Mientras el caos volvía a reinar en las oficinas de DC Entertainment y Warner Bros con sus responsables disparando a ciegas en todas direcciones en busca de otro éxito con el que plantarle cara a la Marvel Studios de Kevin Feige, en 2019, por fin, sonó la flauta y lo hizo con el proyecto más inesperado. Una reinvención del origen del Joker, que en su etapa embrionaria contó con la implicación del mismísimo Martin Scorsese en su producción, dirigida por un realizador curtido en la comedia gamberra y escatológica como Todd Phillips y protagonizada por un talento descomunal como el de Joaquin Phoenix, actor totalmente ajeno a este tipo de celuloide, sorprendió a propios extraños. Marcando un hito dentro del cine que lleva a imagen real el mundo de la viñeta, ganando, nada más y nada menos, que el león de oro en Festival de Venecia y consiguiendo dos Oscars, el de mejor actor para Joaquin Phoenix y el de mejor banda sonora para Hildur Guðnadóttir, de los diez a los que estuvo nominada Joker se convirtió en un enorme éxito de crítica y público consiguiendo incontables reconocimientos y menciones, además de erigirse en la producción con calificación R más taquillera de la historia; puesto este que le ha sido arrebatado este mismo año por Deadpool & Lobezno y que, viendo los números del box office hasta el momento, Joker: Folie à Deux no va a recuperar. De moral ambigua e incluso contradictoria y con una génesis del personaje notablemente alejada de la que conocemos por los cómics Joker hablaba de la salud mental, la soledad, la corrupción social y política y de la diferencia de clases, convirtiéndose en la película fenómeno de aquel 2019 precovid con algunos fanáticos y detractores que envenenaron con sus respectivos discursos todo lo relacionado con ella.
Lo más curioso con respecto a la primera Joker es que durante su promoción Todd Phillips y Joaquin Phoenix afirmaron, por activa y por pasiva, que se trataba de un proyecto tan especial y único dentro del cine inspirado en personajes de cómics que de ninguna manera iban a hacer una continuación que ensuciara el buen nombre de la película. Estos testimonios, recogidos en numerosas entrevistas promocionales y accesibles para todo el mundo, o lo cuidadoso que siempre ha sido el hermano del malogrado River Phoenix para elegir papeles, a un servidor le convencieron de que, efectivamente, Joker iba a ser una sola cinta, sin continuación. Pero, una vez más, Hollywood puso a funcionar la máquina de fabricar billetes convenciendo tanto a director como a protagonista para embarcarse en una secuela que, eso sí, contaría con un sustancioso aumento de presupuesto, pasamos de los 55 millones del film de 2019 a los 200 de este, un cambio radical en cuanto a su conceptualidad, se trataría de un musical, y una estrella como Lady Gaga para interpretar una nueva versión de Harley Quinn.
Cinco años después del triunfo total de Joker y todavía arrastrando ecos de la polémica de aquella, el mes pasado Joker: Folie à Deux recibió su bautismo de fuego en el mismo emplazamiento que su predecesora, la Bienal de Venecia en sección oficial a concurso. Pero, mientras aquella fue un bombazo en la ciudad italiana, esta causó cierta indiferencia entre crítica y público. Algunos sectores afirmaban que el frío recibimiento se debió a tratarse de una propuesta arriesgada que se alejaba demasiado de la cinta de 2019, otros estaban seguros de que esto era debido a que, sencillamente, era una mala película que, para sorpresa de nadie, se fue de vacío en cuanto a galardones se refiere. Una vez estrenada en la taquilla internacional las sensaciones se han recrudecido, con muchos de los fans de Joker abominando de esta nueva aventura del príncipe payaso del crimen mientras sus detractores disfrutan del escarnio. Una vez más Zona Negativa, en su labor de servicio social, viene a arrojar luz con respecto a una película controvertida, de manera que comienza la sesión en el caso «Todo el mundo contra Joker: Folie à Deux«.
