No sé hasta qué punto Millar pensaba que Kingsman a ser un punto de inflexión en su carrera. Uno de muchos de los cómics palomiteros que lanza a través de su sello Millaworld, que pasó completamente desapercibidos, resultando bastante olvidable en términos generales, se convirtió en una producción que ha visto la luz, al contrario de lo que suele prometer el autor escocés. Pero no solo eso, si no que mediante a determinado pulso del enérgico director Matthew Vaughn y al barroquismo de sus escenas de acción como señas de identidad de la saga, logró convertirse en uno de los éxitos comerciales más sorprendentes del año. Una nueva franquicia, que si bien es deudora de muchas cosas del pasado, que abrirse paso como cine de entretenimiento adulto en una taquilla saturada de franquicias y tipos en pijama.
Tal vez, algunos de los factores que hayan podido influir a todo ello hayan sido, por un lado la decadencia cinematográfica en un Bond dubitativo respecto al tono que debe seguir (¿Se sigue el clasicismo y el estilo que define la saga, o bien el camino transgresor y rompedor iniciado por Casino Royale?), en un mundo post 11S en el que el espionaje comenzó a cuestionarse determinados asuntos que antes no lo hacía de forma tan directa. Los conflictos, preocupaciones y miedos de la población cambiaron, y ese subgénero se hizo eco de esas mutaciones.
Jason Bourne y su saga probablemente sea la mayor revolución que ha vivido el subgénero en lo que llevamos de siglo, canibalizando tanto en forma como en fondo todas las películas mainstream que se produjeron de espías. Kingsman vino a rellenar y revitalizar el hueco abandonado. Creo que su mayor acierto, y la causa de su éxito es el haberse lanzado en el momento idóneo. U.N.C.L.E., pretendió hacer exactamente lo mismo, unos meses después, con unos resultados bastante comerciales más cuestionables. El alumno superó al maestro, adelantándole por la izquierda.
Y, después de todo ello, no se tardó en anunciar una secuela, con Vaughn, tras un tiempo de duda, de nuevo a bordo como capitán de este barco (¿O debería decir taxi/submarino?). El director estuvo un tiempo dudar, porque en su naturaleza no están las secuelas, prefiere lanzarse a construir mundos antes que estarse tiempo de más en ellos, Algo que resulta bastante coherente con los frenético de su puesta en escena.
Al igual que sucede en la primera película, la obra arranca in media res, con una acción que nos conduce directamente al detonante, al igual que sucede en las películas de 007. En esta ocasión, Vaughn te coge del cuello en un viaje lleno de peripecia, de fuegos de artificio, en el que el espectador no tiene tiempo de plantearse seriamente nada de lo que sucede. Simplemente se deja imbuir en un mundo, con unas reglas propias muy particulares en las que se cumple la máxima de “más grande que la vida”.
Ver estas películas es lo más cercano que recuerdo a montar en una montaña rusa. Te despeinas por la velocidad, te embelesa su barroquismo formal (casi rozando al rococó), te ríes con sus chistes malos (aunque una vez bajes y vuelvas a la realidad, te plantees que clase de persona eres por reírte de determinadas cosas…)
Porqué sí, no nos engañemos: esta película se posiciona ideológicamente en una postura un tanto discutible. Por un lado tenemos el controvertido tema de la misoginia, que es más que patente en esta película (El papel de las mujeres aquí son totalmente pasivos, o trofeos que debe ganarse el hombre para conseguir. O directamente tenemos a la pérfida Poppy). Por otro lado, tenemos una exaltación de los valores colonialistas, la old school class tanto británica como estadounidense. Son los hombres bien representados con traje bien plantados (que es lo máximo a lo que aspira la working class, según la lógica del filme) o los cowboys los que nos salvan constantemente. Sí, logra comicidad. Sí, es algo que si atendemos a los referentes (Bond, U.N.C.L.E., Los Vengadores, o cualquier serie británica de espías) ya era un elemento más que instaurado en este tipo de ficciones, pero en este caso que sigan planteándose, resulta un tanto nocivo.
Con mayor tacto se ha tratado el contraste entre la metodología entre Estados Unidos y el Reino Unido. Aunque sea a través de la caricatura y la sátira, comprendemos algunas cosas del contraste cultural entre los dos puntos del globo. A su vez, aunque tal vez en su resolución termine siendo más convencional y no se profundiza lo suficiente siendo un tema de tal calado, me parece muy valiente por parte del director que nos plantee el tema de la legalización de la droga en una película de estas características.
