#ZNCine – Crítica de Doctor Strange (Doctor Extraño), de Scott Derrickson

 

Dirección: Scott Derrickson
Guión: C. Robert Cargill, Thomas Dean Donnelly, Joshua Oppenheimer, Jon Spaihts
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Michael Stuhlbarg, Mads Mikkelsen, Tilda Swinton, Neve Gachev, Amy Landecker, Scott Adkins, Dante Briggins, Tony Paul West, Daniel Eghan, Annarie Boor, Jill Buchanan, Pezhmaan Alinia
Duración: 115 minutos
Productora: Marvel Studios
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Al fin ha llegado a nuestras pantallas una de las películas más esperadas del año: Doctor Strange (Doctor Extraño), el proyecto largamente acariciado por un Kevin Feige deseoso de introducir la magia en el Universo Cinematográfico Marvel a través del Hechicero Supremo, uno de los personajes más importantes de La Casa de las Ideas aunque de irregular trayectoria editorial. Para llevar a cabo una adaptación tan complicada, Feige se ha rodeado de un equipo comandado por el director Scott Derrickson (Sinister), el Director de Fotografía Ben Davis (responsable del apartado visual de Los Vengadores: La Era de Ultrón o Guardianes de la Galaxia), el compositor Michael Giacchino y, sobre todo, un espectacular reparto con Benedict Cumberbatch (Sherlock) a la cabeza, acompañado por nombres tan importantes como los de Tilda Swinton, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen o Benedict Wong. Parece pues que Marvel ha vuelto a poner todos los mejores ingredientes posibles en el caldero para conjurar un nuevo éxito, a pesar del escaso conocimiento del personaje por parte del público no aficionado a los cómics y del carácter extraño (nunca mejor dicho) de la trama, repleta de hechizos, misticismo y dimensiones psicodélicas. Pero no nos olvidemos de que Marvel es sin duda la Hechicera Suprema en las adaptaciones cinematográficas desde las viñetas, así que no demos nada por sentado y pasemos a dilucidar si este nuevo conjuro de Marvel Studios es tan poderoso como parece o se queda en un mero truco de prestidigitación.

Si tuviera que ponerle un titular a esta crítica de Doctor Extraño, sería “Así sí, Marvel”. Volviendo la vista atrás y releyendo las palabras que le dediqué en su momento a Capitán América: Civil War en aquella crítica que tantas suspicacias despertó por una comparación de nada (shhh, calla, no saques el tema, serás burro), el principal fallo que le achacaba a Marvel Studios era esa sensación de que faltaba riesgo en su propuesta; en parte, lo reconozco, era la típica pataleta de fan continuamente insatisfecho, pero también había mucho de espectador harto de promesas de intensidad y alimentado a base de nuevas promesas de que en la siguiente película llegaría lo bueno de verdad o de un Thanos que camina a paso de tortuga hacia la Tierra (¿no sabe que existen portales interdimensionales?). Por supuesto que cuando uno mira en perspectiva tiene que frotarse los ojos para comprobar que un personaje como el Doctor Extraño acaba de estrenar película de presupuesto millonario y visos de continuidad, sumada a un proyecto como es el de Marvel Studios que cumplía gran parte de nuestros sueños de infancia, esos que comenzaban al cerrar el cómic e imaginar cómo sería si alguien se atreviera a hacer películas basándose en ellos. En el caso del Doctor Extraño se sumaba, además, el carácter inadaptable del personaje cuando uno contemplaba los encuadres imposibles de Steve Ditko o las viñetas fracturadas de Gene Colan. Por eso precisamente creo que este Doctor Extraño que Kevin Feige se empeñó desde el principio del MCU en sacarse de la chistera ha llegado en un momento perfecto para hacer recuperar la fe a los que habíamos pasado a sentir cierto agnosticismo en cuanto a los planes cinematográficos de la Casa de las Ideas. O quizás yo creo que llega en un momento oportuno, pero en realidad todo estaba planeado desde un principio para que fuera así. Nunca se sabe en el Feigeverso.

