#ZNCine – Crítica de Déjame salir, de Jordan Peele

Hablamos de la película de terror dirigida por el debutante Jordan Peele que la pasada semana fue nominada a cuatro Premios Óscar

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Dirección: Jordan Peele.
Guión: Jordan Peele.
Música: Michael Abels.
Fotografía: Toby Oliver.
Reparto: Daniel Kaluuya, Bradley Whitford, Allison Williams, Catherine Keener, Betty Gabriel, Caleb Landry Jones, Lyle Brocato, Ashley LeConte Campbell, Marcus Henderson, LilRel Howery, Gary Wayne Loper, Jeronimo Spinx, Rutherford Cravens.
Duración: 103 minutos.
Productora: Blumhouse Productions.
Nacionalidad: Estados Unidos.

 

«¿Quién sabe? La gente quiere cambiar. Algunas personas quieren ser más fuertes … más rápidas … más guays. El negro está de moda.»

La semana pasada se conocieron las candidaturas de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Para muchos fue una sorpresa encontrar entre ellas una película ligada al género de terror como Déjame salir de Jordan Peele. El debut en la gran pantalla de este director, comediante y guionista estadounidense, ha sido reconocido por los miembros de la Academia con cuatro nominaciones de cara a la 90.ª ceremonia de entrega de los Premios Óscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guion Original y Mejor Actor para Daniel Kaluuya. Esto solo hace que poner una guinda al recorrido de un filme que ha tenido su eco en otros festivales y galardones del medio como los Satellite Awards, los British Independent Film Awards, los Premios BAFTA o los Globos de Oro. Esto sin contar el apoyo de diversas asociaciones de críticos, actores, directores y productores a la propuesta de Peele. No parece que Déjame salir vaya a ser la gran triunfadora de los Premios Óscar, pero eso no resta mérito a una de las producciones más interesantes del año.

Jordan Peele es conocido por su labor como comediante y guionista, un ejercicio que ha desarrollado en series como MADtv, Key & Peele o Fargo. Pero con Déjame salir ha conseguido el mayor éxito de su carrera, llamando la atención de público y crítica. Su filme aúna ingenio y polémica pese a su apariencia de thriller psicológico al uso con reminiscencias obvias a clásicos de la ciencia ficción como Las mujeres perfectas o La invasión de los ladrones de cuerpos. No obstante, lo más interesante del trabajo de Peele no es su trama o su argumento, un aspecto que incluso puede ser predecible en algunos momentos. Es la potencia de su subtexto lo más jugoso así como su contextualización del relato en los recovecos de la sociedad estadounidense de los últimos años. Su director utiliza un planteamiento base del género como sostén para una corrosiva sátira que pone su interés en las diversas vertientes de la problemática racial en Estado Unidos.

Esto se ha hecho antes otras producciones, pero habitualmente no de forma tan inteligente como en Déjame salir y el calidoscópico juego de perspectivas que está emplea. Lo que propone Peele es una metáfora y disección de los entresijos de la xenofobia, un experimento que se sirve de las apariencias y de los propios prejuicios del espectador. En este sentido, Déjame salir es una experiencia que no quiere ser cómoda, está pensada como un espejo capaz de reflejar los claroscuros de nuestra propia ética y moral hasta el punto de la reflexión. De hecho, ni siquiera el protagonista de su historia está a salvo de reproducir roles y conductas racistas. El guion no sigue una vía unidireccional para hablar del tema, como demuestra su crítica implícita y contundente a ese fenómeno que se ha dado en llamar la cultura de lo políticamente correcto.

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La película también es astuta en su manejo de la tensión y la intriga y en la profundidad psicológica de sus personajes. La trama se adentra en terrenos fantásticos, se acoge a los dogmas del cine de terror y los utiliza para narrar su historia siempre con un mensaje claro en mente. El punto de vista utilizado por la película es el de un protagonista que nos intenta introducir en la vida y contradicciones de un afroamericano medio estadounidense. Así vemos con claridad cómo funcionan los estereotipos, como se pueden perpetuar gracias y/o a pesar de nosotros mismos. Pero también de como el racismo tiene mecanismos sutiles para manipular nuestra forma de pensar. Como el hecho de no querer ofender establece una diferencia y al evitarla, mediante la condescendencia y el falso halago, seguimos reproduciendo y reafirmando las mismas conductas que buscamos evitar.

De esta manera, la lectura de Peele no es simplista ni tampoco fácil. Lo puede parecer si nos quedamos solo en la superficie, con lo que está pasando o pasa en la película y no lo que la experiencia intenta transmitirnos. Déjame salir está llena de matices que le dan verdadera dimensión a su minimalista trama y amortiguan sus puntos débiles. Entre estos podemos comentar su obstinación, en ocasiones, por el subrayado y la sobreexplicación, por una factura más bien comedida, y una resolución que nos puede recordar a un capítulo no muy brillante de En los límites de la realidad. Pero incluso este aspecto permite a su director seguir enhebrando los hilos de su metáfora. El resultado es un «no-final» que elude la moraleja, pero también el homenaje directo a la comentada La invasión de los ladrones de cuerpos con el que su director parecía haber elucubrado en un primer momento.

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La atmósfera del filme tiene una personalidad propia, inquietante y bucólica al mismo tiempo. Esto se suma a una banda sonora que parece utilizar la ironía al evocar melodías de relajación que conectan casi subliminalmente con aspectos que aborda la historia. El ritmo se mantiene a un buen nivel durante todo el metraje y sus interpretaciones consiguen retener nuestra atención más allá del misterio. En este aspecto destacada la interpretación de Daniel Kaluuya, al que pronto veremos en el reparto de Pantera Negra. El actor construye su personaje con la fuerza y contención que su papel exige, pero también rinde en las escenas emocionalmente más duras e intensas. Tampoco debemos dejar a un lado el perturbador trabajo de Allison Williams, Catherine Keener, Bradley Whitford o Betty Gabriel. Todos contribuyen a esa opresiva y casi onírica presencia que sobrevuela la producción a lo largo del metraje.

En términos generales, Déjame Salir es una propuesta notable, una película que no busca confirmar o romper expectativas sino hacer un pequeño retrato social a propósito de una cuestión no siempre sencilla de abordar. Los que vayan en busca de la enésima producción que los medios de comunicación venden como renovadora del género de terror (o de la comedia) posiblemente acaben defraudados. Por contra, si vamos al encuentro de algo más, Déjame Salir es una historia con un trasfondo embaucador en el que hasta lo fantástico queda impregnado por la cruda realidad. Este es el mérito de la obra de Jordan Peele, el manejo de la sátira de una manera que mantiene un hipnótico y necesario pulso con el espectador. Estamos ante un filme que juega con nuestra mente, una experiencia que a día de hoy es un plato que extrañamente tendremos la oportunidad de degustar.

 

VALORACIÓN GLOBAL

Dirección - 7
Guión - 8
Reparto - 7
Apartado visual - 7
Banda sonora - 7

7.2

Ingeniosa

Pese a sus imperfecciones Déjame salir es un filme ingenioso, con una atmósfera y manejo de la sátira que provocan al espectador. Es una propuesta que utiliza sus debilidades a su favor, incitando a la reflexión y construyendo un conjunto extraño, disperso y onírico que se atreve a diseccionar los mecanismos psicológicos del racismo y su perpetuación en la sociedad estadounidense actual.

Vosotros puntuáis: 7.48 ( 6 votos)
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