Por fortuna, aún así, creo que en su primera parte había algo más de ambigüedad que aquí ha desaparecido, moviéndose en blanco y negro. Es lo que tiene que los personajes sean completamente planos y estáticos, que no aprendan nada del viaje y que terminen como empiecen. Pero, tal vez, si hay que destacar a algún personaje, por tener cierta tridimensionalidad sea un fantástico agente Whiskey, al que dota credibilidad un divertido y siempre efectivo Pedro Pascal
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Por otro lado, también se ha desdibujado en cierto sentido, la crítica a la construcción social clasista en la que nos movemos. Mientras que en la primera teníamos a la alta sociedad salvándose en un arca de Noé, mientras el populacho la palmaba, aquí se ha quedado en una insuficiente caricatura inerte de Trump y Hillary Clinton. Se echa de menos algo más hiriente, viniendo de donde venimos.
Pero, la película tiene un carisma suficiente como para que entremos en su mundo. Es una película que sabe perfectamente lo que quiere, que sabe en la liga en la que juega, lo que espera y lo que busca el espectador. Y da lo que se pretende, no engaña a absolutamente pretendiendo ser más de lo que es. Pero tampoco menos.
Es una película cuya construcción argumental es muy sólida, en la que todo lo que se nos plantea tiene utilidad en su globalidad, y en la que todo está medido al milímetro. Se aprecia mucho las siembras y las recolectas del guion, y el hecho de que no se desaproveche absolutamente nada. No hay ningún ex machina, ni ninguna anticipación sin cumplimiento. Todo funciona, y todo fluye a nivel argumental.
Además, la película comprende perfectamente su condición de secuela: no pretende repetir esquemas, si no que pretende y enriquecer lo que ya sabemos de estos personajes y su mundo, incluso aportando ciertas cosas que pueden aportar cierto interés (Uno de los chistes de la película anterior, se convierte en uno de los conflictos principales del protagonista, dejándolo, en la conclusión de este filme, en una situación bastante inusual en el cine de espías. Una jugada interesante del libreto firmado por Jane Goldman y Matthew Vaughn).
Vaughn nos transporta en su megalómana, hiperbólica y desatada visión de las escenas de acción, que aquí son mucho más grandes e incluso depurada. Aunque, sin embargo, creo que la magia y la sátira que supuso la, ya mítica, escena de la iglesia de la primera, ya no se va a recuperar, por mucho esfuerzo que ponga el director con esos planos largos, llenos de elementos a los que prestar atención, con coreografías ante todo, estéticas. Vaughn, en muchas ocasiones, me ha recordado en esa visión lúdica de determinadas escenas a Edgar Wright, habiendo alcanzado, en ambos casos, el epítome de su carrera, lo que llevan persiguiendo desde siempre: esa sincronización entre música y filme en una especie de musical. Y ese frenetismo, esas ganas de divertirse se contagian y hacen que se disfrute de cada uno de los planos que componen esas, nada (a priori), ligeras 2 horas y 21 minutos de metraje.
Destaca, la selección de temas, que una vez integradas en la película a través de un montaje y unas coreografías perfectamente coordinadas, logra dotar a la película de un tono muy particular, deshinibido, artificioso y socarrón en el que te da dos opciones: o entras o te quedas en casa, mientras se ríe de ti por pringado.
Con un plantel de estrellas en su salsa, y sacando sus partes más caricaturescas e histriónicas sin ningún problema: No recuerdo a un Channing Tatum o un Jeff Bridges más sureños que estos y a una Julianne Moore tan histriónica como en esta Poppy (atención al guiño de Capitán Fantastic dentro de la película, en un diseño de producción que completamente arbitrario que parece haber sido diseñado en base a todo lo que le gusta primariamente al director, sin ningún criterio de que haya alguna coherencia. Y sí, el director no se pudo resistir a añadir un guiño a El Gran Lebowsky, teniendo dos actores principales de la citada película). Mayor contención, pero igualmente icónicos, resultan de nuevo unos muy carismáticos Taron Egerton, que muestra, que vuelve a desenvolverse a las mil maravillas como galán y hombre de acción, un Colin Firth, cuyo personaje tiene algo más de desarrollo que en la prima parte, y un Mark Strong en un papel completamente sorprendente, atendiendo a las características que han definido los personajes que suele escoger.
