Personalidades capitales dentro del mundo del ocultismo y lo esotérico para unos, charlatanes vendehumos que se dedicaron a engañar a ciudadanos desaprensivos para otros, el matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren se ha convertido en parte de la cultura del terror contemporáneo desde que el director James Wan y los guionistas Chad y Carey Hayes pusieron sus ojos en ellos hace ocho años. Aquel 2013 se estrenó The Conjuring, conocida como Expediente Warren en España, la primera película centrada en las andaduras supuestamente sobrenaturales de tan peculiar pareja, demonólogo él y clarividente ella, nacida a la estela del éxito de Insidious, otra saga de terror auspiciada por James Wan en colaboración con Blumhouse Productions. Vera Farmiga y Patrick Wilson daban vida a los Warren viéndose inmersos en un caso de casa maldita y posesión demoníaca con el que el cineasta australiano de origen malasio desplegaba su brillante puesta en escena alimentándose de todos los tópicos de género de terror para alumbrar una poderosa maquinaria cinematográfica. Dos años después de la primera entrega y uno del primer spin off de la franquicia, centrado en la muñeca Annabelle, llegaba a carteleras de todo el mundo The Conjuring 2 o Expediente Warren: El Caso Enfield, secuela que superaba a su predecesora centrándose en el caso del célebre poltergeist del barrio londinense y presentando al personaje de la Monja que, como sabemos, también protagonizaría su propia película.
Cuando se conoció que la apretada agenda de James Wan le impediría dirigir la tercera entrega de Expediente Warren, recordemos que sigue implicado en el futuro próximo del DCEU con la muy esperada Aquaman And The Lost Kingdom, saltaron todas las alarmas. Más todavía cuando Warner Bros y Atomic Monster confirmaron que el lugar del creador de Saw lo ocuparía Michael Chaves, director de la que podemos considerar película más floja de lo que se conoce como el «Warrenverso», la mediocre The Curse of la Llorona (2019). Un servidor, precavido a la hora de dictar sentencia con este tipo de cambios antes de consumir el producto, recordó dos factores que podrían jugar a favor de esta The Conjuring: The Devil Made Me Do It. El primero es que cuando Leigh Whannell tomó el relevo de James Wan para rodar Insidious: Capítulo 3 el resultado quedaba lejos de las anteriores cintas, pero se antojó bastante satisfactorio. El segundo es que si bien La Llorona era una obra poco rescatable, precisamente la labor de Michael Chaves, mucho mejor que el material puesto en sus manos por los guionistas Mikki Daughtry y Tobias Iaconis, sobresalía en el conjunto de aquel innecesario y desubicado tercer spin off.
El nuevo caso en el que se ven envueltos las contrapartidas cinematográficas de Ed y Lorraine Warren fue uno que en 1981 focalizó las portadas de los medios de comunicación estadounidenses e internacionales de la época y en el que ambos se vieron estrechamente implicados. Se trata del juicio al joven Arne Cheyenne Johnson, que supuso el primer caso de un tribunal de Estados Unidos en el que se alegaba posesión demoníaca como defensa para declarar la inocencia del acusado. Los hechos relacionados con Cheyenne Johnson y sus allegados ya fueron llevados a la pequeña pantalla en 1983 con un tv movie titulada The Demon Murder Case, conocida en nuestro idioma como Asesinato Diabólico o Poseídos, dirigida por William Hale y con un jovencísimo Kevin Bacon dando vida a la versión ficcional del procesado. En esta Expediente Warren: Obligado Por el Demonio del guion se ocupa el mismo James Wan con la ayuda de David Leslie Johnson-McGoldrick que ya colaboró con el director de Silencio Desde el Mal (Dead Silence, 2007) escribiendo los libretos de Expediente Warren: El Caso Enfield y Aquaman (2018).
Con Expediente Warren: Obligado Por El Demonio pareciera como si Michael Chaves supiera que sustituir a James Wan detrás de las cámaras no fuera a ser una tarea fácil y por ello decide descubrir casi todas sus cartas desde el mismo arranque del largometraje. Aunque es algo que ya se ha comentado hasta la saciedad es ineludible que el prólogo de diez minutos que abre el largometraje es el mejor pasaje de cuantos conforman la obra. Ese homenaje explícito a El Exorcista, con algunos planos idénticos a los de la obra maestra de William Friedkin y William Peter Blatty, en el que se practica un visceral exorcismo con el poseído retorciéndose hasta lo inhumano, de hecho en las secuencias más crudas al pequeño Julian Hilliard (La Maldición de Hill House, WandaVision) le sustituye un contorsionista profesional, no sólo marca el tono de la propuesta cinematográfica, también se muestra continuista con respecto a las dos entregas anteriores de la franquicia. Un fuerte puñetazo en la mesa por parte de un Michael Chaves que intenta en todo momento estar a la altura de una serie de películas que se han convertido en iconos del género de terror contemporáneo.