El caso es que este Doctor Extraño parido por un director con destellos de talento pero profundamente irregular como Scott Derrickson se ha revelado como una más que agradable sorpresa dada la dificultad de su cometido. Aunque las historias de orígenes tienen un piloto automático que las hace sencillas en apariencia, no es lo mismo abordar los orígenes de Tony Stark que los de Stephen Strange, y mucho menos presentárselo al gran público (ése al que se debe realmente Marvel Studios para conservar su imperio, mucho más que a nosotros, fans incondicionales, a los que nos tenía con el “hola”). Feige quería introducir la magia en el MCU por medio de uno de sus personajes favoritos, pero ni la idea era fácil de vender ni mucho menos de ejecutar. Así que cuando uno sale de Doctor Extraño con una sonrisa de par en par, contento por el resultado, por las sorpresas y sí, por el riesgo contraído, no puede más que rendirse y considerar este Doctor Strange un nuevo éxito de Marvel Studios. No de taquilla. No de crítica. Eso son sólo factores circunstanciales. Doctor Strange es un nuevo éxito a la hora de llevar a la pantalla un concepto (aquí Marvel Studios tiene mucho de Departamento de Marketing), una idea, un personaje, y en apenas dos horas de metraje hacerlo encajar como un engranaje perfecto en la maquinaria del estudio.

En las primeras críticas de Doctor Strange se comentaba lo poderoso de su aspecto visual y en parte lo endeble de su argumento, repartiendo de manera simple los vicios y virtudes de la película. Una vez vista y disfrutada, creo que es un argumento tramposo. El riesgo de Doctor Extraño viene, a primera vista, de su apabullante presentación de la magia como tergiversadora de la realidad, una propuesta que va más allá de las simplistas comparaciones con cintas como Inception; pero el riesgo de esta Doctor Strange, en mi opinión, va más allá de sus efectos visuales y se enmarca en su propio guion, y una muy inteligente presentación de las Artes Místicas dentro del marco realista del MCU. Derrickson, apoyado por un inteligente guion de C. Robert Cargill (el Massawyrm de Aint It Cool) y Jon Spaiths, no se contenta con epatar al incauto espectador casual con imágenes lisérgicas y efectos psicodélicos, sino que dota de contenido, explicación y propósito a la propia magia impartida por La Anciana. Es por ello que Doctor Strange consigue mantener una extraña coherencia aún en sus momentos más alocados, en los que compartimos la fascinación y el desconcierto de Stephen Strange ante lo imposible que está aconteciendo ante sus ojos. Complace al espectador exigente a la vez que coge de la mano al que conoció a Los Vengadores de la mano de Joss Whedon. Quizás esa es la fórmula mágica de Marvel para seguir encadenando éxito tras éxito incluso en sus proyectos más residuales (no miro a nadie, Ant-Man).

Algo que ayuda sobremanera a que Doctor Strange sea casi imposible de criticar es su espectacular reparto, encabezado por un sencillamente soberbio Benedict Cumberbatch que se calza la capa de levitación del Hechicero Supremo con la misma soltura con la que vestía la gabardina del Sherlock que le dio fama, dándonos un recital con el socarrón y engreído Stephen Strange y siendo capaz de defender su personaje con bata, traje o portando el Ojo de Agamotto en su pecho. Compitiendo de tú a tú con Cumberbach se encuentra una como siempre impresionante Tilda Swinton, que llega a hacer sombra en determinados momentos al buen Doctor con su interpretación de La Anciana. Doctor Strange sólo depende de sí misma, así que puede mantener su status elevado sobre el MCU, algo que le da muchas más alas que otras franquicias excesivamente dependientes de Los Vengadores a la hora de desarrollar a sus personajes principales, a saber: La Anciana, el propio Strange y el Mordo de un notable Chiwetel Ejiofor. De este modo, sin esas molestas distracciones que obliguen a la película a desviarse de su camino, al final de la cinta comprendemos el desarrollo de los personajes y perdonamos más que nunca el esquematismo necesario a la hora de contener tal historia en menos de dos horas. Incluso el tan criticado humor con el que Marvel suele impregnar sus películas está mejor incluido que en otras ocasiones, dotando a la película de un empaque reflejado en casi todas sus notables (que no sobresalientes) críticas. La fórmula Marvel ha sido el gran hándicap que muchos han visto en Doctor Strange, pero creo sinceramente que en esta ocasión está más justificada que nunca: esa película que todos los que hemos seguido al Doctor en los cómics tenemos en la mente puede ser imposible de realizar, pero aun así aquí nos encontramos con todo lo que ha hecho grande al Doctor en las viñetas, demostrando una valentía y un conocimiento de la fuente original que hace que los pecados del paso del Doctor Extraño por el aro de Hollywood sean perdonados casi en su totalidad. Porque ahí está Ditko, y Colan, y Roy Thomas, y algo de Stern pero también Vaughan o Straczynski: combina respeto y audacia, mezclando lo clásico y lo moderno de manera más que satisfactoria.

