#ZNCine – Crítica de Blood Father, de Jean-François Richet

Reseñamos la cinta de acción con la que Mel Gibson regresa al género a sus sesenta años

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Blood_Father_Poster

Dirección: Jean-François Richet
Guión: Peter Craig, Andrea Berloff (Basado en la novela de Peter Craig)
Música: Sven Faulconer
Fotografía: Robert Gantz
Reparto: Mel Gibson, Elisabeth Röhm, William H. Macy, Diego Luna, Thomas Mann, Erin Moriarty, Ryan Dorsey, Michael Parks, Dale Dickey, Richard Cabral, Raoul Trujillo, Daniel Moncada
Duración: 88 minutos
Productora: Why Not Productions/Icon Film Distribution
Nacionalidad: Francia

 
Aviso de Spoilers: La siguiente reseña explica solamente aspectos básicos de la trama de Blood Father, por lo que su lectura está libre de spoilers y puede ser leída sin miedo a que revele detalles importantes del argumento.

Esta semana llega a la cartelera Blood Father, un thriller dirigido por el francés Jean-François Richet (responsable del remake de 2005 de la cinta de John Carpenter Asalto al Distrito 13) que supone un nuevo regreso a la gran pantalla de Mel Gibson y que fue presentado en el pasado Festival de Cannes con una más que tibia recepción por parte de la crítica. Blood Father cuenta la historia de Lydia (Erin Moriarty), una joven que trata de huir desesperadamente tras verse envuelta en un altercado con su novio Jonah (Diego Luna), hijo del jefe de un importante cártel mexicano, y que buscará refugio acudiendo a su padre, Link (Mel Gibson), un ex presidiario ex alcohólico que vive en un parque de caravanas donde ha montado su pequeño negocio de tatuajes y donde cuenta como mejor amigo con Kirby (William H. Macy), su patrocinador en Alcohólicos Anónimos. La vida de Link dará un vuelco con la llamada de Lydia, a la que daban desde hace años por desaparecida y con la que comenzará una huida para protegerla de la policía y sus perseguidores del cártel, por lo que Link deberá volver a una vida al otro lado de la ley que creía haber dejado atrás, una casual metáfora del regreso del propio Gibson desde el ostracismo al que Hollywood le condenó desde hace unos años y del que parece estar resurgiendo con nuevos proyectos como actor y director.

Ya en 2005 comprobamos cómo Richet era capaz de hacerse con una producción como Asalto al Distrito 13, realizando un trabajo competente como realizador pero dejando un poso agridulce: con un correcto talento tras las cámaras y ensamblando a un magnífico reparto, no fue capaz de levantar una película que fuese recordada poco más que como el prescindible remake del clásico de Carpenter. En Blood Father se encuentra en la misma situación, y es que sobre el papel Richet lo tenía todo como para presentar una cinta de acción refrescante y que perdurara en nuestra memoria: una premisa interesante con la relación padre-hija entre un padre de vuelta de todo y una hija perdida y entregada a sus adicciones, un escenario desértico y salvaje, una huida con tintes de road movie, las posibilidades que ofrecía enfrentarse a un enemigo formidable a la altura de los mejores episodios de Breaking Bad y, sobre todo, un reparto repleto de nombres de relumbrón. Una lástima que todas y cada una de esas aparentes ventajas estén completamente desaprovechadas en Blood Father, una cinta fallida con un sólo aspecto rescatable, y sí, es ése en el que estáis pensando.