Con la intención de tenerla reciente antes de enfrentarme a esta secuela, hace unos días revisé Joker, ya que no lo hacía desde su estreno en cines. Mis sensaciones al verla son casi las mismas que al escribir la reseña para Zona Negativa previamente adjuntada en esta entrada. Puesta en escena, reparto, fotografía, banda sonora y guion; todo funciona a pleno rendimiento en la obra de un Todd Phillips al que ni en mil años hubiera imaginado como un artesano tan talentoso desde un punto de vista visual y narrativo. Una película que dejó huella y marcó a fuego su impronta en un variopinto tipo de espectadores, algunos de ellos con una asimilación del relato planteado por la misma que no parecieron entender, y levantando ampollas, sobre todo, dentro del fandom por las declaraciones condescendientes hacia los cómics y sus contrapartidas audiovisuales vertidas por varios de los implicados en su producción.
Siendo conscientes de esto Joker: Folie à Deux podía haber sido abordada por Todd Pillips y Scott Silver, su colaborador a la escritura, como una continuación ortodoxa y autocomplaciente de la primera entrega para asegurarse el éxito de aquella y contentar a todo el mundo. Pero el director y su co guionista, con el apoyo de DC Studios y Warner Bros, han decidido arriesgar todo en pos de no ofrecer «más de lo mismo» y a fe mía que lo consiguen, aunque con matices. Esta nueva película sobre la vida criminal de Arthur Fleck, localizada dos años después de los hechos ocurridos en la anterior, es a un nivel estético y narrativo casi idéntica a su hermana mayor, pero esta posee, contra todo pronóstico, un poso, no más dramático, ya que aquella era casi una tragedia griega, pero sí profundamente triste y a este respecto juega muy a favor de la propuesta la decisión de incluir canciones, siendo esta brutalmente coherente teniendo en cuenta la historia planteada por sus precursores.
Un servidor no veía una perversión de las señas de identidad y los preceptos establecidos del musical desde aquella avasalladora obra maestra llamada Bailando en la oscuridad (Lars Von Trier, 2000). Sabiendo esto, nos encontramos con el dilema de que, en realidad, Joker: Folie à Deux no es un musical, pero al mismo tiempo sí lo es, porque a un nivel de desarrollo argumental y tono esas covers cantadas por Joaquin Phoenix y Lady Gaga son de vital importancia para el discurrir argumental de la obra. Cada nueva canción, cada «número musical» (acierto mayúsculo que, a diferencia de las muestras quintaesenciales del género, nadie baile con los protagonistas a excepción de un par de ensoñaciones de Arthur en la que sus compañeros le acompañan discretamente) socava más el pozo de enorme tristeza en el que vive Arthur e incita que a cada nueva performance transmita más aflicción, pese a que las letras de las canciones elegidas, con acierto sumo, sean gradualmente más y más alegres.
Esta decisión conceptual es enormemente suicida por parte de Phillips, porque repelerá a los espectadores que odien los musicales, pero tampoco satisfará a los que esperen una muestra clásica del género. Hasta la puesta en escena de las mayoría de las canciones y cómo son interpretadas están planteadas para ser poco espectaculares o llamativas, a lo que ayuda notablemente la voz rota de Joaquin Phoenix y que la misma Lady Gaga no abuse de sus potentes cuerdas vocales, porque, o suceden en la cabeza del protagonista, o se desarrollan en contextos hostiles y realistas que las pisotean como hacen con la voluntad del mismo Arthur Fleck. Las referencias perversas y desacralizadoras a muestras notables del género como Melodías de Broadway (The Band Wagon, Vincente Minelli, 1955), West Side Story (Robert Wise, Jerome Robbins, 1961), All That Jazz (Bob Fosse, 1979) Corazonada (One From the Heart, Francis Ford Coppola, 1981) o La La Land (Damien Chazelle, 2016) se suceden en continuidad, confirmando el buen gusto musical y cinematográfico de Todd Phillips y sus colaboradores.