El aclamado aspecto visual de Doctor Extraño tiene la base de una acertada fotografía del gran Ben Davis (responsable del gran cambio de aspecto entre el aspecto de telefilm de la primera cinta de Los Vengadores y la elegancia de La Era de Ultrón, o de inaugurar el look cósmico del MCU de manera brillante con los Guardianes de la Galaxia, un reto nada sencillo), con unos sencillamente abrumadores efectos especiales que combinan dimensiones, viajes astrales y, en definitiva hacen creíble (sí, creíble) los mundos por los que transitan La Anciana y el Doctor con un tercer acto que conquista de manera irremediable nuestro corazoncito que palpitaba con las viñetas impregnadas de LSD de Ditko. Completa el conjunto una banda sonora obra de Michael Giacchino que, a pesar de parecer vaga en algunos pasajes (esas notas que nos recuerdan a su brillante partitura de Star Trek), va acelerando progresivamente hasta revelarse como la composición musical más personal de todo el MCU, en un valiente intento de traernos algo diferente a lo visto anteriormente. Claro que uno puede soñar con lo que hubiera hecho un Jóhann Johannsson a la hora de enfrentarse al universo del Doctor Extraño, pero la elección de Giacchino ha resultado más que satisfactoria.

En definitiva, Doctor Extraño me ha hecho salir contento del cine. Como fan del Doctor desde que un cómic suyo compartido con Capa y Puñal llegara a mis manos infantiles hace ya demasiados años, he llegado a casa emocionado (qué demonios, incluso poniendo los consabidos cuernos con los dedos más de lo habitual cuando me han preguntado sobre el tema). Hay mucha Historia del Cómic en Doctor Extraño, y sin duda los responsables de su adaptación cinematográfica la han leído y le rinden pleitesía, a su manera y con sus limitaciones. Dicen que el mejor sexo viene después de una reconciliación, así que creo que ésta ha sido la mía con Marvel. Me sigue molestando sobremanera que prefieran confiar en artesanos eficientes como los hermanos Russo antes que en creadores tocapelotas como Whedon, pero esta Doctor Strange me ha devuelto a la senda de la confianza, y más si echo un vistazo al futuro (otra vez con tus hechizos de antelación, Marvel), con un Taika Waititi que parece estar haciendo una auténtica locura con Thor: Ragnarok o un James Gunn que sigue haciendo merecidamente lo que le da la real gana con Guardianes de la Galaxia Vol.2. Personalmente y aunque siga queriendo contentar a demasiada gente, creo que ése es el camino adecuado que esperemos el estudio siga con proyectos tan arriesgados al estilo de esta Doctor Extraño como son Black Panther o Capitana Marvel: el oxímoron definitivo que, cual Guantelete del Infinito, está empeñada en portar esta Marvel Studios: pragmatismo y creatividad; autoría y concesión; Doctor y Extraño. Así sí, Marvel. Así sí.