«Oiga señor, hay 3 reglas que debe seguir. Que no le de la luz, odia la luz brillante, sobre todo la del sol, le mataría. Que esté lejos del agua, que no se moje. Pero lo más importante, lo que nunca debe olvidar es que, por mucho que llore, por mucho que suplique, nunca, nunca debe comer después de media noche. Entendido?»
En plena fiebre ochentera, varios han sido los productos actuales, como Stranger Things o It, que se han ambientado en dicha década. No es de extrañar que las distribuidoras aprovechen la buena ola y vuelvan a rescatar, del baúl de los recuerdos, productos icónicos de entonces. Si a comienzos del mes de diciembre en varias salas españolas se pudo volver a ver Terminator 2: El Juicio Final, de James Cameron; coincidiendo con el último viernes del año ha llegado el turno, 33 años después, del reestreno de
Los gremlins son criaturas mitológicas malignas cuyo origen se estima a finales del siglo XV en los países de habla inglesa. Con la natural evolución de las leyendas, en la segunda guerra mundial, varios pilotos ingleses afirmaban que muchos de los accidentes que sufrieron los aviones aliados fueron por causa de estos seres que tienen debilidad por sabotear todo tipo de maquinaria. Sin embargo, no fue hasta que Richard Matheson, maestro de lo fantástico, creó un relato corto titulado Pesadilla a veinte mil pies, que la figura del gremlin trascenciera globalmente. El propio Matheson se encargó de escribir el guion que adaptara su cuento para la serie Twilight Zone (La dimensión desconocida en España). En un capítulo dirigido Richard Donner, la historia nos presenta a un hombre (William Shatner) que acaba de recibir el alta en un sanatorio mental por su miedo a volar y que vuelve a viajar en avión visiblemente nervioso. Sin embargo, todo empeorará cuando comienza a ver él y sólo el, un extraño ser que trata de averiar el motor del transporte.
Todos los elementos psicóticos que nos planteaba Matheson en su relato son borrados de un plumazo en la película de Joe Dante. El que fuera realizador de El Chip Prodigioso, trabajó en sus inicios con Roger Corman hasta que, gracias a la realización de Piranha (una especie de parodia de Tiburón) y Aullidos, llamó la atención de Steven Spielberg, productor de la cinta que hoy nos ocupa. Podemos afirmar que Gremlins fue la obra culmen de Dante ya que ni su secuela ni otras cintas como Exploradores o la infravalorada Pequeños Guerreros tuvieron similar repercusión que la cinta estrenada en 1984. Este fue un año extraordinario para el cine comercial ya que también vieron la luz filmes como Indiana Jones y el Templo Maldito, Superdetective en Hollywood, Terminator, Los Cazafantasmas o Pesadilla en Elm Street.
En un prólogo ambientado en un barrio chino de alguna gran ciudad americana, un padre busca el regalo perfecto para su hijo en una tienda de antigüedades. Mientras fisgonea en su interior, se topa con un extraño ser que resulta ser un mogwai (espíritu maligno en cantonés). En un primer momento, el dueño se niega a vendérselo ya que Gizmo, así se llama la entrañable y peluda criatura, requiere de unos cuidados especiales. Finalmente, tras aprender las tres reglas básicas, el viajante vuelve a su casa por Navidad con el regalo perfecto bajo el brazo. Pasada esta escena, nos trasladamos a Kingston Falls, pueblo que comparte decorados con el Hill Valley de Regreso al Futuro (otra película producida por Amblin Entertainment). Poco después de que Billy, el hijo del comerciante, reciba a Gizmo, un accidente causado por el pequeño Pete (interpretado por Corey Feldman quien años después gozaría de gran popularidad gracias a sus papeles en Los Goonies, interpretando a “Bocazas”, o en Cuenta Conmigo), mojará al mogwai haciendo que de este salgan, como si fueran pelotas de tenis, otros seres semejantes a Gizmo. Sin embargo, estos nuevos habitantes de la casa no gozan de la bondad del primero y, tras conseguir engañar a Billy, comen más allá de la media noche, transformándose en unos seres repugnantes en una escena, larvas de por medio, que recuerda a La Invasión de los ladrones de cuerpos. Gremlins cuenta con varios guiños cinéfilos como el «Teléfono, mi casa» que suelta mientras corta la línea el pérfido Stripe recordándonos a E.T. o la escena homenaje a Flashdance, calentadores de por medio.
