«Tú eres el resultado de todos
los que te han precedido»
Hay una virtud que Marvel Studios ha sabido cultivar paulatinamente a lo largo de los años y a la que está dando mayor hincapié en sus últimas producciones: la diversidad. No en términos de inclusión, sino hablando en lo relativo a la temática y voluntad de sus historias. Un aspecto que podría ser decisivo para la supervivencia y el éxito futuro de la compañía. No debemos olvidar que la diversidad siempre fue un valor de las publicaciones del Universo Marvel, su capacidad para generar y alimentar pequeños y funcionales microcosmos dentro de un universo mucho mayor nos ha dado grandes cómics, historias y personajes durante décadas. Por ello, no es es de extrañar que producciones más recientes de Marvel Studios -una vez cerrado su primer gran ciclo con la duología vengadora que forman Infinity War y Endgame– están intentando replicar esto, con mayor o menor acierto, en propuestas como las televisivas WandaVisión y Loki y en sus nuevas apuestas para la gran pantalla, como recién estrenada Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos. En todas ellas se busca explorar terrenos relacionados con el mundo místico, la magia y el multiverso que han tenido un peso notorio en los cómics desde tiempos imperecederos. Unos elementos que servirán ahora para ampliar de forma natural los márgenes de este universo cinematográfico.
Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos es la vigésima quinta película de Marvel Studios. Esta nos ofrece su visión del Maestro del Kung Fu creado en 1973 en las páginas de Special Marvel Edition # 15 por Steve Englehart y Jim Starlin. El personaje fue uno de los abanderados en el cómic de la fiebre por las artes marciales y el cine de acción hongkonés en Estados Unidos entre los años setenta y principios de los ochenta. Su andadura estuvo siempre ligada a la sombra de Fu Manchú, un villano creado a finales de los años cincuenta por el novelista Sax Rohmer que durante décadas ha perpetuado un estereotipo y metáfora racista respecto a los personajes orientales. Los cómics de Fu Manchú fueron publicados por la misma Marvel Comics en los años setenta y Shang-Chi fue concebido como un hijo de este villano que pese a ser entrenado por su padre acabaría revelándose y luchando contra sus ansías de poder.
La idea de llevar a Shang-Chi a la gran pantalla no es nueva, desde los años ochenta este ha sido un proyecto al que ha estado vinculados de una manera u otra nombres como el del malogrado actor Brandon Lee, el de directores como Stephen Norrington y Ang Lee y coreógrafos como el mítico Yuen Woo-ping. Pero no fue hasta 2018 cuando Marvel Studios se llevó el gato al agua, dando luz verde a un proyecto que no parecía fácil de materializar. Primero por la herencia de los cómics, con un Shang-Chi que se ha ido desligando progresivamente de su relación con Fu Manchú. Este villano tuvo su momento de gloria con el mencionado boom de los cómics de artes marciales, pero dentro del Universo Marvel no dejaba de ser un equivalente menos interesante y relevante que el todopoderoso Mandarín que en 1964 Stan Lee y Don Heck habían creado como archienemigo de Iron Man.
En el universo cinematográfico de Marvel Studios, El Mandarín hizo su “debut en falso” en la vilipendiada Iron Man 3. Este era el nombre del misterioso líder de la facción terrorista de Los Diez Anillos que ya había sido referenciada en la primera parte de la trilogía protagonizada por Robert Downey Jr. como la responsable del secuestro de Tony Stark. En la posterior Iron Man 3, Shane Black nos descubría que El Mandarín era el nombre bajo el que se escondía el megalómano Aldrich Killian interpretado por Guy Pearce y que utilizaba a su vez a un actor llamado Trevor Slattery encarnado en la ficción por Ben Kingsley como imagen pública para sus fechorías. En una rocambolesca vuelta de tuerca Marvel Studios reveló en 2014 en el Marvel One-Shot All Hail the King la existencia un verdadero líder de Los Diez Anillos llamado Wenwu, “el verdadero Mandarín”.
