#ZNCine – Crítica de Blueberry: La Experiencia Secreta, de Jan Kounen

Hoy hablamos de Blueberry: La Experiencia Secreta, adaptación del cómic de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud dirigida por Jan Kounen y protagonizada por Vincent Cassel en 2004.

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Dirección: Jan Kounen
Guion: Jan Kounen, basado en el cómic de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud
Música: François Roy, Jean-Jacques Hertz
Fotografía: Tetsuo Nagata
Reparto: Vincent Cassel, Juliette Lewis, Michael Madsen, Eddie Izzard, Colm Meaney, Temuera Morrison, Nichole Hiltz, Hugh O’Conor, Geoffrey Lewis, Ernest Borgnine, Djimon Hounsou, Vahina Giocante
Duración: 120 min
Productora: UGC Images
Nacionalidad: Francia

En el año 1963 nacía dentro de la icónica revista francesa, Pilote, una serie enraizada en el género western titulada Blueberry, de cuya autoría se responsalizaban el guionista Jean-Michel Clarlier y el dibujante Jean Giraud. A lo largo de más de cuatro décadas, incluso después de la triste desaparición de uno de sus dos creadores, las aventuras del Teniente de Caballería Mike Steve Donovan, alias «Blueberry», deleitaron a millones de lectores de distintas generaciones convirtiéndose en un icono de la bande desinée francobelga hasta el punto de dar lugar a otras dos colecciones tituladas La Juventud de Blueberry y Marshall Blueberry. Llegado el año 2004 y sin encontrar el medio cinematográfico europeo un reflejo de aquella nueva era dorada de las adaptaciones de cómics estadounidenses al séptimo arte que daba por aquel entonces sus primeros pasos, el cineasta francés, de origen holandés, Jan Kounen se encargó de llevar el cómic de Charlier y Giraud a la pantalla grande. Además de algunos cortometrajes la única referencia que se tenía por aquel entonces de dicho director era su ópera prima en el largometraje, Dobermann, adaptación de la novela homónima de Joël Houssin protagonizada por Vincent Cassel, Monica Belucci, Tchéky Karyo o Romain Duris transfigurada en un polémico y violento cómic con reminiscencias tarantinianas del que destacaba un efectista acabado visual.

En honor a la verdad no eran pocos los alicientes interesantes relacionados con la génesis de esta traslación del Teniente Blueberry al celuloide. Los productores Thomas Langmann y Ariel Zeitoun no escatimaron gastos a la hora de poner a disposición de Jan Kounen todo lo necesario para diseñar una proyecto de gran envergadura que rivalizara con producciones norteamericanas del mismo estilo. Localizaciones en Francia, México y España, Gerard Brach (Repulsión, El Baile de los Vampiros, Frenético) como co guionista o un excelente reparto internacional encabezado por Vincent Cassel y en el que encontrábamos a Michael Madsen, Colm Meaney, Juliette Lewis, Geoffrey Lewis, Eddie Izzard, Djimon Honsou o Ernest Borgnine daban buena muestra del dinero invertido en la producción. A todo esto había que sumar la implicación directa y activa del mismo Jean Giraud en el proyecto, no sólo dando el visto bueno al mismo, sino siendo él la persona que comunicó a Jan Kounen la disponibilidad de los derechos audiovisuales del cómic que había creado casi cuarenta años antes con su amigo Jean Michel-Carlier. Suena duro decirlo, pero se antoja inevitable considerar al gran Moebius como uno de los principales responsables de la debacle que más tarde supuso Blueberry: La Experiencia Secreta y de ello hablaremos a continuación.

