero esta única parada, como veremos a continuación, merece mucho la pena ser realizada.

Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo, de Jimmy Palmiotti, Justin Gray y John Higgins

 
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Guión: Jimmy Palmiotti y Justin Gray
Dibujo: John Higgins
Edición España: Panini Cómics 2010
Contiene: The Hills Have Eyes: The Beginning
Formato: Tomo cartoné de 112 páginas
Precio: 15€

 

El mismo 2007 del estreno de The Hills have Eyes II (El Retorno de lo Malditos, en España) se publicó el one shot Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo, con guión conjunto de Jimmy Palmiotti y Justin Gray y dibujo de John Higgins, un producto inspirado y conectado directamente con el remake del largometraje de Wes Craven estrenado en 2006 a manos de Alexandre Aja y Greggory Levasseur y la ya mencionada secuela de este rodada un años después por el alemán Martin Weisz, tomando el rol tanto de precuela como de bisagra entre ambas obras cinematográficas. La historia comienza tomando como génesis el caso real del clan familiar antropófago del escocés Sawney Bean, en el que estaba inspirado el film de 1977 dirigido por el autor de El Sótano del Miedo (People Under the Stairs) y construyendo todo el desarrollo de la trama sobre el mismo para anclarlo, en cierta manera, en una realidad reconocible. Palimiotti y Gray son fieles a la estética arenosa, nuclear (mirando las viñetas a veces casi se escuchan los sonidos industriales de la banda sonora de Tomandandy) cruenta y pustular del díptico que forman ambos films, así como el subtexto social y político que ambos compartían y que sólo era verdaderamente punzante en la primera película, mostrándose más obvio y tosco en la secuela de 2007, para acrecentarlo hasta niveles que en su retrato del ejército de Estados Unidos y sus actos llega a meterse en ocasiones en cierto arriesgado antimilitarismo. Por suerte la narración fluye gracias a la labor de los guionistas en cojunción con el, adecuadamente, monstruoso dibujo del veterano colorista y entintador británico encargado en esta ocasión de la ilustración del trabajo que nos ocupa.

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La historia comienza con militares del ejército presionando a un grupo de aldeanos para que abandonen la población de Nuevo México en la que llevan generaciones viviendo por una cantidad de dinero vergonzante. Una noche bañada en alcohol un grupo de estos soldados decide asaltar la zona y acaban por accidente con la vida de Dan Bean, marido de Karen, su mujer, que clamará venganza por la muerte de su marido. Finalmente, cuando los altos mandad ordenan evacuar a los habitantes por medio de la fuerza, estos se defienden con los escasos medios que tienen llevándose la vida de algunos por delante, pero cayendo ante el fuego enemigo. Tras la derrota deciden esconderse en las minas de mientras el ejército realiza pruebas nucleares, las que eran el epicentro del remake de 2006 y que Alexandre Aja y Grégory Levasseur utilizaron tan sabiamente con maliciosas intenciones. Cuando consideran que ha pasado un considerable tiempo desde la finalización de los bombardeos deciden salir a la superficie sin saber que la radiación les hará contraer enfermedades mortales y sobre todo, hará mutar físicamente a todos los niños engendrados y gestados durante ese periodo. Los hijos de Karen y sus vecinos crecerán como mutantes antropófagos con un profundo rencor hacia todo lo que represente a la civilización. Con un acierto brillante los guionistas de Power Girl nos explican el germen de aquel odio por parte del clan de caníbales deformes hacia los ciudadanos americanos de clases altas y ese ejército que arrasó sus casas y sembró la muerte y el terror en sus tierras por medio de armas de destrucción masiva, acentuando todavía más las reminiscencias a la guerra de Iraq que ya anidaban en el largometraje del director de Reflejos o Horns.

Una vez Jimmy Palmiotti y Justin Gray han cargado las tintas, y nos han hecho reconocer vívamente el tono o las resoluciones formales y conceptuales de brutalidad extrema y misantropía cortante del largometraje de los dos cineastas y guionistas franceses tampoco se olvidan de la consiguiente secuela de aquel escrita por Wes Craven y Jontahan Craven y dirigida por el germano Martin Weisz, de modo que de manera tan inteligente como completista deciden encauzar la narración de manera que Papá Hades (hijo de Dan y Karen Bean que sufrió los efectos de la radiación desde su doloroso nacimiento, idéntico en brutalidad al que abría la ya mencionada obra cinematográfica) en su adolescencia sea el centro de la historia una vez su madre fallece por culpa de una enfermedad producida por el efecto de los bombardeos nucleares. Aquel salvaje mutante que se presentaba como el cabeza de familia en Las Colinas Tienen Ojos II/El Retorno de los Malditos y que junto a sus allegados trataba de eliminar uno a uno a los despistados y novatos miembros de la Guardia Nacional que realizaba sus tácticas en Nuevo México se revela como el narrador de toda la historia que está siendo relatada a otro alto mando del ejército que se encuentra cautivo de la hermandad de asesinos deformes. La segunda mitad de Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo expone en sus viñetas la batalla campal que todos los acólitos de Papá Hades mantienen con otro grupo de soldados que han ido a investigar la zona y que, a diferencia de los que protagonizaron la película de 200y, no conseguirán acabar con sus asaltantes. La resolución de la historia tendrá su clímax con la venganza y reafirmación de Papá Hades y los suyos contra la sociedad que los abandonó y maldijo.

