Dirección:Karyn Kusama Guion:Phil Hay, Matt Manfredi Dirección de Fotografía:Bobby Shore MúsicaTheodore Shapiro Reparto: Logan Marshall-Green, Michiel Huisman, Tammy Blanchard, John Carroll Lynch, Mike Doyle, Emayatzy Corinealdi, Karl Yune, Toby Huss, Marieh Delfino, Michelle Krusiec, Lindsay Burdge, Aiden Lovekamp, Jordi Vilasuso, Jay Larson, Danielle Camastra Duración:90 min Productora:Gamechanger Films
Aviso de Spoilers: Es muy importante en películas como La Invitación no conocer de antemano según qué detalles de la trama, así que la siguiente crítica no desvelará nada que os estropee la experiencia de acercaros a la película. Por recomendar, os recomiendo que ni siquiera veáis el tráiler que acompaña esta crítica.
La semana pasada llegaba a nuestras pantallas (a un número reducido de ellas, eso sí) la última ganadora del Festival de Sitges, The Invitation. A raíz de su fulgurante paso no sólo por Sitges sino por multitud de festivales de cine independiente se ha ido generando una elevada expectación para con la película dirigida por Karyn Kusama, directora y guionista estadounidense que comenzó su carrera de manera prometedora con Girlfight en el año 2000 (con la que obtuvo dos galardones en Sundance), pero que bajaría el listón de manera considerable con sus dos siguientes cintas, las olvidables Aeon Flux y Jennifer’s Body. En The Invitation Kusama nos presenta una historia aparentemente sencilla: Will (Logan Marshal-Green) acude con su novia Kira a una cena entre amigos a la que han sido invitados por su ex mujer Eden (Tammy Blanchard), de la que ni Will ni sus amistades habían sabido nada durante los dos últimos años, y su nueva pareja; la cena tiene lugar en la misma casa que compartían Will y Eden, cuya separación se produjo a raíz de la dramática muerte de su hijo. Nada más hace falta saber de la trama de La Invitación, una cinta en la que estamos también invitados como espectadores a una extraña y desasosegante velada que nos llevará a través de una de las películas más enigmáticas y sugerentes de la temporada. ¿Comenzamos?
Nunca nos cansaremos de reclamar el poder que tienen según qué géneros cinematográficos para estirar las convenciones de una historia a priori simple o trillada. El terror o la ciencia ficción nos pueden hablar de los Grandes Temas incluso de manera más lúcida que cualquier drama al uso: The Invitation, sin duda y con sus defectos una de las cintas más curiosas y recomendables de los últimos meses, nos habla de los recuerdos y su poder transformador o de la pérdida con el trasfondo aparentemente inocente de una reunión de viejos amigos; un trasfondo nada casual si nos paramos a pensar en las películas que lo han estado utilizando los últimos años como reflejo de una generación muy concreta, tan anclada en la nostalgia que se siente incapaz de lidiar con el revival cuando lo tiene delante en forma de amargo recuerdo. Ese “ponerse al día” con los viejos conocidos, algo impensable para la generación de Facebook, sigue viéndose como un recurso idóneo para hablar sobre los estragos del paso del tiempo aunque el tiempo pasado no sea abismal o tus personajes apenas esté en la treintena (la nueva crisis de los 50 de los Millenials): de las agridulces Los Amigos de Peter o Beautiful Girls, a los ejemplos más recientes y más cercanos a lo inquietante de The Invitation como pueden ser Fin, adaptación de la novela de David Monteagudo, o la espléndida Coherence (de la que ya os hablamos en Zona Negativa y curiosamente también ganadora en Sitges, esta vez a Mejor Guión), tenemos todo un abanico de reuniones que sirven como excusa para deconstruir las miserias de la madurez. En The Invitation, aun así, la trama se vuelve menos coral que en otros ejemplos al centrar la mirada en el personaje de Will, un espléndido Logan Marshall-Green (de infausto recuerdo por su personaje en Prometheus), aquí camuflado con abundante barba y melena en la piel de un personaje atormentado por el pasado cuyo trauma veremos aflorar durante la película, en la que el regreso al espacio físico de su pasado como es la casa donde compartió vida con su mujer e hijo, así como el reencuentro con una no menos fantástica Tammy Blanchard (Into the Woods, Blue Jasmine), hacen que Will sea el perfecto eje central de la trama a través del cual nos iremos dando cuenta de que algo extraño sucede en la reunión.
