“¡A por ella, Ray!”
Esta semana llega al fin a nuestra cartelera
“Colecciono esporas, mohos y hongos”.
Después de una larga pero necesaria introducción, os voy a confesar una cosa: llevo estancado con esta crítica de Cazafantasmas: Más Allá desde que la pude ver en un preestreno hace cosa de dos semanas. De verdad que me tomo muy en serio el clic que habéis hecho en un enlace para entrar a ver otra opinión más de una película que quizás sí o quizás no estáis interesados en ir a ver, y una de las razones por las que me lo tomo tan en serio es porque soy un fan acérrimo de la cinta original de Cazafantasmas. Mi historia con
Ale, ahí os he plantado una segunda introducción y aún no os he contado nada sobre esta nueva Cazafantasmas: Más Allá. Seguro que estáis empezando a perder la paciencia con esta crítica, y no os culpo: la verdad es que estoy retrasando de manera intencionada el daros mi opinión sobre esta Afterlife porque tengo un conflicto real con ella, y tiene mucho que ver con todo lo que idolatro a la cinta original. Por eso, después de una cinta como la de Paul Feig de 2016 que, a pesar de las esperanzas que tenía depositadas en ella con un grupo de actrices a las que adoro, y que supuso toda una decepción (por no hablar de la vergüenza ajena que pasé viéndola, y tengo que ser sincero en este punto), mis expectativas con esta Ghostbusters: Afterlife eran más que prudentes. La campaña promocional no ayudó nada, por un lado apelando al legado de Jason Reitman relevando a su padre, el responsable de las dos cintas originales, Ivan Reitman, y por el otro ofreciéndome un remedo de Stranger Things con un reparto juvenil y una cinta que pretende ser una continuación directa de la primera entrega. Y es curioso, pero esta Cazafantasmas: Más Allá ha cumplido a la vez mis mejores expectativas y mis peores temores. Porque por un lado es la típica película tan de 2021, autoconsciente, autoreferencial, ligera, anodina, formulaica y previsible, pero a la vez es emocionante y trascendental a su manera, de tal modo que me ha dejado noqueado e indiferente al mismo tiempo, si tal absurdez es posible.
“Ray, he mirado la trampa”.
Y es que Cazafantasmas: Más Allá, son dos películas en una, un concepto que me las va a hacer pasar canutas a la hora de ponerle una nota; y lo es porque está ligada de manera inseparable a aquel rayo en la botella del que hablábamos antes que se dio en 1984. Pero, curiosamente, esta Afterlife no existe para intentar recrearlo, sino para rendirle homenaje; llegados a este punto no puedo discernir si es un homenaje sincero o una estrategia publicitaria, pero sí tengo que reconocerle que funciona cuando pisa el acelerador de la nostalgia. Ghosbusters: Afterlife no intenta refundar la saga, ni presentarnos a un grupo de nuevos personajes que sustituyan en carisma a los clásicos; creo que ni siquiera pretende pasar la antorcha de unos a otros, sino que nos presenta a unos descendientes como podemos ser nosotros mismos, con un ya lejano vínculo con algo que sabemos fue importante y con lo que no sabemos muy bien qué hacer, como esa casa desvencijada llena de secretos y significados que Egon Spengler deja en herencia a sus indiferentes familiares. En ese sentido (rebuscado, diréis algunos), Cazafantasmas: Más Allá nos dice exactamente lo que tenemos que hacer con esa nostalgia acumulada, y nos deja llorar en su hombro como desahogo final de todo aquello que no volverá y a la vez de todo aquello que seguirá ahí para siempre. Como un fantasma, vamos.
“¡Ha picado uno!”
Eso sí, Cazafantasmas: Más Allá utiliza todo un conjuro de nigromante para traer de vuelta toda la energía psicomagnetérica de la primera película con la esperanza de ganarse tu confianza como espectador: desde el esqueleto de la trama hasta la música (con esas Ondas Martenot que aún me siguen poniendo los pelos de punta), pasando por un gritón de referencias que sirven como poco disimulados codazos de complicidad con el fan de la saga. Más allá de todo eso (qué bien traído), desgraciadamente esta Afterlife es un cascarón vacío como película independiente: una retahíla de lugares comunes, chistes fáciles y personajes hechos con escuadra y cartabón más en un despacho que en el refugio de Martha’s Vineyard donde Aykroyd y compañía forjaron la cinta original. Pero (y esto puede ser un gran pero para muchos) tiene un propósito que funciona y que da sentido a toda la inocuidad previa: el de cerrar una etapa. Ya, ya sé que parece que la productora más que cerrar quiere abrir nuevas formas de negocio con una franquicia, pero la sensación que me dio es que los Reitman querían hacer ese cierre que la saga merecía tras el traspiés de sus secuelas y reboots, y que sirve tanto de ruptura definitiva con un amor perdido para el fan como homenaje y despedida de la propia saga a un amigo y miembro fundador del equipo; un cierre de heridas especialmente significativo para un Bill Murray que tuvo una amistad truncada (y recuperada a última hora) con ese fantasma y sobre el que más ha pesado el paso del tiempo.
“Es un tocapelotas sin pelotas”.