Durante la época del estreno del largometraje, y ya es algo que nos recordó nuestro compañero Diego García Rouco en el podcast que dedicamos en Zona Negativa al icónico ilustrador francés, Jan Kounen afirmó reiteradamente que con Blueberry: La Experiencia Secreta su intención era aunar en una misma producción los dos conocidos perfiles artísticos del autor de El Incal, Jean Giraud por un lado y Moebius por otro, para intentar condensarlos en uno solo. Una vez se vio el resultado dichas declaraciones quedaron en una pueril excusa para que el director hiciera lo que realmente quería, una película sobre las experiencias místicas y el chamanismo cuya conexión con las viñetas de Blueberry era tan tenue como caprichosa. En verdad el cineasta de origen holandés no engañaba a nadie, los títulos de crédito afirmaban que su segunda película detrás de las cámaras estaba «líbremente inspirada» en la obra de Charlier y Giraud, algo que queda patente en pantalla. Teóricamente el proyecto está inspirado en los álbumes La Mina del Alemán Perdido y El Fantasma de las Balas de Oro, pero más allá de la presencia del personaje de Prosit Luckner nada de aquel maravilloso doble arco argumental encontramos en Blueberry: La Experiencia Secreta.

Desde los primeros compases de la película el conocedor de la serie publicada originariamente en la revista Pilote es consciente de que Jan Kounen tiene poca o ninguna intención de llevar esta al medio audiovisual. El tono, el acabado visual, la fotografía, las localizaciones o la estética de los personajes se encuentran a años luz de lo diseñado por Jean Giraud a lo largo de varias décadas en las tres cabeceras protagonizadas por el personaje. Lo que sí queda es un inane intento de rodar un remedo de western con la mirada puesta en Sergio Leone o Sam Peckinpah usando de manera insulsa todos los reconocibles tropos del género para facturar una manoseada historia de venganza cuya endeble construcción argumental desemboca en un viaje psicotrónico y lisérgico, ayahuasca mediante, en el último acto de la obra, esta vez inspirandose en El Topo (Alejandro Jodorwsky, 1970), que por abusar en exceso de unos efectos digitales hoy terriblemente envejecidos fracasa en el que era su principal cometido, intentar transportar al espectador en ese viaje a un mundo onírico inducido por la ingesta de psicotrópicos con el que deberíamos, en palabras del mismo Jan Kounen, «dejarnos llevar» y en el proceso perdonarle no sólo el ultraje contra la obra en papel, sino la terrible inconsistencia del libreto sobre el que sustenta su largometraje.

Fallando irremisiblemente en estos apartados lo poco que queda en Blueberry: La Experiencia Secreta es un sobrecargado ego trip por parte de su co guionista y director para intentar extrapolar audiovisualmente sus propias experiencias con los alucinógenos y el chamanismo, algo que podía haber llevado a cabo sin necesidad de mancillar una obra maestra del arte secuencial, ideando una historia original que le proporcionara la libertad necesaria para inyectarle sus delirios estilísticos. Curiosamente el uso inadecuado, tosco y excesivo del CGI en la película tiene más de un paralelismo con Dante 01 (2008), el debut en solitario del también cineasta francés Marc Caró (Delicatessen, La Ciudad de los Niños Perdidos), que además de parecer una especie de revisión apócrifa y recalcitrantemente cristiana de Alien³ (David Fincher, 1992), estaba igualmente construido sobre un guión deshilachado y casi inexistente culminando con un clímax final que hibridaba el sermón teológico con una barroca psicodelia de colores amarillentos dejando al espectador con cara de circunstancia. Como nota curiosa apuntar que el mismo Marc Caró colaboró en el departamento de arte de Blueberry: La Experiencia Secreta. Todo ello nos confirmaba lo que desde un principio debería haber sido tomado como una verdad absoluta, que un cineasta tan limitado y de paladar tan grueso como Jan Kounen nunca debió encargarse de rodar la adaptación de un cómic necesitado de una especial sensibilidad.