Todo esto nos lleva de vuelta a Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos donde Marvel Studios ha tenido que realizar todo un ejercicio de ingeniería al guion para conciliar todas estas idas y venidas en torno a la figura de El Mandarín y su “no relación” con el propio Shang-Chi. El principal responsable de ello ha sido el director Destin Daniel Cretton, conocido por producciones menores como Short Term 12, Cuestión de justicia y El castillo de cristal en las que trabajó con caras conocidas del universo cinematográfico de Marvel Studios como Michael B. Jordan y Brie Larson. En el guion, Cretton colabora con David Callaham, un nombre asociado a producciones del género como Ant-man, Wonder Woman 1984 y futura secuela de Spider-Man: Un nuevo universo junto a Phil Lord y Christopher Miller. También es el creador de esa pequeña joya de serie que resultó ser Jean-Claude Van Johnson.
Cretton y Callaham fusionan la historia de Shang-Chi y su parentesco con Fu Manchú con una reimaginación de El Mandarín que aquí presenta una estética, unos poderes y unas ambiciones más cercanas a las últimas apariciones del villano en los cómics. La manera en la que este personaje, interpretado en la película por el veterano actor hongkonés de nacionalidad china Tony Leung, se apropia del legado de El Mandarín, y al mismo tiempo renuncia a él, es la base de una producción más cercana al cine de aventuras y fantasía que al género de superhéroes. Pero como decíamos al principio, esto forma parte del plan de Marvel Studios para diversificar sus producciones y paliar ese posible efecto adverso que muchos espectadores pueden tener por un excesivo uso de la fórmula. La montaña rusa en la que se encuentra inmersa la compañía implica una constante apuesta por la novedad.
En ese sentido, la premisa de Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos nos presenta una historia aparentemente desligada del resto del universo cinematográfico en su primera parte, pero a medida que avanza su trama las conexiones y su relación con el mismo se hacen más evidentes. En este primer contacto, la película se centra en la historia de Wenwu y su ascenso al poder hace mil años al encontrar unos misteriosos y poderosos anillos que le otorgan asombrosos poderes e inmortalidad. Su ejército de Los Diez Anillos ha conquistado reinos y derrocado gobiernos durante siglos, pero su historia de amor con Ying Li y el nacimiento de sus hijos Shang-Chi y Xialing lo cambia todo. Pero años después, Shang-Chi vive en San Francisco, donde ha adoptado el nombre de «Shaun», y trabaja como aparcacoches. Cuando su padre vuelve a ponerse en contacto con él, su vida se pondrá patas arriba.
Lo primero que podemos hacer notar sobre esta película se puede ver en los tráileres y avances de la producción. Esa manera en la que su metraje entremezcla las dinámicas propias del cine de superhéroes con el drama chino de artes marciales que directores como Ang Lee y Zhang Yimou dieron a conocer al mercado estadounidense a principios de este siglo. La poesía marcial de clásicos modernos como Tigre y Dragón, Hero y La casa de las dagas voladoras, se apropia de la gran pantalla dando como resultado una de las narrativas más fluidas que hemos podido ver en este universo compartido. Esta se entremezcla con el humor y una acción que en este caso nos remite especialmente a la filmografía de Jackie Chan y a producciones orientales de corte más humorístico con Kung Fu Hustle.
Las coreografías y el ritmo de la producción están muy bien logrados, no nos descubren nada que no hayamos visto en los referentes mencionados a los que homenajea, pero para los aficionados a este tipo de propuestas será un generoso aliciente. El ritmo y la linealidad de la historia solo se ve alterada por la diseminación de diversos flashbacks a lo largo de la película que funcionan a modo de muñecas matrioskas, desvelando progresivamente y con bastante acierto momentos del pasado de sus personajes principales. El elemento fantástico nos remite a la misma fantasía oriental, con un worldbuilding y una estética inspirada en el folclore chino y con unas intenciones parecidas a las de Black Panther. Por otro lado, la película no renuncia a los ecos de la épica occidental tomando elementos de sagas como El Señor de los Anillos y La Guerra de la Galaxias.
Esto se puede atisbar especialmente en la disputa que durante toda la película mantienen Shang-Chi y su padre, no por casualidad el centro neurálgico de esta historia de autodescubrimiento, redención y poder. En este punto, la película funciona porque lo hace previamente la química entre los dos actores que dan vida a los roles de Shang-Chi y Wenwu. Simu Liu interpreta con solvencia a Shang-Chi en el que resulta ser su primer gran papel en el cine, después de debutar como extra en Pacific Rim y haber interpretado pequeños papeles en series como The Expanse y Orphan Black. Y poco hace falta decir de la profesionalidad y talento de Tony Leung, el actor fetiche del director Wong Kar-wai y al que hemos visto en filmes como The Grandmaster, Deseando Amar, 2046 y Happy Together, roba cada escena en la que aparece.