Por lo tanto, ¿con qué nos quedamos? ¿Con la mediocre trama reproducida al milímetro que intenta recrear sin ningún tipo de vergüenza y desesperadamente la original? ¿Con los personajes simples, los secundarios graciosos, los adolescentes hormonados, los irónicos adultos salidos todos ellos de un molde de personajes resultante de un estudio de mercado? ¿O con el amor hacia una película, un legado y una despedida que nos hacen trizas en el último tercio de la cinta, y cuyas lágrimas que nos provocan parecen lavar todas las torpezas anteriores? Pues qué queréis que os diga, no tengo ni la más remota idea. Cazafantasmas: Más Allá tiene la sobrenatural habilidad para ser una película previsible y única a la vez. A veces, en la oscuridad de la sala, miraba a mi alrededor y comprobaba que la película estaba funcionando como un reloj, provocando risas, sustos y admiración incrédula como su primigenia antecesora. Y, a pesar de mi cínica desconfianza, fui uno de los que se emocionó y aplaudió al final, acompañado sin duda por un extraño espíritu de diversión marca Amblin en la sala. Todos mis acompañantes salieron más que contentos de esta Cazafantasmas, que parecía ofrecernos a todos una elegía reconfortante con nuestras propias expectativas.
“-¿Hacia dónde van esas escaleras?
-Van… ¡hacia arriba!”.
Pues aquí estamos. Y ahora, ¿qué nota le ponemos? Un diez y un cero dan de media un cinco, pero eso no significa que esta Cazafantasmas: Más Allá sea una película mediocre. Funciona muy bien en el experimento que propone, y deja contenta a la gente a la que quiere dejar contenta. Como poco, trae algo de felicidad honesta a la pantalla, y a un mundo exterior a las salas de cine necesitado como pocas veces de finales felices y reconfortantes. Es buen momento para recordad ese momento en aquella torpe secuela de 1989 donde se nos presentaba a unos Cazafantasmas pasados de moda asistiendo a fiestas de cumpleaños, y donde la jauría infantil prefería a He-Man (o a La Masa en el entrañable doblaje castellano) y con un Jason Reitman haciendo un cameo como impertinente jovenzuelo que espeta al mismísimo Ray Stanz aquello de que
“Mi padre dice que sois un fraude”.
Es algo profético, ¿verdad? Quizás se podría tildar de fraude a todos los intentos de traer de nuevo a aquellos Cazafantasmas que recordamos. Y quizás se podría tildar de chantaje emocional todo lo que propone esta nueva película, con sus trucos baratos y su vivir de rentas. Pero creo que el cine, ese cine que echamos de menos cuando estamos en horas bajas, ese que nos engancha cuando empieza incluso a horas intempestivas en la televisión en abierto, ese que guardamos en la estantería o el disco duro que no borraríamos de ninguna manera… ese cine vuelve de alguna manera en el clímax inevitable de esta Afterlife que marca sus cartas desde el principio y nos da exactamente todo aquello que deseábamos. Por eso, para un espectador despistado e indiferente, Cazafantasmas: Más Allá puede ser un digno entretenimiento, una curiosa sesión de ouija que invoca a los fantasmas de una vieja película que gustaba a mucha gente; pero para los fans de Los Cazafantasmas… es un auténtico regalo de Navidad.
“-Creemos que el propósito de la ciencia es el de servir a la Humanidad, y usted parece considerar a la ciencia como una forma de embaucar, de engañar. Sus teorías no son más que basura, sus métodos son descuidados y sus conclusiones son altamente cuestionables. Es usted un científico mediocre, Doctor Venkman.
-Pero los chavales nos adoran”.
Dirección - 7
Guion - 6.5
Reparto - 8
Apartado Visual - 8.5
Banda Sonora - 7.5
7.5
Cazafantasmas: Más Allá puede ser lo que tú quieras: una vacuidad llena de referencias que vive de las rentas o un emocionante homenaje póstumo a una película irrepetible. Como en las mejores "Elige tu propia aventura"... tú eliges.
Estupenda crítica. Lo que parece cada vez más claro es que Cazafantasmas nació para quedar petrificada en ambar, como el mosquito, del que solo se obtienen pobres evocaciones destinadas al fracaso. Y al desastre.
Muy acertada la critica. La peli baila entre las nuevas generaciones y los que vimos las antiguas, tira mucho de la nostalgia y es previsible pero consigue sacarte una lagrimita.
eso si le falta bastante Rock and Roll al final, me da la impresion de que se resuelve muy facil la cosa.
Sin embargo creo que queremos buscar las sensaciones que tuvimos al ver las películas originales, pero hemos cambiado y nuestros ojos son distintos y somos mucho más críticos y perfeccionistas.
La película tiene los ingredientes de un buen entretenimiento, el director pone estilo y no va con el piloto automático. Ojalá le den más trabajos.
La prota edtá estupenda y el resto de actores también.
Ha hecho disfrutar a mi familia y eso ya vale mucho. Yo me lo he pasado de miedo.
La historia del maestro de las llaves y la guardiana de la puerta no era nada del otro mundo, incluso quedaba un poco extraña, bastante h