El año 2023 ha sido una debacle con respecto al cine de superhéroes inspirado en el mundo del cómic. Lo curioso es que esta vez la poca afluencia de público en la salas no solo se ha cebado con el caótico DC Extended Universe, sino que el antaño cuasi infalible Universo Cinematográfico Marvel también ha visto que, exceptuando Guardianes de la galaxia Vol. 3, todas sus producciones para la pantalla grande no han colmado las expectativas depositadas en ellas. Dentro del microcosmos audiovisual inspirado en los personajes de DC Comics la única película que podemos considerar un descomunal éxito de taquilla es Aquaman. La primera cinta protagonizada por la versión del Rey de Atlantis interpretada por Jason Momoa y dirigida por James Wan superó los ansiados 1000 millones de dólares en el box office internacional y aunque la prensa especializada se dividió a la hora de valorar sus bondades Warner Bros se pudo permitir sacar músculo con la aventura en solitario de Arthur Curry. Aquaman supuso un divertido y festivo desfile de excesos en el que el director de Insidious desplegó un torrente de imágenes digitales que capturaban con no poco acierto la esencia de las viñetas por las que el héroe creado por el dibujante Paul Norris y el guionista Mort Weisinger lleva transitando desde hace más de ocho décadas. Cinco años después, con múltiples retrasos y reshoots e incluso un juicio mundialmente mediático implicando a una de las componentes de su reparto, llega la inevitable secuela titulada Aquaman y el reino perdido, la segunda entrega de la franquicia en la que repiten prácticamente los mismos equipos técnico y artístico.
Con respecto a aquellos espectadores que vieron en 2018 la primera entrega de Aquaman es fácil dictar sentencia en lo referente a esta continuación. Porque los que disfrutaron de ella casi con toda seguridad harán lo mismo con esta película y a los que se les antojó inaguantable experimentarán las mismas o más viscerales sensaciones. Porque sí, Aquaman y el reino perdido es una segunda parte profundamente continuista y respetuosa con el contenido de su predecesora, pero adoleciendo de cierta «secuelitis» propia de Hollywood con la intención de que todo sea más grande y ruidoso. Una vez más la sobredosis de CGI, por otra parte necesaria para extrapolar del papel a la imagen filmada el universo secuencial del personaje, se apodera de un relato prototípico de escasa originalidad, pero resultados estimables. Un par de líneas de diálogo para excusar la ausencia de un importante personaje del primer film por acá, una licencia de guion apresurada para proporcionar conocimientos inmediatos al villano por allá, el blanqueamiento forzado de la némesis del protagonista más allá todavía y puede empezar la fiesta. Una fiesta muy divertida, todo hay que decirlo.
Un servidor se posiciona del lado de aquellos que lo pasaron genial con Aquaman, un producto ligero y desprejuiciado al que poco le importaba caer en el ridículo en pos de facturar el material más frenético y alocado posible para gozo de unos y agonía de otros con la misión de ser lo más fiel posible a la génesis en papel de su protagonista. Con Aquaman y el reino perdido sucede algo peculiar y es que se han aumentado a la vez tanto las dosis de humor como un tono más oscuro que el de la anterior entrega. James Wan, que tan bien se desenvuelve con los modestos presupuestos de sus producciones de terror como con los desproporcionados de los blockbusters, vuelve a pisar el acelerador para configurar una sesión continua de pasadas de rosca con referencias que van desde Star Wars, El señor de los anillos, Avatar o Juego de tronos, pero siempre con la intencionalidad de respetar la idiosincrasia propia de Aquaman y el entorno en el que tanto él como el resto de personajes secundarios se mueven desde aquel ya lejano año 1941 que le vio nacer.
La divertida secuencia de apertura ofrece algunos síntomas de ese mal endémico al que se enfrenta el cine superheróico en su conjunto y sobre todo el de Marvel Studios, como es la pobre ejecución de los efectos digitales, no por la falta de profesionalidad de los responsables de los mismos, sino por el poco tiempo que los productores proporcionan a estos para que operen adecuadamente de unos años acá. Por suerte esos cromas que delatan la naturaleza digital de lo acontecido en pantalla se disipan pronto para dar paso a un notable CGI especialmente eficaz a la hora de dar forma a Atlantis o Necrus y al desfile de criaturas marinas que moran en ambas titánicas localizaciones. Es evidente que la labor podría haber sido más minuciosa y en ocasiones se notan ciertas carencias, pero el resultado es tan estimable como en la anterior entrega, de manera que el entorno en el que se mueven los personajes se adecúa al relato trazado por los guionistas.
El ritmo es, al igual que en la primera película, frenético y no da pie a respiro alguno con respecto al espectador. Esta tendencia a la locura y el desenfado mantiene la mirada en todo momento atenta a la pantalla, pero sacrifica la solidez narrativa de una historia mil veces vista que encuentra sus mejores momentos cuando la aventura bigger tha life del rey atlante vira hacía la buddy movie con sus dos personajes principales, Aquaman y Orm, condenados a entenderse para enfrentarse a un mal mayor que el caracterizado por el hermano de Arthur Curry. Este libreto liviano que no hace prisioneros lo usa James Wan para aprovechar al máximo los holgados medios audiovisuales que Warner Bros y DC Studios le proporcionan para insuflar sense of wonder desmesurado y chaladuras por doquier con el único fin de divertir a cualquier costa y a fe de un servidor que lo consiguen durante las poco más de, agradecidas, dos horas del largometraje.