El caso de Leung merece unas líneas aparte, primero por todo lo que hemos comentado sobre el hándicap que ha supuesto definir a su personaje con todos los condicionantes que esto implicaba procedentes tanto del cómic como de la continuidad de las películas de Marvel Studios. La reimaginación del personaje llevada a cabo por Cretton y Callaham se desprende de cualquier estridencia y extravagancia -algo muy habitual en muchas adaptaciones del cómic de superhéroes- para construir un personaje trágico que consigue sortear esa tara que normalmente tiene el cine al tornar de carne y hueso a los villanos de la Casa de las Ideas. Es cierto, esto también implica que este Mandarín sea un adversario más convencional y con unas motivaciones más terrenales, pero también es más fácil empatizar con él y sus objetivos.
No obstante, Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos es una película bastante coral en la que también tienen un papel destacado dos personajes femeninos: Katy Chen y Xu Xialing. La primera es la amiga de la infancia y compañera de trabajo de Shang-Chi, un personaje interpretado por la actriz y cantante Nora Lum -conocida profesionalmente como Awkwafina– que ganó el Globo de Oro en 2020 por su trabajo en The Farewell. Es el arquetipo de sidekick simpático que Marvel Studios ya ha utilizado en otras producciones, equivalente al dicharachero Luis que interpreta Michael Peña en las cintas de Ant-Man y al Guardián Rojo que David Harbour daba vida en la reciente Viuda Negra, por poner un par de ejemplos. Por su lado, Xu Xialing es la hermana de Shang-Chi, una mujer hecha a sí misma que interpreta la debutante Meng’er Zhang y que toma elementos de diversos personajes de la Casa de las Ideas relacionados tanto con la herencia de Fu Manchú como con El Mandarín.
Estos son los roles más llamativos de una producción en la que también participan Michelle Yeoh, Florian Munteanu, Fala Chen, Andy Le, Yuen Wah y otros nombres que no mencionaremos porque hacen referencia a cameos y apariciones sorpresa que son bastante relevantes para la trama y para el futuro del universo compartido de Marvel Studios. En ese sentido, Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos cuenta con dos escenas postcréditos y, al contrario que en otras ocasiones, las dos son relevantes. Todo viene a conectar con ese universo místico y mágico que brilló por su ausencia en el primer ciclo de Marvel Studios, pero al que cada vez se le está dando más entidad de cara a su explosión definitiva en las próximas Los Eternos, Spider-Man: No Way Home y, especialmente, Doctor Strange in the Multiverse of Madness.
En el apartado técnico, la película dirigida por Destin Daniel Cretton consigue sus objetivos en cada uno de sus apartados. Las coreografías de artes marciales son notables y no están entorpecidas por la cámara en ningún momento. Esto hace que la producción sea realmente entretenida y más allá de posibles giros de guion forzados, chistes que no entran y resoluciones arquetípicas, Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos es pura evasión. Los efectos especiales pecan en algunos momentos de escasa definición, pero sus responsables saben disimular sabiamente sus carencias y poner en primer plano sus puntos fuertes. Entre esto, y una banda sonora bastante ecléctica, en consonancia con la propuesta general, Shang-Chi y La Leyenda de los Diez Anillos es un filme que supera las expectativas de partida y nos deja con ganas de ver como el personaje hará carrera en un universo cinematográfica cada vez más poblado y competitivo.
Dirección - 8
Guión - 7.5
Reparto - 7.5
Apartado visual - 8
Banda sonora - 7
7.6
Entretenida
Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos supera las expectativas ofreciéndonos una producción con sabor a cine de acción oriental, pero con las dinámicas habituales de las propuestas de Marvel Studios. Es una película que reimagina al personaje de los cómics de manera accesible a todos los públicos, planteando a su vez una evasión llena de acción, humor y aventuras.
Debéis estar de broma. Este Shang-qué cosa? en Narnia es peor que la muerte en vida. Del mismo modo que en La Viuda Negra, las buenas intenciones naufragan de forma lastimosa. Kung Fu Hustle? Jackie Chan? Por favor! Hacen falta algo más que un póster, un alivio cómico y cabriolas aceleradas para acercarse a eso.