Joker: Folie à Deux se divide en dos partes claramente diferenciadas. La primera es una película carcelaria en la que asistimos a la corrupción moral e institucional que recorre los pasillos decadentes del Asilo Arkham con sus enfermos mentales, funcionarios corruptos y asesinos dementes, creando un entorno tóxico que impide cualquier tipo de reinserción al personaje principal. La segunda parte es una película judicial en la que el tono más exagerado y granguiñolesco se apodera del encuadre, mientras los guionistas toman la inteligente, y también temeraria, elección de diseccionar los hechos acontecidos en la primera película con breves apariciones de varios de los secundarios de aquella como testigos del juicio para ponerlos en tela de juicio adentrándose en terrenos metatextuales que enriquecen todavía más el trasfondo del largometraje y que son los que desembocan en las decisiones que más han disgustado al público generalista y, sobre todo, al fandom.
En el universo ficcional de Joker: Folie à Deux descubrimos que, después de las correrías homicidas de Arthur, se rodó una película sobre su historia que «fue un gran éxito», pero que a ciertas personas les pareció «horrible». Es evidente que Phillips y Silver están hablando de la Joker de la que ellos fueron autores. En su recta final el film trata de cuestionar y poner en entredicho todos los actos ejecutados por Arthur, por lo tanto son Phillips y Silver los que hacen un revisionismo crítico de la primera cinta y en el proceso la diseccionan con acierto mayúsculo profundizando en lo cuestionable de ensalzar una figura como la de Fleck, convertido por las clases oprimidas en un líder revolucionario y anarquista. Los guionistas llevan esta idea al extremo cuando en el clímax final dan un salto mortal sin red desmontando todo lo que habían planteado en 2019 en una de las decisiones más controvertidas e inteligentes posibles para calibrar el poder simbólico que yace tras una figura como la del Joker, aún a riesgo de despertar la ira de no pocos fans del personaje ya sea en las viñetas o la imagen audiovisual.
Como era de esperar el dúo protagonista se revela como todo un hallazgo. Joaquin Phoenix se abre en canal, una vez más, para retomar el rol de Arthur Fleck con su habitual virtuosismo, haciendo un retrato profundamente doliente de este pobre hombre golpeado una y otra vez por la desgracia, propia y ajena, transfigurado en un individuo escuálido, desaliñado y con predisposición al enfisema pulmonar. Stefani Joanne Angelina Germanotta ofrece una versión realista de Harley Quinn en la que su clásica dependencia enfermiza con respecto al Joker deriva en una influencia tóxica sobre su propia voluntad que, en última instancia, poco tiene que ver con el verdadero amor. La química de la pareja en pantalla es evidente, las secuencias compartidas, ya sean mediante diálogos o interpretaciones musicales, desprenden una pátina de ensoñación idealizada que, como previamente hemos apuntado, solo confirma lo dañada que está la mente de Arthur y cómo se aferra a esa última posibilidad de escape que le supone este «amor loco» y sentirse necesitado por otra persona que solo quiere convertirlo en el mártir de una causa desquiciada y sin sentido.
Con Joker: Folie à Deux me siento como Arthur Fleck, en total soledad, ya que soy de las pocas personas que, no solo han disfrutado con su propuesta, sino que la consideran una película magnífica, atípica, arriesgada y nada autocomplaciente. Es digno de elogio que de una secuela exigida por los productores Todd Phillips y su equipo hayan alumbrado una rareza tan lacerante y a contracorriente. Como era de esperar, y creo que era algo que a los mandamases de DC Studios y Warner Bros no se les escapaba, esta segunda entrega de Joker no está funcionando como esperaban y, como hemos afirmado anteriormente, sus números van a quedar muy lejos de los de la producción de 2019. Esta taquilla, ahora mismo más bien raquítica, descarta por el momento una tercera entrega, que por un lado me gustaría ver, pero por otro desvirtuaría un cierre del díptico mucho más astuto y fiel con la esencia e iconicidad del personaje creado por Bill Finger, Bob Kane y Jerry Robinson de lo que muchos creen.
Dirección - 8.5
Guión - 8
Reparto - 8.5
Apartado visual - 8.5
Banda sonora - 8
8.3
Joker: Folie à Deux es una rareza a contracorriente como secuela de Joker y como superproducción hollywoodiense. Aunque ha despertado la ira de gran parte del público y el fandom su factura técnica y artística es intachable y la revisión metatextual que hace de su propia idiosincrasia digna de elogio por su osadía.