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En principio la elección de John Higgins para llevar a ilustraciones la letra de Jimmy Palmiotti y Justin Gray parece una elección desacertada, no sólo porque son campos como los del coloreado y el entintado en los que mejor se mueve el autor de La Broma Asesina o Death’s Head, sino porque su trazo se antoja tosco y bruto, puede que demasiado sucio para la obra, pero nada más alejado de la realidad. Curiosamente la creación de esas anatomías deformes e imperfectas, esos rostros desencajados, repletos de vello facial y pústulas, son las que consiguen dar vida al relato escrito por los guionistas norteamericanos y hacer que la historia llegue al lector. Con la ayuda del trabajo en el color de Dennis Calero (Cowboys y Alienígenas, Supergirl y la Legión de Superhéroes) Higgins consigue transmitir la desoladora atmósfera radioactiva del desierto de Nuevo México, el calor asfixiante de la zona, y la humedad de esas minas retratadas con unos arriesgados tonos oscuros cuyo realismo al ser extrapolado a las páginas llega a incomodar cuando en ocasiones nuestro ojo sólo percibe formas moviéndose entre las penumbras aumentando así la sensación de desasosiego que la historia demanda y hereda de las obras cinematográficas en las que se inspira. Pasajes como el del asalto de los tanques al pueblo, el parto en el que nace Hades, el cobro de la venganza de Karen hacia Patrick cuando este la destierra y amenaza a su hijo recién nacido o splash pages impactantes como la de Karen con su bebé tras la destrucción del pueblo, la de Hades recién salido de las entrañas de su madre, la mina repleta de antropófagos aliméntándose de los restos de los turistas que caen en sus garras o la de la explosión nuclear confirman que la elección de John Higgins para la labor de inspirarse en el celuloide para dar forma a la viñeta fue todo un acierto por parte de Fox Atomics Comics.

Por desgracia una labor tan meritoria, incisiva y salvaje como la de Las Colinas Tienen Ojos: El Comienzo, no ha conocido continuación alguna como si lo hicieron otros trabajos adheridos al noveno arte que adaptaban sagas cinematográficas como La Matanza de Texas, Viernes 13 o Hellraiser y aunque se comentó en su momento la implicación del músico y cineasta Rob Zombie en una adaptación animada del cómic por ahora nada se sabe a ciencia cierta. El trabajo de Jimmy Palmiotti, Justin Gray y John Higgins es tan considerablemente bueno que satisfará desde a los fans de las cuatro películas de Las Colinas Tienen Ojos hasta a los amantes de cómics adscritos al género de terror pasando por aquellos a los que les apetezca degustar 112 páginas repletas de sensaciones fuertes con mensaje, nihilismo incisivo y crudeza formal y conceptual. Editada hace cinco años por Panini Cómics en cartoné y con algunos extras The Hills Have Eyes: The Beginning se muestra como la rara avis en la obra de tres autores con bastante renombre dentro del medio en el que llevan años ganándose la vida, sabiendo como trío dejar un poco de lado sus sellos autorales dentro del arte secuencial para adscribirse a una obra perteneciente a un género que puede parecerles ajeno, pero en el que demostraron moverse con intachable profesionalidad siendo fieles a la estética y el espíritu de aquella creación de Wes Craven (así como a sus continuaciones, variantes y revisiones) que a finales de los años 70 nos confirmó que había otro tipo de terror, aquel que no habita en un castillo en Transilvania o un cementerio sino en aquellos pueblos perdidos (en América o cualquier otro país) en los que el «hombre civilizado» dejó una horda de hijos descarriados y olvidados que no son más que el reflejo deformado (de manera literal y alegórica) de nuestra propia ambición y megalomanía.

Making of The Hills Have Eyes: The Beginning from Eric Lieb on Myspace.

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DayKnight
DayKnight
Lector
24 marzo, 2015 12:41

Genial artículo! Ya soy fan declarado de este especial. Muchas gracias por toda la información.

billyboy
billyboy
Lector
24 marzo, 2015 17:39

lastima de las continuaciones de las dos peliculas,tanto de la original como la del remake….mataron la saga,asi que tendremos que esperar al remake del remake o algo por el estilo para poder ver mas sobre las colinas tienen ojos.

Fabio
Fabio
25 marzo, 2015 12:32

Qué curioso que a Wes Craven con la secuela de la película original le pasó lo mismo que a Tobe Hooper con La Masacre de Texas 2. Me llama mucho la atención que, ambos, habiendo concebido una primera parte original y terrorífica de sus obras que rompió los moldes luego se volcaran practicamente a una autoparodia. ¿Habrán buscado un nuevo enfoque o algo así?