Para mí un profundo insulto al personaje y sus creadores. Que no me esperen en otra. Marvel volando muy bajo.
No sé, yo ya contaba con que de partida este Shang-Chi no tendría nada que ver con los cómics. Es algo que ya se ve venir de lejos en los tráileres. Yo desde La Era de Ultrón que ya no voy buscando eso en una película de Marvel, más en un universo que está desarrollando su propia continuidad y que cada película está condicionada por otros intereses.
Por lo demás, después del punto de inflexión de Endgame y el nivel de WandaVisión -que no han vuelto a rozar- solo busco que al menos la película y/o serie sea un buen entretenimiento (cosa que no fueron Falcon y el Soldado de Invierno y Loki que encima fueron aburridas) y conmigo eso esta producción sí lo ha conseguido. Es obvio que no supera sus referentes, pero tampoco lo pretende.
Yo también contaba con eso pero en su justa medida.. De hecho el Shang-Chi de los cómics actual ya no es muy reconocible en ese sentido. El problema que yo le encuentro es que para hacer esto no hagas Shang-Chi. Haz El Tigre Blanco o Los Hijos del Tigre si quieres y mete todos los anillos y amuletos que te parezca. A mí lo que me dice esta peli es que como Shang-Chi es en sí mismo es indefendible yo te lo reformulo para tu consumo. Y el resultado es un personaje irreconocible que anda desubicado toda la peli.
Sí, en eso estoy de acuerdo, hay veces que ciertamente pienso porque se toman ciertas decisiones con algunos personajes y producciones. Me parece que muchas veces se decantan por ideas y resoluciones mucho más rocambolescas que las que se pueden plantear en los cómics y en esos casos sí que acabo arrugando el ceño.
Yo creo que con Shang-Chi lo que intentan y lo que seguirán intentando en un futuro es construír un personaje que sea el resultado de otros tantos parecidos que puedes encontrar en los cómics: toma un poco de Shang-Chi, otro de Puño de Hierro, el Tigre Blanco, etc. Y al final es todos, pero ninguno.
Desde luego llama la atención que con 53 votos la película no llegue al aprobado. Se le quitan a uno las ganas de ir a verla.
Por lo que se ve es una película de artes marciales realizada para el publico asiático o chino… que haya algún personaje y mención a la Marvel es casual. Este es el síndrome que sufre hoy en día el genero audiovisual que cogen una licencia y adaptan lo que les da la gana. Bien sea porque el nombre vende o bien que no los denuncien por plagio por usar algún elemento restrictivo… total pagas los derechos por cierta obra o personaje y te ahorras la denuncia por plagio, con lo cual sin juicios ni pagar indemnizaciones
Pues para mí es una mezcla perfecta entre una película de Bruce Lee y El Viaje de Chihiro. Si a eso se le suman unos secundarios bien introducidos y que suman y un villano que no es plano y con el que se puede empatizar, la encuentro una película más que disfrutable.
Y para nada me parece una excusa para el mercado. Su conexión con el UCM está más que asentada.
De Bruce Lee vale ya que al fin y acabo se inspiraron en el para crear al personaje, pero «El Viaje de Chihiro» por Kirby que no pega ni con cola. Shang Chi era un comic de espias y aventuras a lo James Bond y no con tanto elemento de fantasía. Y yo no se que manía de empatizar con el villano… para mi uno realmente bueno es que sea un cabronazo de no te menees: sociopata, narcisista y de tendencias asesinas. No muy diferente a ejecutivos de altas empresas que lo que quieren son beneficios. Que tiempos aquellos con villanos como Humungus de Mad Max 2, el sacerdote de Kali de Indiana Jones y el Templo maldito o en general de esos villanos de cine de los 80’s y 90’s que te gustaba ver como el héroe de turno los machacaba sin piedad. Con lo bueno que era el siniestro villano oriental misterioso de toda la vida…
Pero lo del «villano con corazón» no es algo que se haya inventado ahora. Es decir, ya a principios de este siglo tenías las películas de Spider-man y los de los X-Men, y en todo momento se justificaba porque el Duende Verde, el Dr. Octopus y Magneto -entre otros- se comportaban como lo hacían.
