Desde que se curtiera en las trincheras del mítico programa Vaya Semanita el guionista y director donostiarra Borja Cobeaga se ha convertido en uno de los nombres más representativos de la comedia española. Tras su ópera prima Pagafantas, y su segundo trabajo, No Controles, Cobeaga y su colaborador Diego San José conocieron la fama y el éxito de un día para otro por ser los guionistas detrás de los dos enormes pelotazos que supusieron Ocho Apellidos Vascos y su secuela, Ocho Apellidos Catalanes, la primera de ellas todavía hoy la película más taquillera de la historia del cine español. Con respecto a Cobeaga mientras ofrecía sus servicios como escritor para los films de Emilio Martínez Lázaro paralelamente se dedicaba a sacar adelante sus proyectos como cineasta, mucho más personales y menos comerciales. Su tercer film, la excelente Negociador, era una comedia melancólica, elegante y muy efectiva inspirada en las negociaciones que Jesús Eguigurén, presidente del PSE (Partido Socialista de Euskadi) durante doce años, mantuvo con la banda terrorista ETA entre 2005 y 2006 y poseía un trazo minimalista, unos actores magníficos encabezados por un enrome Ramón Barea y abordaba el tema con humor pero siempre incidiendo en el respeto y el buen gusto por parte de su máximo responsable suponiendo un antes y un después en su carrera detrás de las cámaras.
Aunque Fe de Etarras nació como idea en los tiempos en los que Borja Cobeaga y Diego San José colaboraban juntos en el ya mencionado programa de ETB 2, como proyecto cinematográfico se ha pasado dando vueltas sin rumbo fijo una década durante la que nunca encontró un valedor que decidiera financiar la idea de ambos guionistas. A mediados del mes de Mayo del presente año saltaba la noticia, la plataforma streaming Netflix se ocuparía de financiar y estrenar una Fe de Etarras que, en palabras de sus creadores, poco tenía que ver ya con aquel argumento nacido en el seno del célebre programa televisivo vasco. Después de una estúpida polémica relacionada con la publicidad para promocionar el film, y que se hubiera zanjado rápidamente si muchos de los «afectados» por ella hubieran visto el trailer para comprender el contexto del chiste, y tras haber pasado con bastante buen recibimiento por el último Festival de San Sebastián el pasado 12 de Octubre el largometraje se estrenó en Netflix. Nosotros ya hemos podido ver la obra y tanto la espera como el resultado han merecido considerablemente la pena.
Vaya por delante, para que quede claro desde un principio, que Fe de Etarras en ningún momento hace mofa con las victimas del terrorismo de ETA, todo lo contrario, a quien ridiculiza es al cuarteto de miembros de la banda que forman el comando que comparten piso franco en Madrid esperando la llamada de la cúpula que les dé la orden de cometer el atentado que les permita demostrar que la facción del grupo que quiera abandonar la lucha armada está equivocada. Todo esto localizado en el contexto del verano del 2010 en el que se celebró el mundial de Sudáfrica del 2010 que la selección española acabaría, contra todo pronóstico, ganando para regocijo de (casi) todo el país. De este modo Martín (Javier Cámara), Ainara (Mirem Ibargurén), Álex (Gorka Otxoa) y Fernando (Julián González) se encontrarán en la tesitura de pasar desapercibidos en lo que ellos consideran un «entorno hostil» (encontrarse rodeados de banderas de España y enaltecidos seguidores de «La Roja») haciendo tiempo hasta que su superior Artexte (Ramó Barea) les dé el aviso para ponerse en acción mientras tratan de pasar el tiempo como buenamente pueden.
