UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS
No es Pablo Berger un cineasta que se prodigue en exceso. Su espíritu perfeccionista no se lo permite. Más allá de los cortometrajes, Robot Dreams es su cuarto trabajo como director dos décadas después de que debutara con Torremolinos 73. Aquella ópera prima le sirvió para hacerse un nombre en la industria, cosechando cuatro nominaciones a los Premios Goya. Pasaron nueve años hasta que su siguiente trabajo vio la luz. Rodada en blanco y negro, Blancanieves fue una película muda que resultó ser un notable éxito consiguiendo diez cabezones en la principal fiesta del cine español. Nuevamente con Maribel Verdú con actriz protagonista, el realizador bilbaíno volvió a conquistar a la prensa especializada gracias a Abracadabra, cinta estrenada en 2017 nominada a ocho Goyas.
Como ocurría en Blancanieves, Robot Dreams es una cinta que carece de diálogos. Aunque pueda resultar extraño, este hecho es totalmente coherente a tenor de dos puntos vitales a la hora de concebir la película. Por una parte, el amor que siente Berger hacia el cine mudo siendo Murnau, Dreyer o Sjöström algunos de sus grandes referentes. Por otra parte, la semilla que hizo posible esta película, la novela gráfica con la que comparte título. Creada por Sara Varon, Robot Dreams fue publicada en 2007 por First Second. Como no podía ser de otra forma, nos encontrábamos con una historieta muda cuyas imágenes tenían mucho que decir.
Apoyado en el arte de José Luis Ágreda, Berger lleva a la gran pantalla el trabajo de Varon respetando su estilo gráfico, pero transformando el minimalismo de aquella en una cinta que rebosa vida por todas partes. No cabe duda de que Robot Dreams capta y transmite a la perfección el mensaje de la obra original, pero sabe sacar partido a las mil maravillas del nuevo medio potenciándolo con una gran animación. Para ello, además de Ágreda, la producción contó con Benoit Feroumont como director de animación y un conjunto de dibujantes, entre los que se encontraba el mismísimo Albert Monteys, que se encargó del diseño de personajes. He aquí donde nos encontramos una de las principales diferencias con el cómic de Varon. La extensa cantidad de personajes que inundan la pantalla contrasta con la poca variedad que vemos en viñetas. A nivel visual, la principal licencia que se permitió Berger a la hora de adaptar la historia fue la de ambientar la misma en la ciudad de Nueva York y hacerlo en un punto indeterminado de los años 80. Habiendo vivido en la Gran Manzana, el guionista de uno de los anuncios más recordados de la Lotería de Navidad (Raphael a modo Muñeco Diabólico) realiza, de esta forma, su particular homenaje al skyline de Manhattan en las que destacan, sobremanera, Las Torres Gemelas.
Pero ¿de qué va Robot Dreams? Dog es un perro solitario que encarga un robot de compañía. Con el tiempo irán haciendo buenas migas hasta que un desgraciado accidente termina por separarles. El cómo llevarán esta ruptura forzosa hasta conseguir salir hacia delante será el grueso de esta emotiva trama capaz de hacernos reír y llorar a partes iguales. Como ocurre con las grandes películas de Pixar, la historia está destinada a todo tipo de públicos. De tal forma que no solo los más pequeños del hogar la disfrutarán, sino también los adultos. De hecho, probablemente, la lectura que se sacará al acabar el visionado de la misma cambiará dependiendo de la franja de edad en la que se encuentre el espectador y la experiencia vital que este haya ido cosechando. Donde unos verán una historia pura de amistad otros estarán seguros de haber asistido a un romance interruptus.
En cualquier caso, Robot Dreams pone el foco en las relaciones para explorar lo intensas y efímeras que estas pueden llegar a ser. La vida es lo que ocurre mientras hacemos otros planes. La pérdida y el saber dejar marchar son tratadas de forma sencilla, que no simple, para llegar a lo más profundo de nuestros sentimientos. Berger toma el testigo de Varon para darle más enjundia a la historia y reforzar las partes que necesitaban un mayor desarrollo. Así, en los primeros compases de película se nos muestra la anodina y rutinaria vida de Dog que desea, por encima de todas las cosas, tener un compañero de vida. Amar y ser amado. Al más puro estilo Her, la inteligencia artificial acudirá a su rescate con el cuerpo de Bender Rodríguez.
Aunque no tenga diálogos, el sonido juega un papel fundamental en Robot Dreams. A la excelente música con sabor a jazz compuesta por Alfonso de Villalonga, colaborador habitual de Pablo Berger, hay que añadir una selección de temas de lo más variopinto que representa a las mil maravillas la cosmopolita ciudad de Nueva York. Desde música latina con Canelita, pasando por el hip hop de T La Rock hasta el September de Earth, Wind & Fire, auténtico leitmotiv de la película.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El clásico de Philip K. Dick tiene su particular espacio de manera literal cuando Robot, coprotagonista de la historia, quede impedido. Como si de Johnny cogió su fusil se tratara, este personaje permanecerá inmóvil siendo la fase REM su única posibilidad para desplazarse. En los diversos sueños de Robot saldrán a flote sus anhelos y sus miedos mientras que Dog hace todo lo que está en su mano para recuperarle. La desesperación con la que se vive este último punto es mucho mayor en comparación con la obra original. Naturalizando el proceso, Berger consigue conmover sin necesidad de apelar a la lágrima fácil.
Ganadora del premio a la mejor película en la sección Contrechamp del prestigioso Festival de Annecy, Robot Dreams ha conseguido cuatro nominaciones a los Goya con la esperanza de colarse en la próxima edición de los Oscars. Robot Dreams trata sobre cómo superar la pérdida a través de la memoria. Una nueva vida, un nuevo comienzo con un final que nos retrotrae a La La Land. Una historia melancólica muy humana, pero que no tiene humanos. Una historia sin géneros, pero para todos los públicos. Accidentes que provocan un efecto mariposa. Show must go on.
Sin palabras
Dirección - 9
Guión - 9.5
Apartado visual - 8.5
Banda sonora - 8.5
8.9
Mute
Pablo Berger deja el costumbrismo español a un lado para su trabajo más universal. En Robot Dreams, el director de Blancanieves adapta el cómic homónimo de Sara Varon respetando fondo y forma pero sacando partido al máximo de las particularidades que ofrece la magia del cine.