Mel Gibson la jodió pero bien cuando sus problemas con el alcohol desembocaron en una boca que se convirtió en bocaza (como suele pasar con los alcohólicos) y propició su arresto en 2006, el mismo año que estrenaba ese maravilloso salto al vacío que era Apocalypto, para el que esto escribe una de las mejores cintas de la primera década del siglo XXI y que confirmaba el tremendo talento como director del antaño héroe de acción proveniente de las Antípodas, y que había dejado una huella indeleble para todo buen amante del cine de acción con papeles como el de Max Rockatansky en la saga Mad Max o Martin Riggs en la de Arma Letal. Gibson pasaría a otro nivel en Hollywood al dirigir y protagonizar Braveheart en 1995 (tras la interestante y casi olvidada El Hombre Sin Rostro en 1993), con la que conseguiría la friolera de cinco Oscars entre los que se encontraban los de Mejor Película y Mejor Director. Tras un muy prometedor comienzo del siglo XXI encadenando proyectos que iban desde Wim Wenders (The Milion Dollar Hotel) a M. Night Shyamalan con la magnífica Señales, Gibson dio otro golpe en la mesa en 2004 con otro proyecto en apariencia suicida como era La Pasión de Cristo, rodada en arameo, latín y hebreo, proyectada con subtítulos en todo su hemoglobínico esplendor y recaudando más de 370 millones sólo en Estados Unidos. Pero el abuso del alcohol al volante y un comentario antisemita, algo prácticamente tabú en la sociedad norteamericana (y especialmente en Hollywood) prácticamente destruyeron la carrera de Gibson, apenas apoyado en los años venideros por amigos como Jodie Foster, quien le otorgó de manera fallida un papel protagonista en The Beaver (2011) en lo que casi pareció un regalo envenenado viendo la recepción que tuvo la película. Pero como se suele decir, “el tiempo todo lo cura”, así que parece que Hollywood vuelve a abrir las puertas para recibir a su hijo pródigo (un movimiento clásico por aquellos lares y del que el caso de John Travolta tras Pulp Fiction es un buen ejemplo), no sólo por medio de esta Blood Father en la que vuelve a encabezar cartel en una cinta de acción, género que le abrió las puertas de Hollywood, sino con su esperadísimo regreso a la dirección con Hacksaw Ridge, cinta bélica sobre el primer objetor de conciencia del ejército estadounidense que ha presentado en Venecia recibiendo una más que notable recepción y que prepara su estreno de cara a la temporada de premios.

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Es Gibson, su talento y carisma, lo único que llena la pantalla en esta insulsa Blood Father, que desaprovecha un prometedor arranque (con una divertida metáfora visual sobre la Segunda Enmienda y, sobre todo, una gran presentación del personaje de Gibson) para meternos de lleno en un festival de tópicos del cine de acción que, sinceramente, sería entretenido si no se estuviera intentando sostener sobre un guion que hace aguas por todos lados y que sólo se esmera (aunque no sé hasta qué punto es mérito del guion o del actor) en el personaje de Gibson, dejando insultantemente de lado a la que debería de ser el otro alma de la película, la Lydia de una Erin Moriarty que no puede hacer más con las líneas que le proporcionan y el nulo desarrollo de su personaje, y que enmienda en parte la debacle gracias a la química que despliegan la actriz y Gibson compartiendo escena. La relación padre-hija, que debería ser el esqueleto de la película, se salva gracias a los actores, que no a un pésimo guion que les hace ir de un lado a otro en una huida sin sentido tras una correcta primera media hora que prometía mucho más de lo que Blood Father termina dando, a pesar de la laboriosidad con la que Richet lleva a cabo el trabajo tras la cámara.

Una de las mayores decepciones es que en medio del desastre uno puede encontrar a William H. Macy, Diego Luna o a un sorprendente Michael Parks que pide a gritos un spin-off de su personaje, todos ellos peones en una película torpe y una trama estirada aún para su escasa hora y media de duración. Como gran ejemplo del quiero y no puedo de Blood Father cabe destacar el que la trama en vez de ser explicada por medio de la narrativa audiovisual se nos tenga que explicar verbalmente (literalmente el dúo protagonista hace una parada para que Lydia tenga que explicar a Link por qué están huyendo), o que el personaje de Gibson lleve tatuada la cara de su hija desaparecida pero nunca sintamos o incluso se nos explique lo que significó para él esa ausencia. Todo parece encaminado, pues, a los fuegos de artificio de una trama en la que hasta el villano interpretado por Diego Luna o el supuestamente aterrador sicario enviado por el cártel mexicano resultan personajes directamente de vergüenza ajena.