En lo referido al reparto y como es lógico son Jason Momoa y Patrick Wilson los pilares maestros sobre los que se sustenta Aquaman y el reino perdido. La química destilada entre los dos hermanos, primero enfrentados y posteriormente colaboradores, es notorio en pantalla y los mejores golpes de humor, esos que unas veces funcionan y otras incitan al sonrojo, los tienen a ellos como epicentro, llegando en ocasiones el actor de la saga Expediente Warren (The Conjuring) a eclipsar a un siempre carismático y chulesco Momoa. Del resto del cast, casi el mismo de la entrega ulterior, todos llevan a buen puerto sus roles con Nicole Kidman, Temuera Morrison o Dolph Lundgren entre ellos. Especial mención a Yahya Abdul-Mateen II haciendo, nuevamente, una digna labor como Black Manta y una Amber Heard con bastante más metraje del que un servidor esperaba en pantalla que, más allá de polémicas extracinematográficas, siempre me ha parecido una Mera más que resuelta.
Desgraciadamente, si hago caso a los datos de taquilla recogidos en el mismo momento que redacto esta reseña, la recaudación de Aquaman y el reino perdido queda muy lejos de los 1152 millones de Aquaman, amasando hasta el momento más de 375 millones de dólares habiendo oscilado su presupuesto entre los 205 y 215 millones. Como decíamos al inicio de la entrada esto ya no es un problema exclusivo de DC Studios, sino de todo el cine de superhéroes que, después de más de una década de bonanza, parece haber cansado a los espectadores. Más allá de análisis alarmantes, solo centrándonos en la obra que nos ocupa y remitiendo a mis propias palabras vertidas unos párrafos más arriba, Aquaman y el reino perdido hará las delicias de aquellos que congeniaron con todo lo que la primera Aquaman encapsuló en su interior y despertará la ira o indiferencia de los que se posicionaron al otro lado de la balanza. Como apunte final mencionar que aquellos que esperen un mínimo atisbo de hacia donde se encaminará el DCEU en la escena post créditos de la cinta saldrán profundamente decepcionados. Que George Perez y Neal Adams nos pillen confesados.
Dirección - 7.5
Guión - 7
Reparto - 7.5
Apartado visual - 7.5
Banda sonora - 7
7.3
James Wan, Jason Momoa y sus colaboradores repiten en esta secuela la divertida fórmula de la anterior entrega, pero a mayor escala. Hará las delicias de los fans del film de 2018 y se antojará insoportable para sus detractores.
A mi que me trago el 90% de los productos de Supers pero desde siempre, desde mi mas tierna infancia. Marvel DC o Indi ha parecido bastante entretedida. No es nada innovadora tiene un esquema super definido que a poco que hayas visto dos peliculas sabes como se desarrollara y sin sorpresas. Pero las escenas de accion son muy majas. Abusan del recurso de las muertes falsas. Prefiero sinceramente que si no tienes la intencion de matar a nadie no le dejes en las ultimas y un par de planos mas adelante lo arreglas con un «Se pondra bien». Pero es lo que suelo esperar cuando voy a ver una peli de supers.
Gracias por la reseña, la esperaba. A mi me gustó, obvio como remarcan no es para tirar manteca al techo, pero es claramente todo lo que esperaba (y para el que no…no entiendo que buscaban). Divertida, simple, usa los recursos de origen sacándole jugo a más no poder (y tampoco jodamos, no hay taaanto de que tomar. Un poco de lo clásico, algo de David, mucho de Johns y ya), mezclando en la batidora con Lovecraft, todas las otras referencias que decis, las buddy movie que se les ocurra, y todo muy buen rollo. Y si, nuestro impulso trágico extraña alguna death, una por lo menos, pero cumple, y en mi opinión en forma más equilibrada que las últimas Thor ponele. Hay humor, pero no deja de estar el acento en los personajes y la aventura. Y claro, es una lástima que sea el último atisbo del DCEU sin una minimisima referencia, pero en lo suyo, es casi lo mejor del mismo desde…Aquaman (si no contamos El Escuadrón Suicida). Lástima que vaya a pasar de largo por cosas que son externas a la obra.
Y como pedir es gratis…va siendo hora de un buen ranking y balance ZN del DCEU, como buen epitafio. Larga vida al DCEU! y en Gunn we trust? Yo no…pero veremos.
A mi me pareció una película muy entretenida, inferior a su primera entrega pero que te vas a ver de una sentada.
Eso si, a pesar de tener un buen CGI llega un momento en el que claramente pusieron secuencias que no estaban terminadas hacia el final de la peli.
Ah si, le sobra comedia, demasiada, el tono de la primera que ya tenia era el ideal, aquí se pasaron demasiado.