«Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.» Martin Luther King
Los años 60 fueron especialmente convulsos en la historia de los Estados Unidos. El asesinato de JFK, la Guerra del Vietnam y la lucha por los derechos civiles son tres de los eventos más destacados de dicha década. La población afroamericana vio en las grandes ciudades de la zona noreste del país (Filadelfia, Chicago, Detroit…) una oportunidad de cambio merced al trabajo que podría proporcionarle la industria automovilística. Como consecuencia de ello, buena parte de la comunidad negra abandonó los estados sureños en busca del preciado sueño americano. Sin embargo, la realidad acabó siendo otra bien distinta.
En el caso que nos ocupa, la población blanca dejó el downtown de la capital del Estado de Michigan para irse a vivir a zonas residenciales en la periferia mientras los afroamericanos ocupaban el centro de las mismas formando guetos. Ante la disconformidad de la situación (falta de trabajo, empleos mal pagados, vulnerabilidad en los derechos civiles…) comenzaron las revueltas entre los ciudadanos negros y la policía, mayoritariamente blanca. En el año 1967, y a lo largo de 5 días, Detroit pasó a convertirse en una auténtica zona de combate en la que más de 40 personas perdieron la vida y miles de individuos fueron detenidos. En este contexto, Kathryn Bigelow nos presenta su última película, centrándose en los desagradables sucesos que se vivieron en el Motel Algiers una calurosa noche de Julio.
La directora californiana se encuentra, a sus 66 años, en un momento muy dulce de carrera. Si con En Tierra Hostil se consagró y con La noche más oscura se consolidó, en
Como he comentado anteriormente, el nudo de la cinta son los acontecimientos sucedidos en el Motel Algiers por lo que puede haber gente que se sienta decepcionada por haber desaprovechado la ocasión de explicar en mayor medida las causas y consecuencias que tuvieron estos disturbios para que Estados Unidos (con sus traumas) creciera como país. “Piensa globalmente, actúa localmente” es una expresión que se utiliza en cuestiones ecológicas pero que, desde un punto de vista sociológico, encaja como anillo al dedo en el guión escrito por Mark Boal. Tomando como base un hecho concreto, podemos (y debemos) sacar nuestras propias conclusiones. Es una historia que debía ser contada, dice Bigelow. Es una historia que merece ser escuchada, añade un servidor.
Detroit nos muestra una ciudad en estado de sitio. Saqueadores, francotiradores, guardia nacional, ejército y policía son las piezas de ese tablero. La historia comienza con una redada en un bar nocturno sin licencia. La tensión, palpable desde el primer momento, no hace sino aumentar hasta límites inaguantables. Esta es una de las virtudes de la película de Bigelow: la conseguida atmósfera opresiva que nos ofrece, consigue dificultar nuestra respiración. Al mismo tiempo, en el único halo de luz que podemos ver en todo el metraje, un grupo de jóvenes negros se encuentran, ilusionados, ante la gran ocasión de su vida: The Dramatics, el grupo de música del que forman parte, tienen la posibilidad de firmar con el sello Motown que les catapulte a lo más alto. Sin embargo, los hechos que están aconteciendo en el exterior del teatro acabarán por echar por tierra su actuación y cambiará el resto de sus vidas para siempre.
Es en este momento, y no antes, en el que tras la huida por unas calles repletas de caos, dos de estos amigos acaban en el Motel. Será allí donde conozcan a dos prostitutas de raza blanca y a otros huéspedes del lugar. En plena psicosis urbana, uno de ellos decide hacer la gracia de realizar varios disparos desde una ventana con una pistola de juguete. Este hecho será clave para el devenir de los acontecimientos y letal para alguno de los allí presentes. El Algiers es tomado por la policía y, automáticamente, todos pasan a ser sospechosos de los “disparos” efectuados. A pesar de registrar todas las habitaciones y no encontrar ningún arma (este momento me recordó inevitablemente a la búsqueda de armas de destrucción masiva de George W. Bush…) el abuso de poder y la brutalidad policial irán en continuo aumento.
Centrándonos en el plano actoral, nos encontramos ante una historia absolutamente coral, en la que merece una mención especial Will Pouter (El renacido) ofreciéndonos una escalofriante interpretación en el papel del agente Krauss. Como caras más conocidas tenemos a Anthony Mackie (repite con Bigelow tras En Tierra Hostil) y John Boyega (Finn en la nueva trilogía de Star Wars) dotando a sus personajes de una gran carga dramática. Aunque el primero comience siendo un sospechoso y el segundo un guarda de seguridad, un pequeño giro de guión (previsible teniendo en cuenta el poster de la película) angustiará un poco más nuestro golpeado corazón. Destacar también al cuasi desconocido Algee Smith en el papel de Larry (el personaje que más evoluciona en la película), John Krasinski (en un breve papel como abogado), Peyton Smith -el doble de Neymar Jr- (Lee) y Hannah Murray (Gilly en Juego de Tronos).
Como puntos negativos echo en falta un mayor protagonismo tanto de la banda sonora del maestro James Newton Howard y del soundtrack propio de la época. Por otra parte, el desenlace de la cinta (una vez sufrida tanta tensión en la parte cumbre) puede resultar, en exceso, convencional. Cierto es que llegado a este punto, es difícil dar con una resolución a la altura del ambiente cargado y malsano con el que se nos ha impregnado (de forma brillante) anteriormente.
Antes de concluir, no podemos sino ensalzar el brillante trabajo de montaje, el buen hacer en la fotografía de Barry Ackroyd y un trabajo en el guión de Mark Boal contundente sin caer en lo discursivo. Kathryn Bigelow nos regala una sobresaliente dirección en una de las mejores películas (dura y directa al mentón) de este curso y que desprende un aroma a nominaciones de grandes premios. En definitiva, Detroit nos ayuda a conocer el pasado para comprender mejor el presente. Aprendamos de nuestros errores y construyamos un futuro mejor.
«Normalmente, cuando las personas están tristes no hacen nada. Sólo lloran sobre su condición. Pero cuando están enfadados, provocan el cambio» Malcom X
Dirección - 9
Guión - 7.5
Reparto - 8.5
Apartado visual - 9
Banda sonora - 6.5
8.1
Basada en hechos reales, Detroit es una magnifica película que incomodará a algunos pero que debiera ser vista por todo el mundo.
Muchas gracias, Sergio por la crítica.
La película me ha encantado. Brutal la forma en que Bigelow nos mete en la acción y como los actos del racista parecen ser lo más normal del mundo. Esa normalidad tan aterradora es quizá lo más fuerte de la película, aunque tiene escenas que me dejaron helado, empezando por la niña de la ventana.
Suscribo tus palabras al 100%, una película incómoda que debería ver todo el mundo.
Gracias Igverni, como siempre, por tus comentarios. Me alegro que hayas disfrutado de la película. La escena que comentas, confundiendo a la niña con un francotirador, es para tumbarte en la lona y, totalmente noqueado, plantearte que hacemos mal como especie para llegar a ese punto. Afortunadamente, a pesar de que sigamos repitiendo errores que cometíamos hace medio siglo, también tenemos la suerte de contar con realizador@S como Bigelow (independientemente de sus ideas políticas) que nos recuerdan nuestros pecados pasados para, de esta forma, intentar evitarlos en el futuro.