El guion de Gremlins fue escrito por un joven Chris Columbus (tenía entonces 25 años) que aprovechó el sufrimiento de aguantar a varios roedores en su hogar para “vengarse” de ellos metafóricamente sobre el papel. Columbus, que años después sería el máximo responsable de obras como Solo en casa o Harry Potter y la piedra filosofal, tenía una primera versión del libreto mucho más oscura en la que los antagonistas de la cinta se comían al perro de Billy y mataban a la madre de este. Finalmente, la película abraza el terror familiar con escenas de un gran humor negro como cuando Lynn Peltzer, emulando a Ellen Ripley, se deshace de dos malvados gremlins utilizando una batidora y un microondas. Otro momento desternillante, es la escena en la que Kate le confiesa a Billy que su aversión por la Navidad se debe a que en esas fechas su padre, en un principio desaparecido, se había encajado en la chimenea disfrazado de Papá Noel y, tras varios días muerto, el olor delató su posición.
Uno de los puntos fuertes de Gremlins, que ayuda a que el producto tenga ese espíritu de los 80 tan particular es la maravillosa banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith. Venía el maestro californiano de haber firmado las partituras de obras como La Profecia (con la que ganó su único Oscar) Alien o Poltergeist. A lo largo de 25 piezas, destacando el pegadizo tema central The Gremlin Rag, Goldsmith volvió a demostrar que era uno de los mejores de su campo. Acompañando a la BSO, en el soundtrack nos encontramos temas como el Out, Out de Peter Gabriel o el Do You Hear what I hear? de Johnny Mathis. Dentro del apartado audiovisual tenemos que destacar las icónicas marionetas y animatronics. A pesar de no envejecer del todo bien (podemos ver sin mucha dificultad los cables de dichas marionetas en algunas escenas), la estética funciona en todo momento y 30 años después de su estreno, el merchandising de la misma no ha llegado a su fin.
A pesar de los pesos pesados que nos encontramos en la nómina de Gremlins (Spielberg, Dante, Columbus o Goldsmith) en el reparto, tres décadas después, no vislumbramos caras excesivamente conocidas (con la salvedad de Feldman comentada anteriormente) siendo este el apartado más flojo del filme. Para la pareja adolescente protagonista se optó por, unos descafeinados, Zach Galligan y Phoebe Cates mientras que en el resto del plantel tampoco hay nombres que destaquen sobremanera (Hoyt Axton, Dick Miller, Polly Hollyday o Frances Lee McCain). Y es que, el peso de la narrativa recae sobre los hombros de Gizmo y sus malévolos congéneres.
Concluyendo,
«Hicieron con Mogwai lo que su sociedad ha hecho con todos los dones de la naturaleza. No entienden nada. No están preparados». Señor Wing
Dirección - 7
Guión - 7.8
Reparto - 6
Apartado visual - 8
Banda sonora - 8.7
7.5
Gremlins es una cinta que, aunque visualmente no ha envejecido todo lo bien que debiera, mantiene su espíritu intacto gracias al delicioso guion de Columbus y la magnifica banda sonora de Jerry Goldsmith.
¡Un clasicazo! Una de las películas de mi infancia, sin duda. Qué buenos momentos nos ha dado Joe Dante, sobre todo con ésta, El chip prodigioso o Matinee (una joya poco conocida).
Por cierto, decir que hay poco destacable en el apartado del reparto es bastante subjetivo… ¡ahí está ese gran Dick Miller que todos los fans de la serie B y Roger Corman conocen bastante!
Un clásico, sin dudas. Tanto me gustaba que tuve un perro llamado Gizmo, en honor a su contraparte, dicho perro era idéntico a Gizmo de cachorro, para convertirse a algo mas parecido a uno de sus congéneres de adulto. Tambien tuve una gata tan pero tan fea que se llamó Gremlim, mi gata más querida, por cierto.