En la saga de X-Men había malos que lo eran porque simplemente lo eran, como la mayoría de esbirros que se movían alrededor de Magneto y en películas posteriores los que -por ejemplo- acompañaban a Sebastian Shaw. Eran villanos que en muchos casos ni tenían una frase de diálogo en toda le película. Y este era uno de los aspectos más flojos de esas producciones.
Pero es que nos podemos ir más atrás y veremos que la mayoría de villanos que aparecían en las películas de Batman tenían unas motivaciones con las que pudieses empatizar. La excepción es el Joker de Jack Nicholson que en todo momento se presenta en la película de Burton como un criminal sin escrúpulos, pero El Pingüino, Catwoman, Mr. Frío… Una cosa es que estuviese mejor o peor resuelto, pero había esa voluntad (y, de hecho, creo que Burton es muy responsable de esta tedencia).
Yo creo que hoy ese tipo de villano «malo porque sí» solo funciona si se trata de entidades en sí mismas malvadas. Aunque a mí ese tipo de villanos no me suelen gustar (mismo «el bicho» de Shang-Chi) porque me resultan vacíos. Si intentas darle una mínima pátina de veracidad a esos personajes necesitas que parezcan tridimensionales… Sino acabas teniendo villanos de ordenador como Darkseid en Justice League que no transmiten nada.
Así, de películas de superhéroes, villanos malos simplemente por placer, y no meramente entidades del mal, solo me vienen el Joker de Heath Ledger (porque juega con ese rollo de ser un elemento del caos y con una identidad desconocida), Cráneo Rojo en la primera de el Capitán América (porque es un nazi y no hace falta decir más) y el Deacon Frost de Blade (y porque es un vampiro). También más de uno del nuevo universo DC, pero yo ahí veo deficiencias de caracterización, como el citado Darkseid y puede que el General Zod.
Seguramente haya más, pero a mí no me vienen ahora mismo…
La peli muy entretenida, siendo lector desde hace años de Marvel no conozco la trayectoria en papel la verdad, salvo algún team up aislado por eso no le molestan los cambios. Eso sí me hubiera gustado ver a los 10 anillos cada uno con su poder no las 10 pulseras o lo que sea cuyo poder parece bastante ambiguo, veremos como desarrollan eso.
Y si yo también quiero ver villanos que quieran ver el mundo arder, me fastidia tener que empatizar con el malo de turno.
Por eso desde hace años no hay un villano que sea memorable. ¡Leches! si hasta los de James Bond han perdido fuelle. Esto y harto de las historias de venganza o que el villano ha sufrido un trauma para justificar su comportamiento
. De hecho las dos ultimas de Spidey a pesar de que los villanos han sufrido alguna afrenta a raíz de Tony Stark, al menos los representan como unos tipos que quieren hacer fortuna con medios delictivos, acorde a sus versiones comiqueras.
Partiendo ya del hecho de que este Sang-chi nada tiene que ver con el personaje creado por Heglehart y Starlin y que alcanzó sus máximas cotas de calidad en el cómic de la mano de Doug Moench y Paul Gulacy, me he dispuesto a ver la peli libre de prejucios, como un episodio más de esa serie-río que es el MCU.
Dicho ésto, la pelí es bastante disfrutable, aunque no redonda. Su integración con el MCU, que se resuelve en un cameo bastante prescindible en la primera mitad y una escena post-créditos, me resulta un tanto forzada.
Debo decir que he disfrutado mucho más con su primera mitad, con las partes que transcurren en San Francisco y en Macao, y que rinden homenaje tanto a la pelis de Bruce Lee como al vuxia en su vertienente más esteticista a lo Ang Lee o Zhang Yimou, que todo todo el tramo final, el más aburrido en mi opinión, que carga en exceso las tintas en los elementos más fantásticos (aplaudo la irónica cita a Narnia del amigo AlbierZot) y que se acaba convirtiendo en un aparatoso festival de efectos especiales. Ese tramo final para mí solo lo salva la presencia siempre magnética y elegantísima de Michelle Yeoh y el buen hacer de un siempre solvente Tony Leung
Efectivamente, una pena que el tercer acto sea completamente infumable. Es llegar a la aldea y te saca de la película tanto cgi por saturación.
Pero la película hasta ahí está muy bien. Ojalá no hubieran metido Narnia.