Y es que la tensión es el verdadero coprotagonista de The Invitation. En una primera hora pausada y ejemplar, La Invitación nos irá dando pistas y sugiriendo razones para la inquietud paranoica acompañando a la mirada desconfiada de Will, a la vez que intuimos retazos de su feliz y a la vez trágico pasado junto a Eden. The Invitation traslada al espectador la incomodidad de cada momento y el suspense de una misteriosa casa plagada de recuerdos dolorosos, con una trama que parece no querer precipitarse en ningún momento a pesar de que parezca que a cada momento puede dar el acelerón definitivo hacia otro tipo de película, un cambio de ritmo que uno incluso desea que nunca llegue de lo bien (o mal) que lo está pasando en esa primera hora en la que Kusama hace un trabajo delicioso a la hora de sugerir e inquietar a partes iguales, con la inestimable ayuda de un guión que aun así a veces peca de tramposo. El reparto, como hemos comentado con dos de sus protagonistas, ayuda a conseguir generar ese desasosiego del que está repleta la cinta, que llega a su punto álgido con el personaje del gran secundario John Carroll Lynch (Zodiac, Shutter Island), uno de esos actores especialmente dotados para transmitir inquietud y que aquí se luce con un monólogo que descoloca tanto al resto del reparto como al propio espectador en el que es uno de los puntos álgidos de The Invitation. Lo que nos hace llegar al punto débil de la cinta, el tercer acto: previsible en cierta manera dado el juego de acumular tensión e interrogantes durante la trama de manera tan opresiva: cuando la tensión se libera y el argumento elige un camino, la descompresión en comparación con el resto de la película es demasiado rápida y quizás decepcionante para muchos en su simpleza, pero que reconforta al ser rematada de manera curiosa con un final más propio de un relato corto de antología de terror, capítulo de Tales from the Crypt o viñeta final de un número de Creepy de esos que te dejaban con el alma en vilo. A pesar de esa inocencia en su parte final, The Invitation consigue triunfar allí donde pretendía gracias sobre todo a Will y su trasfondo, demostrando lo importante que es mantener a un personaje sólido (y un intérprete a la altura) a pesar de los trazos gruesos con los que debe estar escrito en sacrificio del lado del suspense de la trama.
En una de mis canciones favoritas del gran Tim Minchin se dice que nuestras casas, hechas de grietas y fotografías, tienen cerrojos para dejar a los malos fuera pero que sobre todo se usan para mantenernos a nosotros encerrados dentro, una de esas pequeñas grandes verdades que The Invitation utiliza para hacer eso mismo: encerrarnos en una casa con viejos amigos, amores perdidos y malos recuerdos. Lo que, en manos tan habilidosas como las que nos ocupan, se convierte en una de esas gratificantes pesadillas que hacen las delicias de los que nos gusta pasar un gran mal rato en una sala de cine. Una invitación envenenada que aceptamos con gusto y que se va al baúl de las pequeñas joyas de este 2016.
#ZNCine – Crítica de La Invitación (The Invitation), de Karyn Kusama
#ZNCine – Crítica de La Invitación (The Invitation), de Karyn Kusama
2016-04-15
Samuel Secades
Dirección - 8
Guión - 7.5
Reparto - 7.5
Banda Sonora - 7.5
Aspecto Visual - 8
77
7.7
The Invitation nos depara algunos de los momentos más tensos e inquietantes de lo que llevamos de año cinematográfico en una película que se disfruta más cuanto menos se sepa de ella. Recomendadísima para una noche de miedo diferente.
Vosotros puntuáis: 6.1 ( 6 votos)
Subscribe
Conecta con
Conecta con
1 Comment
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
AlbierZot
Lector
15 abril, 2016 8:40
Decepcionante en mi caso. Buenas intenciones pero demasiado forzada e increíble, además de previsible. No termina de cargar la atmósfera. En ese sentido bastante por debajo de la sutileza de Coherence. Aún así merece la pena.
Decepcionante en mi caso. Buenas intenciones pero demasiado forzada e increíble, además de previsible. No termina de cargar la atmósfera. En ese sentido bastante por debajo de la sutileza de Coherence. Aún así merece la pena.