Aunque Jean-Michel Clarlier y Jean Giraud tenían en mente a los actores Jean-Paul Belmondo y Charles Bronson a la hora de diseñar la imagen de Blueberry y la elección de Vincent Cassel para interpretarlo en Blueberry: La Experiencia Secreta parecía descabellada por lo notablemente diferente que era su fisionomia a la de este, el hijo de Jean-Pierre Cassel hizo, como es habitual en él, un notable trabajo. El protagonista de El Odio o Irreversible lleva con mucha dignidad las alforjas de un protagonista que, aunque no tiene nada que ver con el rol de los cómics, él acomete con profesionalidad y carisma. Algo parecido sucede con Michael Madsen que dando vida a Wallace Sebastian Blount pareciera interpretar una variante de Budd, el personaje que le regaló Quentin Tarantino en el díptico Kill Bill. El resto del reparto se mueve entre el ajustado cumplimiento del deber y el no saber ni dónde están por culpa de un guión y un desarrollo de caracteres nulo, que pone las cosas muy difíciles a Juliette Lewis, Geoffrey Lewis, Eddie Izzard, Colm Meaney, Djimon Honsou o Temuera Morrison para parecer creíbles. Uno de los pocos que sí pareció pasárselo bien fue el veterano Ernest Borgnine, cuya presencia es uno de los pocos homenajes reales por parte de Jan Kounen al western si tenemos en cuenta su asidua intervención en el género despuntando en clásicos como Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) o Grupo salvaje (Sam Peckinpah, 1969).

Blueberry: L’Expérience Secrète es un desastre sin paliativos. Fallida como adaptación del cómic de Jean-Michel Clarlier y Jean Giraud, fallida como western, fallida como película y sobre todo fallida como ese supuesto intento por unificar los estilos de Jean Giraud y Moebius; ya que si al primero es difícil encontrarlo en el film del segundo no hay ni rastro por mucha ayahuasca que Jan Kounen arroje contra el objetivo de su cámara. Una obra capital de la bande desinée como Blueberry merecía una adaptación digna, ejecutada por profesionales que admiraran el trabajo de sus creadores y no a un realizador alucinado que utilizara el buen nombre y la fama del material original para dar rienda suelta a su megalomanía y peregrinas inquietudes cinematográficas. Pero como previamente hemos apuntado lo peor de todo el caso es la relevancia del mismo Jean Giraud en lo referido a la viabilidad de semejante mediocridad formal y argumental. No sabemos si por la ilusión de ver una versión en imagen real de su obra, si por deferencia hacia Jan Kounen o simplemente por sacar unos cuantos dividendos, algo que nadie podría reprocharle ya que estaba en todo su derecho de hacerlo, pero el resultado no pudo ser más desalentador en todos los aspectos. Siendo conscientes de la nueva ola de adaptaciones de cómics que despliegan actualmente las plataformas de streaming no es difícil hacerse ilusiones con respecto a una buena versión de Blueberry en formato serie, pero tampoco es complicado preocuparse viendo el resultado final de muchas de ellas.

Dirección: Jan Kounen Guion: Jan Kounen, basado en el cómic de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud Música: François Roy, Jean-Jacques Hertz Fotografía: Tetsuo Nagata Reparto: Vincent Cassel, Juliette Lewis, Michael Madsen, Eddie Izzard, Colm Meaney, Temuera Morrison, Nichole Hiltz, Hugh O'Conor, Geoffrey Lewis, Ernest Borgnine, Djimon Hounsou, Vahina Giocante Duración:…
Dirección - 3.5
Guión - 3
Reparto - 5
Apartado visual - 3.5
Banda sonora - 6

4.2

Jan Kounen utiliza como excusa una supuesta adaptación del mítico cómic creado por Jean-Michel Charlier y Jean Giraud para desplegar un mediocre western alucinógeno de lisergia digitalizada y paupérrima construcción narrativa

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Eddie Brock
Eddie Brock
Lector
17 agosto, 2020 10:15

La vi en el cine, demasiada nota me parece. Recuerdo el final y ya en aquella época, la experiencia lisergica me parecia el refresca pantallas del windows.

_kam1kaze_
Lector
17 agosto, 2020 12:42

Un 4’2, muy generosos xD De las peores películas que he visto en mi vida y un insulto a la obra de Blueberry

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
22 agosto, 2020 1:25

Pues yo estoy orgulloso de decir que la vi en su día en el cine. Cuando en el futuro la gente se pregunte si de verdad existe semejante truño y si hubo gente que lo vio, yo podré afirmar con rotundidad que estuve allí. Yo fui a una sala de cine y pagué la entrada para tragarme esta castaña. Desde entonces yo puntúo las películas en una escala del Blueberry al 10.