Contra todo pronóstico los hacedores de esta tercera entrega eluden la autocomplacencia y eligen reinventar de alguna manera la saga experimentando con la mixtura de géneros. Si los dos primeros films se adherían a un terror más ortodoxo con apuntes de drama, terreno en el que también ha demostrado moverse con soltura Mike Flanagan, The Conjuring: The Devil Made Me Do It hibrida dicha característica con el thriller de investigación y misterio casi adentrándose en terrenos del policíaco. Por eso son bastante atinadas aquellas voces que en redes sociales y distintos medios han afirmado que hay en el último trabajo de Michael Chaves una clara influencia de productos catódicos como Kolchak: The Night Stalker (Jeff Rice, 1974-1975) Expediente X (Chirs Carter 1993-2002, 2016-2018) o True Detective (Nic Pizzolatto, 2014-). De esta manera Expediente Warren: Obligado Por El Demonio destila un mestizaje que enriquece en cierto modo el microcosmos ficcional de los Warren cinematográficos transitando nuevas perspectivas de su universo, pero siendo siempre fieles a sus raíces.
El director sabe mantener la compostura en todo momento y su buen hacer no queda reducido al ya mencionado prólogo. Aunque nos encontramos con un producto alejado de la resolutividad de James Wan en las dos entregas previas es ineludible percibir un notable salto cualitativo en las aptitudes como realizador de Michael Chaves de The Curse Of La Llorona a esta The Conjuring: The Devil Made Me Do It. El estadounidense está posibilitado para crear atmósferas, dosificar la información en pantalla para que los jump scares no se apoderen de los pasajes de terror y sustentar su puesta en escena en un tenebrismo siempre amenazante y mórbido jugando en todo momento a favor de la propuesta gracias al diseño de producción, la fotografía y la labor actoral. Aunque como ya ha pasado en otros de los proyectos de esta u otras franquicias impulsadas por James Wan en más de un momento no podemos evitar pensar que su influencia no se redujo a co escribir y producir, cabiendo la posibilidad de haberse marcado un «Poltergeist» fagocitando la labor de su pupilo, algo a lo que también apuntaba la muy resuelta Annabelle Vuelve a Casa (Gary Dauberman, 2019).
Más allá de aspectos técnicos es una verdad irrefutable que el Warrenverso se sustenta principalmente en los dos actores que interpretan a Lorraine y Ed Warren. Desde la primera The Conjuring Vera Farmiga y Patrick Wilson han demostrado una química impecable a la hora de dar vida al matrimonio de parapsicólogos ayudando a construir el lore que puso sus primeras piedras en 2013 y les ha acompañado desde entonces. Nuevamente los dos intérpretes, caracterizados para aparentar el lógico paso de los años, acometen con profesionalidad dos roles que conocen perfectamente y se han convertido en indivisibles dentro de sus respectivas filmografías. La dinámica entre ambos, su relación interpersonal y cómo consiguen transmitir al espectador sus sentimientos y determinación a la hora de ejecutar sus labores paranormales siguen muy presentes en Expediente Warren: Obligado Por El Diablo. El problema es, y ya es algo a lo que apuntaba El Caso Enfield, que los guionistas cargan más las tintas con respecto a la sensiblería, la religiosidad y el tratamiento simplista de todo aquel personaje secundario que osa poner en entredicho los especiales dones de la pareja.
Como ya hemos afirmado Expediente Warren: Obligado Por El Demonio queda unos peldaños por debajo de los dos trabajos que le preceden, pero a pesar de la ausencia de James Wan como maestro de ceremonias el resultado es más que satisfactorio, convirtiéndose en el tercer mejor largometraje del Warrenverso y una pieza muy superior a cualquiera de los spin off diseñados para explotar la muy rentable gallina de los huevos de oro amparada por Warner Bros. Michael Chaves consigue llevar por buen camino el universo ficcional de los Warren heredando muchas de las virtudes de su jefe en pasajes memorables como el de la morgue o todo el clímax final, ese que parece homenajear incluso a la miniserie de El Resplandor escrita por Stephen King y dirigida por Mick Garris en 1997. Están por venir más entregas de Annabelle y la Monja, pero ahora nos quedamos con la buena noticia de los números de taquilla de esta The Conjuring: The Devil Mad Me Do it que junto a la también exitosa Un Lugar Tranquilo 2 confirman que el cine de terror no sólo es rentable y apreciado por el gran público, sino también el mejor para ayudar a las multisalas a salir de la crisis en la que se han visto abocadas durante más de un año por culpa de la pandemia.
Dirección - 8
Guión - 7.5
Reparto - 8
Apartado visual - 8
Banda sonora - 8
7.9
Aunque se nota la ausencia de James Wan detrás de las cámaras, el virage que Michael Chaves da a la saga, hibridando el american gothic con el thriller policíaco, se antoja satisfactorio y presume de algún pasaje remarcable