Mark Millar, tras esta tercera colaboración, ha encontrado su alter ego cinematográfico. Tanto él, en su medio, como Vaughn no quieren cambiarte tu percepción de las cosas, de la vida. Pretenden dar un producto que se posiciona como ninguno en un enérgico entretenimiento palomitero, que debe ser leído como algo puramente posmoderno, con un mensaje dentro de los géneros que abordan. Ideas más o menos originales, que transgreden y a la vez alaban aquello en lo que se fijan. Kingsman logra todo ello. Y lo hace con una clase que ya quisieran muchos otros productos que nos llegan, con un director que tiene unas señas de identidad que, a estas alturas, le convierten en uno de los directores más reconocibles del gran cine mainstream en el que nos movemos actualmente. No hay que olvidar que los modales hacen al hombre.
Dirección - 8
Guión - 6.5
Reparto - 7.5
Apartado visual - 8
Banda sonora - 8
7.6
Vaughn vuelve a lanzar un producto masivo, pero sin perder un ápice de su energía ni de su identidad.
Como sea igual de machista que la primera yo PASO de verla
Pues yo la recomiendo sin duda. 140 minutos de diversión over-the-top políticamente incorrecta con personajes carismáticos y acción espectacular e imaginativa. Matthew Vaughn se sale de nuevo.
Temía que pudiera hacerse larga pero se me pasó en un suspiro. Y aunque reconozco que es más de lo mismo, si está tan bien ejecutado y con tanta personalidad y estilo, para mi ningún problema y ya pueden hacer la tercera cuando quieran.
Efectivamente si no te gustó la primera, no te va a gustar esta, mejor no molestarse. Para todos los demás, id a verla sin duda.
Millar no pinta nada en esta. Menos aún incluso que en la primera parte que, aparte de un par de ideas de la premisa básica, no se parecía en nada al cómic. Y, sin que sirva de precedente, esas libertades han sido para bien.
Porque, a diferencia del Millar de los últimos años, Vaughan sabe darle substancia a la historia mas allá de los guiños referenciales, el humor salvaje y las escenas de acción desmadradas. Mientras sigan así que me den una tercera y todas las que quieran.
P.d: hace años que no me como una hamburguesa que no haya hecho yo mismo. Después de esta película, con mas razón. 😉
Pues al igual que con «Atómica», no hay que esperar nada revolucionario ni que nos vaya a volar los sesos, pero es un entretenimiento que, como ha dicho Igverni, no se hace largo para su duración (yo también iba con ese temor), está bien coreografiado, bien rodado, con acierto en lo sonoro, buen sentido del ritmo y con personajes estupendos. Quizá, a pesar de la duración, hay algunos personajes que son un lujo (tener al «Nota» Jeff Bridges o a Tatum -al que seguramente tendremos en la tercera parte-para unos papeles tan recogidos puede ser excesivo), pero están tratados con buen gusto. Por cierto, estupendo Pascal, el tapado de este reparto.
Si te gustó la primera, más de lo mismo, quizá perdiendo algo de frescura pero dándote mucho de todo a cambio.
Opino lo mismo. La primera me encanto, esta la situaría un peldaño por debajo, dado que esperaba ver más en ese estilo a channing tattum, pero en la 3* tendrá que ser. Como siempre muy bien rodado y con las mezclas de lo musical, la pelea final para mí es una delicia y totalmente memorable al igual que la 1* la escena de la iglesia. Todo un acierto el resurgir de Colin Firth para futuras entregas. Por lo demás que comentáis de machistas yo la veo como una crítica muy acertada a las pelis de James Bond en el que se acostaría con cualquiera y sin remordimientos y pensado en la siguiente y típica mujer guapa. En esta meten a una del montón y el prota si tiene algún cargo de conciencia. Esos detalles hacen para mi de Kingsmas algo especial. Esperando la 3* con Bridges, Tattum, Firth y el bueno de Egsy.
En mi opinión igual de entretenida y gamberra que la primera, una película sin pausas llena de acción y escenas de lucha que ya son características. Esperaba ver más tiempo en pantalla a Tatum y a Halle Berry pero por como acaba la película seguramente tengan más minutos de pantalla en la próxima. Mi única pega ha sido el bajón que me ha dado por el hecho de que hayan matado a
toda la organización Kingsman
ya que si en la próxima película por el motivo X «revive» alguno como
Roxy o Merlín
va a ser el mismo truco que con Harry/Galahad.
Me gustó la primera, esta acabo de verla y me pareció larga y repetitiva, los personajes que regresan perdieron todo carisma, los nuevos apenas están esbozados. 4/10