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Pero, qué demonios, más allá de sus fallidas intenciones y sus torpezas, Blood Father se salva gracias a la entrega de un Mel Gibson al que reconforta ver de nuevo en la carretera y que demuestra a sus sesenta años que no ha perdido su status de estrella, de ésas que pueden levantar una película mediocre con la fuerza de su carisma y su buen hacer. A pesar de esperar lo mejor de Mel Gibson detrás de las cámaras, uno no puede evitar el estremecimiento al ver a Gibson tiroteado de nuevo en una caravana al estilo de Arma Letal 2, quemando rueda en el desértico asfalto mientras carga una escopeta o soltando un monólogo con un primer plano que casi nos hace olvidar que hace quince años se metía a tientas en el terreno de la comedia romántica depilándose las piernas con cera y haciéndole ojitos a Helen Hunt (recordando también a ésta última habría que revisar la posible maldición de la cinta de Nancy Meyers). La mejor noticia, en definitiva, que trae esta Blood Father es que Mel Gibson ha vuelto a la carretera como un Motorista Fantasma regresando del infierno. A pesar de todo, qué alegría volver a verle.

  Dirección: Jean-François Richet Guión: Peter Craig, Andrea Berloff (Basado en la novela de Peter Craig) Música: Sven Faulconer Fotografía: Robert Gantz Reparto: Mel Gibson, Elisabeth Röhm, William H. Macy, Diego Luna, Thomas Mann, Erin Moriarty, Ryan Dorsey, Michael Parks, Dale Dickey, Richard Cabral, Raoul Trujillo, Daniel Moncada Duración: 88…
Dirección - 6
Guion - 4
Reparto - 6.5
Banda Sonora - 5
Aspecto Visual - 6

5.5

Blood Father es un festival de tópicos del cine de acción que sólo se salva por presenciar el regreso de un gran Mel Gibson al género que le dio fama

Vosotros puntuáis: 3.58 ( 5 votos)
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Damián González
Damián González
Lector
10 septiembre, 2016 15:07

Yo iré a verla, tengo ganas ver a Mel y un apunte la peli es francesa, no de EEUU aunque sea de habla inglesa, la producción ha sido francesa.

Juan Luis Daza
Autor
10 septiembre, 2016 15:45

Buenísima reseña Samuel, da gusto volver a verte dándolo todo en la web.

Yo le daré una oportunidad a la película por Mel, la temática y porque me gusta como rueda Jean-François Richet, no tanto por su remake de Asalto a la Comisaría del Distrito 13, que también, sino por la enorme labor que hizo con su brutal díptico dedicado a Jacques Mesrine con el mejor Vincent Cassel de la historia como protagonista.

¡Un saludo!

AlbierZot
AlbierZot
Lector
11 septiembre, 2016 14:30

Gibson está inmenso y tanto él como su personaje merecían algo mejor.

Damián González
Damián González
Lector
11 septiembre, 2016 15:08

Pues tengo muchas ganas de su nueva película como director, Hacksaw Ride.

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Lector
En respuesta a  Damián González
11 septiembre, 2016 15:26

ha tenido buenas criticas.
eso ya representa una buena noticia.

AlbierZot
AlbierZot
Lector
12 septiembre, 2016 16:41

Si os quedáis con ganas de un buen thriller CON Mel Gibson, leeros el último Button Man.

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Lector
En respuesta a  Katar
11 septiembre, 2016 12:36

segun creo recordar fué mel gibson quien rechazó volver al personaje.no fué una cuestión de vetos.aunque tampoco lo afirmaria rotundamente,pero creo que fué de esa forma.
como tampoco fué tom hardy la primera elección.george miller a quien queria, realmente, era a heth legger.
y tampoco era la idea incial una nueva entrega de mad max.un anime sobre el pesonaje de furiosa es lo que pretendia poner en marcha miller.hasta que desde las altas esferas le dijeron que nanay.
mel gibson estuvo en la premiere.de hecho,se sentó junto al director y ambos vieron juntos la pelicula.por lo que cuenta miller,mel se lo pasó de coña viendola.
esto ya es conjetura mia,ojo,pero sospecho que viendola mel gibson se daria cuenta de la cagada que fué no estar involucrado en el proyecto.
tarde,en cualquier caso.
tom hardy ha firmado para cuatro peliculas (como si una trilogia no fuese ya demasiado) para pensar en un regreso de gibson al personaje.

desgraciadamente.

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Lector
En respuesta a  Katar
11 septiembre, 2016 19:27

cierto,cierto.
aunque dicho anime esta completado en buena parte,por lo que no seria descartable que algún dia lleguemos a verlo.
podian hacer como hicieron con matrix,y aquella peli de episodios que coincidió en el tiempo con ¿la segunda?.