No estoy descubriendo nada a nadie con la afirmación de que el terror es algo inherente a cualquier ser vivo. Son esas emociones que afecta de la manera más irracional y simple al sistema límbico de nuestro cerebro. Las explicaciones y las curas al miedo pueden ser de varios tipos, pero jamás habrá una solución universal para ello. Esa sensación nos embriaga de forma individual.
Así pues, el cine siempre ha resultado un buen reflejo de ese aspecto vital. Con toda la diversidad y riqueza de uno se los géneros más tradicionalmente repudiados por ciertos sectores académicos, ha analizado y apelado todos y cada uno de los posibles seres terroríficos. Nombres como
Sin embargo, al llegar al presente siglo, con las proezas técnicas del CGI, el género en su vertiente más comercial tendió más hacia el artificio, a los fuegos artificiales, olvidándose, por el camino, de lo que realmente es lo que puede llegar a sobrecogernos en una buena película de terror. Y no son los jump scares (cosa que puede hacer cualquiera si lo pilla desprevenido a otra persona, sin necesidad de pasar por la experiencia cinematográfica), precisamente.
Ahora revisemos el corto que realizó el cortometrajista escandinavo
En él se puede apreciar algunas señas de potencial. La primera de ellas consiste en ubicar uno el miedo más primario según Lovecraft: la oscuridad, y por ende, lo desconocido, lo que no podemos reconocer, en un lugar que nos resulta, en primer lugar, cotidiano y en el que creemos estar más seguros, y, por otro, el hecho de ubicar la acción temporalmente en el momento en el que deberíamos estar plenamente relajados.
Ahí se realiza un ejercicio de tensión constante, con un ritmo que no da respiro, visualmente sugerente, en el que la interpretación de
El filme viene auspiciado por uno de los directores de género de mayor peso en la industria: James Wan, creador de la saga Saw y de Expediente Warren. Si algo es él, es alguien que logra conectar con el público, que se ve atraído a ver sus propuestas. Wan, más o menos errático, ha logrado labrarse una carrera y una reputación y lograr destacar en un Hollywood cada vez más industrial y menos autoral.
El guion, a cargo de
Por otro lado, también creo que, aunque esté tristemente desaprovechado, poner al mismo nivel el terror y la impotencia de algo mundano (las enfermedades mentales, la pérdida de alguien cercano, la desestructuración familiar…) al que podemos llegar al sentir cuando entramos en contacto con lo sobrenatural, aquello a lo que no tenemos explicación todavía.
Si hay que mencionar algo meritorio respecto a la labor, sería, tal vez la dirección de actores, ya que logra sacar buenas interpretaciones de todo el reparto. Empezando por
Sandberg traiciona la suciedad y ordinario que pudiera tener el corto original para optar por una puesta en escena pulida y clasicista, que si bien no crea nada que no hayamos visto una y mil veces, sí que se podría afirmar que no cae en ser un intento fallido. Es un producto, que si bien hay cierto defectos que se le puede achacar, proporciona lo que promete, lo cual, viendo el nivel generalizado de los blockbusters veraniegos y de muchas cintas de género que llegar a nuestras carteleras, parece ser que eso hace que la película esté por encima de la deficiente media.
Aunque eso no es suficiente para que podamos llegar a considerarla una obra destacable. Si hace pocos meses presenciamos la llegada de una obra innovadora como es La Bruja, a la vez que nos recuerda algunos elementos que el mejor terror se dejó por el camino, o películas como la notable Expediente Warren: El Caso Enfield, ¿No deberíamos ser exigentes con todos y cada uno de los productos que se nos ofrecen? Aún más siendo conscientes de lo que
La escenografía, tal vez, sea uno de los aspectos en el que parecen haber prestado mayor atención, ya que cuestiones como la casa donde vive el personaje de Bello, o los maniquíes (que originalmente eran del dueño de la casa, y decidieron emplearlos dentro de la película, a pesar de que no sean nada que vaya más allá del ámbito visual, lo cual provoca que no tenga en absoluto ninguna justificación narrativa su presencia) tal vez sean los escenarios y atrezzo que mayor intención icónica denotan.
Por otro lado, en la fotografía de
El montaje, es eficiente y tiene algún ejercicio de estilo en determinadas secuencias, pero en ningún momento se aleja de la zona de confort, y junto al sonido (mal de muchas películas de género actuales) hay una dependencia excesiva, cuando no, abuso, del jump scare como herramienta principal para sugestionar al espectador. Sin embargo, el montaje sonoro de la película tiene un gran peso sobre el resultado final de la obra, ya que sí que sale victorioso a la hora del uso del fuera de campo y la búsqueda de sonidos inquietantes y desconcertantes. Lo mejor que se puede decir del montaje es que cumple su función narrativa, sin caer en los caos que rompan el raccord. Dura lo que tiene que durar, con las escenas necesarias, sin relleno, y con un buen ritmo, aunque no sale airoso, por ello, en la misión de generar interés del espectador, el cual puede llegar a sentir cierto tedio viendo la película, si, como es mi caso, no entra ni conecta dentro del filme.
La banda sonora corre a cargo de
Nunca Apagues La Luz es obra que está tremendamente autolimitada. Es una prueba fehaciente de que no siempre se pude ampliar un corto a un filme y salir airoso. Con una extensión de algo originalmente distinto, pueden llegar los problemas no solo de ritmo, si no que argumentalmente decaiga y no tenga justificación alguna. Y, por encima de todo, empobrecer en comparación con el material original. Esperemos que no sea otro ejemplo de talento a los que Hollywood tiene últimamente por costumbre quemar sin apenas inmutarse, destruyendo un futuro prometedor.
Dirección - 5.5
Guión - 5.3
Reparto - 6.5
Apartado visual - 6
Banda sonora - 5
5.7
Película desaprovechada por ser excesivamente conservadora, con una aversión al riesgo que mata todo el potencial que tiene el concepto, que sufre al verse expandido hasta completar toda una película.
Coincido. Interesante propuesta que se queda en un juego de luces. ¿Qué no podría haber hecho un Wes Craven con algo así…?
No cites a Craven que suelto una lagrimita 🙁
Tenía ganas de leer una crítica de esta película para animarme a ir al cine… Y parece que no voy a ir. Llevamos años de decadencia del género de terror, a ver cuando empieza a cambiar para bien.
Gracias por el artículo 🙂