Fe de Etarras es la evolución lógica de Negociador, algo que se deja notar desde el mismo arranque del largometraje con la magnífica primera escena que marcará el tono de lo que posteriormente nos ofrecerá la obra a manos de Borja Cobeaga y Diego San José. Pero también es cierto que en cierta manera es más dada al humor absurdo y hasta algo vitriólico que aquella, heredando mucho el espíritu de la ya mencionada Vaya Semanita o la webserie reconvertida en producto catódico ¡Qué Vida Más Triste! (en la que también colaboró como guionista San José) y mezclándolo con otras influencias como los inevitables Luis García Berlanga y Rafael Azcona más satíricos, salvando las evidentes distancias, con todo lo relacionado con la «identidad nacional» tanto de españoles como vascos, pero sin caer en el costumbrismo de brocha gorda de Ocho Apellidos Vascos y su secuela. Este piso franco es casi la única localización en la que se mueve el cuarteto protagonista y es el exiguo terreno donde los guionistas deberán trabajar, pero gracias a un continuo encadenado de gags se harán fuertes a la hora de retratar la lucha clandestina, sobre todo en los últimos años de ETA, como un disparate llevado a cabo por cachorros de la kale borroka que no saben ni fabricar un artefacto explosivo.
En esa visión absurda de utilizar la violencia por ideas sectarias arraigadas en un antiespañolismo crónico que en no pocas ocasiones promulga lo que supuestamente están criticando como independentistas vascos y la infelicidad de las personas que estuvieron vinculados a ETA viéndose recluidos en pisos francos de los que no podían salir por miedo a ser descubiertos por las fuerzas de la ley del estado español es donde Diego San José y Borja Cobeaga crean el caldo de cultivo de Fe de Etarras y el resultado ofrece pasajes sencillamente descacharrantes. Martín como etarra cobarde y nacido en la Rioja, Ainara y Álex como amantes dentro del seno de una banda terrorista dando sus estertores de muerte y «Pernando» un albaceteño que quiere ser miembro por pleno derecho del grupo (con apodo incluido) porque defiende la causa y «odia España» son los personajes que protagonizan gags memorables como el del trivial, el primer encuentro con los personajes de Luis Bermejo (Magical Girl) y Tina Sáinz (Barcelona, Noche de Invierno) las obras relacionadas con el plato de ducha y el tabique del piso o la de la gigantesca bandera de España dan buena muestra del control del timing que los dos guionistas y el director tienen del material con el que están trabajando.
Con un cuarteto de protagonistas en estado de gracia, pero comandados por un Javier Cámara que devora el encuadre cada vez que la cámara repara en su presencia, un guión que sin explotar al 100% el potencial que tienen en su poder consigue estructurarse de manera adecuada y sacar momentos de comedia potente en no pocas ocasiones y una dirección muy profesional por parte de Borja Cobeaga Fe de Etarras es no sólo un proyecto muy competente que da muestras del buen gusto de los responsables de Netflix España a la hora de producir cine patrio, sino también una amalgama de vanguardia y clasicismo en la que se aunan por un lado las ganas de intentar mirar atrás sin ira con respecto a algo tan terrible como el terrorismo de ETA, que es parte de la historia reciente de nuestro país, ridiculizando a aquellos que la construyeron y perpetuaron y por otro el legado del cine de maestros como los anteriormente citados, Berlanga y Azcona, que nos demostraron que se podía utilizar un género como la comedia para hablar de temas que no tenían ninguna gracia y que eran indivisibles de la personalidad de este país repleto de claroscuros y tragicomedia que responde al rimbombante nombre de España.
Dirección - 8
Guión - 8.5
Reparto - 8.5
Apartado visual - 7.5
Banda sonora - 7.5
8
Fe de Etarras es una comedia que deja en evidencia la lucha clandestina de ETA por medio de un comando madrileño encerrado en un piso franco durante el mundial de Sudáfrica 2010. Excelente reparto, efectivo guión y una dirección competente ofrecen un producto divertido, satírico y casi necesario.
Suscribo prácticamente al 100%. Una comedia efectiva que demuestra el buen hacer de Cobeaga. Tan efectiva como insulsa la polémica que se creo. Con un reparto que cumple con creces, sobre todo como bien dices Javier Camara.