Muy valiente reseña Juan. Comparto tus apreciaciones y agrego que la película me parece excelente.
Nunca se trató del Joker de los cómics sino del retrato de un hombre y una sociedad rotos. Como al parecer para muchos eso no quedó claro en la primera película, aquí el director lo subraya una y otra vez: el Joker es una fantasía dañina, detrás de la cual sólo hay un pobre hombre.
Lo maravilloso de esto es que, recibiendo el rechazo del público general, queda sentenciado el fin de esta historia, lo mejor que le pudo suceder.
Señor Juan Luis Daza, poco que añadir a su crítica pues suscribo cada una de sus palabras.
El primer Joker de Todd Phillips (que, por cierto, también volví a revisar antes de ver esta secuela) ya me encantó, y esta continuación en clave musical me ha maravillado igualmente, tanto a nivel interpretativo, de guión, de puesta en escena y, como no, de cinematografía. Por cierto, entre las referencias musicales que cita se le ha escapado una muy sutil a «Los paraguas de Cherburgo» (Jacques Demy,1964). Y también es de recibo mencionar que este fim ya se abre con una muy desconcertante escena animada que remite al Tex Avery más desbocado.
El anarquismo beligerante del primer film da paso ahora a un nihilismo desencantado, y posiblemente ese cambio de postura se deba, como mencionaba Alejandro Calvo en su canal de Sensacine, al hecho de Joker se estrenó antes del asalto al capitolio por parte de los seguidores de Trump, y Phillips, abiertamente demócrata y anti-Trump, haya querido, en cierto modo, pedir disculpas en esta secuela por la incitación a la violencia que se mostraba en aquella.
El obvio que Joker nunca fué una película sobre la archinémesis de Batman, y por si en aquella primera película no quedaba suficientemente claro, ahora Philips enfatiza esa idea en un último giro final inesperado, doloroso y triste, y lo cierra además con un plano difuso, desenfocado, al fondo de la imagen que parece querer decir a todo aquel fandom hater que despreció injustamente su primera película: «no os habéis enterado de nada».
Joker se estrenó justo antes del estallido terrorista de anti-sociales que ocurrieron en Chile y Colombia, y Joker fué justamente un arma para predisponer a todo eso.
Es incluso peor película que su nefasta primera parte
Interesante reseña, desde ya que cada uno tiene sus preferencias sobre la película y la mia difiere desde ya.
Por mi parte no es que me disgusta esta segunda entrega en comparación con la primera; por el contrario, la original me pareció decente y nada más, así que no puedo pretender mucho más de esta nueva entrega y eso es así por que sabía como venían los tantos ahora.
Y sobre eso quiero ser claro, hablan muchos ahora que el director no fue valiente con esta nueva película y que se vendió pero se olvidan que tampoco lo fue con la anterior, utilizar la figura y el nombre del Joker como personaje principal fue una manera de lograr la notoriedad que la cinta original no hubiera logrado si la hubieran llamado Arthur Fleck o algo por el estilo, para mi es una historia sobre un personaje random que tiene una seguidilla de cosas horribles hasta que estalla (similar a la excelente película de Michael Douglas «Día de Furia»), Philips tenía muy claro que necesitaba ese gancho para avanzar y lograr el tan mentado éxito.
Ni por asomo es una película basada en un comic o que se pueda catalogar en el género superheroico, el tema que muchos se creyeron eso.
Lo gracioso por no decir trágico es que el director sufre del complejo de culpa que han pasado otros directores y autores cuando notan que su obra génera un mal ejemplo en la sociedad creando personajes alienados que terminan en grandes tragedias y que después se repiten en la vida real o que sirven como bandera para fines realmente aborrecibles.
No quiero explayarme más pero solo agregar que es núnca se debio filmar esta entrega porque cualquiera con dos dedos de frente intuia que todo lo que quisieron contar estaba puesto en la primera parte, y la segunda solo iba a servir para mosquear a la mayoría de fans que guardaba esa visión.